LOS PARÁMETROS 9 Diseño de vínculos laterales: Sistemas de planificación y control El diseño organizativo no se ha completado tras haber establecido los puestos y construido la superestructura. Hubo un tiempo en que la literatura sobre el tema no se aventuraba más lejos, pero tras la investigación contemporánea ha resultado evidente la necesidad de dar volumen al esqueleto de la superestructura con vínculos laterales en vez de estrictamente verticales. Los dos grupos principales de enlaces de este tipo han recibido un tratamiento extenso en la literatura contemporánea so1 bre el diseño organizativo. Son los sistemas de planificación y -control, dispositivos de enlace que facilitan la que normalizan los OlltplltS, y losAcciones adaptación mutua. Comentamos en el presente capítulo el primero de los tres. t El objeto del plan consiste en especificar un output deseado (un nivel de exigencia) en algún momento futuro, y el objeto del con'rol consiste en determinar si se ha cumplido el mismo. Así pues, la planificación y el control están tan estrechamente unidos Como el caballo y el carro: no puede haber control sin una planificación previa, y los planes pierden su influencia sin un control de su cumplimiento. Juntos regulan los outputs e, indirectamente, también el comportamiento. Los planes pueden especificar (normalizar) la cantidad, la calidad, el coste y el calendario de outputs, así como las características concretas de éstos (color y tamaño, por ejemplo). Los presupuestos son planes que especifican los costes de los outputs para plazos determinados de tiempo; los planes temporales establecen marcos de tiempo para los outputs; los objetivos son planes que detallan las cantidades de output para pla- -------- 183 DE DISEÑO zos determinados de tiempo; los planes de operaciones establecen una variedad de exigencias, generalmente correspondientes a la cantidad y al coste de los outputs. Por ejemplo, un plan de operaciones para una empresa de fabricación determina tanto los presupuestos como las metas de ventas, las cantidades de producción, los requisitos de recursos humanos, etc., para todos los departamentos de línea cercanos al núcleo de operaciones. Suele darse el caso de que los sistemas de planificación, así como los de preparación de informes que devuelven la información de control, son diseñados en la tecnoestructura por analistas denominados planificadores, analistas de presupuestos, controladores, ana listas del SID, programadores de producción y analistas de control de calidad. Podemos distinguir dos sistemas de planificación y control fundamentalmente distintos: uno se ocupa de la regulación del rendimiento general y el otro intenta regular acciones determinadas. Dado que el primero efectúa principalmente un control a posteriori de los resultados, lo denominaremos control del rendimiento. En otras palabras, tal como indica la figura 9-1, la organización puede regular sus outputs de dos modos distintos: utilizando el control del rendimiento para medir los resultados de toda una serie de acciones y empleando dicha información para instaurar cambios (<<losbeneficios deben aumentar del 7 % al 10 %», o «el Decisión Acciones Acciones Decisión Decisión Acciones Acciones ~ Figura 9-1. Decisión 3 tt Relacio/les e/llre las decisio/les.r cOlllml del re/ldilllienro. la pla/li/icaci/;/I de acciones l" el 184 ESTRUCTURACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES taladrado de agujeros debe aumentar de cincuenta a sesenta diarios»), o bien utilizando la planificación de acciones para determinar de antemano las decisiones o acciones concretas que serán necesarias (<<1asunidades azules deben venderse a los clientes X, Y Y Z», o «el agujero debe tener 1,108 centímetros de diámetro»). Como tendremos ocasión de ver, el control del rendimiento es un mero sistema de normalización de los outputs, mientras que la planificación de acciones, al centrarse en acciones determinadas, se asemeja en cierto sentido al parámetro de diseño de la formalización del comportamiento. CONTROL DE RENDIMIENTO El objeto del control del rendimiento es la regulación de los resultados globales de una unidad determinada. Los objetivos, los presupuestos, los planes de operaciones y diversos otros tipos de exigencias generales se determinan para la unidad, y su rendimiento se mide más adelante en función de dichas exigencias, ascendiendo a continuación por la escala jerárquica la información al respecto mediante el SID.