DAVID HOCKNEY Nacido en Bradford en 1937, David Hockney asistió a la Bradford School of Art antes de entrar en el Royal College of Art. Siendo aún estudiante su obra fue incluida en la exposición Young Contemporaries, que marcó el surgir del arte pop británico. A comienzos de los años sesenta visitó Los Ángeles y poco después se estableció en aquella ciudad. Con frecuencia se le asocia al sur de California y a las numerosas obras que produjo allí a lo largo de varias décadas. En 1991 David Hockney fue nombrado miembro de la Royal Academy. David Hockney ha experimentado con numerosas técnicas a lo largo de su carrera: acuarela y acrílico son algunas de las técnicas que empleó en los inicios de su producción, pero también realizó diseños de escenografías para óperas como El progreso del libertino (1951), de Stravinsky, o La flauta mágica (1791), de Mozart. Hockney también se sirvió de los medios fotográficos y ópticos para representar la perspectiva y se interesó por las nuevas tecnologías. Escenografías y otras técnicas. Un aspecto importante pero no demasiado conocido de la producción artística de David Hockney está ligado a sus escenografías. Su primer diseño lo realizó para la ópera El progreso del libertino (1951), de Igor Stravinsky, en 1975. A partir de entonces, el teatro se convierte en una gran influencia en su arte y en su concepción estética. En sus escenografías, Hockney emplea un gran abanico de técnicas, como grabado, collage y pintura, medios que también aplica directamente sobre los objetos tridimensionales. Con frecuencia, realiza maquetas, que al principio tienen reducidas dimensiones. En 1981, diseñó las escenografías para varias óperas producidas por la Metropolitan Opera de Nueva York. A comienzos de los años sesenta, Hockney cambió el óleo por el acrílicos. Esta técnica que acababa de desarrollarse le permitía reflejar la calidad de la luz y el soleado ambiente de Los Ángeles: empleó los vivos colores de este tipo de pinturas para crear sorprendentes efectos en sus cuadros de duchas, piscinas y aspersores de los años sesenta y setenta. Años después Hockney empezaría a pintar acuarelas, técnica que consiguió dominar y trabajar así con gran rapidez. Entre 2002 y 2004, viajó al norte y al sur de Europa donde pintó una serie de paisajes utilizando esta técnica, etapa que supuso un retorno a la simplicidad. En estas obras, Hockney explora cómo crear espacio con apenas unas líneas. Con respecto a la técnica, bajo la pintura no hay trazos de lápiz; además, Hockney ejecuta estos trabajos “con el menor número de pinceladas posible” y con una paleta limitada —a veces, de tan solo cuatro colores—. Las nuevas tecnologías Hockney se ha mostrado siempre radical en su empleo de tecnologías poco frecuentes en la creación de arte, desde la cámara Polaroid, pasando por el fax, hasta llegar al iPhone en 2009, el iPad en 2010 y la tecnología DVR de alta definición más recientemente. En cierto modo, con el iPad se suple la necesidad de un cuaderno de apuntes. El pintor ha afirmado que le maravilla la inmediatez que permite esta herramienta, con la que puede registrar rápidamente los cambios de luz y de las condiciones atmosféricas de una escena. El artista emplea la aplicación del iPad denominada Brushes para trabajar del natural. En cierta manera, este modo de crear recuerda a la técnica pictórica de los impresionistas, que pintaban a “plein air” el mismo motivo, en un emplazamiento concreto, en distintos momentos del día y del año. Hockney pasa largas horas pintando al aire libre, con diferentes técnicas, en cualquier época del año. Los grandes dibujos del Valle de Yosemite (California) realizados con iPad en 2011 son una exploración del paisaje “sublime”. Hockney refleja las ideas del filósofo y político del siglo XVIII Edmund Burke acerca de lo sublime, desarrolladas posteriormente por el filósofo alemán Immanuel Kant en su Crítica del Juicio (1790): la belleza corresponde a la forma del objeto, definida por sus límites, mientras que lo sublime se encuentra en un objeto sin forma, que se caracteriza por la ausencia de límites. Fotografía y otros medios ópticos En algunos períodos Hockney experimentó con la fotografía intensamente; en otros, ha rechazado por completo su influencia. En los setenta, recurrió al medio fotográfico como sujeto y observador. La familia y su círculo de amigos más cercano se convirtieron en temas recurrentes, tanto en sus obras fotográficas como en las realizadas en otros medios. Sus padres solían posar como modelos de retratos de estudio tradicionales y, a principios de los años ochenta, sus amigos aparecen en composiciones fotográficas realizadas a partir de múltiples instantáneas creadas con una cámara Polaroid. Estos collages fotográficos, que recuerdan a la fragmentación cubista, están influidos por la obra de Pablo Picasso, a quien Hockney admira enormemente. Durante el período de creación de estas obras, trabajó de manera incansable; hizo más de 100 fotografías Polaroid y más de 200 collages fotográficos elaborados con imágenes tomadas con una Pentax 110 y una Nikon de 35 mm. Las fotocopiadoras fueron otra herramienta que le permitió crear numerosas impresiones que enviaba por fax; con esta técnica, podía trabajar aislado del resto del mundo y a gran velocidad. El uso de estos aparatos abrió nuevos horizontes a su proceso artístico. Durante un tiempo, se dedicó exhaustivamente a investigar el modo en que los antiguos maestros utilizaron lentes, espejos y otros artefactos ópticos, como la cámara lúcida, patentada en 1807. Quería experimentar por sí mismo cómo la cámara lúcida habría ayudado a los artistas del pasado; así pues, usó esta herramienta para concebir más de 280 retratos entre 1999 y 2000. En sus obras recientes Hockney se ha valido de la tecnología digital (fotografía y vídeo) para la creación de paisajes de gran formato, compuestos por numerosos elementos, como se puede observar en la muestra. No utilizó fotografías como parte del proceso preparatorio previo a la ejecución de estas obras, sino que las usó para hacer un seguimiento de la elaboración de las pinturas: montando las imágenes digitales en el ordenador de su estudio podía ir comprobando el aspecto general de las obras. Tomando como referencia la obra de este artista he realizado el ejercicio PINTURA DIGITAL. La primera parte del trabajo la realicé en Adobe Photoshop. Utilizando diferentes pinceles, grosores, tipos de trazos (con más o menos difuminado, más o menos efecto agua, mayor o menor transparencia, etc.) fui pintado directamente sobre la fotografía de la casa. El trabajo no requiere de especial técnica, se trata más bien de probar y experimentar con las texturas y colores que proporciona cada tipo de pincel. En todo momento, más que ceñirme con exactitud a la fotografía, traté de pintar con un poco más de creatividad aportando cosas nuevas a la fotografía original sin perder su esencia y respetando su forma original. Una vez acabado el trabajo y en el propio Photoshop amplié el trabajo al formato que necesitaba: 100 x 70 cm. Una ampliación de este tamaño generalmente crea un desenfoque o pixelación de la imagen, por lo que procedí a enfocarla para que ganara nitidez. Una vez hecho, creé un archivo PDF del mismo. De esta manera pude abrirlo con Acrobat Reader. Ya en este programa, mandé a imprimir la imagen. Una vez en el panel de diálogo de la impresión, elegí formato póster (que imprime a escala, en este caso 100 x 70 cm.) fraccionándose automáticamente el conjunto en un número determinado de hojas A4. En el caso de mi pintura digital 16, algunas de las cuales, las de los extremos, solo imprimen una parte de la hoja. Una vez impresas las 16 hojas A4 procedí a montarlas y pegarlas sobre un cartón pluma del tamaño requerido, el trabajo está terminado. (Imagen del paisaje sin imprimir)