André Masson (Balagny-sur-Thérain, 1896-París, 1987) A lo largo de su larga y fructífera vida André Masson fue una relevante figura para el desarrollo del surrealismo y posteriormente desempeñó un importante papel como difusor de las novedades artísticas europeas en el continente americano, que fueron fundamentales para el desarrollo del expresionismo abstracto. Tras unas primeras pinturas marcadas por la influencia de la obra de André Derain y otras en un estilo dentro del cubismo analítico, llegó al lenguaje surrealista. En 1923, bajo la influencia de las ideas surrealistas de André Breton, comenzó a aplicar el automatismo a sus dibujos y pinturas junto a su amigo Joan Miró. Ambos compartieron estudio en la rue Blomet y se convirtieron durante esos años en las figuras de referencia del movimiento, hasta que desacuerdos con Breton provocaron la expulsión de Masson del grupo en 1929. Masson, que había sido gravemente herido durante su movilización con motivo de la Gran Guerra, partió rumbo a Estados Unidos tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su estancia en el país americano, donde expuso su obra con frecuencia, tuvo una gran importancia para los jóvenes artistas norteamericanos que en aquel momento estaban definiendo su lenguaje artístico. El regreso a su país natal en 1945 estuvo marcado por un creciente interés por el impresionismo y por el descubrimiento de la última obra de Monet. En sus lienzos de ese periodo desapareció el claroscuro para dar paso a una envolvente luminosidad en la que las referencias figurativas estaban presentes únicamente en los títulos. La fascinación por los Nenúfares, tantos años olvidados en Giverny, le llevó a publicar en 1952 “Monet le fondateur”. En este ensayo, destinado a jóvenes artistas, incitaba a dejarse llevar por los nuevos caminos de exploración del color y la expresión gestual que proponían las decoraciones de la Orangerie, que él denominó “la Capilla Sixtina del impresionismo”.