la religión egipcia y su influencia en la sociedad

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE
FACULTAD DE HUMANIDADES
BECA: PRESTACIÓN DE SERVICIOS
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN:
Cátedra: HISTORIA DEL CERCANO ORIENTE
Directora de beca: Profesora MOLINA, Gloria
Becario: LASCIRIGNOLA, Luis Alberto
Año lectivo: 2005
1
INDICE
Páginas
Introducción………………………………………….…………………3
Capítulo I: Conceptos generales sobre la religión
1.1 El panteón egipcio………………………………………………...4
1.2 Los sistemas teológicos………………………………………….6
Capítulo II: Los ritos funerarios
2.1 La momificación…………………………………………………...8
2.2 El entierro y los ritos funerarios………………………………….9
2.3 Las sepulturas……………………………………………………..9
2.4 La creencia en el Más Allá……………………………………..10
Capítulo III: Las relaciones político-religiosas
3.1 Proceso de legitimación del poder…………………………….12
3.2 Hegemonia de las escuelas teológicas I: Heliópolis…………13
3.3 Hegemonia de las escuelas teológicas II: Tebas…………….14
3.4 Consecuencias de la revolución de El Amarna………………15
Conclusiones…………………………………………………………17
Listado bibliográfico…………………………………………………18
2
INTRODUCCION
El presente informe sobre este tema tan atrayente, enigmático y difícil de
analizar como es la “religión egipcia” y su influencia en la sociedad, pretende
ser considerado como las primeras aproximaciones de una investigación más
amplia a realizarse en el futuro, puesto que hablar de la influencia de la religión
en la sociedad egipcia es abarcar todos los aspectos relacionados con dicha
civilización, “por que fue precisamente la religión y sobre todo el dogma de la
condición divina del Faraón, el elemento que más contribuyó desde el principio
a modelar la estructura de la civilización egipcia” 1 .
Este análisis comprende los aspectos artístico-culturales, socio-económico y
políticos. Pero en este trabajo pretendemos demostrar los aspectos generales
de la religión y particularmente tomaremos como eje argumental solamente el
aspecto político explicando a través de la misma la profunda influencia de esta
simbiosis religión-política-poder que se ha manifestado en Egipto durante los
años 3200 a 1069 a.C. tomando como parámetro la periodización tradicional de
la historia de Egipto, es decir, la división por periodos: Período Protodinástico,
Periodo Tinita, Imperio Antiguo, Primer Periodo Intermedio, Imperio Medio,
Segundo Periodo Intermedio, Imperio Nuevo. Teniendo en cuenta que este
criterio de periodización es el más aceptado por la mayoría de lo egiptólogos.
A través de este eje de análisis (aspecto político) veremos como la religión
ha jugado un papel sumamente importante en el proceso de legitimar el poder
de la monarquía sobre la sociedad misma. Aunque a pesar de que en algunos
períodos particulares han sufrido discrepancias que motivaron conflictos, a lo
largo de la historia ambos poderes (religión-monarquía) han actuado
conjuntamente reservándose para sí el dominio sobre el pueblo.
Para la realización del mismo se ha indagado en la lectura de diferentes
autores como ser: “Historia de las creencias y de las ideas religiosas” de Mircea
Eliade, “Las religiones Antiguas” de Henri-Charles Puech, “El libro de los
muertos” de Federico Lara Peinado, “La civilización del Egipto faraónico” de
Francoise Daumas y “Historia del Egipto Faraónico” de Joseph Padró.
La lectura, análisis e interpretación de las bibliografías mencionadas es un
verdadero desafío por el lenguaje técnico de los autores y por la profundidad de
un tema que no es generalmente indagado por la mayoría de los estudiantes.
No obstante estas dificultades, se pretende elaborar un trabajo que nos ayude
a conocer, tener una idea general de lo que fue esta civilización profundamente
religiosa que maravilló al mundo con sus monumentos arquitectónicos.
1
ELIADE, Mircea. “Historia de las creencias y de las ideas religiosas”. pp. 101.
3
Capitulo I: CONCEPTOS GENERALES SOBRE LA RELIGIÓN
1.1 EL PANTEÓN EGIPCIO
Intentar exponer el Panteón Egipcio, cuya vigencia con sus cambios y
desarrollo abarcó toda su historia, es algo difícil de realizar por diferentes
motivos. Uno de ellos ha sido el aislamiento de Egipto y la distancia de sus
principales centros urbanos, motivaron desde los primeros tiempos la
existencia de dioses locales, cultos, mitos y leyendas propias, elementos que
vieron su continuación en los grandes núcleos religiosos de las épocas
históricas, que se fueron unificando por las tendencias centralizadoras de los
faraones, de sus funcionarios religiosos y de las especulaciones teológicas.