* Ello apunta a dos hechos importantes: en primer lugar, los sistemas de control del rendimiento están relacionados con las bases de agrupación en la organización (el sistema de planificación establece exigencias de output para cada unidad y el sistema de control determina si se han cumplido); en segundo lugar, el control del rendimiento presta atención a los resultados globales de determinados plazos de tiempo, y no a las decisiones o acciones concretas efectuadas en momentos determinados. Por ejemplo, un plan de rendimiento puede exigir una producción de 70.000 unidades en el mes de junio, o la reducción de costes en un 3 % en el mes de julio, pero no exige el cambio de unidades azules a unidades verdes ni la reducción de los costes adquiriendo una máquina más eficaz. Así pues, el control del remlimiento sólo influye indirectamente en las decisiones y acciones, estableciendo metas generales que deben ser tenidas en cuenta por el responsable de las decisiones cuando hace frente a situaciones concretas. ¿Dónde se utiliza el control del rendimiento dentro de la organización? En cierto grado, en todas partes. Al ser siempre imprescindible el control de costes y fáciles de medir los mismos, ;'; menos los de carácter económico, casi cada unidad de la organización recibe un presupuesto, es decir, un plan de rendimiento para normalizar sus gastos, Y cuando es fácil medir la producción de la unidad, el plan de rendimiento suele también especificarla, En tal mes, la fábrica deberá producir 400.000 unidades y el departamento de marketing tendrá que vender 375.000 de ellas. Pero los sistemas de control del rendimiento se utilizan más cuando las interdependencias entre unidades son principalmente mancomunadas, concretamente cuando las unidades están agrupadas a base del mercado. Lo que más interesa es que la unidad rinda como es debido, que haga '* Siglas de la expresión ((sistema de información directiva». (N. de los T.) LOS PARÁMETROS DE DISEÑO 185 una aportación adecuada a la organización central sin derrochar los recursos de la misma. En otras palabras, al existir una escasa interdependencia entre unidades, la coordinación precisa una regulación del rendimiento, y no de las acciones, lo cual resulta más fácil en una estructura formada a base del mercado por el hecho de que cada unidad tiene outputs precisos y diferenciados. Así pues, el comportamiento general queda regulado por controles del rendimiento; de no ser así, se le deja efectuar sólo su propia planificación de acciones. De hecho, estos controles del rendimiento suelen ser de crucial importancia para las unidades creadas a base del mercado. Al ser autocontenidas, suelen tener bastante libertad de acción, un amplio margen de autonomía. Tal como se indicó en el capítulo 8, suele darse el caso de que gran número de estas unidades están bajo el mando de un único directivo. De no disponer de un sistema de control del rendimiento, dicho individuo puede ser incapaz de solucionar problemas graves (los que requieren el cambio de un directivo de unidad de mercado, por ejemplo) hasta que ya es demasiado tarde. Un voluntarioso centro de Sears, o una agencia del Bank of America, podría tener pérdidas durante años y años, pasando inadvertido por formar una parte demasiado insignificante de la organización. Y desde el punto de vista de la misma unidad de mercado, el sistema de control del rendimiento sirve para imposibilitar la supervisión directa y otorgar la libertad necesaria para determinar sus propias acciones y decisiones. Cada directivo de la jerarquía organizativa puede gestionar a corto plazo su departamento con bastante libertad de acción en relación con los directivos de nivel superior. La dirección que sí ejercen éstos es de naturaleza agregada y no detallada» (Emery, 1969, p. 32). Así pues, la corporación conglomerada establece cada una de sus unidades de mercado (sus «divisiones») como centro de beneficios o de inversión, haciéndola responsable de su propio rendimiento económico.! Uno de los investigadores que han examinado el uso de los sistemas de planifIcación' y control en el contexto de la estructura organizativa es Khandwalla (l974a), quien se asegura de puntualizar que, por sencillos que parezcan, estos sistemas son complejos y en muchos casos costosos, precisando «notables habilidades de procesamiento de la información por parte de los directivos que los utilizan» (p, 68), Khandwalia halló una fuerte relación entre la autonomía concedida al directivo descendiendo por la escala jerárquica v el uso de nueve de estos sistemas, la mavoría de control del rendimie¿to: control estadístico de calidad de las operaciones, cálculo de costes y análisis de las variaciones en los