Los Monjes, las Monjas y los Frailes La religión era importante para todos los cristianos durante la Edad Media. Algunos hombres y mujeres, sin embargo, prometieron solemnemente dedicar sus vidas a Dios y a la Iglesia. La Vida Monástica Los monjes eran hombres que se unían a los monasterios, es decir comunidades dedicadas a la oración y al servicio de compañeros cristianos. Esta forma de vida, o vida monástica, se llama monaquismo. Los hombres se convertían en monjes por muchas razones. Algunos buscaban refugiarse de la guerra, de la enfermedad o del pecado. Otros iban a estudiar. Otros aún eran atraídos por la vida tranquila de oración y servicio. El hombre que desarrolló la forma de vida monástica en Europa occidental fue San Benito. En el siglo VI, fundó un monasterio en Italia. Sus seguidores llegaron a conocerse como benedictinos. Ellos siguieron la “Regla” benedictina, es decir las instrucciones de San Benito. Los benedictinos hacían tres votos solemnes, es decir promesas: la pobreza (el no ser dueño de propiedad), la castidad (el no casarse nunca) y la obediencia (el obedecer a sus líderes). Los monjes pasaban la vida en la oración, el estudio y el trabajo. Asistían a ocho misas todos los días. Otros deberes incluían el cuidar de los pobres y enfermos, el enseñar y el copiar textos religiosos. Ya que la mayoría de los monasterios eran autosuficientes, los monjes pasaban gran parte del tiempo trabajando. Cultivaban su tierra, atendían sus jardines, criaban ganado y cosían ropa. La mayoría de los monasterios estaban distribuidos alrededor de un claustro, es decir un camino cubierto que rodeaba una plaza abierta. En el lado norte estaba la iglesia. En el lado sur estaban la cocina y el comedor. En el tercer lado estaba el dormitorio, es decir los cuartos de dormir. Los monjes dormían en celdas pequeñas, con frecuencia en camas de madera. El salón de la biblioteca y de escritura, llamando el scriptorium, se encontraba en el cuarto lado del claustro. Aquí los monjes copiaban libros a mano y creaban hermosos manuscritos iluminados. Al copiar documentos poco frecuentes, los monjes mantuvieron vivo el conocimiento del pasado. Mucho de lo que sabemos hoy día acerca de la época de la Edad Media y de los tiempos antiguos es el resultado de su importante trabajo. Tanto monjes como monjas entraban en órdenes religiosas [órdenes religiosas: una hermandad de monjes, monjas o frailes] . Cada orden tenía sus propias reglas particulares y formas de servicio. Los benedictinos era sólo uno de tantos grupos religiosos. La vida monástica era una de las pocas oportunidades disponibles a la mujer medieval que no deseaba casarse. Las mujeres que se convertían en monjas vivían en conventos. Estas comunidades se administraban de la misma forma que los monasterios. Las monjas desempeñaban los mismos tipos de trabajo que los monjes. Muchas monjas llegaron a ser reformadoras y pensadoras importantes. Por ejemplo, en Alemania, Hildegarda de Bingen fundó un convento y fue asesora de los papas y otros oficiales de la iglesia. También escribió libros en los cuales criticaba algunas de las prácticas de la Iglesia. Los Frailes Algunas personas querían seguir una vida religiosa sin tener que recluirse en las órdenes monásticas. Un ejemplo famoso es el de San Francisco de Asís. Francisco nació a una familia rica italiana, pero renunció su dinero para servir a los pobres. Fundó la orden de los franciscanos, una orden que también se conoce como los Hermanos Menores. En lugar de vivir en los monasterios, los frailes franciscanos viajaban entre personas comunes para predicar y cuidar de los pobres y enfermos. Vivían en completa pobreza y tenían que trabajar o rogar por comida para ellos mismos y para los pobres. Es por eso que a ellos también se les llamaba mendicantes, palabra que significa “pedir limosna”. Con su amiga Clara, Francisco fundó una orden similar para mujeres que se llamaba las Hermanas Clarisas Pobres. Francisco, quien amaba la naturaleza, creía que todo ser vivo merece ser respetado. Con frecuencia es retratado con animales. Para muchos, su ejemplo de fe, caridad y amor a Dios representa una forma ideal de la vida cristiana.