Es así que paulatinamente se conformó un complejo panteón susceptible
bien pronto de dividirse, y aún, subdividirse en diferentes categorías divinas,
“Así puede hablarse de dioses primitivos (animales, plantas, árboles, piedra,
fetiches) de divinidades locales (en realidad formas de Ptah), de dioses
cósmicos o celestes (Nut, Geb, Shu, Thot, Ré, Sepedet), de divinidades
funerarias (Osiris, Anubis, Sokaris) e incluso abstractas (Sia, Maat, Nepri) o de
origen extranjero (Baal, Sutech, Astarté, Anat, Qadesht)” 2 .
Todas estas categorías de dioses presentan muchísimos problemas de
comprensión por el hecho de que los egipcios no se preocuparon en fijar de
manera coherente sus ideas religiosas que la asumían de modo colectivo sin
descender al examen individual al pensamiento crítico. A pesar de ello,
podemos decir que se nos presenta como una religión oficial articulada en
ideas teológicas, su marcado politeísmo que comprendía dioses y diosas exigió
un orden de importancia que se fue desarrollando a través de la evolución
histórica del país. Por ello haremos mención solamente de aquellas deidades
que tuvieron mayor significación:
Deidades masculinas:
RE: el sol, quizás la divinidad mayor adorada en Heliópolis con el nombre de
Atúm (sol del atardecer). Debido a los beneficios que el sol proporcionaba se lo
consideró símbolo del orden universal (Maat). Los faraones se creyeron
descendientes directos de tan dios lo que les legitimaba en su trono. Otra de
las formas de Ré podemos citar el escarabajo Khepri, insecto creído símbolo
del nacimiento del sol; Bajo la época de Amenofis IV, otra de sus
representaciones, fue en forma del disco solar denominado Atón. Ré fue,
asimismito identificado a Horus y asociado a Amón.
OSIRIS: hijo de Geb y de Nut, creido dios de la vegetación y rey de los
muertos, su contenido teológico fue muy complejo por estar sujeto a diferentes
mitos y leyendas, según las mismas su cuerpo fue mutilado por su hermano
Seth tras darle muerte.
2
LARA PEINADO, Federico. “El libro de los muertos”, pp. 16.
4
HORUS: dios muy complejo dado que muchas divinidades se intitularon el
mismo nombre e incluso con la propia figura de un Halcón su animal sagrado.
Para algunos Horus fue una antigua divinidad del cielo, para otros el propio hijo
de Osiris, sería luego identificado con Ré bajo el nombre de Ré-Horakhti, fue
un dios de gran popularidad celebrándose, inclusive, fiestas en su nombre.
SETH: divinidad guerrera figurada como un animal de difícil identificación
relacionado con el mito de Osiris, tuvo cierto prestigio pero luego acabó siendo
considerada maléfica al ser identificado con el Baal de los invasores Hicsos.
AMÓN: Importante dios del Imperio Nuevo, titular del viento y del aire,
representado en la forma de un carnero, en Karnak contó con un oráculo
famoso y particularmente en Tebas se situó a la cabeza del Panteón y se lo
llegó a identificar con Ré (Amón-Ré).
THOT: divinidad benefactora, desempeñó un importante papel religioso en
mitos y leyendas, según se cree presenciaba el pesaje de las armas de los
muertos que sufrían el juicio de Osiris y cuidaba de proteger la barca del sol.
Fue una divinidad lunar titular de escritura del cómputo del tiempo.
PTAH: dios de los artesanos, se lo representaba como una momia con la
cabeza rapada. Fue asociado a diferentes divinidades como Ta-tenem y
Sokaris. Con el nombre de Ptah-Sokaris-Osiris fue invocado en textos
funerarios, se lo representaba con el toro Apis.
ANUBIS: el dios chacal, fue un dios de los muertos, se encargaba del
embalsamamiento, algunas de sus funciones eran llevar las armas hasta los
jueces del tribunal de Osiris y vigilaba la balanza que pesaba las buenas y
malas acciones de las mismas.
Deidades femeninas:
ISIS: su nombre equivale a trono, representó la sede sagrada del rey y, por
lo tanto, fue identificada como su madre. Titular de la magia con la cual
restituyó la vida de Osiris, se la representó como una mujer con un trono en la
cabeza o con dos cuernos diriformes y el disco solar. Se la consideró como la
diosa perfecta.
NEFTIS: hermana de Isis, se la consideraba señora de la casa, según la
leyenda esposa de Seth y madre de Anubis. Considerada como diosa
benefactora por haber colaborado con Isis en la resurrección de Osiris.
HATHOR: fue la gran diosa nacional, madre o esposa, según las creencias,
de Horus, titular del cielo, del amor y de la alegría. Se la representaba como
una mujer sonriente con orejas y cuernos de vaca o bien con cuerpo de mujer y
cabeza de vaca, símbolo de la maternidad y de la lactancia, como diosa de la
vegetación se la representó bajo la forma del árbol de la vida. En relación al
mundo de ultratumba se le otorgó el nombre de señora de la metropolis.
5
NEIT: diosa de Sais, guerrera en su origen pero luego considerada
protectora de la medicina, de la magia y de los difuntos.
