El futuro de la izquierda Álvaro Bracamonte Sierra* Para los analistas políticos, sobre todo conservadores y progresistas renegados, la izquierda mexicana enfrenta una de las máximas disyuntivas de su historia. Por una parte obtuvo significativos avances en las Cámaras de Diputados y Senadores: La Coalición ganó cerca de 160 legisladores de los cuales 127 corresponden al PRD. En la Cámara Alta consiguió más de 35 curules, la mayoría del sol azteca. En estos números se basan los comentaristas aludidos para atreverse a decir que la izquierda debería estar de fiesta: Avanzó tanto que estuvo a punto de ganar la Presidencia. Para esos analistas, sin embargo, toda esa cauda de espacios importantes para la transformación del País está a punto de ir a dar a la basura todo por la insistencia de seguir a quien denominan “el mesías tropical”. Sostienen que el capital político amasado el 2 de julio puede perderse si persisten las alocadas acciones de resistencia civil pacífica emprendidas después de la jornada electoral. Quienes piensan y escriben así insinúan que la izquierda debería estar agradecida de que se le hayan reconocido tantos espacios. Con ello implícitamente señalan que ése es el umbral máximo al que puede aspirar. De cierta manera sugieren que está vetada para conducir la política económica, las relaciones exteriores y sobre todo para encabezar las reformas estructurales de segunda generación que le faltan al Estado mexicano. En esta visión, se prevé que la izquierda perdería lo ganado si persiste en sus protestas. La disyuntiva entonces es: Aceptar que perdieron y mantener el avance logrado, o continuar la resistencia y perder lo alcanzado. Sin compartir esas reflexiones creo que en cierto sentido tienen algo de razón: Quienes se hallan en una encrucijada son los partidos de izquierda oficiales, que no es lo mismo que el movimiento de izquierda progresista. Éste demostró el 2 de julio que está más sólido que nunca y que cruza uno de sus mejores momentos. Ese día y durante el conflicto poselectoral atestiguamos cómo miles de ciudadanos se involucraron desinteresadamente en las actividades propias de la campaña electoral al margen de los partidos que conformaron la Coalición. Esa ciudadanía poco a poco se está integrando en un movimiento que estimula la participación de todos aquellos que tienen deseos de involucrarse en actividades políticas pero sin enlistarse en los partidos oficiales. Parece que ese movimiento es la nueva expresión de las fuerzas progresistas. ¿Qué harán los partidos de izquierda ante la emergencia de esas expresiones ciudadanas? Es un asunto en el que éstos deberían estar preocupados y desde luego atender si no quieren correr el riesgo de ser desbordados como representantes de las fuerzas progresistas. Esas organizaciones ciudadanas son una muestra de que la izquierda vive un proceso de refundación. Un ejemplo que inspira optimismo y esperanza son las reuniones públicas convocadas en la Plaza Zubeldía por un grupo de hermosillenses que participaron en la campaña electoral a favor de AMLO y que entusiastamente lo siguen haciendo en dichas actividades. En su mayoría se trata de personas que piensan que los partidos de izquierda en la capital de Sonora no están a la altura de las exigencias de la coyuntura actual y que por ello era necesario organizarse al margen de ellos. Para tal efecto realizan diversos eventos cívico culturales que desde mi punto de vista constituyen la semilla que al germinar dará a luz a un movimiento progresista fresco y sólido sin las taras que distinguen a los actuales partidos de izquierda en Sonora. El pasado sábado hubo proyección de documentales, se presentaron grupos musicales, y también se expusieron ideas sobre la Convención Nacional Democrática; la gente charló e intercambió impresiones sobre diferentes tópicos. La asistencia rebasó los pronósticos más optimistas: Más de 300 atentos ciudadanos; por tratarse de Hermosillo y teniendo en cuenta que la convocatoria se hace por medios informales, refleja la fortaleza del movimiento. Para darnos una idea de la capacidad de convocatoria, tan sólo recordemos que se trata de un número mayor que el de los panistas reunidos para festejar la sentencia del Trife que avaló las elecciones y reconoció a Felipe Calderón como presidente electo. Este tipo de organizaciones prometen mucho sobre todo que si se piensa que, pese a que el PT y el PRD mejoraron sus posiciones en el Congreso y en algunos municipios, dan la sensación de partidos derrotados, sin entusiasmo, ensimismados en sus propias contradicciones y agotados, al menos temporalmente, para encabezar a una sociedad sedienta de participar e influir en la transformación del País y del Estado. La renovación de la izquierda partidaria se logrará si los partidos oficiales hacen una correcta lectura de lo que ocurre al interior de esas organizaciones y saben procesar adecuadamente la emergencia de esas fuerzas ciudadanas.