Página | 106 Artículo de Opinión Las propuestas de cuidado del medio son relevantes y deben asumirse en interés de todos. El justo medio resulta, como siempre, el más adecuado para enfrentar la cuestión. El 23 de septiembre de 2015, Políticaplus publicó el artículo que duplicamos con permiso del autor y de la página. bit.ly/1KQ6y8c Ni explotación irracional ni culto a la tierra Pablo Yurman Doctor en Derecho Profesor Adjunto, en las carreras de abogacía de la Facultad de Derecho (UNR) y de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario (UCA, sede Rosario). pyurman632@gmail.com Inmanencia 2015;4(2):106 http://bit.ly/1h8FdXg La lectura de la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco trae a la mente aquella frase originada en la filosofía que alude al “justo medio”, es decir, el intento por armonizar las tendencias presentes en el hombre, generalmente inclinadas hacia los extremos. Al referir al desafío del mundo actual por enfrentar, y solucionar, la crisis medio-ambiental, el Papa apunta a una ecología integral, equidistante de dos extremos que son, en los hechos, igualmente perniciosos para la dignidad humana y el destino común. Afirma que “En un extremo, algunos sostienen a toda costa el mito del progreso y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo. En el otro extremo, otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones, sólo puede ser una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de intervención.” (Laudato Si, punto 60). En efecto, apunta en primer lugar a quienes, montados en los últimos estertores del materialismo individualista, atrincherados en los enclaves de un mal llamado “mundo desarrollado”, han tratado en los últimos dos siglos a la naturaleza como mero material disponible a su antojo, sin límites éticos de ninguna índole. En otras palabras, a quienes ven al hombre como dueño caprichoso y no como administrador prudente de la Creación y han puesto a la humanidad al borde del abismo. Pero también alerta el Pontífice sobre el peligro que representa, a modo de reacción frente a lo anterior, un ecologismo fundamentalista y por tanto antihumano, que dirige sus pasos en forma acelerada hacia una versión remozada de una ideología tan vieja como la humanidad: el panteísmo, es decir, la divinización de la naturaleza con la consecuente degradación de la persona. Los conceptos presentes en Laudato Si recuerdan las palabras de otro sacerdote, Juan Claudio Sanahuja quien afirmó hace ya varios años que “las ideas bíblicas del dominio del hombre sobre el mundo no autorizan en ningún momento la explotación indiscriminada de los recursos naturales. Podría decirse que, por el contrario, la crisis ecológica proviene de la incapacidad del ser humano de reconocer las limitaciones que le impone su condición de administrador, no de dueño de la Creación”. La tentación de divinizar el mundo es claramente caracterizado por el Papa como un peligro que, lejos de dar soluciones, agravará los problemas ya existentes. Señala que “…el pensamiento judeo cristiano desmitificó la naturaleza. Sin dejar de admirarla por su esplendor y su inmensidad, ya no le atribuyó un carácter divino. De esa manera se destaca todavía más nuestro compromiso con ella.” (Laudato Si, punto 78). En síntesis, la debacle ambiental que se constata en los últimos tiempos no es consecuencia de la visión judeocristiana que coloca al hombre como administrador y no como dueño autocrático del planeta, sino de un paulatino alejamiento de esa armónica concepción, verificado en los últimos siglos, especialmente en Occidente. El Papa alerta que la solución no vendrá de la mano de un neo-panteísmo que anula la idea de dignidad del ser humano y lo reduce a una mera partícula insignificante.