8 aportes que puede hacer un cristiano al mundo, según San Francisco de Asís La característica que distingue a un cristiano de una persona de otras confesiones religiosas, es el amor verdadero. Este consiste en sentirse profundamente amado por Dios y amarle a Él sobre todas las cosas. De esta concepción de la vida se desprenden otras características como el perdón, la esperanza, la fe, la verdad, etc. San Francisco de Asís, en su «Plegaria simple», nos ayuda a reflexionar sobre la gran riqueza que tenemos quienes creemos en Dios y el aporte que podemos hacer al mundo iluminando las tinieblas con la verdadera luz de Jesucristo. La oración de San Francisco expone los 8 aportes que puede llegar a hacer un cristiano al mundo cuando es coherente con su fe y auténtico en sus obras: 1. «Donde haya odio, ponga amor» «Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen» (Mt 5,44) En medio de las guerras, de los conflictos bélicos entre países hermanos, en medio de la soledad interior, de la depresión, de los problemas económicos, el amor es la luz que disipa las tinieblas y trae la paz, la estabilidad. Pero, ¿quién puede traer el amor a mi vida? El único es Jesucristo. Sólo en él podemos amar en plenitud. Pero el cristiano que está unido a él tiene esa facultad también, de comunicar ese amor, porque “todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Juan 4,1) La próxima vez que percibas el odio, no olvides llevar el amor de Dios, así será Él mismo quien intervenga y disipe las tinieblas del mal. 2. «Donde haya ofensa, ponga perdón» «Si tu hermano peca contra ti siete veces, y otras siete te dice ‘Me arrepiento’, perdónalo» (Lc 17,4) Amigos que se engañan, parejas que son infieles, hermanos que se alejan, esposos que se divorcian, etc., todo esto se solucionaría con el perdón. El perdón necesariamente requiere comunicación, por eso Jesús se hizo carne, para de esta forma comunicarnos su amor, perdonarnos y llevarnos a la salvación. Te pregunto: ¿El perdón se ha hecho carne en ti? Si aún no has perdonado a quien te ofendió, descuida, estás a tiempo de hacerlo. Siempre es tiempo de perdonar. No olvides, primero comunicación y luego perdón, ya verás cómo las cosas en tu interior cambiarán absolutamente. 3. «Donde haya discordia, ponga armonía» «Miren cuán bueno y agradable es que los hermanos habiten juntos y en armonía» (Salmo 133,1) La discordia es enemiga de la concordia, su mismo significado lo expresa: «separación de corazones». Es normal tener diferencia de opiniones, pero no es normal que dos corazones se distancien por problemas, a veces, sin sentido. Nuestra sociedad parece promover la división, las redes sociales mal usadas contribuyen a esto, ya que si alguien me cae mal simplemente le elimino de mis contactos, de mi vida. Un cristiano no actúa así, él pone armonía y unidad donde no la hay. El cristiano une los corazones de los hombres para hacerlos uno en Cristo. «Un solo cuerpo y un mismo espíritu» (Efesios 4.4). 4. «Donde haya error, ponga verdad» «Padre, que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad» (Jn 17,17) El error nos lleva a acercarnos cada vez más a las tinieblas. Así como el odio engendra guerra, así también el error genera confusión. ¿Te sientes confundido, sin saber qué hacer? Es porque hay algo de error en tu vida. Entonces, ¿cuál es la solución? Simple: la verdad. ¿Y qué es la verdad? Esto mismo preguntó Pilato a Jesús hace 2000 años, y Jesús poco antes le había dado la respuesta: «Mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz» (Juan 18.37). Jesús nos dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14.6), si le escuchamos, si le recibimos, tendremos la verdad. Caso contrario, como sucede mucho, nos quedaremos sumidos en el error y en las tribulaciones que nos acechan. 