Estas son las principales deidades pero junto a ellos las clases brindaron su
culto a dioses más modestos y de menor complejidad religiosa, conformando
así el gran panteón de dioses egipcios.
1.2 LOS SISTEMAS TEOLOGICOS
Con el transcurrir del tiempo fue adquiriendo un papel importante,
predominante una clase social influyente constituida por los sacerdotes que
establecieron una serie de sistemas teológicos con el fin de organizar y
jerarquizar los diferentes dioses tratando así de explicar de una manera
coherente, razonable los orígenes del universo y del hombre, así como las
leyes que los regían, es así que, a lo largo de la historia, se conformaron
cuatro centros religiosos más importantes que elaboraron distintos sistemas
teológicos y que fueron Heliópolis, Hermópolis, Tebas y Menfis.
HELIÓPOLIS: según la concepción espiritualista de dicha escuela, en el
origen sólo existen las aguas primordiales, el Num, de donde surgió Atúm-Ré,
el cual formó una primera pareja de dioses, Shu (el Aire) y Tefnut (el fuego) que
a su vez engendraron a geb (la tierra) y a Nut (el Cielo). Posteriormente esta
pareja engendró luego a Osiris, Seth, Isis y Neftis. La doctrina teológica
heliopolitana se vio reflejada en los textos de las pirámides durante los imperios
Medio y Nuevo.
HERMÓPOLIS: en ella se desarrolló el mito de la creación del mundo bajo
presupuestos puramente físicos, sobre la base de una ogdóada de dioses, es
decir ocho divinidades creadas por Thot el ordenador de todo. Según esta
concepción se formaron cuatro parejas (cuatro ranas macho y cuatro
serpientes hembra) las cuales en una colina habrían creado el huevo de donde
surgiría el sol como fuerza creadora del mundo. La doctrina teológica de esta
escuela se ve reflejada en distintos pasajes del libro de los muertos.
TEBAS: la escuela teológica tebana conformó una teología eclíptica, es
decir, que tomó elementos de Heliópolis y Hermópolis, y adecuó la cosmología
solar con el misticismo del culto funerario. Estructuró su doctrina basándose en
Amón deidad sincretizada con Ré por lo cual Amón-Re fue elevado a la
categoría de jefe de una enéada (9 dioses).explican que del huevo situado en
la gran colina emergida de las aguas primordiales surgió Amón quien creó
todas las cosas. Erigido en padre de la enéada y la ogdóada fue elevado a la
categoría de dios del imperio.
MENFIS: desarrolló una teología local en relación con su dios titular Ptah,
considerado por su sacerdote como dios creador, según esta escuela, todos los
dioses habían nacido de Ptah. De acuerdo a esta doctrina, Ptah era el
pensamiento (Atúm), el corazón (Horus), la lengua (Toht) y los dientes y labios
(la enéada) por lo que Ptah daba fuerza a todos los dioses.
6
“Lo que importa remarcar de estos sistemas teológicos, es la propia
capacidad especulativa y el grado de abstracción que supieron emplear, cuyo
ejemplo lo podemos centrar en el principio del Maat, la verdad y la justicia
aunque nunca se preocuparon en dejar articulados de modo orgánico sus
reflexiones teológico-filosóficas” 3 .
3
LARA PEINADO, Federico. “El libro de los muertos”, pp. 22.
7
Capitulo II: LOS RITOS FUNERARIOS
2.1 LA MOMIFICACIÓN
Este culto funerario, cuya finalidad era devolver la vida al alma, estuvo
mediatizada por la conservación del cuerpo (se creía que el alma habitaba en
el aún después de la muerte) y por la creencia de una nueva vida incluso tras la
desaparición del cuerpo material.
La muerte según el pensamiento egipcio era el estadio en que se
dispersaban los componentes del ser humano, si se les podía reunir dentro de
el cuerpo era factible disfrutar de una nueva vida en el otro mundo. De allí es
que cobra importancia la preservación del componente más frágil del humano.
El det (cuerpo), al ser considerado la parte más frágil del ser humano, debía ser
resguardado para alcanzar la segunda vida.
En las primeras épocas sólo las vísceras se retiraban del cuerpo por ser las
partes que en menor plazo de tiempo entraban en putrefacción, sin embargo,
con la incorporación de químicos traídos de Asia y la práctica de nuevas
técnicas, fue posible retirar todo tipo de tejidos grasos y órganos factibles de
rápido deterioro.
Para que el proceso de la momificación sea llevado adelante de manera
correcta existía una nómina de especialistas muy preparados. “los textos nos
hablan de los embalsamadores out, los cancilleres del dios, el embalsamador
de Anubis, el encargado del secreto del taller de embalsamamiento o de los
sacerdotes-lectores que con los resultados de sus fórmulas religiosas seguían
todas las etapas sucesivas de la momificación del cadáver y que respondían
cada uno de los ritos mágicos con que Isis había sido capaz de resucitar a su
esposo Osiris” 4 .
