"Sentados en la sucá con sus paredes endebles y su frágil tejado, a través del cual vemos brillar las estrellas, apreciamos mejor todo cuanto poseemos y a Ti, Señor agradecemos. Lo que poseemos es lo que somos. Es la gratitud, la humildad y la sensibilidad. Lo que revela nuestro ser verdadero" Rabino Marshall T. Meyer Z”L Al concluir con Rosh Hashaná y Iom Kipur recibimos la festividad de Sucot que nos invita a reflexionar acerca de la fragilidad de la vida. Al ingresar a la Sucá penetramos en lo más profundo de la esencia del ser humano, despojándonos de todas aquellas cosas materiales e implementos físicos que nos rodean todo el año para poder gozar de las cosas simples de la vida. Cuando quitamos todos los “extras” podemos concentrarnos en lo que es importante en nuestra propia vida. La Sucá, con su sencillez, nos enseña a ver la vida con otros ojos, a poder entender que el verdadero valor de las cosas no está en lo material ni en las apariencias exteriores, sino en el interior de las cosas, de las personas. Cuando abandonamos la comodidad de nuestros hogares y pasamos a habitar por siete días la Sucá, comprendemos que la vida está a merced de D-s y por más que podamos construir suntuosos edificios, ello no nos asegura su permanencia en el tiempo, sino que todo dependerá de nuestra relación con la obra divina, en saber cuidar la naturaleza, entendiendo que como hombres nunca podremos dominarla, sino que debemos cuidarla y respetarla, puesto que es más sabia que nosotros. En Sucot se nos prescribe estar “alegres”, disfrutando de este tiempo, en el que además, se nos ordena abrir las puertas de nuestras Sucot para compartir nuestra felicidad con todos aquellos que quieran entrar a ella; es por eso que encontramos el concepto de los “Ushpizim” aquellos invitados de honor (Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Aarón, José y David) que estarán compartiendo con nosotros la festividad, puesto que la alegría no puede ser plena mientras existan personas que no tengan con quien celebrar dicha festividad. embargo en Sucot lo convertimos en el techo de nuestra Sucá, en la parte más importante. En Sucot intentamos transformar el “tiempo muerto” en “tiempo vivo”; viviendo la vida con mayor intensidad, dependerá de nosotros poder transformar el tiempo profano en sagrado. Por último en Sucot debemos cumplir con la mitzvá de “Arvahat Haminim” “Las cuatro especies”, a saber: Etrog, fruto parecido al limón con aroma suave y sabor que representa a la persona que tiene conocimiento y buenas acciones; el Lulav, rama de palmera que tiene sabor pero no aroma, simbolizando a aquellos que tienen saber pero no buenas acciones; el Hadás, rama de mirto o arrayán, que tiene aroma pero no sabor, es decir, aquellas personas que no tienen conocimiento pero realizan buenas acciones y por último la Aravá, rama de sauce, no tiene aroma ni sabor y representa a quienes no saben ni hacen el bien. Sin embargo nuestros sabios nos enseñan que para poder cumplir con la bendición de los “Arvahat Haminim” no puede faltar ninguno de ellos, ni ser reemplazados, debiendo unir las cuatro especies en nuestra mano, representando así a la unión del pueblo de Israel y que a pesar de las diferencias no debe faltar ninguno, ya que cada ser es único y especial y si nos unimos podemos transformarnos y lograr que todos seamos merecedores de encaminarnos en el camino de la Torá y las buenas acciones. Quiera D-s que en esta festividad de Sucot podamos compartir nuestra alegría y valorar a las personas por lo que son interiormente y no por sus apariencias, logrando unirnos como Am Israel entendiendo que en la diferencia podemos construir una sociedad mejor. En Sucot aprendemos que la felicidad nunca es sobre “tener” sino sobre “ser”. Al construir la Sucá, se nos enseña en el Talmud que el “Sjaj”, el techo, debe ser realizado de psolet goren v`yekev, de desechos de la trilla y vendimia. Este es un material que normalmente es desechado, pero sin With support of the WZO. ¡ Jag Sameaj ! Rab. Sebastián Vainstein Asociación Israelita de Paraná Entre Ríos, Argentina