5. «Donde haya duda, ponga fe» «La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1) Con la relatividad parece todo el mundo dudar de incluso las cosas más básicas. Vivimos sumidos en interrogantes que parecen no encontrar respuesta ni en la ciencia ni en la experiencia. Entonces, ¿has pensado en ponerle un poquito de fe a tu vida? La fe, si bien es cierto es un Don de Dios que concede a quien quiere, pero podemos pedirla todos. Lo típico: “es que yo me basto a mí mismo, no necesito de la fe” ¡Groso error! ¿Qué tienes tú que te hace prescindir de los demás, de Dios? ¡Mucho ego y poca humildad! El que es humilde sabe que no se basta a sí mismo, que necesita de los demás y de Dios. Darse cuenta de esto puede ser el inicio de un camino de fe que te llevará a disipar toda duda en tu vida. 6. «Donde haya desesperación, ponga esperanza» «Yo espero en el Señor con toda mi alma, confío en su palabra» (Salmo 130,5) Depresión, adicciones, crisis, problemas familiares, morales, sociales, económicos, para todo esto siempre se acude al psicólogo, a la ciencia. ¿Y Dios? ¿Puede Dios ayudarme a sanar mi alma, a cambiar? ¡Claro que sí! Para esto está la virtud teologal de la esperanza que poco recordamos y pedimos los católicos. Esta virtud nos hace confiar en Dios a pesar de las tribulaciones y dificultades de la vida. Podrán venir miles de conflictos, pero con el escudo de la esperanza nada de ello podrá quitarme la confianza en Dios. 7. «Donde haya tinieblas, ponga luz» «Vosotros sois la luz del mundo… brille así vuestra luz delante de los hombres, para que al ver vuestras buenas obras, den Gloria a Dios que está en el cielo» (Mt 5,14-16) La imagen de la tiniebla evoca oscuridad, desolación, tristeza y miedo. En cambio la imagen de la luz nos llena de vida, nos ayuda a ver bien y a distinguir objetos y colores a nuestro alrededor. ¿Qué pasaría si vivieras siempre en oscuridad? No podrías hacer nada. ¡Necesitas de la luz! Así mismo nosotros, todos, necesitamos de Dios que es la verdadera luz. Quien tiene a Dios en su alma es capaz de llevar la luz al mundo sumido en la oscuridad del placer al extremo, en la oscuridad del egoísmo, en la oscuridad de la avaricia, etc. Esa luz de Cristo sin duda que es necesaria hoy en día, no podemos permitir que se apague la llama que hay en nosotros. 8. «Donde haya tristeza, ponga alegría» «Estad alegres, os lo repito, estad alegres» (Flp 4,4) La tristeza no es ni buena ni mala en sí, dependiendo de la situación puede ayudarnos o desalentarnos. El exceso de tristeza jamás es bueno. Un corazón que está enamorado de Jesús, de su Palabra, de su Misión, no tiene por qué vivir en la tristeza. San Pablo se daba cuenta de esto y exhortaba a los filipenses a que siempre estuvieran alegres en el Señor, porque él es nuestra alegría total. El enamorado jamás está triste, solo cuando su enamorado o enamorada se aleja; caso similar pasa con los cristianos, siempre estaremos alegres mientras vivamos enamorados de Dios, y además tenemos todas las de ganar, ya que Jesús jamás se va de nuestra vida. Estos son algunos de los aportes que podemos hacer a la sociedad. Los cristianos tenemos un gran tesoro en la vasija de barro de nuestro corazón, basta tomarnos un poco de tiempo para encontrar lo bello que Dios ha sembrado dentro de nosotros. Amor, perdón, armonía, verdad, fe, esperanza, luz y alegría son cualidades que San Francisco de Asís hace ocho siglos atrás ya había experimentado en su vida. Pidamos al Señor que nos de estos ocho dones para que seamos lo que Dios quiere de nosotros: auténticos y verdaderos discípulos enamorados de su Persona, de su Palabra y de su Misión. H. Edgar Henríquez Carrasco, LC., en Catholic Link