Una aproximación a la realidad del campo A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli Índice 1. “Pensando en nuestros hermanos del campo”. Introducción a cargo de Mons. Julio Bonino 2. Carta de Mons. Carlos Parteli “Sobre los problemas del Agro” 3. Carta de Mons. Enrique Lorenzo Cabrera “Clausura de la Primera Visita Pastoral” 4. Resultado de la Consulta a las comunidades rurales (2010) 5. Algunos criterios éticos de la Carta de Mons. Parteli. Una aproximación a la realidad del campo 1 “Pensando en nuestros hermanos del campo” Al cumplirse 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli (22 de noviembre de 1961), el Departamento de Pastoral Social - Caritas, con el aval de la Conferencia Episcopal Uruguaya, tuvo la iniciativa de realizar una CONSULTA A LAS COMUNIDADES DEL CAMPO para conocer mejor la realidad de la tierra y la vida en el medio rural, encarnando ese renovado impulso que la V Conferencia Episcopal en Aparecida motivó con la iniciativa de la Misión Continental y que en nuestro país recibimos como “Vivir más intensamente el llamado a la misión”. No hay duda que, dentro de los más alejados de los servicios sociales y eclesiales, están Uds. los que viven y trabajan en el campo y que un signo misionero es intentar entablar un diálogo que nos acerque unos a otros. El año pasado se cumplieron los 100 años del nacimiento de Carlos Parteli, primer obispo de Tacuarembó y luego arzobispo de Montevideo., quien en su primer año de servicio episcopal, al culminar la visita pastoral, escribió una memorable carta pastoral sobre “Los problemas sociales del agro” (22 de noviembre de 1961), testimonio admirable de sensibilidad y compromiso de buen pastor. Dado el interés de muchas personas por conocer o recordar el contenido de la carta de Monseñor Parteli, decidimos hacer una nueva edición de la misma, ya que en ella establece algunos criterios de juicio y principios de acción derivados de la fe cristiana y recogidas en la Doctrina Social de la Iglesia que son una referencia válida para el presente. Agregamos otro precioso documento, también de esa época, que manifiesta la sensibilidad de otro pastor de la Iglesia frente a la problemática de los hermanos del 2 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli campo: Monseñor Enrique Lorenzo Cabrera obispo de la recién nacida diócesis de Mercedes escribió una carta pastoral en la “Clausura de la primera visita pastoral” en diciembre de 1961. Nos pareció que la memoria de lo que estos pastores que eran testigos de las penas y alegrías de aquellas realidades rurales hace 50 años eran un buen ejemplo y motivación para interesarnos hoy de lo que fue el resultado de LA CONSULTA A LAS COMUNIDADES RURALES realizada el año pasado. Que en nuestra oración por las comunidades de nuestra Iglesia incluyamos siempre a nuestros hermanos que viven hoy en el campo +Julio Cesar Bonino Obispo de Tacuarembó Presidente del Departamento de Pastoral Social – Caritas de la Conferencia Episcopal Uruguaya Septiembre 2011 3 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 4 Carlos Parteli A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 2 Carta Pastoral “Sobre los Problemas del Agro” de Monseñor Carlos Parteli Nos Don Carlos Parteli por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Tacuarembó. A nuestros amados diocesanos: Desde que nos hicimos cargo de la Diócesis, recae sobre Nosotros la responsabilidad ante Dios de las doscientas mil almas que pueblan su territorio. Tenemos el deber de instruirlas en la Doctrina, darles ocasión de que rindan culto a Dios, facilitarles la práctica de los Sacramentos e instarlas a la vida virtuosa dentro de los cuadros de la Iglesia. Estos son los recursos específicamente religiosos, indispensables para la salvación de sus almas. Pero esta estructura sobrenatural sólo puede existir, si se apoya sobre una base humanista imprescindible, que supone algo de cultura intelectual y moral, y un mínimo de bienestar material. El bienestar material es el primer paso. Sin él, no son posibles ni siquiera aquella cultura y aquellas virtudes naturales, sobre las que se asienta el edificio espiritual. ¿Qué adelanta saber leer y escribir, si no hay nada que leer ni nada que escribir? ¿Qué virtudes morales puede pedirse al que se crió en la calle, sin hogar, sin disciplina, sin hábitos de trabajo, y lleva una vida trashumante, entreteniendo su ocio en los boliches? ¿Qué virtudes hogareñas puede cultivar el que, por razón de su trabajo, llega a casa 4 5 Una aproximación a la realidad del campo sólo de vez en cuando, y allí no encuentra más que un tugurio inhóspito con unos cajones y unos camastros por muebles, y una mujer y unos chiquilines desgreñados por familia? ¿Qué virtudes patrióticas, qué amor a las instituciones, qué solidaridad social, que alicientes para una vida honrada pueden sentir quienes nada tienen, y nada reciben ni esperan de una sociedad que pasa a su lado, mirándolos con indiferencia o desprecio, cuando no provocando su ira o su envidia, con el lujo, el derroche y el hartazgo? ¿Cómo podremos hablar de amor, a quienes jamás sintieron el calor de una mirada o de una mano fraternalmente afectuosas? Muchos de nuestros diocesanos están en esta triste condición, sin encontrar el buen samaritano que se les acerque y los levante. Y sin embargo, ellos también son hijos de Dios y tienen un alma inmortal. Ellos también deben ingresar en la Iglesia, y allí, con sus hermanos, encontrar su salvación, porque por ellos también ha sido vertida la sangre redentora de Nuestro Señor Jesucristo. Las palabras de Jesús: “Tengo compasión de esta multitud” pronunciada ante la muchedumbre famélica, resuenan en nuestros oídos, y no cesaremos de repetirlas mil veces, hasta lograr conmover a todos aquellos que, llamándose cristianos, tienen el deber perentorio de amarse los unos a los otros, y no sólo con palabras, sino con hechos. El ordenamiento jurídico –expresión concreta de la justicia- existe para regular y garantizar los derechos y los deberes de todos y cada uno de los que integran la comunidad. Pero no siempre las leyes positivas logran este propósito, sobre todo cuando cambian las circunstancias que rodearon su origen. El derecho de propiedad, por ejemplo, que lo tienen todos, porque es la garantía de la libertad individual y estímulo para el trabajo, de hecho, en muchos, es apenas un derecho teórico, mientras que en otros se extiende más de allá de lo necesario y conveniente. Es obvio que cuando se alcanzan estos extremos, el orden jurídico deja de ser el regulador de la justicia, para convertirse en una mera ficción desconectada de la realidad. No sólo no ordena nada, sino –lo que es peor- da engañosa apariencia de orden a un tremendo desorden. Dios creó el mundo y sus cosas para todos los hombres: “Poseed la tierra”, pero solo unos pocos tienen lo necesario para vivir. Dos terceras partes de la humanidad tienen 6 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli hambre. Nuestro país, con un territorio que podría sustentar espléndidamente a varios millones de habitantes más, tiene actualmente en la miseria a muchos cientos de miles de sus hijos. Cuando salimos al campo, cuan espontáneamente vienen a los labios los versículos del Salmo: “Oh Señor, cuan grandiosas son tus obras. Todo lo has hecho sabiamente. Llena está la tierra de tu riqueza…” (Salmo 103). Nuestros campos son feraces y hermosos. Sobre su limitada alfombra de gramilla pacen tranquilos millones de ganados y ovejas de las razas mas finas. Pero contrastando con la magnificencia de Dios, al borde de los campos