LAS VICISITUDES DE LOS INSTINTOS (1) Por Richard Sterl~a (Detroit) El psicoanálisis ha establecido que los instintos no son solamente fuentes orgánicas de excitación, de cuya eliminación se hallará encargado el aparato mental. Debemos considerarlos además como factores que intervienen en la creación de toda nuestra vida mental, y como fuente de energía, que, bajo distintas formas, aparecen en el origen de las más diversas manifestaciones psíquicas, siempre que su virtualidad no haya sido anulada por una satisfacción directa. Freud ha denominado las. diversas transformaciones de los procesos instintivos que no han obtenido una satisfacción directa "las vicisitudes de los instintos". La tarea general de la psiqué consiste en el control de los estímulos. Poniendo en función los medios adecuados, la psiqué trata de enfrentarse con las excitaciones específicas, o dicho de otro . modo, de descargar las energías que el estímulo ha introducido en el aparato mental. Resulta claro desde el comienzo de nuestra exposición que el psicoanálisis tiene un concepto dinámico de la vida mental. Freud descubrió que en el dominio de la psiqué al igual de lo que ocurre en el mundo físico, los procesos son más comprensibles, si nos damos cuenta de las fuerzas que las originan o producen sus manifestaciones. El lector se habrá acostumbrado a nuestro concepto por el frecuente uso que hemos hecho, para la descripción de procesos psíquicos, de términos sacados de la dinámica. Usamos en el psicoanálisis términos tales como energía psíquica, juego de fuerzas, catexis, descarga de energías, acumulación de energías para designar cantidades de energías y hacer más factible la comprensión de los procesos mentales. El principio fundamental de la física, la ley de la conservación de la energía debe ser aplicada también a la energía psíquica. El psicoanálisis no puede dar una definición terminante de lo que pueda ser esta energía; usamos el término energía como hipótesis de trabajo, del mismo macla (1) Véase "Revista de Psicoanálisis", NQ 4, pág. 671. vol. /1, N9 2, pág. 257, vol. /1, N9 3, pág. 484 Y vol. n, 150 REVISTA DE PSICOANALlSIS que en física. Puede decirse, sin embargo, que es algo más que una hipótesis de trabajo, ya que los conceptos de fuerza y efecto son conocidos para todo el mundo como resultado de las propias experiencias psíquicas de cada uno. El concepto de la energía psíquica es indispensable para aclarar las distintas manifestaciones psíquicas y los procesos en que éstas descansan. Los estímulos que llegan a la psiqué desencadenan en primer término, una serie de reacciones intrapsíquicas, especialmente de carácter emocional, provocando después manifestaciones somáticas; es de presumir que estos fenómenos psíquicos y somáticos, en la forma de afectos y acciones, originados por un estímulo, producen una descarga de la energía introducida por ese estímulo, algo así como sucede en el acto reflejo. Sin embargo, en .esta descarga de estímulos no siempre se puede reconocer inmediatamente el arco reflejo mental, a causa de la complicada estructura del aparato psíquico y de las distintas influencias ejercidas por experiencias psíquicas pasadas y presentes. A veces un estímulo obra como un "trinquete", porque provoca la descarga de mucho más energía que las introducidas. Sin embargo, "el reflejo sigue siendo el modelo de toda actividad psíquica" Cuando un estímulo sexual alcanza la psiqué, sigue a ello una descarga de e). energía por varias actividades sexuales, como el chupeteo, procesos anales o de una u otra índole, o actividades de carácter genital. Además de la satisfacción física en la zona erógena, debemos considerar también, como medios de descargar energías libidinosas, las reacciones psíquicas a los estímulos sexuales, tales como los afectos y las emociones concomitantes. El afecto es un fenómeno muy complejo, producido por funciones específicas glandulares y musculares y la percepción de las inervaciones, acompañado todo por un sentimiento de placer o dolor. La producción de estos afectos .(tristeza, alegría, pena, disgusto, vergüenza, etc.) significa la descarga del estímulo psíquico que ha causado el afecto, vale decir, que se produce la eliminación de la energía psíquica introducida por el estímulo causante del afecto. La regulación de los procesos del aparato psíquico y por consiguiente la regulación de las acciones y de los procesos afectivos que aparecen en 'la psiqué o en ella se originan, se efectúa de acuerdo con una tendencia 'psíquica fundamental; es ésta el deseo de la psiqué de estar en equilibrio (1) FREUD, S.: Obras completas, pretación de los sueños, 11. Editorial Americana, Buenos Aires, tomo VII, La inter- LAS VICIS1TUDES DE LOS lN5TlNTOS 151 o de recuperarlo. Formulado en términos