mismos, control de inventario y programación de la producción mediante técnicas de imTstigación de operaciones, cálculo de costes marginales, presupuestación flexible o de actividades, auditoría interna, el uso de la tasa interna de rentabilidad (TIR) o de los valores actuales netos (VAN) en la 1. Naturalmente, ello no implica que un sistema de control del rendimiento nunca pueda funcionar de un modo exhaustivo. Puede especificar suficientes exigencias detalladas del rendimiento como para dejarle poco espacio libre a la unidad. (Veremos ejemplos de ello en el los controles del rendimiento suelen utilizarse en las estructur3S cap. 20.) Pero en general agrupadas a base del mercado para mantener únicamente una regulación más general de los Outputs. 186 ESTRUCTURACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES evaluación de inversiones, la evaluación sistemática del personal de alto nivel y la auditoría de rendimiento o de operaciones. Los sistelllas de control del rendimiento pueden tener dos funciones: medir y motivar. Por una parte, se pueden utilizar para indicar cuándo se ha deteriorado el rendimiento de una unidad, a fin de que pueda intervenir la dirección superior para corregir la situación. Por otra, se pueden usar para obtener un rendimiento mejor. Las exigencias de comportamiento son la zanahoria que se le coloca delante al directivo de la unidad, motivándolo para que obtenga mejores resultados. Cada vez que consigue darle un mordisco, se la colocan un poco más lejos para que corra más de prisa. Los sistemas como la dirección por objetivos (DPO) * han sido desarrollados para que los directivos de unidad tengan voz y voto en el establecimiento de dichas exigencias a fm de que se comprometan a cumplirlas y, en teoría, luchar así más por dar la talla. No obstante, este aspecto de la motivación introduce una serie de problemas. Por una parte, al tener derecho a participar en el establecimiento de exigencias de rendimiento, el directivo de unidad tiene un fuerte interés en fijarlas a un nivel lo suficientemente bajo como para estar seguro de cumplir con ellas; también le conviene distorsionar la información de feedback enviada a través del SID hacia el ápice de la jerarquía para dar a entender que su unidad ha cumplido con los requisitos cuando en realidad no lo ha conseguido. Surge un segundo problema con la elección del plazo de planificación. Tal como ya vimos, no existe una relación directa entre las exigencias de rendimiento y las decisiones concretas que se toman; simplemente se espera que el directivo tenga en cuenta dichas exigencias a la hora de tomar decisiones. Los plazos de planificación largos aflojan el vínculo: cuanto más lejos queda el juicio final de la decisión, menos suele pensar el directivo en las exigencias. Además, ¿de qué sirve recompensar o penalizar al directivo por una decisión que tomó tiempo atrás) Los plazos de planificación brev'es, aun consiguiendo que el directivo tenga siempre en cuenta las exigencias de rendimiento, traicionan uno de los principales objetivos del sistema, proporcionar libertad de acción. Los "informes rápidos» del día diez de cada mes utilizados por algunas cor-poraciones logran que el directi\o luche siempre por obtener resultados a corto plazo. ¿Pero acaso le dejan pensar a más de un mes vista) Un tercer problema de la motivac;ón surge con las exigencias que no pueden cumplirse por motivos que se le escapan al directivo. ¿Qué debe hacer cuando UIl cambio de relieve en el entorno, como pueda ser la quiebra de un cliente importante, imposibilita el cumplimiento de las exigencias de rendimiento) ¿Debería la organización seguir' el reglamento al pie de la lelr;l v penalizar al directin¡ o rechazar el sistema de control del rendimiento para determinar recompensas, en cuyo caso el sistema perdería gran parte de su impulso motivador? * lvlm1Qgemenl By Objccrii-'cS (A-1BO), t'll el original. (¡\", de los Y.) LOS PAR.