ubertosos, resaltan como una mancha en el paisaje, las sórdidas viviendas humanas. Los alambrados cortaron los campos en donde antaño cabalgaban libres y felices los indios y los gauchos. La Ley y el Derecho fijaron los límites de cada posesión. ¡Bienvenido el orden jurídico, que al demarcar la propiedad, afinca la familia al suelo, le da estabilidad y seguridad, le garantiza su hoy y su mañana, y estimula sus virtualidades y energías!. Pero aquellos cercos que debieran ser expresión de equidad: a cada uno lo suyo; y símbolo de seguridad: cada hogar un reino; se han convertido en signo de desigualdad y en coraza de privilegios, muchas veces sin la mínima justificación. No es admisible que los ganados de adentro, tengan mejor trato que los enjambres de niños tristes y ojerosos que pueblan los ranchitos desde afuera. Y menos admisible todavía, es que en un pueblo cristiano, como el nuestro, los intereses materiales del lucro, tengan prelación sobre los intereses morales de la familia. Duele y avergüenza comprobar, que en el Uruguay, muchos obreros del campo no pueden formar familia, porque ella no es rentable, para el patrón, adentro de la estancia, o porque el jornal retaceado no alcanza para sostenerla afuera. ¡Cuánto bien haría a todos pensar en las tremendas palabras del capítulo V de la Epístola de Santiago! Fruto de ese inhumano régimen, son las mujeres cargadas de hijos sin padre, y el ambiente de promiscuidad y prostitución de los pueblos de ratas, que como la resaca, se ven al borde de las estancias. Una distribución de tierras así, estará muy ajustada al derecho positivo, pero ciertamente 7 Una aproximación a la realidad del campo no está de acuerdo con los planes de Dios. Si fue explicable en otros tiempos, cuando había poca población, hoy es, por lo menos, anacrónico. La tierra es patrimonio de todos. De ella proviene el sustento de todos por igual. Un orden que la reserva para usufructo de unos pocos exclusivamente, dejando a los demás en desamparo, evidentemente es un orden desajustado. Ciertamente el derecho de propiedad es un derecho natural que la ley positiva debe asegurar y defender. Pero cuando la propiedad, sobre todo la territorial, por su excesiva concentración o por su deficiente explotación, redunda en perjuicio de la comunidad, el gerente del bien común tiene el deber de intervenir para redistribuirla en forma mas adecuada. Cuando una rama se va en vicio, el buen quintero la poda y salva a todo el árbol. La miseria no es humana, porque nace de un vicio: el egoísmo, y provoca la ruina de los mejores valores humanos. Si no es humana tampoco es cristiana. La Iglesia no bautiza la miseria. La supera con la Justicia y la Caridad, promoviendo un sentido de equidad y de amor, que al tiempo que hace a cada uno consciente de su derecho, lo hace también respetuoso del derecho de los demás, y por encima de ambos derechos muestra los brazos extendidos del Padre Común, de Cristo Crucificado, que cobijan por igual a todos los hombres. Para una reestructuración social que erradique la miseria y levante de su postración a los miserables, no basta la justicia conmutativa que regula las relaciones de hombre a hombre. Es indispensable la justicia social. La reforma debe llegar por esta vía. Son las estructuras las que deben sufrir un cambio profundo, hasta quedar adecuadas a las exigencias reales de hoy. No necesitamos revoluciones de signo extremista para ello. Basta seguir la evolución que en los países cristianos se viene desarrollando en el siglo. No quisiéramos que una bandera de justicia social tan limpia y tan hermosa, cayera en manos de quienes pretenden enarbolarla para contrabandear la tiranía. Los pueblos que sienten en sus carnes el dolor de la miseria, y en sus almas la amargura de la discriminación económica, no pueden, lógicamente, sentir amor por las instituciones que así los desampara. No es porque les falte amor a la libertad. Es que puestos en la disyuntiva de elegir entre el pan y la libertad, optan por lo más apremiante: votan por el pan. No se puede exigir demasiado idealismo a los estómagos vacíos. Hay que reconocer que no pocas veces, los principales culpables de la desgracia recaída sobre los países víctimas del Comunismo, son los que permitieron una situación económica que pusiera a sus pueblos en tan penoso trance. 8 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli Sin detenernos en los problemas de los excedentes agrícolas, fijamos la atención en el que tenemos mas cerca, en el del subdesarrollo de estos dos departamentos de Tacuarembó y Rivera, que exige un incremento de la producción, por lo menos hasta el nivel necesario para que a ninguno de sus pobladores, le falte lo necesario para comer, vestirse y cobijarse en condiciones humanas. No tenemos estadísticas, pero sabemos por conocimiento directo, que por lo menos la mayor parte de los que viven en los suburbios, en los rancheríos rurales, están subalimentados. Como nosotros lo saben también nuestros sacerdotes, nuestros vicentinos, nuestras catequistas y todos aquellos que por su profesión deben acercarse a ellos. No hay ninguna razón, ni etnológica, ni climatérica, ni agrologica, que justifique esta situación. Nuestras gentes son laboriosas o pueden serlo. La holgazanería que a veces se les atribuye, es siempre consecuencia de la miseria y de los malos hábitos, la incultura y la falta de estímulos que ella apareja. El clima y el suelo por lo general, son buenos, y con trabajo, técnica y capital, siempre responden satisfactoriamente. Partiendo de la base de que la tierra es el punto de apoyo de nuestra economía, todo programa de desarrollo debe fundamentarse en ella. Con una extensión de tierras no mayor que la de estos dos departamentos, ni de mejor calidad, hay países en el mundo que sostienen a sus muchos millones, y les ofrecen un excelente tenor de vida. Es que no basta la cantidad de tierra. Esta es solo un punto de partida. La tierra, sola, produce yuyos y ganados cimarrones. Pero si esa tierra la toma en sus manos el campesino, y la trabaja con la competencia, la dedicación y el amor de quien la sabe fuente del bienestar y seguridad suyos y de su familia, entonces ella produce el milagro de la multiplicación de los panes. Entonces unas pocas hectáreas pueden dar lo que de otro modo no rinde una estancia entera. Nadie puede esperar que el cambio anhelado lo hagan los pobres, que si siquiera tienen voz para hacerse oír. Tampoco lo harán los terratenientes rutinarios, satisfechos con el trabajo del sol y la lluvia que les fecundan sus posesiones. La reforma la deben hacer todos, pero antes que nadie los estudiosos, los voceros de la opinión pública preparando el clima, y los representantes de los intereses generales del país, disponiéndose a enfrentar el problema y darle la solución mejor pensada, teniendo en cuenta todos sus aspectos, y sin olvidar las diferencias de región y región. 