de dinámica psíquica, esto significa que el aparato psíquico no quiere tolerar ninguna acumulación duradera de energía dentro de sí mismo. Todo aumento de energía es percibido por el yo como pena o displacer, mientras la descarga o eliminación de energía acumulada son sentidas como placer. La liberación de energía sexual acumulada ofrece, en el acto sexual del adulto, el mayor placer, que pueda experimentarse. Pero también la descarga por procesos afectivos produce un efecto placentero, como podemas ver en las manifestaciones de alegría, por el alivio experimentado por el llanto en un estado doloroso o después de un arranque de ira. Se ha dado el nombre de "principio de placer" o "principio de placer y displacer" al mecanismo regulador por el cual el aparato psíquico trata de evitar el aumento de tensión y de dolor, y de liberarse, tan pronto como sea posible, de las inevitables acumulaciones de energía, con la consiguiente obtención de placer. Este principio se aplica a casi todas las manifestaciones psíquicas, ya que éstas deben ser consideradas como descargas que siguen a la acumulación de energía psíquica y son reguladas por el placer y el displacer. El principio de placer se modifica con la maduración de la psiqué. El niño pequeño aprende que muchas descargas placenteras de energía pueden conducir a un aumento de energía en forma de un estímulo de consecuencias desagradables. Es así como renunciará a ciertas satisfacciones, como al chupeteo o a la retención de los excrementos o la evacuación en un lugar o en un momento que pueda enojar a su educador, porque ya ha hecho . la experiencia de que estas satisfacciones son seguidas por dolor en forma de castigo o de una privación de cariño. El niño se acuerda del dolor de castigo y cuando siente el estímulo de una satisfacción prohibida, reacciona con el temor, y esto le impide buscar dicha satisfacción. Por otra parte, la anticipación de una satisfacción instintiva puede ayudar al niño a tolerar un dolor para conseguir una recompensa posterior, así por ejemplo, cuando se somete al examen del médico o del dentista. De este modo las experiencias modifican el principio de placer original, en tanto la realidad ha sido tomada en cuenta. Esto significa una disminución de la satisfacción directa e inmediata, pero evita experiencias penosas posteriores. Llamamos a esta modificación del principio de placer "principio de realidad". La sede de este principio es el yo. El objeto de la educación es la formación y elaboración del principio de realidad dentro del aparato psíquico. l52 REVISTA DE PSICOANALlSIS ¿Qué acontece cuando los instintos y su energía no logran una descarga modificada? Esto puede suceder por circunstancias exteriores, por ejemplo, por la falta de un objeto adecuado y por razones internas, si la satisfacción instintiva puede resultar un dolor aún mayor que el producido por una persistencia de tensión instintiva. La tensión instintiva puede ser disminuída por un camino indirecto. La adaptabilidad y la plasticidad de los instintos sexuales permite una descarga modificada. Un objeto permitido puede subsistir a otro prohibido. Un fin instintivo inalcanzable o prohibido puede convertirse en su contrario; Freud denomina los distintos sustitutivos de la satisfacción instintiva "vicisitudes del instinto" y los divide en cuatro grupos. El fin instintivo inalcanzable puede convertirse en su contrario, y esta satisfacción invertida puede eludir las consecuencias nocivas que hubiera ocasionado la satisfacción directa; esto, por supuesto, se refiere tan sólo a los instintos que requieren un objeto para su satisfacción y que aparecen por parejas de ins-. tintos opuestos. Denominamos a este proceso transformación en lo contrario. Lo demostraremos por un ejemplo' sencillo. Es mucho más fácil para un niño lograr ser pegado, que satisfacer sus deseos de pegar a alguien. No necesita más, para alcanzarlo, que portarse mal. Habitualmente es el fin instintivo activo el que se convierte en su contrario. Pero este proceso puede ocurrir también al revés, por ejemplo, cuando una niña ha sido amargamente defraudada en su amor pasivo hacia el padre y trata entonces, o más tarde, de dominar, con más o menos éxito, a los hombres, actuando ella misma como tal hombre y forzándolos a jugar un papel pasivo. La transformación del fin instintivo en su opuesto se realiza, como en este ejemplo, por la identificación con el objeto del deseo insatisfecho. El masoquista, por ejemplo, puede gozar del placer de pegar, identificándose con la persona que le pega: por esta identificación se convierte hasta cierto grado en el agresor y goza indirectamente del placer de pegar. Es difícil separar la segunda vicisitud de un instinto -la vuelta contra sí mismo- de la