<\METROS DE DISEÑO PLANIFICAClON 187 DE ACCIONES Tal como hemos observado, el control del rendimiento constituye un parámetro de diseño central en las estructuras formadas a base del mercado. ¿Pero qué sucede en las estructuras funcionales? El trabajo funcional fluye secuencial o recíprocamente a través de ellas, lo que significa que no pueden identificarse fácilmente con ninguna unidad determinada los objetivos organizativos diferenciados; de modo que, aparte de los presupuestos y demás recursos para controlar los gastos, los sistemas de control del rendimiento no pueden realmente ocuparse de las interclependencias de las unidades funcionales. Tal como señaló Worthy: ... cuando la estructura interna de la organización se compone de una serie de divisiones funcionales, no existen exigencias «naturales» del rendimiento y la dirección se ve obligada a recurrir a bastante ingenio para inventar controles que puedan utilizarse con fines administrativos. Desafortunadamente, los controles artificiales de este tipo, que tan poco facilitan la colaboración entre distintas secciones (uno de sus principales objetos), se convierten, a menudo, en una fuente de conflictos (citado en Chapple y Sayles, ]96], pp. 70-71). En otras palabras, hay que encontrar algo más que un sistema de control del rendimiento para coordinar el trabajo en la estructura funcional. Tal como vimos en el capítulo 7, la supervisión directa realizada a través de la superestructura y ]a normalización de los procesos de trabajo realizada mediante la formalización del comportamiento resultan ser mecanismos centrales en la coordinación de las estructuras funcionales. Se las prefiere porque son las más precisas entre las de que se dispone, aunque a v'cces no logren contener todas las interdependencias y la organización se vea obligada a recurrir a los sistemas de planificación y control para normalizar los out pu Is, utilizando concretamente la planificación de acciones. Simon (1957) proporciona un ejemplo extremo de lo que puede suceder cuando la planifIcaciÓn de acciones no logra coordinar las restantes interdepenckncias del flujo de trabajo: En la primera parte de campaña de Waterloo, e! ejército de Napoleón se dividió en dos partes, El ala derecha, bajo el mando de! propio emperador, se enfrentó con BIucher en Ligny; la izquierda, bajo el mariscal Ney, luchó contra WelIíngton en Quatre Bras, Tanto Ney como el emperador se prepararon para el ataque, habiendo confeccionado ambos excelentes planes para sus respectivas operaciones. Desafortunadamente, los dos contaban con que el cuerpo de Erlon efectuara el último ataque en el flanco enemigo. Como no se habían comunicado dichos planes, y al ser confusas las órdenes en el campo de batalla, el cuerpo de Erlon se pasó todo el día yendo de un campo a otro sin participar en la acción de ninguno. Otras tácticas menos brillantes pero mejor coordinadas habrían tenido más éxito (p. 193), 188 ESTRUCTURACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES Cabe hacer dos puntualizaciones respecto a la planificación de acciones. En primer lugar, y a diferencia del control del rendimiento, la planificación de acciones no tiene necesariamente en cuenta la autonomía de la unidad ni corresponde siempre al sistema de agrupación. Los planes de acción formulan decisiones que requieren acciones concretas, como la comercialización de nuevos productos, la construcción de nuevas fábricas, la visita a distintos clientes o la venta de maquinaria antigua. Algunas de las acciones propuestas pueden desempeñarse dentro de una única unidad, pero otras atraviesan las fronteras entre distintas agrupaciones. En segundo lugar, debido a su imposición de decisiones concretas, la planificación de acciones se convierte en una forma algo impura de normalizar los outPlltS; por ser más precisos, queda a medio camino entre dicha normalización y la de los procesos de trabajo. Ello puede expresarse mediante un continuo de regulación cada vez más estrecha, del modo siguiente: • • • del rendimiento impone exigencias generales del rendimiento para un plazo determinado de tiempo, sin referencia a las acciones concretas. La planificación de acciones impone determinadas decisiones y acciones a ser desempeñadas en momentos determinados. La formalización del comportamiento impone el medio a través del cual han de desempeñarse las decisiones y acciones . El control De modo que, a diferencia del control del rendimiento, que decía: «aumenta las ventas en un 10 % este año (del modo que sea»), la planificación de acciones dice: «hazlo introduciendo unidades azules». También especifica los outplllS, pero de un modo que constituye la especificación de los medios. En última instancia, la planificación de acciones se convierte en la formalización del comportamiento; concretamente, en la especificación del flujo de trabajo: «... el plan puede controlar hasta el más minucioso detalle de una compleja pauta de comportamiento. El plan completo del acorazado especificará hasta el Último remache del diseño del buque. La tarea del equipo de construcción está minuciosamente especificada en su diseño» (Simon, 1957, p. 231). La planificación de acciones es el medio él través del cual pueden dIseñarse como un sisternc