9 Una aproximación a la realidad del campo La recuperación de los desamparados del campo es tan sólo un aspecto de un problema más complejo. Todos los problemas de un país están entrelazados entre sí. No se puede pensar en reformas en Tacuarembó, por ejemplo, independientemente del resto de la República; como no puede pensarse en incrementar la producción del agro sin tener en cuenta los problemas de los mercados, de los caminos y de los trasportes, de los fertilizantes, de los laboratorios y de los técnicos; de la enseñanza práctica y realista, de las cooperativas y de los créditos. Pero si por algo se debe empezar, el paso inicial habrá de ser un intento serio por frenar la centralización. En tanto no se logre una distribución más racional de la población en todo el territorio uruguayo, de las fuentes de trabajo y de los mercados de consumo; y en consecuencia una difusión más equilibrada de los valores materiales y espirituales, siempre entrelazados entre sí, la campaña no tiene posibilidad de salir de su letargo. Mientras estos departamentos se limiten a enviar largos convoyes de ganado y lana a Montevideo, sin recibir nada en cambio, es imposible que puedan desarrollarse. De toda la riqueza que producen, sólo una mínima parte – el sueldo de la peonada, el saldo nada abundante que le queda al arrendatario después de pagar la renta, y algo más que pueda escapar de la bomba de succión – vuelve al campo. El resto se queda allá en donde viven generalmente los propietarios, o en donde invierten sus ganancias. De ahí el contraste entre la Capital suntuosa y opulenta, y la campaña y sus pueblos descapitalizados, vegetando en su indigencia. Sí, en cambio, el producido de la campaña volviera a ella transformado en mejoras de los establecimientos, en perfeccionamiento de la explotación, en beneficio de quienes la trabajan; y circulara en el propio departamento, nuestras ciudades prosperarían, se promoverían fuentes de trabajo y corrientes de negocios; los hijos de los campesinos no se verían en la necesidad de ausentarse de su tierra natal, y los propios señores de la tierra encontrarían aquí los bienes de todo orden, que hoy por hoy, sólo Montevideo está en condiciones de ofrecer. El progreso apareja el éxodo de la población rural hacia las ciudades. Es un fenómeno inevitable. Si no se equiparan las condiciones de vida del trabajador del campo y de la ciudad, no puede esperarse que la poesía de las mañanitas camperas alcance para neutralizar las ventajas indudables de la vida urbana. Ante este fenómeno, la posición realista está en acercar la ciudad al campo, multiplicando las ciudades, o mejor dicho, haciendo que las actuales capitales de los departamentos 10 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli se transformen en ciudades de veras, con no menos de cien mil habitantes cada una. Una ciudad sola, en el extremo sur del territorio nacional resulta desquiciante. Su potencia de atracción enorme llega a todos los extremos del territorio. Se lleva la gente, el capital y hasta el trabajo: el jabón, las velas, los fideos, las lechugas que se consumen a 500 kilómetros de Montevideo, vienen de Montevideo. Muy distinto sería el panorama, si hubiera varias ciudades distribuidas racionalmente en el territorio uruguayo. Una ciudad – ciudad en sentido pleno – es un centro de acción que irradia pujanza a toda la comarca. La ciudad recibe y da; y de ese flujo y reflujo de bienes, de servicios y de cultura brota el vigor que afirma y robustece la personalidad de toda la región. Puestos en movimiento los recursos que yacen latentes en el suelo y las energías humanas; entrados en circulación los valores de la técnica, del dinero y del trabajo, necesariamente nace el círculo vital –fecundo como la savia- que va del campo a la ciudad cercana, y de ésta vuelve al campo, cargado de aliento, de bienestar y de sana alegría de vivir. Luego el mismo círculo se repite entre región y región dentro del país, para beneficio de todos, incluso de la propia Capital, que siempre estará mejor con el respaldo de una campaña robusta que de una campaña raquítica. Son muchos los que no compran suficientes alimentos ni remedios, ni construyen su casa, ni tienen muebles, ni renuevan su ropa, porque no ganan lo necesario para eso. Pero tienen brazos, y se las ingeniarían para ingresar en la cadena que produce todas esas cosas, a cambio del jornal que les permitiera adquirirlas. Pero desgraciadamente el circuito consumo-producción está interrumpido. No consumen porque no hay trabajo; no hay fuentes de trabajo porque faltan consumidores. Si los millares de pobladores de los suburbios y los rancheríos pudieran entrar en los comercios, y comprar todo lo que precisan, las fuentes de producción se sentirían tonificadas. Desde el que siembra el trigo hasta el que cuece el pan; desde el que esquila la oveja hasta el que tiñe los tejidos; desde el que hace los ladrillos hasta el que pone la última cerradura de la casa, todos dispondrían de dinero para adquirir su casa, su ropa y su pan. Hace algún tiempo, hombres de visión y de empuje, procuraron radicar en estas ciudades del Norte algunas fábricas para industrializar los productos de la zona. Los 11 Una aproximación a la realidad del campo vecindarios respondieron con entusiasmo, invirtiendo sus ahorros en la integración de los capitales necesarios. Pero lamentablemente, la experiencia no tuvo éxitos. Las fábricas – ahora abandonadas en medio de los pastos – son expresión del fracaso y desaliento. Aquellas industrias incipientes, que abrían un horizonte risueño a estas poblaciones olvidadas, no sólo no fueron sostenidas en sus primeros pasos vacilantes, por quienes deben impulsar y guiar las iniciativas provechosas para todos, sino que también fueron el blanco de lejanos intereses que tiraron a matar. Al Capitalismo – frío como el metal – poco le importa la suerte del prójimo, si vislumbra la posibilidad de perder un punto en su dominio. Nos tenemos el deber de hacer conocer la Doctrina Social de la Iglesia, y antes que nada, hacer saber que el derecho de propiedad no es absoluto. En el ejercicio de ese derecho, los propietarios deben considerarse administradores del patrimonio recibido de la Providencia para beneficio de todos; por lo cual, una vez satisfechas las necesidades propias, están obligados a emplear el resto en beneficio de la comunidad. El hombre es el término de la Creación. Dios creó las cosas para el hombre, para todos los hombres. Quien sustrae esos dones de Dios y se los reserva avaramente, con detrimento del prójimo, está atentando contra los planes de Dios. La propiedad tiene dos funciones: una personal, otra social. Cuando no se comprende este doble aspecto, se cae en alguno de los dos extremos: o se acentúa el derecho personal y nace el capitalismo egoísta; o se pone el acento en el aspecto social, y aparece el socialismo. El concepto cristiano de la propiedad sortea ambos escollos. Si este concepto lograra encarnar en el pueblo, fácilmente se resolvería el problema social de este país, que no debiera tener problema. Muchas familias más todavía, pueden trabajar en los enormes territorios dedicados hoy a una anacrónica ganadería extensiva. Muchas otras podrían ganar su sustento cultivando la quinta, la chacra, la granja, el tambo o la huerta, en los aledaños de las ciudades. Y todos los desplazados del campo por el progreso de la técnica agraria, podrían encontrar ocupación en las industrias y en los servicios de la ciudad cercana. Hoy no existen esas industrias, ni las ciudades formadas a su sombra; pero pueden y deben surgir fácilmente, si quiénes, teniendo la potestad de ordenar el bien común, 12 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli miraran el panorama nacional en su integridad, y guiaran su acción con vistas a un programa racional y justo, que contemplara equitativamente los derechos y las necesidades de todas las regiones y de todos los orientales, sin olvidar a los callados y estoicos hombres de la lejana campaña. Esas fábricas y esas ciudades, en sentido pleno, surgirían pronto, si se dictaran las leyes – tantas veces anunciadas - que habrán de promover y estimular la radicación de las industrias en el Interior, y las que luego habrán de defenderlas de los monopolios empeñados en fundirlas. Las