primera. Si, por ejemplo, un deseo sádico dirigido contra un objeto no puede ser satisfecho, puede ser dirigido contra el individuo mismo y se convierte así en masoquístico, Reconocemos que la retirada de una tendencia libidinosa de la representación objetiva y su establecimiento en el yo aumenta la catexis narcisística y la libido objetiva se transforma en libido narcisística, como ocurre en el caso de la identificación. Para alcanzar LAS VICISITUDES DE LOS INSTINTOS 153 el fin instintivo, ahora pasivo, un nuevo objeto activo será elegidlo y el individuo goza, identificándose, del placer activo de éste. El instinto escoptofílico puede, del mismo modo como el sadismo, ser dirigido contra sí mismo y el fin se convierte de un deseo activo, el de mirar (eseoptofilia), un deseo pasivo, el de ser visto (exhibicionismo). en En las transformaciones de fin instintivo en su contrario o en la vuelta contra sí mismo, la energía se descarga por vías indirectas. Este camino de descarga se elige porque la psiqué desea a toda costa eliminar la tensión, siguiendo el principio de placer.· En otras palabras, la mente se esfuerza en descargar la energía acumulada. Si la descarga directa se hace imposible a causa del principio de realidad, es decir, por una anticipación del dolor que podría resultar como consecuencia de la descarga, la psiqué busca su satisfacción por un camino indirecto. Estas vías indirectas son las que hemos llamado vicisitudes instintivas, y la tercera de ellas es la sublimación. La sublimación es el proceso por el cual un instinto abandona su objetivo original porque, por el principio de la realidad, la satisfacción podrá originar displacer. Entonces el instinto elige un nuevo fin, permitido por el principio de la realidad y por el yo, porque es aceptado por la sociedad y de un valor más elevado. Este desplazamiento del fin instintivo ocurrido en la sublimación, indica la plasticidad característica del instinto sexual y es el resultado de la flojedad de los lazos que unen al instinto sexual con su objeto. Tenemos un ejemplo sencillo de la sublimación, cuando el niño abandona el juego con excrementos para dedicarse a un juego creador con plastilinas. El juego placentero con los excrementos, que era un juego prohibido, ha sido causa de molestias. Con la plastilina el niño continúa la misma actividad instintiva, pero ha elegido una sustancia parecida a los excrementos y permitida por el educador. La distancia que separa el objetivo sublimado del primitivo fin instintivo es variable. En la sublimación del fin sustitutivo ostentará algunas de las cualidades del objeto original del placer, como en el ejemplo del juego con plastilina, en otros el camino de la nueva satisfacción será mucho más sutil y menos directo. Si consideramos, por ejemplo, la actividad científica como sublimación del ansia de conocimiento, de carácter sexual, que caracteriza al niño, la conexión con la satisfacción original instintiva es muy lejana e indirecta. Cuanto mayor es la desviación con respecto al fin instintivo original, tanto menos intenso será el placer de la satisfacción, porque el 154 REVISTA DE PSICOANALlSIS grado de la sensación placentera depende del decrecimiento de la tensio: y de la rapidez con que ese decrecimiento ocurre. Las desviaciones má remotas de los fines instintivos sexuales son aquellas en que las energía instintivas se hallan tan completamente desexualizadas, que no se puede reco nacer más la conexión con el fin original. Tenemos que suponer que exist dentro del aparato psíquico una reserva constante de energía desexualizads a disposición del yo, la cual se utiliza para aumentar las distintas catexis También el proceso de pensar se desarrolla por el desplazamiento de canti dades pequeñas de energía libidinosa, completamente alejadas de su fin ori ginal y por eso debemos considerarlo como un proceso libidinoso. Las ten dencias pregenitales de la infancia y las fuerzas genitales de la pubertad ~ adolescencia son las más fácilmente sublimadas. Las tendencias genital e del adulto son más rígidas en su fin instintivo y por eso pueden ser subli madas solamente en pequeñas cantidades. La importancia del proceso de sublimación para los distintos fines cul turales, así como para la adaptación social, la cooperación humana, el tra bajo de la autoconservación del individuo, difícilmente se pueden sobre estimar. Sin esta capacidad, de sublimación nunca hubiera alcanzado el géne ro humano esa superioridad sobre los animales de que tanto nos enorgulle cemos. Debemos esta cultura a la plasticidad del instinto sexual, manifiest: en sus vicisitudes. La cuarta vicisitud instintiva es la represión. Es muy frecuente y S\ proceso tiene una importancia enorme en el origen de la neurosis. En 1: represión la catexis