Lectura Nº5

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UNIDAD 3
Lectura N° 2
PRINCIPIOS DE FONIATRÍA
NAIDICH
CÓMO EVOLUCIONA LA VOZ CON LA EDAD
1.
2.
3.
Muda de voz.
Menstruación, menopausia.
Voz senil.
Para comprender las patologías que sobrevienen con la evolución biológica, es
preciso conocer cómo es la evolución normal.
El primer sonido laríngeo es el grito agudo y penetrante del recién nacido. Este,
su primer intento de comunicación, es notablemente resistente:
el
niño
normal llora con llanto agudo, sin que sobrevengan trastornos vocales. Por ello
la pediatría considera un síntoma llamativo una voz de infante velada, una señal
de alarma que debe cuidarse y controlarse.
En la primera y segunda infancia, varones y mujeres tienen la misma extensión y
timbre vocales. Hay sopranos y contraltos tanto en uno como en otro sexo. La voz es
pobre en armónicos (voz blanca) y, por lo general con tendencia al agudo.
En el varón, el crecimiento de la laringe, muy marcado, coincide con la aparición
de los caracteres sexuales secundarios (primer bozo, vello, etc.). En la laringe se
producen cambios notables, palpables externamente, con el desarrollo del cartílago
tiroides, a nivel de la nuez de Adán.
En el niño, la nuez de Adán no se palpa, la epiglotis es corta, caída y poco móvil;
la laringe, tiene una posición alta y sus músculos intrínsecos están poco desarrollados. Al acercarse al período de pubertad, profundas modificaciones
intervienen en la estructura y función laríngea, bajo la influencia directa o indirecta de
las hormonas sexuales.
Toda la laringe desciende y se ensancha, así como la porción lipofaríngea de las
cavidades de resonancia; las cuerdas vocales se alargan varios milímetros. Todo esto
produce un desplazamiento de la voz hacia los graves (a veces, hasta una octava
musical por debajo de la voz infantil), un aumento en el volumen, en la resonancia y
en los armónicos; se pierde la voz blanca y el falsete, para adquirir las características
típicas cae la voz masculina (voz de pecho).
El proceso de la muda o mutación de la voz suele producirse entre los 14 y 16 años
en el varón, en que el crecimiento de la laringe provoca un sonido discordante, a veces
grave y luego agudo.
En algunos casos la laringe crece, pero la voz persiste en su sonido agudo e infantil,
en general con uso de falsete. Se trata de casos de falsa muda, en que los órganos
fonadores no se han adaptado al cambio y la laringe tiene tendencia a permanecer alta.
Este trastorno no es una patología y con ejercitación reeducativa, muy rápidamente se
logra el descenso vocal respectivo.
En la mujer, la mutación suele adelantarse 1 o 2 años a la del varón; el
desplazamiento no supera los 2 o 3 tonos, y el proceso es casi imperceptible.
La menstruación, en general, no produce cambios vocales notables. En algunas
mujeres, sin embargo, se pueden observar cuerdas vocales congestivas, pérdida de
armónicos y sensaciones de dificultad en la emisión.
Es alrededor de los 35 a los 40 años en que la voz llega al máximo de su extensión
y potencia, y luego permanece estacionaria hasta una edad que varía de un individuo a
otro, en que comienza a declinar, conjuntamente con el proceso biológico normal.
En la mujer la menopausia repercute con más intensidad que en el hombre. Se
produce en general un desplazamiento de la tesitura hacia los graves, pudiendo
descender entre dos y cuatro tonos. Este descenso aparece antes en la voz cantada que
en la hablada.
En el varón la tesitura se mantiene sin variaciones por un periodo más largo, en
relación con la mayor duración de la función sexual.
En la mujer, además del descenso con pérdida de los tonos agudos topes de su
tesitura, se altera el timbre, la potencia disminuye, la mezza-voce se hace más difícil y
el vibrato puede ser excesivo.
Estas trasformaciones vocales son explicadas por las alteraciones que la edad
avanzada provoca en los órganos f'onadores: la caja torácica se endurece, los cartílagos
costales se osifican, los músculos disminuyen su tono, las articulaciones se vuelven
rígidas, las mucosas de las vías respiratorias son menos elásticas y más sensibles a
enfriamientos e infecciones. Es obvio que el proceso fonatorio óptimo se ve
obstaculizado, disminuido en su rendimiento sonoro.
Esta decadencia es tanto más lenta y tardía cuanto más sólida sea la salud general
del individuo y cuanto más prudente haya sido en el uso y entrenamiento del órgano
vocal. Cuando el comienzo es brusco, quedan pocos recursos terapéuticos.
Sería prudente que estos cantantes redujeran sus actuaciones, se adaptaran
inteligentemente a sus nuevas condiciones anatómicas y funcionales, modificaran, si es
posible, su repertorio y defendieran su patrimonio vocal residual con la ayuda de una sólida técnica y, de una acertada impostación.
Si esta defensa es insuficiente, deberían interrumpir a tiempo su carrera activa para
volcar su experiencia en la enseñanza del canto.
Muchas veces una claudicación de esta naturaleza exige apoyo psicoterapéutico
para prevenir estados depresivos graves.
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