ciudades ofrecerían abundante trabajo remunerador, si los poseedores de fortuna comprendieran que el dinero es un excelente instrumento para hacer obras buenas en la tierra y meritorias para la eternidad. Multiplicarlos por el solo gusto de agrandar el montón, es pura avaricia. Hay muchas maneras de hacer que el capital cumpla una función útil a la comunidad: promoviendo centros de capacitación técnica, y ayudando a los jóvenes que en ellos se forman; tomando la iniciativa y alentando positivamente la fundación de cooperativas; facilitando créditos sin usura a los que se inician en un taller, un campo, o un negocio; construyendo casas y creando industrias, o colaborando con los hombres equilibrados y honestos, que toman la iniciativa. Con este sentido de solidaridad social, muy pronto nuestras pequeñas ciudades de apacible rutina pueblerina, pueden convertirse en rumorosos centros fabriles, que transformaran en valiosos productos elaborados los frutos de nuestros campos y nuestros bosques; los ganados, los cueros, las lanas, los cereales, los oleaginosos, las fibras, las frutas, las maderas y hasta las piedras y la tierra, sin excluir claro está, la industria de materias primas de otras partes. Entonces hasta los artículos de fabricación en escala menor, como cerámicas, muebles de madera, hierro y mimbre, dulces, vinos, calzado, talabartes, radios, confecciones y cien más, se producirían aquí, dando trabajo a nuestros coterráneos. Hay entre nosotros quien se ha hecho un nombre construyendo originales muebles rústicos, y hemos visto a los presos de la cárcel tejiendo excelentes alfombras, mantas y ponchos de lana cruda. La artesanía es entre nosotros un campo casi inexplorado. Si fueran enseñados y auxiliados, cuántos de nuestros jóvenes, que emigran o esperan un puesto burocrático, encontrarían aquí una manera digna de ganarse la vida y constituir su hogar. 13 Una aproximación a la realidad del campo Consignamos en estas líneas el panorama que hemos visto en nuestra reciente Visita pastoral. Bien sabemos que Nuestro Señor llama bienaventurados a los pobres. Pero una cosa es la pobreza y otra la miseria. Contra ésta es que alzamos nuestra voz. Queremos que a ninguno de nuestros hijos le falte el pan de cada día, y que ninguno de ellos sienta la angustia del hambre en su familia. No deseamos mas para su felicidad. Sabemos de muchos, sin más recursos que los de un presupuesto ajustado al vintén, que viven felices y sin envidiar a tantos hombres y mujeres de vida rumbosa pero vacía, ni a tantos hombres y mujeres esclavos de su ídolo de oro. ¡Si estos conocieran el don de Dios! ¡Si supieran gustar la dulzura de la Caridad!¡O por lo menos comprendieran el lenguaje duro de Jesús: “es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos…!”. Escribimos esta Carta para alentar a nuestros amados hijos pobres, y hacerles saber que la Iglesia no los olvida ni los abandona. La escribimos para los ricos – que también son hijos nuestros- en la esperanza de que levanten sus ojos a Dios y comprendan que es mejor atesorar para el cielo, que juntar bienes perecederos en al tierra. “Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón”. Cuán triste es pensar que haya cristianos con el corazón puesto lejos de Dios ¡No basta decir, Señor, Señor, si llevamos en las manos la lámpara vacía! Confiando en que todos, unos para robustecer vuestra esperanza, y otros para dirigir vuestros pasos, pensaréis detenidamente en estas sencillas reflexiones sociológicas, os impartimos de corazón nuestra pastoral bendición. Tacuarembó el 22 de noviembre de 1961. Carlos - Obispo de Tacuarembó 14 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 15 Una aproximación a la realidad del campo 16 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 17 Una aproximación a la realidad del campo 3 Carta Pastoral de Monseñor Enrique Lorenzo Cabrera “Clausura de la Primera Visita Pastoral” NOS, EL DR. DON ENRIQUE LORENZO CABRERA URDANGARÍN, POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA, OBISPO DE MERCEDES Al amadísimo Clero Diocesano, Comunidades Religiosas y Fieles en general, Gracia salud y paz en nuestro Señor Jesucristo. Amadísimos hijos: Hemos terminado, con la ayuda de Dios, la primera Visita Pastoral a nuestra amadísima Diócesis, comenzada, en el mes de mayo, del corriente año, en la ciudad de Colonia del Sacramento, para clausurarla con la Visita a la Parroquia establecida en nuestra Iglesia Catedral, coincidiendo, sin haberlo preestablecido, con el primer aniversario de la fecha en que Su Santidad Juan XXIII, felizmente reinante, emitía la Bula “Cum Regnum Dei” decretando la erección de la Diócesis de Mercedes; precisamente el diecisiete de diciembre del año del Señor mil novecientos sesenta. Ha sido una feliz disposición de la Divina Providencia, que viene así a ofreceros una ocasión propicia para renovar vuestra acción de gracias a Dios Nuestro Señor, por tan singular gracia y actualizar vuestro reconocimiento más profundo a la benignidad paternal de nuestro Santo Padre el Papa, por haberos dispensado tan delicada muestra de su bondadoso corazón para con vosotros. Hemos recorrido estos dos hermosísimos Departamentos, el uno, Soriano, en su mayor extensión ganadero, el otro, Colonia, agrícola por excelencia, los que forman el territorio de nuestra Diócesis. 18 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli Campo natural. — De Norte a Sur y de Oeste a Este hemos andado casi siete mil kilómetros gozando de las bellezas naturales que ofrece cada vuelta del camino, contemplando sus quebradas, sus cuchillas, sus cerros, sus caudalosos ríos, sus bosques, y sus mansos torrentes. ¡Qué abundante policromía con las variantes de soles, de lunas y de estrellas, de lluvias, de rocías, de heladas y de escarchas! ¡Qué suaves melodías de variados tonos al soplo de los vientos conforme a su vehemencia! ¡Qué exuberancia de vegetación! ¡Cuan pródiga y sabia se manifiesta la mano de Dios! Si el Salmista exclama: “Los cielos narran la obra de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos” , no menos esta tierra, señala su sabiduría y canta el himno de su Omnipotencia. Sobre este magnifico escenario se percibe la actuación de la mano inteligente del hombre, no para perfeccionar obra tan maravillosamente acabada, sino para cumplir con la ley impuesta como pena por el Creador al hombre: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” y que antes fuera ley amorosa. Y hemos podido constatar lo que puede realizar la labor tesonera del hombre al convertir esas inmensas extensiones de praderas pobladas de malezas y espinas en estupendos jardines que semejan tapices elaborados por artísticas manos. Paso a paso hemos comprobado esa mágica transformación. Desde la lúcida tierra negra abierta por el arado y en cuyo seno se depositó la semilla, que germinando, cubrió de tierno verde manto, hasta que la suave brisa meció las doradas espigas, abundantes en granos prontas para la recolección. Pudimos valorar la actividad que una tal faena desarrolla y las múltiples energías humanas que esta acción laboral impone sin cesar a la luz del sol y de la luna y en las noches obscuras al reflejo de los faros que a la distancia semejan estrellas fugaces sobre el horizonte y que el rugido del motor de los tractores ponía en descubierto. Se nos había hecho encontradizo el trabajo. Nos propusimos ir al encuentro de nuestros Diocesanos, allí donde realizaban sus tareas habituales: En talleres, industrias, oficinas, fábricas, establecimientos agrícola-ganaderos o servicios públicos y gracias a Dios lo pudimos efectuar