una influencia de importancia secundaria, cuyos efectos en el aspecto de la flora rara vez podremos apreciar. Más fácilmente contrastables que las anteriores suelen ser las actuaciones sobre la vegetación de los mamíferos, que en estado salvaje se hospedan en los montes, aunque en el caso de la comarca que estudiamos los efectos de esta acción son también de muy poca trascendencia. Prescindiendo de los animales carniceros, cuya intervención carece totalmente de interés, por su escasez en los montes de esta provincia, citaremos, como elementos más importantes entre los herbívoros, a los roedores, grupo que comprende animales tan dañinos a la vegetación como los ratones de campo, ardillas, liebres y conejos, estos últimos particularmente abundantes en nuestros montes, pudiendo llegar, dada su voracidad y facilidad con que se multiplican, a constituir verdaderas plagas; en las localidades en que estos animales viven son pocas las especies vegetales que escapan de sus daños, comen multitud de hierbas, destruyen frutos, roen las cortezas tiernas de árboles y matas, destrozan los repoblados y, a falta de otros alimentos, llegan a comerse hasta la madera seca. Afortunadamente, el ejercicio de la caza, tan desarrollado en esta región como sport, y aun como profesión, constituye un eficaz freno de la, acción destructora que anotamos; de fabulosa puede calificarse la cantidad de conejos que viene extrayéndose estos años de algunos montes de Vejer y de Tarifa. Más localizados y mucho menos frecuentes son los daños producidos por las ratas y ratones de campo, aunque también pueden presentarse a veces con carácter de invasión; aparte del consumo que ellos hacen de frutos y semillas, perjudican a las plantas con sus roeduras sobre los troncos, tallos o ramillas, siendo variable la intensidad del daño, según la robustez de quien le sufre; aun tratándose de árboles ya hechos, los debilita y predispone a la pudrición de las heridas. Entre los insectívoros, el único frecuente en estos campos es el topo, cuyo comportamiento, respecto a la vegetación, suele ser de efectos contradictorios, pues la utilidad de sus servicios como destructor de larvas y excavador del suelo, queda a veces anulada por los deterioros que ocasiona en las raíces al abrir sus galerías subterráneas. Los animales incluidos en la llamada caza mayor tienen muy pobre representación en la fauna gaditana; en algunos montes de la región meridional, de matorral espeso y relieve poco accidentado, existe el jabalí, especie que puede suponerse de régimen omnívoro, pero que, dada su preferencia por el alimento vegetal y los destrozos que ocasiona en sus marchas por el monte, debemos considerarla como enemiga de éstos; de todos modos, es tan rara su presencia, que sin inconveniente puede prescindirse aquí de los efectos debidos a su acción. La cabra montes (Caprapyrenaica hispánica), relativamente abundante en los montes de Ronda, nos dicen ha habitado hasta hace poco en las sierras del Pinar y El Endrinal, hoy no creemos exista en esas localidades, pero aunque así fuera, sus daños, análogos a los producidos por las razas domésticas de la