Musulmanes en Argentina: instituciones, identidades y membresía Silvia Montenegro (CONICET, Argentina) La presencia musulmana en Argentina es contemporánea a los procesos migratorios de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. No obstante, los sirios y libaneses que llegaron en aquel período eran preponderantemente cristianos y, entre ellos, los musulmanes representaron una minoría. Las más antiguas asociaciones religiosas que congregaron a los musulmanes fueron fundadas en las tres primeras décadas del siglo XX y, siguiendo el padrón de distribución espacial de los inmigrantes, se situaron no sólo en Buenos Aires sino también en numerosas provincias y localidades del interior argentino. En el contexto de un proyecto de construcción nacional donde las particularidades lingüísticas y religiosas de los inmigrantes debían subsumirse en una supuesta fusión homogeneizante, vehiculada principalmente a través de la educación pública laica, algunas de estas asociaciones no sobrevivieron a la generación fundadora. Otras entidades continúan funcionando hasta la actualidad, habiendo atravesado períodos de escasa o ninguna actividad. A partir de mediados de la década del ‘80 se produce una reconfiguración del escenario del Islam en Argentina. En primer lugar, es en esa década que se fundan algunas nuevas mezquitas y asociaciones amplias que pretenden congregar dentro de sí otras entidades. La repercusión y las posiciones divergentes respecto a procesos internacionales profundiza la separación entre shiitas y sunnitas, a lo que se suma el peso de nuevas instituciones de ambas vertientes que comienzan a tener influencia sobre otras asociaciones a nivel nacional. Posteriormente, y en la década del ‘90, el Islam local y algunos de sus representantes institucionales adquieren una visibilidad pública y mediática inusitada; en el momento en que sheijs y entidades irrumpen en la arena pública para hacer frente a las acusaciones que pretenden vincular sus entidades con los atentados perpetrados contra instituciones de la comunidad judía en Buenos Aires1. En la Argentina, no sería entonces la etapa posterior al 11 de septiembre del 2001 la que puso a los musulmanes en la agenda de los medios de comunicación sino la década del 90. Por otra parte, en los últimos años se acentúa una tendencia que venía desarrollándose: una generación de sheijs argentinos (con o sin ascendencia árabe) sustituye en algunos de los centros religiosos a los anteriores provenientes de países árabes. Por último, es también relativamente reciente el crecimiento de las conversiones de argentinos sin ascendencia árabe que por distintos motivos se aproximaron al Islam, llegando en algunas entidades a conformar la mitad de la comunidad. El Islam en la Argentina es diverso y fragmentado. Las comunidades musulmanas están atravesadas por diferencias de pertenencia a las vertientes sunita, shiita, alauita o por la manera en que se configura en su interior la relación entre religión y origen étnico y el reconocimiento logrado en su relación con el Estado. Al interior de estas construcciones identitarias convergen múltiples mitos de origen, tipos de membresía, discursos y formas de construir la presencia pública. Una de las primeras entidades que se funda en Buenos Aires es la Asociación Pan Islamismo (1931), creada sobre los antecedentes de la Sociedad Árabe Islámica de 1922. 1 Embajada de Israel, el 17 de marzo de 1992 y Asociación Mutual Israelita, el 18 de julio de 1994. 1 En 1940 la institución pasaría de denominarse Asociación Islámica de Previsión Social y recién a partir de 1957 recibe la denominación de Centro Islámico de la República Argentina (CIRA), representando por aquel momento a todas las entidades musulmanas de Argentina. No obstante, en el interior del país ya existían organizaciones fundadas por los primeros inmigrantes. En la ciudad de Mendoza, la Sociedad Árabe Islámica (1926); en Córdoba, la Ayuda Social Árabe Musulmana (1928); en Rosario, la Asociación Unión Islámica de Rosario (1932). En Tucumán, en la década del ’20, musulmanes sunnitas crean la Asociación Cultural y Culto Pan Islámica; por su parte, los