constatando que si el trabajo es fuente de riqueza y preparación de materia prima, es también fuente de bienestar común, porque donde hay trabajo no hay miseria material ni moral y el hombre se vuelve más bueno, porque carece de tiempo para maquinar el mal, pues lo absorbe la preocupación de su trabajo, no se ven rostros amargados, todos trabajan contentos como quien cumple un rito sagrado, formulando un himno filial de paz y bonanza al Creador por parte de la criatura, que agradablemente acepta la ley que como castigo le impusiera. Campo espiritual. — En este dilatado territorio de más de cinco mil kilómetros cuadrados, se hallan diseminadas trece Parroquias, cada una con numerosas Capillas auxiliares, donde, gracias a Dios, el apostolado es intenso e incansable de parte de 19 Una aproximación a la realidad del campo nuestros amadísimos Sacerdotes abnegados y sacrificados entregados con celo admirable al cultivo de las almas en todos los terrenos y todas las obras asistenciales de amor al prójimo: Niños, jóvenes, pobres, enfermos, obreros y encarcelados, a quienes hemos visitado para llevarles una palabra de aliento y de consuelo; de las comunidades Religiosas que desarrollan una actividad encomiable como auxiliares de los Párrocos, de los Colegios, Asociaciones e Instituciones católicas y de los Fíeles que prestan valiosísima cooperación. También en este extenso y bellísimo campo vuelve a hacerse presente el trabajo y convencidos estos denodados obreros que no son suficientes, levantan por todas partes el clamor unánime reclamando edificados. Ante tanta penuria, ¿no habrá quien se conmueva y generosamente se ofrezca a tan ennoblecedor trabajo de hacer el bien a sus hermanos? Pero no desfallezcamos, amadísimos hijos, roguemos sin cesar al Señor de la mies envíe operarios a su mies, pues la oración asidua y fervorosa es eficaz. Presten los laicos amplia y generosa colaboración a los Sacerdotes en todas las obras de Apostolado para suplir en parte su deficiencia numérica. Amando a Dios y al prójimo, se ama el trabajo y se realiza con alegría. Campo desolador. — Si consoladora se presenta esta visión de los campos de trabajo, no podemos dejar de señalar con angustia y dolor otro campo de donde está ausente el trabajo, y ha sentado su sede la miseria material y moral con su lógica consecuencia: El hambre. Lamentablemente hemos hallado a numerosos hijos de nuestra Diócesis en tan triste situación. Sabemos que no es una primicia, porque hace muchos años que ha sido denunciada y hasta ha tenido repercusión ante los Poderes Públicos, pero casi nada se ha hecho por solucionarla y todavía es una cruda realidad. Nos avergüenza como uruguayos, nos rebela como hombres y repudiamos como cristianos, el que vivan con-nacionales en condiciones infra-humanas. No vamos a culpar a nadie, porque se diluiría la culpa y no conseguiríamos el resultado buscado, de un hecho sociológico, que quizá en fuerza de diversos factores se consumó y prolongándose se creyó que fuese un fenómeno natural y así se lo enumeró entre los males necesarios. Se fueron acostumbrando los poseedores de la tierra y los desposeídos de ella. Y son esta indiferencia y apatía de quienes siendo cristianos no hayan asumido una actitud decidida para eliminar tanta iniquidad, las que venimos a condenar enérgicamente. De esta manera surgieron al borde mismo de dilatadas extensiones de campo de un único poseedor, esos miserables rancheríos formados por asalariados que se los emplea sólo en el tiempo de la zafra y aunque se les retribuya bien, con ello deben vivir el resto del año y mantener su familia, la más de las veces numerosa. ¿Es posible vivir con tales recursos, de una manera siquiera decorosa? Además de carecer estos villorrios de viviendas mínimamente habitables, se hallan faltos de las indispensables condiciones higiénicas, de agua potable, de asistencia médica y aislados de todo centro de cultura y civilización. Y no se diga que no es nuestra misión, pues muy claramente lo expresa Su Santidad Juan XXIII en la Encíclica “Mater et Magistra”: “La Santa Iglesia, aunque tiene 20 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli como principal misión el santificar las almas y hacerlas partícipes de los bienes del orden sobrenatural, sin embargo se preocupa con solicitud de la vida diaria de los hombres, no sólo en cuanto al sustento y a las condiciones de ésta, sino también en cuanto a la prosperidad y a la cultura en sus múltiples aspectos y según las diversas épocas”. Sacudidos por una tan triste y penosa situación no podíamos callar sin haremos cómplices con nuestro silencio. Movidos de compasión venimos a denunciar un tan crítico nivel de vida ante quienes pueden y deben hallar soluciones eficaces y permanentes, porque con subsidios transitorios y limosnas no se soluciona este problema. Creemos innecesario extendernos sobre este tema, luego de la brillante y decidida Pastoral de nuestro Venerable Hermano en el Episcopado Monseñor Doctor Don Carlos Parteli, por existir una similar situación en ambas Diócesis. Sólo nos resta entonces dirigir un llamado urgente al sentimiento patriótico y particularmente al sentimiento cristiano de quienes pueden aportar pronta solución. ¿Quién poseyendo cuantiosos bienes viera en tan duro trance a un hermano suyo por la sangre, no acudiría en su ayuda? Y estos desheredados. ¿No son acaso hermanos nuestros? Aunque no lo sean por la sangre, lo son por la Redención, lo son porque son hijos del mismo Padre nuestro que está en los cielos. Ya, gracias a Dios, se han ensayado algunas soluciones, con buenos resultados, por espíritus comprensivos, pero es muy corto el número de los rehabilitados. Y no se quiera excusar esta omisión con que “el criollo es haragán”. Lo es, sí, cuando no se le proporcionan las posibilidades y medios y no se le capacita para el trabajo. La Encíclica “Mater et Magistra” dice al respecto: “Es indispensable que en los ambientes agrícola-rurales tengan conveniente desarrollo los servicios esenciales, como los caminos, los transportes, las comunicaciones, el agua potable, la casa, la asistencia sanitaria, la instrucción básica y la instrucción técnico-profesional, las condiciones apropiadas para la vida religiosa, los medios recreativos; y de que haya en ellos disponibilidad de aquellos productos que permitan a la casa agrícola-rural estar acondicionada y funcionar de un modo moderno”. Y más adelante expresa: “Se hace necesaria también una cuidadosa política económica en materia agrícola: Política económica relativa a los impuestos, al crédito, a los seguros sociales, a la defensa de los precios, a la promoción de industrias integrativas a la educación de las estructuras de las empresas”. Es lógico que si no existe ni siquiera el mínimo de estos auxiliares se rehúya el trabajo y se produzca la fuga de la campaña hacia la ciudad. Mucho hay que hacer en este sentido de mejoramiento y es tiempo de poner manos a la obra ya que el hombre es mero administrador de los bienes que ha recibido de Dios y los ha de emplear antes que nada en remediar estas necesidades que afligen a la sociedad a la cual pertenece. Gustosos ofrecemos nuestra colaboración, en todo lo que esté a nuestro alcance, para cooperar con los que se determinen a buscar la forma de cambiar esa miserable condición de vida. 21 Una aproximación a la realidad del campo Otro problema, cuya solución urge, es el de la juventud de ambos sexos que termina el Liceo y cuya mayoría, por una u otra tazón, no continuará los estudios Universitarios. Estos jóvenes sin hábitos de trabajo, por razón misma de los estudios