integrado las decisiones y acciones de toda una organización, típicamente estructurada a base de sus funciones. Todo ello se determina de antemano, en la mesa del c1iseñador. La formalización del comportamiento diseña la organización como un sistema inte. grado, pero sólo en lo que a sus actividades rutinarias se refiere. La planificación de acciones es su equivalente en cuanto a las actividades no rutinarias, los cambios. Especifica quién hará qué, cuándo y dónde, a fin de que el cambio se produzca del modo deseado. LOS PARÁMETROS LA JERARQU1A Y CONTROL DE LOS SISTEMAS 189 DE DISEÑO DE PLANIFICACióN ¿ Cómo se relacionan estos dos sistemas de planificación y control entre sí y con la superestructura? Se ha escrito extensamente acerca de la naturaleza jerárquica de cada uno de ellos y un poco sobre sus interrelaciones, pero es escaso lo que se basa en resultados empíricos sobre cómo funcionan en realidad. Intentemos aquí, pues, situarnos a partir de la literatura conceptual. La figura 9-2 muestra el control del rendimiento y la planificación de la acción como dos sistemas jerárquicos distintos, entre los que se producen determinados «cruces». El control del rendimiento se presenta como un sistema en el cual los objetivos generales del ápice dan lugar a subobjetivos, presupuestos y otras exigencias del output que se elaboran a su vez en subobjetivos, presupuestos y exigencias todavía más detallados, hasta aparecer en el nivel inferior de la estructura en forma de pla- Sistema de planificación de acciones Sistema de control del rendimiento . . a ll\ Subobjetivos .. / tr::i\ b • 'lT'\"' ~ Programas \~//I \\\ tt\tt\tt\tt\/t\tt\ ft\ft\/t\ft\ft\I+\ Programas temporales Planes de operaciones especificaciones \\\\\\\\ \\\\\\\\ \\\\\\\\ \\\\\\\\ \ \ \\ \ \\\\\ \\\\\\ \ \\\\\\ \ \\\\\\ \\\\\\\\ \ \ \ \ \\\,\\ "",\\\ Acciones Figura 9-2. J('wrlfuia d(' los "i"l('ma" d(' !,I(lni/í('(l('¡'¡!1 y de operaciones l'('onrrol. 190 ESTRUCTURACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES nes de operaciones. El resultado final son, naturalmente, acciones organizativas, pero la relación entre los planes y las acciones aparece como una serie de líneas de puntos para indicar que sólo es indirecta: los planes de operaciones no indican más que los resultados generales que se esperan de todas las acciones de un tipo determinado (por ejemplo, ventas de 70.000 unidades en un año a partir de todas las solicitudes de ventas, 450 agujeros practicados en una semana a partir de todos los esfuerzos de un operario de fresadora). Tal como vimos anteriormente, todo este sistema de control del rendimiento (objetivos, presupuestos, etc.) se ajusta a la superestructura. Las flechas del diagrama apuntan a ambos extremos, indicando que el sistema de control del rendimiento no puede ser únicamente descendente (elaborándose los objetivos del ápice estratégico formando exigencias de rendimiento cada vez más detalladas a medida que bajan de nivel jerárquico), sino también ascendente, estableciendo sus propias exigencias de rendimiento las unidades inferiores y agregándolas a continuación en sentido ascendente, por unidades, hasta llegar al ápice estratégico en forma de exigencias compuestas, que en realidad constituyen objetivos para toda la organización. No obstante, en la práctica, el sistema de control del rendimiento suele funcionar mediante una combinación de los flujos ascendente y descendente, y no exclusivamente en un sentido. Algunas exigencias de rendimiento se elaboran a medida que descienden por la jerarquía, mientras que otras se agregan a medida que suben de nivel; en cada uno de dichos niveles los directivos intentan imponer exigencias entre sus empleados, quienes proponen otras menos severas. Mediante esta especie de negociación surge una serie de exigencias de rendimiento a todos los niveles, compuestas y detalladas. El sistema de planificación de acciones es esencialmente descendente. En teoría comienza con la planificación estratégica, mediante la cual la organización valora sistemáticamente sus fuerzas y debilidades observando las tendencias del entorno y formulando a continuación un conjunto explícito e integrado de estrategias a seguir en el futuro. Dichas estrategias se desarrollan para formar «programas», es decir, proyectos concretos, como la introducciÓn de una nue\'a línea de productos, la construcción de una nueva fábrica o la reorganización de la estructura. Los programas son a su vez elaborados de nuevo, determinándose cuándo van a ejecutan;', quizá mediante un sistema de vía crítica (PERT o CPM), para surgir finalmente en