CUIDAR CON CONOCIMIENTO Los profesionales de enfermería nos hemos implicado desde siempre y de modo decisivo en contribuir en todas aquellas transformaciones que, orientando el sector salud hacia una atención que responda a las necesidades de la población, permitan afrontar los nuevos desafíos y encarar el cuidado de salud de las personas con garantía de calidad. El cuidado integral, esencia de nuestra profesión, constituye un importante campo donde la enfermería tenemos innumerables oportunidades de contribuir a mejorar la calidad de vida de la población. Aprovechar éstas oportunidades representa un desafío a la vez que un espacio de desarrollo para construir el protagonismo de la enfermería en la atención de la salud. Razones para pensar que la enfermería puede y está llamada a adoptar un posicionamiento clave al respecto, lo constituyen tanto la magnitud que representamos en el conjunto de recursos humanos de los servicios asistenciales, como el volumen de los servicios que realizamos y la amplia variedad de situaciones de salud-enfermedad a las que damos respuesta así como el carácter eminentemente humanista de nuestra profesión. Las situaciones cambiantes de la sociedad, de las condiciones de salud y de la dinámica de los servicios nos obligan a una actualización permanente de nuestras competencias, al mismo tiempo que contribuye a transformar los 4 servicios. Pero nuestro verdadero poder reside en reforzar el cuidado como eje de nuestra práctica, del desarrollo de nuestra disciplina y del servicio ofrecido. Hablar de cuidado integral en enfermería significa hablar de capacidades, actitudes y conocimientos específicos, caracterizados por una comprensión integral de la complejidad del ser humano, que permiten considerar la individualidad de cada persona, valorar sus necesidades y crear el cuidado que de un apoyo efectivo; es darse cuenta de la existencia del “otro”, permitir la diversidad y comprender la singularidad; es facilitar la propia expresión y la participación en salud mediante la toma de decisiones informada y compartida; es, en definitiva, garantizar la reciprocidad del encuentro humano. Se cuida, en definitiva, reconociendo y respetando al otro y a sí mismo, con compromiso y presencia auténtica, constituyendo el cuidado una vivencia única tanto para quien la recibe, como para quien lo brinda. Se cuida respondiendo en forma ética, con sensibilidad, creatividad y conocimiento; como hicieron nuestros compañeros Domingo Peralta y Luisa Torres, enfermeros que dedicaron lo mejor de sí mismos a cuidar y que durante su vida profesional dejaron muestras más que suficientes en su práctica clínica de lo que es cuidar, implicarse y darse a los pacientes. Mª Pilar Tortosa Ruiz INQUIETUDES Nº 34 • ENERO-ABRIL 2006