y no capacitados para desempeñar algún oficio, son una preocupación para la familia trabajadora. Es indispensable encauzar a esta juventud franqueándole los caminos y creando fuentes de ocupación, a lo que tienen derecho, para labrarse un porvenir. Y si todavía no se ha agudizado este problema, no tardará mucho en hacer crisis, dada la enorme población escolar. Deber es de la comunidad social el interesarse por estas necesidades humanas que surgen en su seno, dedicarles toda la atención que merecen y procurar satisfacerlas por imperio de la justicia y del amor cristianos que son las bases sobre las que se asientan el bienestar común y la paz social. Amadísimos Hijos: Estando ya muy próximos a la celebración de la encantadora Navidad, nos complace volver la mirada hacia aquel pobre pesebre, donde yace el Verbo que se hizo carne y contemplar esa viviente escena, tan llena de ternura, donde se justiprecian los verdaderos valores de la vida: En tan íntimo consorcio una Persona Divina unida a la naturaleza humana y la naturaleza humana elevada a la unión con Dios. Un Dios omnipotente, que se hace niño. Un Dios eterno que nace en el tiempo. Un Dios Dueño y Señor de todos los bienes, en la nada de un pesebre. Una Virgen María carente de riquezas terrenas, pero riquísima en plenitud de gracia de Dios. Un padre adoptivo sin más medios de vida que el trabajo de sus manos para sustentar al Hijo de Dios hecho hombre y todo ¿Por qué? Por el amor a los hombres sus hermanos. El desprendimiento, la virtud y el trabajo factores esenciales del orden, armonía de vida, amor y paz de esta admirable Familia. Si comprendiéramos este mensaje; ¡Como sería provechosa esta Navidad para todos nosotros y de cuánta esperanza para nuestros hermanos desvalidos! Anhelamos de todo corazón y se lo pedimos humildemente al Divino Niño, que esta Navidad sea un nacimiento de todos los amadísimos Diocesanos a la verdadera vida que dimana de aquel Pesebre para que todos gocemos del anuncio angélico. “Y en la tierra Paz a los hombres de buena voluntad”! Como augurio de una tan bella Navidad os impartimos cordialmente nuestra Bendición Pastoral. Mercedes, 20 de diciembre de 1961 + ENRIQUE LORENZO Obispo de Mercedes 22 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 23 Una aproximación a la realidad del campo 4 Resultado de la Consulta a las comunidades rurales (2010) Pasamos a ver qué realidad nos muestran HOY los resultados de las 305 consultas respondidas en nuestras comunidades cristianas rurales, de 15 departamentos, a los 50 años de lo que vieron y denunciaron estos dos obispos con sus cartas pastorales. La Consulta se centró en estos 7 temas: FAMILIA, EDUCACIÓN, SOCIEDAD Y ENTORNO, IDENTIDAD, SALUD, COMUNICACIÓN Y TRANSPORTE, Y TRABAJO. 4.1 - FAMILIA El capitulo FAMILIA hace referencia a las condiciones y comodidades de las viviendas, las posibilidades de acceso a la tierra, al agua potable y a la luz eléctrica, así como su visión sobre el hecho de tener que emigrar del campo. Los resultados indican, como aspecto positivo, conformidad con la vivienda, la luz eléctrica y las condiciones de vida. Sin embargo, tres aspectos son señalados como negativos: • Una gran preocupación por tener que emigrar del campo en 8 de cada 10 personas de las que respondieron. • Otro gran problema destacado: el acceso a la tierra, en 2 de cada 3 personas • La dificultad del acceso al agua potable en tantos lugares. 4.2 - EDUCACIÓN Este tema se refiere al ACCESO a la EDUCACION en cuanto a la atención de la primera 26 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli infancia, la escuela, el liceo, UTU, la universidad y la educación no formal. En términos generales los consultados realizan una evaluación positiva respecto al acceso a la educación. Sin embargo, las personas que se expresaron señalan como aspectos muy negativos, el acceso a UTU, a la Universidad y a la Educación no formal. En menor escala aparece como problemático el acceso a los estudios liceales. Lo primario y mas cercano, las escuelas, es bien o muy bien valorada; la educación secundaria, que está mas lejana y de mas difícil acceso, es peor valorada 4.3 - SOCIEDAD Y ENTORNO En este punto las preguntas hacen referencia a las oportunidades que existen para la infancia y la juventud; la calidad de vida de la ancianidad; las perspectivas de futuro; la sociabilidad; la igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer; la violencia familiar; el acceso a espacios recreativos y deportivos y el cuidado del medio ambiente. De estos indicadores, sólo éste último tiene una diferencia favorable y una percepción positiva de los que respondieron. En menor grado, valoran la sociabilidad y la realidad de la violencia familiar. (Es importante destacar que en este último punto, casi la cuarta parte de los consultados, respondieron “no saben” o “no contestan”). Como MUY negativos, las personas que respondieron valoraron las perspectivas de futuro y las oportunidades para la infancia y juventud, señalados ambas en forma consistente por 8 de cada 10 consultados. En menor proporción, (7 de cada 10), aparece como regular o mala, la igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer. Señalan como inexistente el acceso al deporte y a la recreación. Finalmente, sin ser positivos, no aparece como muy problemática la calidad de vida de la ancianidad. 4.4 - IDENTIDAD Este apartado abarca el respeto y el cuidado de los valores locales; el sentido de pertenencia; la vida y las costumbres rurales; la protección a la cultura; y la participación en actividades comunitarias. 27 Una aproximación a la realidad del campo Globalmente los que se expresaron valoran todos los aspectos como positivos, muy especialmente, “la vida y costumbres rurales” (7 de cada 10), señalando como bueno y muy bueno su propio “modo” de vida y como buenos el sentido de pertenencia y la protección a la cultura. En cuanto a “la participación en actividades comunitarias como grupos, comisiones, cooperativas y sindicatos”, más de la mitad de los consultados la valoran como “mala” o “regular”. 4.5 - SALUD Los aspectos consultados en lo que a SALUD se refiere han sido: acceso a la ambulancia, a los especialistas, al médico de familia, a los medicamentos y a la internación. Los resultados indican una valoración negativa en todos los aspectos, surgiendo como consecuencia de ellos, la percepción de estar ante una problemática muy importante para las comunidades rurales: “el acceso a una atención digna y adecuada de la salud”. Cuatro de cada cinco de las personas consultadas, señalan como mayores carencias el acceso a los especialistas y a la ambulancia; casi la misma proporción, lo hacen al valorar el acceso al médico de familia y a la internación, y en última escala, 6 de cada 10, marcan las posibilidades de acceso a la salud y a los medicamentos. 4.6 - COMUNICACIÓN Y TRANSPORTE Esta área incluye, por un lado, la posibilidad de acceso a los medios de comunicación social, (radio, televisión, prensa escrita, internet y celulares); y por el otro, los servicios y frecuencias de los ómnibus; la caminería, y la posibilidad de transporte propio. Referente a la comunicación, las personas consultadas valoran muy positivamente el acceso a la radio y a la telefonía celular, y en menor medida a la televisión. Como valoración negativa, aparecen el acceso a la prensa escrita y a internet. En cuanto al transporte, la percepción es mayoritariamente negativa, ya que 7 de cada 10 personas, valoran como regular o mala, la caminería, y 6 de cada 10 lo hacen a la frecuencia de los ómnibus. Tampoco aparece como buena la posibilidad de acceder al transporte propio. 