DIÍ HISTORIA •205 NATURAL. Todavía existen algunos puntos bajos ocupados por pantanos salobres que imposibilitan el cultivo y en los que crecen en abundancia las plantas barrilleras. Mas adelante el paisaje pierde su monotonía y aparecen en algunos sitios manchas de cultivo y algunas casas de pobre apariencia. El suelo se eleva gradualmente, apareciendo porciones del Cuaternario cubier tas de un travertino de color claro, y así continúa el camino hasta subir á la Sierra de Santa Pola, conjunto de anchas colinas de poco más de un centenar de metros de elevación. En el extremo de éstas, y dominando una vasta extensión de mar, se levanta la torre del faro, y al SE. del Cabo, formado por esta Sierra de Santa Pola, aparece la Isla Plana ó Nueva Tabarca, que, aunque pequeña, contribuye á hacer más a b r i gada la extensa rada que limita al SSW. el Cabo Cervera. Bien conocida es de los marinos la tranquilidad de sus aguas, que con frecuencia se ven animadas con la presencia de numerosas escuadras. Este fué, sin duda, el antiguo Sinus Illicitanus, y aunque el amor propio de algunos escritores alicantinos haya querido ver el famoso Sinus en la rada que se extiende desde el Cabo de Santa Pola al Cabo de la Huerta, no cabe duda para los arqueólogos que Illice fué en las inmediaciones del moderno Elche y que el Porlus Illicitanus estuvo muy cerca de la actual villa de Santa Pola. Lápidas, estatuas, ruinas de toda clase, parecen atestiguarlo, y lógico parece también que los romanos y los conquistadores que los antecedieron dieran la preferencia á una extensa rada que ponía sus naves á cubierto de cualquiera inclemencia de los elementos. La Sierra del Cabo había ya sido recorrida por nosotros, siguiendo las sendas y camino vecinal, antes de la construcción de la moderna carretera. En una excursión escolar que acompañando gran número de alumnos verificamos en Diciembre de 1904, llegamos hasta la misma torre del faro, descendiendo por las quebradas que dan frente á la isla de Tabarca. Sólo mioceno y travertinos cuaternarios encontramos, y sé que de las canteras abiertas á la explotación se han retirado dientes de Oxyrhina, Lamna, Carc/iarodon, C/irysoprys y conchas de los géneros Lima, Pectén, Cardium, Ostrea, Spondylus, con las especies propias del helveciense. Aunque su altura es poca, no faltan cañadas fértiles, pobladas de árboles, de muy agradahle aspecto. Mas por la parte de la villa sólo puede apreciarse uña T . v i n . — A b r i l , 1908. 14