Teniendo en cuenta las posibilidades económicas de los difuntos se
diferencian tres clases de momificación: la primera constaba en ocho técnicas
aplicadas sobre el cadáver; la segunda, de tipo medio, sólo contaba con tres
procedimientos, pero había aún una tercera de dos técnicas destinada a las
gentes pobres.
Las partes del cuerpo de más rápida corrosión eran colocadas en cuatro
vasos o canopos trabajados en calcita, en los embalsamamientos. A partir de la
época de los ramésidas, sus tapaderas presentaran la forma de la cabeza de
los hijos de Horus y serán dedicados a otras diosas.
“Sobre el rostro del difunto se depositaba una máscara y sobre su cuerpo se
entremezclaban una serie de amuletos y de papiros de tipo mágico con los
centenares de metros de bandas de tejido de lino, impregnado con resinas,
aceites y perfumes muy variados, que lo envolvían” 5 .
4
5
Ídem. Pp. 24.
Ídem. Pp 24.
8
Setenta días duraba el proceso de embalsamamiento, al cabo de este lapso
el cadáver era recién depositado en su tumba. Este proceso se relaciona con el
movimiento de una constelación estelar que desaparecía en el horizonte
durante este período de tiempo y reaparecía al cabo de setenta días.
2.2 EL ENTIERRO Y LOS RITOS FUNERARIOS
Finalizada la tarea de embalsamamiento, el cadáver era llevado por los
difuntos a su casa donde era despedido con grandes muestras de dolor y se le
deseaba un venturoso futuro en la vida del más allá. Tras esto, el cadáver se
trasladaba a la morada de los muertos, la orilla occidental del Nilo. Una
comisión se encarga de llevarle lo que necesitará en su nueva vida. “En
síntesis, el rito consistía en depositar el cuerpo sobre una barca fúnebre y
transportarlo a la zona occidental, a la necrópolis. Ante la puerta de la tumba se
presentaban ofrendas y sacrificios, y una vez introducido en ella o dispuesto
frente a la misma, se realizaban las últimas ceremonias cuyo acto central era
la apertura de la boca” 6 . Este rito era el más importante por que mediante el se
le devolvía la vida al alma.
Si bien, en un principio este rito se realizaba en la llamada Casa de Oro, el
taller del escultor de estatuas, con la finalidad de aplicarlas a estas. Al ser
incorporado este ritual al culto funerario, el nombre de Casa de Oro fue
asociado a lacayilla de la tumba o la misma tumba.
El ritual se realizaba de día, el sacerdote tocaba llevaba adelante numerosas
purificaciones, continuado por sacrificios de animales sagrados. La parte más
extensa del ritual consistía en la rememoración de la vestimenta sagrada y los
ornamentos con los cuales el difunto sería recibido por los dioses. Los
familiares tenían la oportunidad de despedir al fallecido una última vez antes de
que se tocase su boca y fuese finalmente depositado en su tumba.
2.3 LAS SEPULTURAS
Tras el entierro los familiares debían proveer al difunto de todo aquello que
pudiese llegar a necesitar en la vida de ultratumba, especialmente alimentos,
los cuales eran imprescindibles para su subsistencia en el Más Allá.
Con el transcurso del tiempo, estas ofrendas se irían modificando tanto en
su frecuencia temporal como en su forma de presentación. La representación
pictórica y las oraciones fueron suplantando lentamente a la exposición efectiva
de alimentos con la creencia de que estas evocaciones podían alcanzar la
materialidad.
En vida, los egipcios realizaron todos los cuidados necesarios para la tumba.
De hecho, esta fue un objeto de constante preocupación, buscaron que contara
con todo aquello que pudiese ser necesario para la vida en el más allá.
Inclusive tuvieron en cuenta lo que se requería para el mantenimiento del culto
6
Ídem. pp. 26.
9
funerario. “Los egipcios ricos no tenían inconveniente en crear fundaciones a
fin de que sus rentas sufragasen los gastos del culto que representarían” 7 .
Con el transcurso del tiempo, las tumbas irían sufriendo modificaciones. Las
mastabas fueron las primeras tumbas de gran relieve que reemplazaron las
fosas en el desierto. Las pirámides construidas en piedra, serían las moradas
de los reyes durante el Imperio Antiguo. Dentro de un complejo funerario muy
sofisticado, inclusive los funcionarios, con el fin de servir a su rey en el más
allá, serían enterrados en sus inmediaciones.
En el Imperio Medio, las mastabas volvieron a ser preponderantes. También
de piedra o de ladrillo y decoradas con pinturas que se referían al mundo de los
vivos y de los muertos, estaban destinadas a los nobles.
En las inmediaciones de Tebas se edificarían las tumbas de los reyes del
Imperio Nuevo. Estas serían subterráneas, aprovechando los acantilados de
esta región, y estarían precedidas por templos funerarios constituyéndose
como una grandiosa necrópolis.