forma de una serie de concretas especificaciones de operaciones -visitar a un cliente, \'erter hormigón, imprimir un organigramaque evocan acciones concretas. Hasta el momento hemos comentado los dos sistemas de planificación y control como independientes el uno del otro. En un sentido conceptual, es así, ocupándose uno de los resultados generales y el otro de las acciones concretas. Pero la literatura sugiere también cierto número de vínculos o cruces entre ambos, tal corno indica la figura 9·2. En la parte superior (línea a) hay un cruce entre los objetivos de rendimiento y los planes estratégicos. Según la literatura conceptual, todo el proceso de planificación de acciones tiene que iniciarse con la especificación de los ob- LOS PARÁMETROS 191 DE DISEÑO jetivos globales de la organización: se suele creer que sólo pueden generarse planes estratégicos basados en un conocimiento de los deseos de la organización, operacionalizados en términos cuantitativos. El cruce entre los subobjetivos o presupuestos y los planes estratégicos (línea b) se parece al que acabamos de comentar. Cuando existe una autonomía de unidades, como sucede en las estructuras formadas a base del mercado, el ápice estratégico desarrolla a menudo objetivos globales, negociando luego los subobjetivos y los presupuestos con cada una de las unidades. Éstos se convierten en los objetivos que inician el proceso de planificación de acciones en cada unidad. Por ejemplo, la alta dirección le comunica a la división de quitanieves que espera un aumento del 10 % en las ventas este año, y que se dispone de $ 500.000 para inversión. Dicha división, por su parte, desarrolla un plan estratégico que requiere la introducción de un nuevo marco de aluminio en sus modelos, la compra de maquinaria nueva para su producción, etcétera. Se produce también otro cruce desde los subobjetivos y los presupuestos directamente a los programas, tal como indica la línea c, y como se observa a menudo en las estructuras funcionales, donde el presupuesto entregado a un departamento incita determinados programas más que estrategias globales. Así pues, cuando se le informa al departamento de investigación que su presupuesto aumentará en $ 300.000 el año siguiente, inicia planes de construcción del nuevo laboratorio que necesita; cuando el departamento de fabricación recibe noticias de que se le reducirá el presupuesto en un 5 %, inicia un programa de reducción de costes. El último cruce (línea d) va desde los programas a los presupuestos y, finalmente, a los planes de operaciones. Ello refleja el hecho de que la unidad tiene que valorar el impacto de todas las ac.ciones propuestas (los productos por comercializar, las máquinas por adquirir, etc.) en su flujo de fondos (es decir, sus presupuestos), los subobjetivos que puede alcanzar, el personal que debe contratar, etc. En otras palabras, tiene que valorarse el impacto de las acciones concretas en los resultados globales, produciéndose así el cruce desde la planificación de acciones al control del rendimiento. Otro cruce -quizás el más importante, aunque no lo mostremos debido a la naturaleza de nuestro diagrama- es el feedback global del control del rendimiento a la planificación de acciones. Al valorar su rendimiento, la organización inicia nuevos planes de acción para corregir los problemas que van apareciendo. Nos resul ta más fácil entender los vínculos entre los dos sistemas si describimos algunos ejemplos concretos de los sistemas "híbridos» de control del rendimiento y de planificación de acciones. La figura 9-3 muestra tres ejemplos distintos. El primero, correspondiente a la figura 9-3(a), es el clásico sistema de planificación, programación y presupuestación (SPPP) ,* en el cual los objetivos globales de rendimiento conducen al desarrollo de planes estratégicos globales, que se convierten en progra• Planning-Programming-Budgeling Syslem (PPBS), en el original. (N. de los T.) 192 ESTRUCTURACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES LOS PARÁMETROS mas concretos que continúan bajando y generando especificaciones de operaciones, cruzándose también y acumulándose en forma de presupuestos, que conducen a su vez a planes de operaciones. Éste es el sistema de planificación y control desarrollado en mayor profundidad. El segundo sistema híbrido, mostrado en la figura 9-3(b), describe la planificación en la estructura formada a base del mercado. En éste, el ápice estratégico desarrolla objetivos a partir de los cuales negocia subobjetivos y presupuestos con cada una de las unidades de mercado, las cuales, por su parte, inician el proceso completo de planificación de acciones en cada una de las unidades de mercado, que genera planes estratégicos elaborados en forma de programas que producen las especificaciones de operaciones y, normalmente, también los presupuestos de unidades y los planes de operaciones, aunque éstos no aparezcan en la figura 9-3(b). Este ejemplo concreto ilustra claramente la necesidad de cruces debido a un cambio en las bases de agrupación, siendo lo más adecuado el conla) Sistema de planificación, programación Planes ~ Objetivos Presupuestos lb) Planificación en la estructura basada en el mercado y presupuestación Planes estratégicos Objetivos Programas Subobjetlvos ! 