28 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 4.7 - TRABAJO Los temas consultados en este capitulo incluyen: empleo, seguridad laboral, salarios, condiciones de trabajo, producción familiar, rentabilidad en el trabajo de la tierra, tenencia y propiedad de la tierra, el acceso a trabajar la tierra, políticas agropecuarias, el cumplimiento de la legislación laboral y las líneas de crédito. La valoración más negativa es la de los salarios, los cuales son considerados “malos” o “regulares”, así como el empleo en el medio rural. En segundo lugar, 6 de cada 10 personas, señalan malas o regulares las condiciones de trabajo y la rentabilidad en el trabajo de la tierra. Disminuye el número de personas que valoran negativamente a las líneas de crédito, a la seguridad laboral, así como al acceso a trabajar la tierra y a la tenencia de la misma. De acuerdo al porcentaje de las personas que manifestaron que “no saben” o “no contestan”,(entre 1 a 7 de cada 10), al valorar las políticas agropecuarias, la tenencia y propiedad de la tierra, las líneas de crédito, el acceso a trabajar la tierra y su rentabilidad, el cumplimiento de la legislación laboral, se percibe un “posible desconocimiento” en estos aspectos, con diferentes percepciones de las personas consultadas sobre la cantidad y la calidad del trabajo en el medio rural. 4.8 - ANÁLISIS DE LAS PREGUNTAS ABIERTAS Con todo esto se terminaría el bloque de capítulos con preguntas cuantificables; después pusimos unas preguntas abiertas tratando de descubrir aquellas realidades a mejorar con el esfuerzo colectivo o de los organismos públicos, las cuales pueden marcarnos el horizonte de futuro, aquellas realidades en las que seguir trabajando por mejorarlas. Síntesis de los temas de las preguntas abiertas en las que aparecen los anhelos, clamores, necesidades, pedidos a las administraciones,…con el número de veces que son nombrados y el porcentaje sobre el total: Educación Salud Participación Comunitaria Agua Potable y luz eléctrica Fuentes de trabajo/salario/condición laboral Cantidad 109 92 93 45 50 Porcentaje 16,6 13,98 14,13 6,84 7,60 29 Una aproximación a la realidad del campo Acceso/rentabilidad de la tierra Familia “Fomentar la vida en el campo de toda la familia” Cuidado del medio ambiente Identidad/mantenimiento de los valores locales Otros Total Cantidad 24 Porcentaje 3,65 31 24 33 157 658 4,71 3,65 5,02 23,86 100,0 Reclamos realizados a organismos públicos: Salud Educación Trabajo Transporte Vivienda Medio Ambiente Recreación Otros Total Cantidad 113 54 36 126 12 8 14 8 371 Porcentaje 30,5 14,6 9,7 34,0 3,2 2,2 3,8 2,2 100,0 4.9 - Algunas frases, clamores, deseos,… Para terminar, en la Consulta pusimos una última pregunta totalmente abierta para que, quienes la estaban contestando, pudieran expresar con absoluta libertad todo aquello que quisieran añadir. Transcribimos algunas de esas respuestas, dejando la palabra a las personas que contestaron: 1. VALORACION DE LA CONSULTA Y OPINIONES SOBRE LA MISMA. • • • • 32 Agradecemos por habernos tenido en cuenta, nadie había venido a preguntarnos sobre nuestra vida antes. Agradecemos que hayan tenido en cuenta a las comunidades rurales; muchas gracias por esta oportunidad, esperamos que juntos podamos mejorar cada comunidad. Que esta consulta sea provechosa y al final traiga resultados beneficiosos para las comunidades rurales que mucho lo están necesitando. Ha sido útil y gracias por darme la oportunidad de expresarme. Dios los bendiga. A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 2. EL ÉXODO, LA EMIGRACION DEL CAMPO A LA CIUDAD. • • • • • • • • En general, nosotros estamos bien, no así los jóvenes que tienen que irse para estudiar a la ciudad; y los que intentan quedarse, no tienen oportunidades y terminan yéndose también. La zona donde vivimos está muy apartada y sola. Y tenemos que buscar recursos en la ciudad. Porque en la zona no tenemos agua, almacén, tienda, etc. Las zonas rurales se están despoblando porque las familias buscan recursos en las ciudades grandes ya que no los tienen en la zona en que viven. Los jóvenes concurren a un liceo a 40 km de la zona, pero el ómnibus en el que viajan está en mal estado. Mucha falta hace un liceo rural, hay pocos. Que hubiera algo de enseñanza para los que no pueden hacer liceo y cursos de alguna manualidad u oficio. Teniendo en cuenta la escasa población en esta zona rural, procurar el mejoramiento de la calidad de vida de todos nosotros. Me apena mucho haber tenido que decir que una opción muy válida en este momento para los jóvenes, es emigrar del campo e irse a la ciudad. 3. DESEOS DE FOMENTAR EL ENCUENTRO ENTRE LOS VECINOS. • • Necesitamos fomentar los grupos de jóvenes y vecinos para formar líderes comunitarios fuertes en valores cristianos y solidarios; conseguir más acercamiento entre las personas de la zona y un lugar de reunión; Lo que necesitamos es la unión entre todos, que en este pueblo es difícil y así poder tener una buena comunidad 4. NECESIDADES, PETICIONES A LOS ORGANISMOS PUBLICOS. • • • • • • • Lo que necesitamos en primer lugar es el agua que es la fuente de vida, porque es difícil; la tenemos muy lejos y es muy difícil cargarla sobre todo para las personas de edad que no pueden hacer esfuerzo. Mayores posibilidades al pequeño productor. A esta localidad le hace falta una ambulancia equipada. Equipo de rehabilitación para los enfermos locales. Arreglo de la caminería. Mayor frecuencia de los medios de transporte. Servicio de telefonía, que sean seguros, continuos. Cursos de educación permanente sin límites de participantes. Más atención en la campaña con la camineria, la educación y la salud, ya que sólo nos visitan los políticos cuando hay elecciones. 33 Una aproximación a la realidad del campo • • • • • Poder tener más especialistas en el centro de salud. Poder tener cursos a distancia. Mejorar las condiciones de trabajo y de salud. El trabajo rural produce frutas y verduras para la población, el gobierno no lo valora, importa de otros países y no ayuda a la producción nacional, debe subsidiar cuando se pierden las cosechas. Valorar el esfuerzo del trabajo rural. Más atención a las peticiones de las zonas rurales; que se puedan resolver, aunque sea con algo, nuestras muchas necesidades. Que pudieran bajar el costo de la electricidad. 5. SOBRE EL TRABAJO Y EL EMPLEO RURAL. • • • • Inspecciones sobre los empleados rurales. Se necesitan empleos y salarios mejores; también mejorar las condiciones de trabajo y las horas laborales. Mayores oportunidades a productores rurales. Leyendo la última reflexión de Mons. Parteli sabemos que lamentablemente hay patrones que continúan así pero no se puede generalizar, pues los hay muy buenos que ayudan a sus obreros 6. SOLICITUDES, PETICIONES, DESEOS A LA IGLESIA. • • • • • 34 Nos gustaría que se tenga en cuenta las propuestas de Mons. Partelli por parte de las autoridades eclesiales. Que en nuestra parroquia somos unos afortunados porque tenemos al Padre……. que, a pesar de que tiene muchas actividades a nivel de diócesis y nacional nos acompaña y apoya en todos nuestros emprendimientos y siempre se hace un tiempo para escucharnos y ponerse a nuestros servicio. Más participación en la vida religiosa. Nos gustaría que hubiera más sacerdotes en la Diócesis para que pudieran visitar las familias, para poder acercar más los vecinos de la localidad a la comunidad. Creo que es muy importante que la Iglesia como anuncio llegue al medio rural, ya que ella nos transmite valores, cultura, dignidad, amor, perdón, unión,… A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 5 Algunos criterios éticos aportados por la Carta de Mons. Parteli La Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli, está centrada en la problemática constatada directamente por él en la primera visita pastoral que realizó a su Diócesis de Tacuarembó en 1961. No obstante lo cuál, en ella Mons. Parteli establece algunos criterios de juicio y principios de acción derivados de la fe cristiana y recogidos en la Doctrina Social de la Iglesia, que resultan una referencia válida también para el presente. 