alauitas, casi todos originarios de Siria y con concentración también en Tucumán, crean en 1929 la Unión Alauita Islámica y en la localidad de La Angelita, en La Pampa, la Sociedad Árabe Islámica Alauita de la Angelita. Posteriormente, los alauitas organizan sus instituciones en Buenos Aires, la Asociación Unión Alauita (1936), la Asociación Islámica Alauita de Beneficencia de José Ingenieros (1943). Por aquel entonces las divergencias del sectarismo no eran tan nítidas y la diferenciación más marcante tenía que ver con la distinción entre árabes musulmanes y aquellos que eran cristianos. Algunos centros religiosos eran compartidos, como el caso de la Unión Islámica de Rosario o en propio Centro Islámico de Buenos Aires. Lo cierto es que posiciones divergentes respecto de acontecimientos internacionales y la creación de nuevos centros tanto shiitas como sunnitas, que comenzaron a influenciar a la orientación de las comunidades a nivel nacional, profundizaron la institucionalización de las diferencias. Algunas de las nuevas organizaciones se derivan de la acción concreta de fieles que, en algunos casos, se ha traducido en la apertura de salas de oración o en la creación de pequeñas asociaciones que reciben esporádicamente la visita de un sheij de una localidad cercana y de acuerdo a la orientación de esa comunidad. Otras de las nuevas entidades se originan de la acción oficial de países como Irán o Arabia Saudita. En lo que se refiere a las mezquitas, en la década del ‘80 se destaca la creación de la mezquita AlAhmed, perteneciente al Centro Islámico de la República Argentina, fundada en 1986. En la última década, la institución ha intensificado su papel como interlocutor reconocido por el Estado, a través de la secretaría de cultos y por sus lazos con la jerarquía de la Iglesia católica. En el año 1983 los musulmanes shiitas fundan la mezquita At-Tauhid. Vinculada a la mezquita, en el año 1995 se crea la Unión de Mujeres Musulmanas Argentinas (UMMA) como organización femenina islámica que promueve la difusión y el esclarecimiento de temas sobre mujer e Islam, así como reuniones y campañas de solidaridad. Más recientemente, se crea la Organización Islámica Argentina (OIA), como entidad para ofrecer cobertura legal a las mezquitas y sociedades shiitas existentes en la Argentina y que se encuentran vinculadas entre sí. La Asociación Islámica Argentina (AIA) es otra entidad de la comunidad shiita, creada en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Su sede funciona en la mezquita Al-Imam, fundada en esa localidad en 1990 pero que luego dejara de funcionar hasta su reapertura en el año 2007. Todas estas entidades se encuentran vinculadas y suelen firmar en forma conjunta comunicados y pronunciamientos públicos recusando el discurso de algunos líderes de organizaciones de la comunidad judía que insisten en señalar a Irán como Estado que habría planificado los atentados en Argentina y al ex imam de la mezquita At-tauhid, y en aquel entonces consejero cultural de la Embajada de Irán, como “organizador” de los ataques. Las instituciones de la comunidad shiita tuvieron un papel protagónico desde la década del ‘90 y cobraron inusitada visibilidad a partir de las acusaciones contra miembros de la Embajada y del gobierno de 2 Irán en torno a los atentados a la comunidad judía. El discurso público de estas comunidades está desde entonces marcado por la defensa ante las acusaciones y por la toma de posición permanente respecto a los avances y retrocesos de la causa judicial por los atentados. La última de las instituciones fundadas en Argentina, en la ciudad de Buenos Aires, fue el Centro Cultural Islámico Custodio de las dos Sagradas Mezquitas Rey Fahd. Se trata de un complejo construido a instancias de la Embajada de Arabia Saudita, inaugurado en el año 2001. En los primeros dos años de funcionamiento el centro era un espacio cerrado, fuertemente custodiado, con pocas actividades y escasa concurrencia, básicamente relacionado a las actividades de la Embajada. Posteriormente, se incorporarían clases de idioma árabe en distintos niveles, clases de cultura y civilización islámica, conferencias, cursos