psíquica es retirada die la idea que representa la tendenci: instintiva en la conciencia. De esta manera la idea representativa es obli terada en la consciencia; se hace inconsciente. La cantidad de energía y dI afecto es por eso completamente removida. Podemos suponer que la energí: así alejada y completamente retirada de la idea contribuye a la creación ) al aumento de la energía desexualizada, no específica, que el yo pudo usa! entonces para otras catexis. A menudo la represión de una tendencia instin tiva no logra pleno éxito y es mantenida con gran dificultad y gasto de energías, porque la cantidad de energía perteneciente a la tendencia instin tiva trata constantemente de penetrar en el yo, para lograr su descarga. Se necesita entonces contracargas psíquicas que denominamos contracatexis para alejar la idea de la conciencia e impedir que la energía logre su descarg: por esta vía. Las cantidades energéticas de afecto incompletamente repri- LAS VICISITUDES DE LOS INSTINTOS .midas se desplazan frecuentemente 155 por las vías asociativas de los pensamien- tos y sentimientos y pueden adherirse al final a ideas admitidas por la conciencia, para lograr así una descarga indirecta. Si la censura del yo se da cuenta de esto, busca impedir que la idea nuevamente cargada logre su descargada, y para ello la reprime una vez más. Si un impulso reprimido quiere forzar su descarga, a pesar de la oposición del yo, solamente puede obtener éxito, desfigurándose hasta cierto punto. Esta clase de descarga implica displacer para la conciencia. La satisfacción instintiva que, de este modo, por la oposición de la personalidad consciente, resulta penosa, es el síntoma neurótico. La parte de la psiqué en que suponemos a las tendencias instintivas constantemente mantenidas bajo represión, es llamada lo inconsciente o el ello. La existencia de tendencias incompletamente reprimidas cuesta constantes esf~rzos y gastos de energía a la psiqué y contribuye en gran parte al desasosiego psíquico, característico del género humano. Para poder comprender el mecanismo de la represión, nos falta exponer la relación existente entre la angustia y la libido. La estrecha relación entre ambas fué observada por Freud. Descubrió que ciertas prácticas sexuales y particularmente genitales tienen un efecto dañino si interrumpen y retardan el proceso libidinoso genital, porque impiden la descarga de la energía libidinosa genital. Este efecto dañino se manifiesta en forma de angustia, particularmente en el caso del coito interrumpido, si la reacción orgástica final es impedida o perturbada o si una excitación intensa no encuentra satisfacción. Este descubrimiento tenía gran importancia terapéutica, porque la angustia desaparecía por la eliminación de la práctica dañina. Freud supuso que la libido no descargada se transforma en angustia y es la causa de ésta. Experiencias clínicas parecen justificar la teoría de que, bajo ciertas circunstancias, la libido puede transformarse en angustia. Sin embargo, más tarde Freud descubrió que para la comprensión de ciertas manifestaciones psíquicas se debe suponer la existencia de otra relación, ya no directamente causal entre la libido y la angustia. El síntoma predominante de cierta forma de histeria, la llamada histeria de angustia (fobia) es la angustia. En esta enfermedad el temor a objetos queridos o a los deseos prohibidos que ellos inspiran se desplaza a animales, lugares u objetos inanimados. Hay que suponer que en estos casos la angustia no es causada por la libido, sino que el yo teme la tendencia libidinosa peligrosa y que la angustia, con la intensa sensación de 156 REViSTA DE PSiCOANALlSIS displacer a que da lugar, es utilizada para bloquear el proceso libidinoso. Las energías libidinosas exigen su descarga por vía de emociones y acciones. Solamente el yo tiene acceso a estas partes del aparato mental que crean emociones y acciones, es decir, a la afectividad y motilidad. El yo, por otra parte, tiene la función de conectar la personalidad con el mundo exterior, es decir, con la realidad. Es la sede de la conciencia. Regula la descarga de los instintos en concordancia con el principio de la realidad, eso es, 'en conformidad con los recuerdos de las experiencias anteriores, almacenados en el yo. Muchos procesos libidinosos no pueden ser admitidos por el yo en vía de maduración, porque entran en conflicto con el principio de la realidad. Ya el niño pequeño se ve impedido de masticar y devorar objetos, de orinar y defecar cuando quiera o de satisfacer sus deseos genitales o exhibicionistas con los padres, porque, gracias a nuestras precauciones de orden educacional, estas satisfacciones instintivas son seguidas por consecuencias desagradables que impiden al niño darles riendas