La Sustitución de Importaciones y el Superávit Comercial El fuerte crecimiento de la economía está exigiendo la capacidad del sistema económico de mantener el superávit externo, uno de los pilares del modelo económico actual. Esta situación ha obligado al Gobierno a tomar medidas para evitar la reducción del mismo, lo que ha generado dificultades en el funcionamiento de algunas empresas. Más allá de que esta situación debe atenderse para reducir su impacto todo lo posible, es necesario que no se pierda de vista que es muy importante que el país logre avanzar en la sustitución de importaciones, en elevar el porcentaje de la producción nacional en las cadenas de producción y en aumentar de las exportaciones con valor agregado. El superávit comercial del primer bimestre del año se redujo un 38% comparándolo con el mismo período del año pasado, reduciéndose de 1.820 millones de dólares a 1.120 millones. Ya se había generado esa situación durante el año 2010: comparando las cifras de los 12 meses de 2009 con las del año pasado, el saldo comercial pasó de 16.900 millones de dólares en ese año a 12.050 millones en 2010. En los 12 meses del año pasado, las exportaciones crecieron a una tasa de 23%, mientras que las importaciones duplicaron esa tasa. Esa situación obligaba a tomar medidas porque, de no hacerlo, se corría el riesgo de perder el superávit comercial, del cual dependen numerosas variables económicas. Es cierto que muchas de las medidas que se están implementando generan dificultades en las empresas. Pero nuestra economía necesita divisas para funcionar regularmente: este año debe pagar 15,5 mil millones de dólares intereses y capital de la deuda, hacer frente a la transferencia de ganancias de las empresas extranjeras que operan en el país (el año pasado remitieron más de 7 mil millones de dólares), o adquirir los bienes y servicios del exterior más necesarios para el buen funcionamiento de la economía. Desde el final de la convertibilidad, la economía logró, por primera vez en la historia, mantener un superávit comercial ininterrumpido, de 13.000 millones de dólares anuales promedio. Este hecho evitó el problema de las recurrentes crisis de balanza de pagos que llevaban al estrangulamiento externo de la economía, generando abruptas devaluaciones, caídas de salarios, inflación, interrupción en el suministro de los bienes fundamentales y fuertes parates del sistema económico, para desgracia de la población. Hoy esta situación debe cuidarse y defenderse. También debe tenerse en cuenta que estos desequilibrios son estructurales. Luego de décadas de desindustrialización, el 85% de las compras externas son bienes de alto valor agregado. Esto muestra que no sólo se trata de cuidar el superávit global, sino que hay también un problema de déficit industrial que debe resolverse. La apuesta del Gobierno para equilibrar el balance comercial de los diferentes sectores económicos, podría generar beneficios a mediano y largo plazo para toda la sociedad. Entre otras cosas, permitiría avanzar en el desarrollo económico: crear más y mejores empleos (y de mayores salarios), extender la industrialización a otras zonas del país que todavía disponen de economías fundamentalmente primarias, y desarrollar sectores económicos que se hoy no están instalados en el país. La sustitución de importaciones, que permitiría producir en el país gran cantidad de bienes que hoy son traídos del exterior, adquiere una necesidad central para fortalecer y diversificar la estructura productiva nacional. Los productos manufacturados, que son los que agregan más valor, los que podrían generar gran cantidad de nuevos puestos de trabajo, y los empleos de mejor calidad, en buena medida, son importados. Estos productos se quedan con el 43% del mercado industrial local. De fabricarse en la Argentina, podrían generar un fuerte arrastre sobre otros sectores productivos y el empleo. El proceso de sustitución arrancó con fuerza el año pasado, se ha incrementado en el corriente y debe continuarse y sostenerse a futuro, tratando de reducir las dificultades que ocasiona a las empresas todo lo posible. Se necesita que el ahorro nacional y el excedente de divisas se destinen a ampliar la capacidad productiva local para sostener el crecimiento futuro a tasas elevadas. De no conseguirse estos cambios continuará sucediendo que las exportaciones argentinas sigan generando las divisas que, entre otras cosas, se usan para la compra de estos productos de alto valor. O que parte de la población se emplee en tareas de baja productividad para exportar bienes de bajo valor agregado, con cuyas divisas se adquieren productos industriales que dan empleo de alta calidad. Esta situación debe planificarse correctamente para poder modificarse. Implicaría un salto positivo para la Argentina. Santiago Solda Economista A.I.E.R.A. Bs. As., abril de 2011.-