Las clases populares enterraban a sus muertos apilados unos encima de
otros y envueltos en telas en sepulturas rudimentarias.
2.4 CREENCIA EN EL MAS ALLA
Este fue uno de los puntos principales en el que rebasaba la religión
teniendo presente a los textos y representaciones plásticas que nos han
llegado, estaba perfectamente organizado, desde el punto de vista topográfico,
como desde los contenidos mentales racionales y religiosos e inclusive
asignándole el firmamento estrellado como el lugar de residencia de los
muertos denominado Amentit, que equivale a Occidente.
Al referirnos a la creencia del mas allá agrupamos la diversidad de
conceptos sobre la vida de ultratumba que se desarrollaron de acuerdo con los
ciclos míticos de Osiris y de Re, que presentan un doble aspecto al basarse en
la idea de una retribución o castigo posteriores a la muerte. Para los
justificados, declarados “maa-kheru” era un lugar placentero favorables, de
campos fértiles en el cual desarrollaban sin problemas sus actividades. Para
los declarados culpables “isefety”, en cambio, era un lugar tenebroso y ardiente
en donde sufrían justo castigo.
Algo de vital importancia para hacer frente a los peligros del más allá eran
los instrumentos que los podían neutralizar y que no eran otra cosa que las
fórmulas mágicas por ello fueron recogidas convenientemente por escrito y
colocadas cerca del difunto, bien en su pirámide, o sarcófago o entre sus
propias vendas funerarias.
Las almas justificadas podían navegar en la barca solar junto a Ré
ganándose así la eternidad, para el faraón ese más allá era todavía más feliz,
7
Ídem. pp. 28.
10
pues ascendía al cielo como un halcón o como una grulla y pasaba a ser parte
de la estrella indestructible o se confundía con Horus, Ré o Osiris. Los
declarados enemigos en el juicio ante el tribunal de Osiris, su vida era
terrorífica y desgraciada, los textos y algunas pinturas nos describen tormentos
corporales, siendo los más frecuentes las mutilaciones, la cremación por el
fuego o la metamorfosis en animales impuros. Pero no existía para ellos el
suplicio eterno sino algo peor, la aniquilación total tras las torturas, la no
existencia.
11
Capitulo III: LAS RELACIONES POLITICO-RELIGIOSAS
3.1 PROCESO DE LEGITIMACION DEL PODER
En los albores de la historia de Egipto, podemos notar la influencia directa de
la religión en el ámbito político, desde la conformación de los nomos
encabezados por su dios local, hasta la conformación de dos reinos, uno en el
delta, es decir en el Bajo Egipto, con el dios Horus como protector, y el otro en
el Valle del Nilo, el Alto Egipto, con el dios Seth como protector. Luego de una
breve hegemonía del reino Horiano, en el período Protodinástico comienza la
unificación llevada a cabo por los reyes del Alto Egipto, sin embargo, al ser
unificada la monarquía, serían sus dioses protectores, tanto Horus como Seth
reconciliados (recordemos la leyenda de conflictos entre ambas divinidades), a
pesar de que, por ejemplo, el Faraón Peribsen trató de establecer a Seth como
dios supremo, la monarquía unificada tomó a Horus como divinidad dinástica.
Es durante este período de la Historia (período Protodinástico y período
Tinita) comienza a gestarse el proceso de legitimar el poder real a través de las
concepciones religiosas dando paso así a un punto cumbre que va a ingerir en
toda su historia: “El proceso de divinización del monarca”, aspecto que se va a
formular a través de diferentes ideas teológicas.
En lo que respecta a este tiempo, se da comienzo a la elaboración del
protocolo del monarca, es decir, un título seguido de un nombre con el que
eran oficialmente denominados los reyes. En este período, se formalizan cuatro
de los títulos y nombres que son:
1) SEREJ: El Horus, es decir, el divino soberano que gobierna en el cielo y la
tierra desde tiempos inmemorables.
2) NEBTI: O sea el de las dos señoras, protegido y legitimado o las dos
diosas Nebjet (representada por el buitre) y Uto (representada por una cabra),
señoras de las ciudades santas más extremas y representativas de cada región
del país respectivamente, ellas eran, Hieracómpolis (Alto Egipto) y Buto (Bajo
Egipto).
3) EL HORUS DE ORO: El título más controvertido cuyo origen no está tan
bien determinado.
4) NESU-BITI: El rey del Alto y Bajo Egipto, literalmente al que pertenecen,
la caña y la abeja (emblemas predinásticos de los dos reinos).
En los dos últimos títulos al anteponer la diosa y el símbolo del Alto Egipto
hacía recordar la victoria de este sobre el Delta, desde la época de Nar-mer y
consolidada por Menes.
Finalmente los faraones funcionaron ambas coronas (roja y blanca) en una
doble corona denominada Pechen. Así es que “la fundación del estado
unificado fue el equivalente de una cosmogonía, el Faraón, dios encarnado,
instauraba un mundo nuevo, una civilización infinitamente más compleja y
superior al de las aldeas neolíticas” 8 .