y actividades deportivas. La “mezquita de Palermo”, como es popularmente conocida en Argentina, comenzó a atraer un número cada vez más significativo de argentinos conversos y nuclea también inmigrantes africanos, principalmente senegaleses, que llegaron a Argentina en los últimos años. En lo que se refiere al sufismo, está representado básicamente por dos grupos, Asociación Naqshbandi Haqqani de Argentina con 10 sedes distribuidas en Argentina2 y la Orden Sufí Yerrahi al Halveti, en la ciudad de Buenos Aires. Aunque es posible establecer diferencias de acuerdo a la comunidad a la que se haga referencia, existe también un cierto padrón de miembros que podríamos distinguir según la forma en que llegan al Islam y las motivaciones que esgrimen para permanecer. En distinta proporción, en la mayoría de las comunidades existe un grupo de musulmanes de nacimiento que por lo general son segunda o tercera generación de descendientes de sirios o libaneses y ocupan los principales cargos en las instituciones en las que ya participaban familiares de las generaciones anteriores. El otro gran grupo corresponde a los convertidos, que a su vez podemos dividir de acuerdo a las trayectorias que los condujeron hasta el Islam. La “curiosidad” aparece como uno de los primeros motivos de acercamiento entre aquellos que se convirtieron después de la década del ‘90 o después del 2001. Muchos reconocen que conocieron el Islam a través de lo que los medios de comunicación presentaban, admitiendo que por lo general se trataba de una visión negativa y que comenzaron a buscar información hasta encontrar las instituciones a las que terminaron acudiendo. La mayoría tiene orígenes católicos o incluso fueron educados en colegios religiosos pero afirman haber sentido siempre una insatisfacción respecto a su anterior pertenencia religiosa. Otros afirman que fue después del 11 de septiembre que resolvieron indagar sobre el tema y algunos lo hicieron luego de realizar viajes por países de mayoría musulmana o, en el caso de algunas mujeres, luego iniciar noviazgos con hombres musulmanes. Un segundo conjunto de miembros conversos son los que, incluso antes del 2001, llegan al Islam entendiendo que esta religión encarna una opción política anti-imperialista o una fuerza capaz de libertar las sociedades de la dominación internacional. Entre éstos algunos cuentan con una trayectoria de militancia, ya sea en partidos de izquierda o en el peronismo, denotando una desilusión respecto de esas estructuras de participación, tachándolas ahora de “poco democráticas”, “vacías de espiritualidad”, “sólo centradas en la lucha de clases” o “contemporáneamente agotadas”. 2 El Bolsón (Rio Negro), La Consulta (Mendoza), San Lorenzo (Santa Fe), Mar del Plata (Prov. Buenos Aires), Rosario (Santa Fe), Chascomús (Prov. Buenos Aires), Capilla del Monte (Córdoba) Glew (Prov. Buenos Aires), La Plata (Prov. Buenos Aires) y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 3 No todos estos miembros consiguen permanecer, la búsqueda de una opción ideológica sustitutiva a veces encuentra poco espacio en las instituciones cuyas actividades están más centradas en ofrecer cursos de religión o de lectura coránica que en programas militantes. Algunos de estos individuos encuentran en las comunidades shiitas una compatibilidad mayor. En algunos grupos sufies, como es el caso de la Asociación Naqshbandi, nos encontramos con miembros que, más que por un interés en el Islam, llegaron a estos grupos a través de búsquedas espirituales que valorizan la meditación y los estados de “conciencia del corazón”. Algunos transitaron antes por otras opciones seculares o religiosas de meditación, ejercicios espirituales en busca de “la paz consigo mismo”, la “armonía espiritual” o incluso prácticas de auto-ayuda, frecuentaron grupos budistas, reiki, yoga o declaran llevar años en la búsqueda del bienestar espiritual. Si bien existen otras trayectorias, entre estos miembros la adhesión al Islam muchas veces aparecía como una consecuencia del conocimiento del sufismo, estableciéndose una distinción entre la “experiencia del corazón” y los aspectos externos de la religión. 4