'O:f------ ...•• t y Planes de operaciones "- " Acciones / /) Programas t t " presupuestos estratégicos f Especificaciones de operaciones Acciones le) Presupuestación / Especificaciones de operaciones de capital Objetivos t Presupuestos I .. Programas Especificaciones ¡eraciOnes Acciones Figura 9-3. Algunos sis/emas híbridos de planificación de acciones y de con/rol del rcndimit'lllu. DE DISEÑO 193 trol del rendimiento para la coordinación de las unidades formadas a base del mercado, y, por el contrario, ajustándose mejor la planificación de acciones a las necesidades de las unidades funcionales. La figura 9-3(c) describe la presupuestación de capital, un sistema parecido, excepto que el cruce se produce en el nivel del programa y no del plan estratégico. El ápice estratégico establece objetivos y los convierte en un presupuesto de capital (una exposición de los fondos disponibles para fines de inversión), Entretanto, las unidades le proponen programas concretos al ápice estratégico, que valora cada uno de ellos según le permite el presupuesto de capital, transmitiendo a continuación los programas aprobados a las unidades para su puesta en práctica. La presupuestación sólo supone en realidad la interdependencia mancomunada entre los programas, que utilizan los mismos fondos pero producen beneficios independientes. Las estrechas interdependencias entre programas necesitan un sistema de planificación estratégica en vez de un sistema de presupuestación de capital. Estos tres tipos de sistemas se comentan extensamente en la literatura sobre sistemas de planificación y control, aunque el problema de dicha literatura sea su naturaleza conceptual carente de base empírica, empeñada en describir sistemas sumamente ordenados y regulados, tal como quisieran verlos funcionar los teóricos. Pero el lector no tiene forma de saber si la realidad coincide de hecho con dichas teorías, si los planes y controles formales influyen en realidad en las decisiones y acciones tal como se supone que lo hacen. ¿Cuántas organizaciones, por ejemplo, desarrollan realmente sus estrategias en el proceso integrado y global descrito anteriormente en vez de recurrir a un planteamiento empresarial o adaptativo más flexible (Mintzberg, 1973b)? ¿Cuántas desarrollan realmente sus objetivos ordenándolos sistemáticamente por orden prioritario en vez de dejar que se desarrollen naturalmente? ¿Acaso la presupuestación de capital y el SPPPfuncionan realmente tal como se describe en la literatura? De hecho, incluso en las organizaciones que efectúan una extensa planificación vale la pena preguntarse cuánto de ella corresponde simplemente a un funcionamiento por pura fórmula y cuánto se convierte realmente en acciones concretas. Los observadores del mundo de la gestión se encuentran a menudo con ejemplos de sistemas de planificación que se llevan a cabo casi como un ritual, sin relación con el funcionamiento cotidiano de la organización. El primer día del año (o cuando sea) se determinan debidamente los subobjetivos para todas las unidades, que luego se archivan en cajones para dejar que los directivos se pongan manos a la obra con la gestión práctica de sus unidades; seis meses más tarde ocupan el mismo lugar los planes estratégicos, siendo idéntico su sino. Por supuesto que hay muchas organizaciones que realizan una extensa planificación y se la toman en serio, y otras que no. Lo que tenemos que averiguar es quién hace qué, cuándo, cómo ... y por qué. 194 ESTRUCTURACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES SISTEMAS DE PLANIFICACION y CONTROL EN LAS DISTINTAS PARTES DE LA ORGANIZACION Ya hemos visto en el presente capítulo ejemplos tanto de la planificación de acciones como del control del rendimiento en todos los niveles jerárquicos. En el primer caso, veíamos la planificación estratégica y la presupuestación de capital en el ápice estratégico y en los niveles