8
ELIADE, Mircea. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. pp. 102.
12
3.2 HEGEMONIA DE LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS I: HELIÓPOLIS
En este período correspondiente al Imperio Antiguo y Primer Período
Intermedio (siguiendo nuestra línea cronológica) se inicia un proceso al cual
podríamos llamar “la hegemonía de las escuelas teológicas”, es en este tiempo
donde cobra importancia las especulaciones teológicas del clero heliopolitano,
que se trasluce en la eclosión repentina de un nuevo dios: Ré, divinidad que
pasa a presidir su sistema cosmológico dividiéndose en tres personas, sin
perder por ello su identidad: Jepri (Sol de la mañana), Ré (la plenitud del sol al
mediodía) y Atúm (Sol del atardecer).
Si bien desconocemos las etapas de estas nuevas concesiones lo cierto es
que durante la III Dinastía, fue adoptada por la monarquía, principalmente a
partir del Faraón Dyoser, asociándole oficialmente al culto oficial hasta el
extremo de que la centralización del culto a Ré es igual a la centralización
política del Faraón. Esto se nota por los cambios en el ritual funerario del
monarca plasmado en la construcción de la más antigua pirámide, así como su
recinto funerario se convierte en el símbolo supremo de la identificación del
faraón difunto con Ré.
El monarca, como dios supremo del panteón, era el único sacerdote con
derecho propio y, por lo tanto, jefe religioso supremo de Egipto (los demás
sacerdotes eran delegados por el rey). Sin embargo durante la IV Dinastía
ocurren hechos trascendentales que originan las primeras crisis en la relación
política-religión, debido a que los faraones de esta dinastía refuerzan su poder
absoluto y sojuzgan al clero heliopolitano (quitándole algunos derechos),
principalmente Queope y Quefrén, estas manifestaciones las podemos notar en
esos monumentos fabulosos como lo fueron las grandes pirámides.
En el caso de Queope, la pirámide no es sólo su tumba y símbolo de su
unión póstuma con Ré, sino que vemos en ella la plasmación de un gran poder
en este monumento, sobre el pueblo y el clero. En lo que respecta a Quefrén,
comienza además a usar el título “Hijo de Ré” (quinto título del protocolo
faraónico), es decir, el monarca convertido en gran dios es al mismo tiempo la
encarnación de Ré, pero a pesar de su divinidad, conserva su naturaleza
humana y debe rendir cuentas en el más allá ante las divinidades supremas
(Osiris, Ré, Amón y Atón). Además también Quefrén promovió su propio culto
convertido en culto oficial confundiéndose con el de Ré.
Con Micerino, comienza el clero nuevamente a recuperar su espacio de
poder, momento que le propicia el faraón Shepsekaf al mostrar preferencias
por las especulaciones del clero de Ptah (Teología Menfita), una especie de
monoteísmo filosófico dando valor a la persona humana. Pero es con la
ascensión al poder de la V Dinastía que el clero recupera protagonismo
político, notamos esto por las nuevas concepciones teológicas a partir del
faraón Userkaf, que debía construir un templo solar y su propio complejo
funerario, ya que el soberano ya no es idéntico a Ré, su encarnación de antaño
sino simplemente su criatura, su hijo.
13
Estas concepciones originaron consecuencias, “ya que el absolutismo real
descansaba en un fundamento religioso que el rey ya no controlaba” 9 . Por lo
cual comienzan a recurrir de nuevo a los poderes de los más viejos dioses
locales.
Toda esta crisis se acentúa durante la VI Dinastía donde el faraón Otoes
tratando de poner freno a la influencia cortesana, da en matrimonio a dos de
sus hijas a sendos sacerdotes de Ré, lo cual devalúa su posición provocando
así la progresiva desdivinización del Rey al familiarizarse demasiado con sus
súbditos, que pasaron a considerarlo como un primus inter pares. Estos
aspectos van preparando el terreno para que durante el Primer Período
Intermedio se produzca la primera revolución religiosa, durante la IX y X
Dinastía los derechos religiosos sólo reservados para la realeza (ritos
funerarios) comienzan a ser adquiridos por el pueblo, particularmente la vida de
ultratumba lo que produce la generalización del ritual funerario y la posibilidad
que todo difunto, una vez justificado por el tribunal de ultratumba se convierta
en un Osiris (Democratización de las costumbres religiosas). Estos hechos lo
atestiguan los denominados textos de los sarcófagos, como así también el
relato literario de las “lamentaciones de Ipuur” que menciona la divulgación de
los secretos religiosos entre el pueblo.