1.- El punto de partida es la constatación empírica, con mirada de pastor, que realiza Mons. Parteli de la realidad social de su Diócesis. No se trata de una mirada neutra, sino de una mirada comprometida de quien se preocupa por quienes sufren. Por eso, el primer criterio que marca toda la Doctrina Social de la Iglesia y también la Carta Pastoral es la preocupación por las personas concretas, de carne y hueso, con rostro, nombre y apellidos, que viven y sufren en la realidad rural. Todas las demás consideraciones y criterios de juicio tienen como eje fundamental a esas personas en su realidad concreta, y sólo desde ahí se pueden comprender. 2.- Ese criterio clave se expresa esencialmente en la percepción de las realidades de “miseria”, es decir: de falta de lo fundamental para una vida digna (“Queremos que a ninguno de nuestros hijos le falte el pan de cada día, y que ninguno de ellos sienta la angustia del hambre en su familia”), la amargura de la discriminación económica, los déficits de desarrollo cultural y la falta de estímulos , y el deterioro de valores humanos fundamentales. Todo ello no nace de una realidad inevitable, sino que “nace de un vicio: el egoísmo, y provoca la ruina de los mejores valores humanos” . 3.- Frente a esa realidad de sufrimiento social, Mons. Parteli marca una certeza que nos viene de la fe: “Dios creó el mundo y sus cosas para todos los hombres”. Este debería ser 35 Una aproximación a la realidad del campo el criterio de base de todo ordenamiento social, ya que la creación entera (el mundo, la historia, el cosmos) tiene como finalidad la realización plena de todos y cada uno de los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios. 4.- Sin embargo, la mirada sobre la sociedad expresada por Mons. Parteli marca una realidad distinta: tanto a nivel internacional como nacional muchos no tienen lo necesario para vivir. Siendo la tierra “patrimonio de todos”, un orden social que no permite que eso sea una realidad “… es una mera ficción desconectada de la realidad. No sólo no ordena nada, sino, lo que es peor, da engañosa apariencia de orden a un tremendo desorden”. 5.- Un aspecto central de las transformaciones necesarias aparece ubicado en el ordenamiento jurídico. Este debe ser una expresión concreta de la justicia y su función es la de regular y garantizar los derechos y deberes de todos y cada uno ( “ ¡ Bienvenido el orden jurídico, que al demarcar la propiedad, afinca a la familia al suelo, le da estabilidad y seguridad, le garantiza su hoy y su mañana, y estimula sus virtualidades y energías!. Sin embargo, cuando el derecho se convierte en teórico y se desconecta de la realidad, entonces deja de ser un regulador de la justicia y “…y aquellos cercos que debieran ser expresión de equidad: a cada uno lo suyo; y símbolo de seguridad: cada hogar un reino; se han convertido en signo de desigualdad, y en coraza de privilegios, muchas veces sin la mínima justificación “. En especial se marca que el modo en que se distribuye la tierra debe responder a la finalidad original y de bien universal que tiene. 6.- En ese sentido, Mons. Parteli advierte seria e insistentemente acerca de los límites del derecho de propiedad. Ciertamente es “garantía de la libertad individual y estímulo para el trabajo”, pero al mismo tiempo no es absoluto, sino que debe ser utilizado “para beneficio de todos” y no reservarlos “avaramente con detrimento del prójimo, atentando así contra los planes de Dios”. No debe olvidarse que “la propiedad tiene dos funciones: una personal y otra social” y ambos aspectos son inseparables. 7.- La transformación de esta realidad social “desordenada”, implica una verdadera “reestructuración social” para la que es indispensable la “justicia social” (“Para una restructuración social que erradique la miseria y levante de su postración a los miserables, no basta la justicia conmutativa que regula las relaciones de hombre a hombre. Es indispensable la justicia social “ . “Son las estructuras las que deben sufrir un cambio profundo” , cambio que no pueden realizar aquellos “que ni siquiera tienen voz para hacerse oír” ni tampoco aquellos que se benefician de esas situaciones , sino que la reforma de las estructuras debe ser hecha entre todos. En este punto tienen un rol muy destacado los responsables de velar por el bien común de la sociedad, es decir, las autoridades gubernamentales y estatales. 36 A 50 años de la Carta Pastoral de Mons. Carlos Parteli 8.- Esta reestructuración social debe asumir la complejidad que implica, ya que los problemas de las personas que viven en el medio rural están estrechamente entrelazadas con todos los problemas del país. En ese sentido, Mons. Parteli establece que “el paso inicial habrá de ser un intento serio por frenar la centralización”. Ello implica una distribución más racional de la población, las fuentes de trabajo y los mercados de consumo. 9.- Asimismo, de modo concreto, la Carta Pastoral plantea la necesidad de transformar las relaciones entre ciudad y campo, entre región y región, convirtiéndolas en un “círculo vital” que las potencie mutuamente en beneficio de todos sus habitantes, logrando la reinversión de lo producido por la campaña, y estimulando y protegiendo las iniciativas productivas de esas áreas. 10.- Una preocupación especial de la Carta Pastoral la constituye la realidad del éxodo de la población rural hacia las ciudades. La propia inequidad de las condiciones de vida del trabajador en el campo y en la ciudad lo vuelve inevitable (“si no se equiparan las condiciones de vida del trabajador del campo y la ciudad, no puede esperarse que la poesía de las mañanitas camperas alcance para neutralizar las ventajas indudables de la vida urbana “. Frente a ello, Mons. Parteli marca como lo más realista el acercamiento de la ciudad al campo, logrando asimismo que “los desplazados por el progreso de la técnica agraria puedan encontrar ocupación en las industrias y en los servicios de la ciudad cercana”. 11.- Esto necesita de iniciativas e inversión social concretos, “promoviendo centros de capacitación técnica, y ayudando a los jóvenes que en ellos se forman; tomando la iniciativa y alentando positivamente la fundación de cooperativas; facilitando créditos sin usura a los que se inician en un taller, un campo o un negocio; construyendo casas y creando industrias, o colaborando con los hombres equilibrados y honestos que toman la iniciativa”. 12.- Casi terminando su carta, formula lo anterior como un anuncio de un futuro diferente en base a la solidaridad social, lo cual redundaría en la transformación de las ciudades en lugares de vida, futuro y producción de todos los productos del campo, desplegando la iniciativa y la creatividad, incluyendo a toda persona, (los presos de la cárcel, los jóvenes, los artesanos,…) y para todos, “No deseamos mas para su felicidad”. 37 Créditos Asesor: Ángel Rocha Sistematización de la Consulta: Federico Da Costa y Jimena Pandolfi Ilustraciones: Lucía Rodríguez Pastore Diseño: Circo / www.circo.com.uy