superiores de la línea media, las técnicas de programación y de PERT jCPM en los niveles medios y la programación temporal de la producción en el nivel del núcleo de operaciones. En el caso del control del rendimiento, vimos que los objetivos, los presupuestos y los niveles de exigencia pueden fijarse para cualquier unidad o posición de la jerarquía, desde el ápice estratégico hasta el núcleo de operaciones. Arriba hallamos la determinación de objetivos globales de la organización; en la parte superior de la línea media solemos encontrar los sistemas de información financiera que utilizan a las principales unidades de mercado como centros de beneficios o de inversión; en otros puntos de la línea media se sitúan los sistemas de cálculos de costes normativos para controlar el rendimiento agregado y el sistema de DPO para motivar a los directivos de línea; en la parte inferior encontramos los planes de operaciones y los sistemas de control de calidad. No obstante, nuestro comentario dejó también claro que existen importantes diferencias en las distintas partes de la organización. Por ejemplo, aunque el control del rendimiento puede utilizarse para los puestos individuales, como cuando se les dan cuotas de venta a los vendedores o normas de control de calidad a los operarios de la maquinaria, generalmente se aplica más a las unidades (y, naturalmente, a los directivos que las supervisan). No es éste el caso de la planificación de acciones. Sería de esperar que ésta se aplicara a los sujetos individuales, como cuando se le dan al operario de una máquina especificaciones respecto al pro. ducto que va a fabricar. En los niveles jerárquicos superiores la situación suele ser a la inver· sa. Cuanto más globales son las responsabilidades de una unidad, más se tiende a controlar su rendimiento global antes que sus acciones concretas. Para las unidades formadas a base del mercado, tal como señalamos más atrás, el sistema de control del rendimiento constituye un dispositivo crítico para el control, no siendo éste el caso de la planificación. Dado que, tal como se vio en el capítulo 7, la agrupación a base del mercado suele producirse más en los niveles superiores de la estructura, hallamos otro moti\'o por el cual se prefiere un control dd ren° dimiento a la planificación de acciones en los niveles más elevados de la línea media. Así pues, los centros de beneficios y de inversión, DPO, los sistemas de beneficios compartidos y demás se utilizan mucho en los niveles superiores de la jerarquía. Por supuesto que los sistemas de planificación de acciones pueden utilizarse también en estos niveles, en los que las agrupaciones son de base funcional. En cuanto al ápice estratégico, de estar a merced de un control externo (por parte de LOS PARÁMETROS DE DISEÑO 195 un propietario claramente definido, por ejemplo), puede verse también obligado a reaccionar ante un sistema de control del rendimiento. Y si la base de agrupación de las unidades de los niveles superiores es funcional. la planificación de acciones puede empezar en el mismo ápice estratégico, tal como ya vimos en algunos de los ejemplos descritos en el presente capítulo. Tal como señalamos anteriormente, la tecnoestructura es responsable en gran parte del diseño de todos estos sistemas de planificación y control, pero ello no significa que éstos regulen el trabajo de la misma (de hecho, debido a las dificultades que presenta la normalización de los outputs del trabajo analítico, gran parte del cual se desarrolla ad llOC o mediante proyectos, cabe suponer que apenas se utilizan los controles del rendimiento en la tecnoestructura). En cuanto a la planificación de acciones, también la utilizan mucho las unidades tecnocráticas, pero sólo parecen quedar afectadas ellas mismas por dicha planificación de un modo marginal. Cabe suponer que el uso de los sistemas de planificación y control varia considerablemente en el staff de apoyo, puesto que sólo las unidades que actúan como entidades autónomas y cuyos outputs pueden medirse con facilidad, como la cantina de la fábrica o la librería de la universidad, pueden controlarse principalmente mediante exigencias de rendimiento. Algunas unidades del staff que presentan importantes interdependencias con otras partes de la organización, como el departamento de investigación, por ejemplo, pueden prestarse a una planificación de acciones, al menos en la medida en que los departamentos de línea a los que sirven sean susceptibles de la misma; las demás, como la asesoría legal, apenas quedarán afectadas por ningún sistema de planificación y control.