3.3 HEGEMONIA DE LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS II: TEBAS
Luego de este período de crisis político, social y religioso comienza
nuevamente el proceso de unificación de la mano de los reyes del Alto Egipto,
con lo que, además, se da inicio a nuevas especulaciones teológicas. Es así
que con Amenemes I, fundador de la Dinastía XII (cuyo nombre denota su
devoción por Amón, hasta ese momento un oscuro dios local de Tebas),
comienzan a surgir nuevas directrices en lo que respecta a la política religiosa
potenciando la figura del dios tebano Amón, logrando su sincretización con Ré
(divinidad solar de Heliópolis) regla que fue seguida por el clero de la escuela
teológica de Tebas conformándose así la figura divina sincrética de Amón-Ré,
convirtiéndose éste en el nuevo dios del Estado.
Con el transcurrir del tiempo, la acumulación de poder del clero de Tebas
comenzó a influir en la vida política del Imperio Nuevo, puesto que los
soberanos de la Dinastía XVIII debían legitimar su poder a través de la religión,
esto implicaba desde el punto de vista teórico, que el rey recibía la soberanía
delegada de Amón, rey de los dioses, el monarca era entronizado en el templo
de Amón en Karnak, donde la suprema divinidad lo presentaba como hijo suyo
a dioses y hombres, es decir, que la aceptación del poder real dependía del
poder de Amón.
Consciente del peligro que representaba para el Estado la influencia del
clero, comienza a potenciar el popular culto a Osiris, prueba de ello es el
esplendor alcanzado por su santuario en Ábidos. El faraón Amenhotep I realizó
un cambio radical a las costumbres funerarias regias al separar físicamente la
sepultura del templo funerario. Fundador del Valle de los reyes, fue divinizado y
9
PADRÓ, Joseph. Historia del Egipto faraónico. pp. 67
14
pasó a formar parte de la corta lista de mortales que alcanzaron la categoría de
dioses celestes.
Tras la muerte de este faraón, y al no dejar el mismo un heredero varón,
comienza a plantearse el delicado problema de la sucesión dinástica, problema
en el cual va a estar implicado el poderoso clero de Tebas. Este inconveniente
trata de ser subsanado por medio de elegir un sucesor legitimado, es así que
comienzan a gobernar faraones que responden al nombre de Tutmosis quienes
eran legitimados por Thot, el dios de la ley, por ello se establece que había dos
maneras de ascender al trono. La primera por nacimiento, en el cual Amón le
daba el derecho a reinar y, la segunda por legitimación, donde el rey era
adoptado por Amón en virtud de la ley, es decir de Thot.
Esta situación generó conflictos entre la reina Hatshepsut y el heredero
legitimado Tutmosis III, pretendiendo ocupar el trono, la reina toma el título de
rey de Egipto adoptando un protocolo faraónico como Horus femenino, para
ello, contó con el apoyo del clero de Amón interesado en acrecentar su poder y
su influencia, formulando así el mito de la Teogonía en el cual las reinas de
Egipto, en tanto que esposas de Amón quedaban consagradas como
depositarias auténticas de la monarquía, ya que eran el tabernáculo de la
simiente divina, es decir, que los reyes no eran los auténticos padres según la
Teogonía ya que eran sustituidos por el dios en el momento decisivo. La
muerte de esta reina faraón significó un duro golpe para el clero tebano.
Con Tutmosis IV se inicia una reacción real contra el excesivo monopolio
teológico e influencia política ejercido por el clero de Amón, para ello se apoyó
en la teología heliopolitana y el retorno al antiguo espiritualismo representado
por el culto solar, Tutmosis IV se vanagloriaba de deber el trono no a Amón,
sino al dios sol simbolizado en la esfinge de Giza, además de apartar a los
sumos sacerdotes de los más importantes cargos políticos. Posteriormente
Amenhotep III, prosiguiendo con estas directrices político-religiosas, reside en
Menfis, demostrando su aproximación al clero de Heliópolis y al culto solar.
Es precisamente en este tiempo donde surge una nueva concepción
teológica con respecto a la divinidad solar, una nueva forma denominada Atón
y representado por el disco solar, pronto esta deidad se sincretizó con AmónRé convirtiéndose en el representante canónico del panteón egipcio. A su vez,
el faraón se convierte nuevamente en el hijo carnal de Ré, así como su misma
encarnación esto lo podemos notar en los relieves del templo de Luxor donde
Amón-Ré/Tutmosis IV engendrando a Amenhotep III quien a su vez es una
nueva encarnación de Amón-Ré.
3.4 CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE EL AMARNA
Este período tan particular que tuvo lugar durante el Imperio Nuevo,
precisamente en la Dinastía XVIII, tuvo enormes consecuencias para la
civilización egipcia. Se inicia en el reinado de Amenhotep IV quien era un
idealista absorto por sus especulaciones filosóficas y teológicas que poseía una
fe inmensa en un dios único, esencialmente bueno, creador de todas las cosas
existentes. Estos conceptos se fueron oponiendo de manera progresiva al
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pensamiento religioso del clero de Amón por lo cual el rey buscó el apoyo
nuevamente del clero solar de Heliópolis. Este enfrentamiento religioso se
tradujo también en el terreno de la política, formándose dos bandos o partidos,
el clerical, apoyado en la vieja oligarquía, y el real, que buscaba nuevos
sectores de la población.
