NOSFERATU. El Terror expresionista según Murnau

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NOSFERATU. El Terror expresionista según Murnau
[Ficha técnica y artística]
Murnau consigue con “Nosferatu” crear una de las
películas de terror más conmovedoras de la historia
del cine. Al contrario de lo que se haría
posteriormente en productoras como la Universal o la
Hammer, el terror en “Nosferatu” no se entiende
como sometido a una fórmula genérica, aunque
responda a una tradición profundamente arraigada en
Alemania, procedente de la narrativa popular, que reemerge con el movimiento expresionista.
Murnau parte de la novela “Drácula” de Bram Stoker (lo cual le supondría numerosos problemas
de derechos que casi acaban por hacer desaparecer, físicamente, esta película), incorporando
elementos de la tradición popular y artística (especialmente pictórica) germánica para realizar un
film profundamente personal. En él, como en las mejores obras de terror, el mundo físico y el
mundo moral se unen, se someten a las mismas reglas de forma que el paisaje responda a la
situación mental de los personajes y viceversa: Naturaleza y carácter se mezclan, se interrelacionan
respondiendo a un poético orden cósmico. Este orden no implica armonía, sino más bien
convulsión, es trágico y su forma de expresión es el Terror. De esta forma Murnau retoma una de
las obsesiones del arte alemán desde el Romanticismo: recuperar a través de su cultura el sentido de
la tragedia propio de la Grecia Clásica.
Murnau capta a la perfección lo que es el Terror y lo transmite en “Nosferatu”. Prueba de ello es
que más de ochenta años más tarde la película sigue causando esa sensación de indefensión ante la
que el espectador nada puede.
Esto se debe a que el propio personaje del vampiro es retratado como un enviado de Satanás. Es
un monstruo de la Naturaleza que encarna el Mal mismo, una personificación del horror. Allá
donde va brota la peste, las ratas infectadas invaden los pueblos y transmiten la enfermedad. Su
alimento es la sangre, es decir, el alma de sus víctimas. Es capaz de matar y someter tan sólo con su
sombra. Sólo el sol (máximo símbolo de vida en todas las culturas) puede acabar con él, y sólo la
inocencia (y su propio apetito) puede confundirlo. A pesar de que consigue librarse de él, el
matrimonio Hutter ha sacrificado demasiado en esta “aventura” y jamás podrá volver a llevar una
vida normal. Ambos han sido marcados por el vampiro, han conocido el Terror y la locura, por lo
que nunca conseguirán librarse totalmente del influjo de Nosferatu.
Esta película se encuadra dentro del movimiento expresionista, pero hay que tener en cuenta
algunas consideraciones que la alejan de películas canónicas de este movimiento como “El gabinete
del doctor Caligari” (“Das Cabinet des Dr Caligari”; Robert Wiene, 1920). La estética de
“Nosferatu” está profundamente influenciada por cuadros expresionistas, pre-expresionistas y
románticos; el gusto por las diagonales, por la ruptura con las formas canónicas, la angulación
extrema de los planos, etc., es una constante durante toda la película (dando lugar a imágenes de
gran belleza, como la de Ellen mirando al mar mientras espera la vuelta de su amado en una playa
repleta de crucifijos, o el amenazante contrapicado del vampiro en el barco).
Sin embargo, al contrario que películas expresionistas precedentes como la ya mencionada “El
gabinete del doctor Caligari” o “El Gólem” (“Der Golem”; Paul Wegener, 1920), “Nosferatu”
incorpora elementos inéditos en el cine expresionista. Probablemente el más relevante sea el rodaje
en exteriores. A pesar de las dificultades que pueda plantear para este tipo de cine trabajar con luz
natural (se buscaba controlar al máximo las condiciones de luz, por lo que se trabajaba siempre en
estudios), Murnau era consciente de que si quería tratar la relación individuo-Naturaleza que
formaba parte del arte en el que se inspiró para crear esta película, debería utilizar efectivamente
escenarios naturales. Esto redunda en una mayor sensación de realismo, dejando a un lado recursos
excesivamente artificiales como era el de pintar el reflejo de la luz en los propios decorados.
Otra de las técnicas peculiares empleadas en “Nosferatu” es el teñido de la película en ciertas
escenas. Sin ser un recurso original, resulta sorprendente el afán de Murnau por introducir el color
en su película. Además, es palmario que el interés de Murnau por el color no trata tanto de dotar a
los personajes y objetos que pueblan su película de una cualidad inherente que se pierde por
cuestiones técnicas (búsqueda de realismo) sino de utilizarlo a modo de herramienta estética para
crear ambientes y sensaciones.
(cc) 2011 Brân González Patiño
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