Como respuesta a este desafío Amenhotep IV se proclama a si mismo gran
vidente, es decir, gran sacerdote de la divinidad solar por el cual no podía
aceptar la autoridad suprema del gran sacerdote de Amón, quitándole así su
poder espiritual como sumo pontífice de todos los sacerdotes de Egipto.
Posteriormente, el faraón rompe relaciones con el clero de Amón, abandona
Tebas, fundando una nueva capital llamada “Ajetatón” y el mismo cambia su
nombre pasando a llamarse Ajenatón, estableciendo así el culto oficial de Atón
en el Imperio.
El mismo Ajenatón es el profeta de Atón, quién le revela sus enseñanzas a
él para que lo difunda entre los hombres, es además el hijo de Atón hecho
hombre, negándose todas las tradiciones cosmogónicas incluso las
heliopolitanas. Se intentó hacer un culto popular del mismo pero que nunca fue
comprendido por el pueblo, que no sintió ningún entusiasmo por el y siguió
apegado a sus viejas creencias.
Los resultados de este conflicto político-religioso tuvieron consecuencias
nefastas para la sociedad egipcia ya que se promovió profundos cambios
religiosos y económicos en la vida del país que nadie lo pedía y que no
lograron la adhesión más que de algunos restringidos círculos de fanáticos o
interesados, sin verdadera implantación social, es decir, cambios
revolucionarios queridos desde arriba sin contar con el apoyo del pueblo, como
resultado de lo mismo, las consecuencias políticas fueron el arraigo de la
corrupción en las altas esferas del gobierno (por no contar con agentes
capaces), y al no poder el faraón solucionar este conflicto interno su pasiva
política exterior determinó la pérdida progresiva del Imperio asiático egipcio.
“El período amarniense rompió abruptamente con los cánones que regían la
civilización egipcia y a pesar del fracaso de la revolución religiosa la civilización
egipcia ya no volvió a ser nunca más la misma. Más que un simple paréntesis
dentro del desarrollo de la civilización del Imperio Nuevo hay que considerar
por consiguiente al período amarniense como la crisis que cerró los tiempos de
la civilización clásica egipcia” 10 .
10
PADRÓ, Joseph. Historia del Egipto faraónico. pp. 248.
16
CONCLUSIONES
Como resultado de estas primeras aproximaciones a la investigación del
tema “la religión egipcia y su influencia en la sociedad”, notamos que: nos
encontramos ante una civilización profundamente religiosa cuya expectativa
principal estaba centrada en la vida de ultratumba, denominada por los mismos
“EL MÁS ALLÁ”. Este pensamiento fue el punto central alrededor del cual
giraban todas sus manifestaciones religiosas, como ser: conceptos teológicos,
rituales funerarios (momificación, entierro) plasmados en sus manifestaciones
artísticas, considerados muy importantes debido a que gran parte de la vida del
egipcio estaba consagrada a la preparación para la vida en el Más Allá.
Aspectos que, primeramente estaban reservados a la nobleza, pero que luego
se extendió al común del pueblo.
En cuanto al eje argumental tomado como análisis en este trabajo, a saber:
la relación política-religión-poder, observamos una profunda implicación de
estos poderes, concretándose así la fusión de los mismos utilizando los
conceptos teológicos como herramientas tendientes a legitimar el poder de la
monarquía. Esto se produjo por medio de los diferentes procesos teológicos de
divinización del Faraón, en un primer momento estableciendo un protocolo real
y posteriormente asimilándose a los dioses como encarnación de los mismos o
hijos de aquellos, cuyo resultado fue la conformación de una monarquía
teocrática. Monarquía que en diversos períodos llegó a ejercer un poder
absoluto, pero que en otros, producto de su debilidad, su autoridad se vio
condicionada por la creciente influencia de los cleros correspondientes a las
distintas escuelas teológicas que en los diferentes períodos adquirieron
prestigio sobre las clases sociales, generándose así diversos conflictos que
dieron lugar a cambios políticos-religiosos.
En términos generales, a lo largo de la historia, la religión fue el instrumento
eficaz sobre la cual cimentó y justificó su autoridad y poder el sistema político
teocrático en la sociedad egipcia.
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LISTADO BIBLIOGRÁFICO
DAUMAS, Francoise. La civilización del Egipto Faraónico.
Juventud S.A., Barcelona, 1972.
ELIADE, Mircea. Historia de las creencias y de las ideas
religiosas. Cristiandad, Madrid, 1978.
LARA PEINADO, Federico. Libro de los muertos. 2da edición,
Tecnos S. A., Madrid, 1993.
PADRÓ, Joseph. Historia del Egipto Faraónico. Alianza S.A.,
Madrid, 1996.
PUECH, Henri-Charles. Las Religiones Antiguas I. Siglo XXI,
México, 1983.
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