sueltas. ¿Cómo impide y evita el yo el desarrollo de procesos indeseables? Da una señal, que actúa como advertencia, cada vez que surge un instinto peligroso. Esta señal es la angustia, y es tan penosa, que causa la inmediata represión del instinto peligroso. La represión tiene el efecto de una acumulación de energía en el yo, que éste utiliza luego como contracatexis contra las exigencias libidinosas nacidas de los apremios del instinto sexual. Aun cuando la angustia misma es, a veces, el resultado de un proceso .libidinoso inhibido, representa el medio más efectivo para impedir el desarrollo de los procesos libidinosos. T eniendo en cuenta que la mayoría de éstos no pueden alcanzar su último fin de satisfacción adecuada por la oposición del yo, y que el número de tendencias reprimidas es tan elevado en comparación con las admitidas, los procesos conscientes del yo han sido asemejados, aunque con cierta exageración, a una isla en comparación con la inmensidad oceánica de lo inconsciente o del ello, que es el asiento de las tendencias reprimidas. Estas tendencias intentan constantemente, en proporción a la cantidad de energía que poseen, influir y modificar las reacciones permitidas del yo para conseguir así su propia descarga, Corrientes de energía pasan constantemente del inconsciente a la conciencia y nos empujan, sumándose a nuestros sueños y errores, a actos de importancia diversa que cometemos sin darnos cuenta die la satisfacción prohibida que se esconde LAS ViCiSiTUDES DE LOS INSTINTOS 157 detrás de los motivos manifiestos. Gran cantidad de los procesos libidinosos no tolerados por el yo son descargados en forma moderada por la sublimación; la transformación del fin instintivo en su contrario o su vuelta contra la propia persona sirve como descarga indirecta. La descarga completamente exitosa de rodas las energías sexual-genitales en el acto sexual representa un formidable alivio para el aparato mental y evita la regresión a fuerzas instintivas pregenitales. Por eso la angustia es, por lo general, la señal de peligro emitida por el yo en concomitancia con el omnipotente principio de placer y displacer, para impedir procesos libidinosos y .lograr su represión. REPETICION COMPULSIVA E INSTINTO DE MUERTE Si investigamos las manifestaciones psíquicas y particularmente los actos de los hombres, encontraremos motivos conscientes que son reales y otros sólo aparentes, que llamamos racionalizaciones. El análisis encuentra en el fondo de estas racionalizaciones tendencias instintivas prohibidas, que son las fuerzas motivan tes de estos actos. Parece, sin embargo, que algunas manifestaciones mentales no están sometidas a la regulación del principio de placer y displacer en la psiqué. A veces una persona provoca la repetición de acciones y experiencias de carácter, indudablemente penosa para ella y el análisis más esmerado no puede encontrar motivo placentero adecuado. Así sucede que alguien se encuentra una y otra vez en la misma situación penosa, por ejemplo, en una dependencia torturante de un objeto libidinoso que es incapaz de causarle ninguna satisfacción; el goce masoquístico no es suficiente como motivo. El análisis puede demostrar que el establecimiento de esta situación penosa es la repetición de una vivencia similar en la infancia. Freud considera que estas repeticiones nos obligan a atribuir al aparato psíquico una tendencia general de repetir lo que hasta ahora ha sido experimentado. Denomina esta tendencia repetición compulsiva. El fundamento orgánico de la repetición compulsiva ha sido menos explorado que el del instinto sexual. El pasaje por las distintas etapas de la evolución orgánica de la especie humana durante el proceso del desarrollo individual del ser humano (ley biogenética) puede considerarse como un proceso orgánico paralelo a la repetición compulsiva en el dominio mental. El concepto de la repetición compulsiva está ligado a la teoría de los instintos solamente en la 158 REVISTA DE PSICOANALlSIS medida en que, en la base de todo instinto, y siguiendo a Freud, el anhelo de volver a una situación anterior, libre die tensión. se halla Este concepto de impulso tendiente a restablecer condiciones .res se refiere también al instinto de agresión, es decir, a la acción violenta contra objetos del mundo exterior, que, en el sadismo, se con libido y es sentida como placer, sensual. El hecho de que anteriohostil y .combina todo ser humano está condenado a morir, o en otras palabras, a sufrir una destrucción completa, tiene, según Freud, una conexión causal con la agresión que en todos se manifiesta contra los objetos del mundo exterior. Freud formuló la hipótesis de que existe en todo ser humano una tendencia a la autodestrucción, un impulso instintivo hacia la muerte, que es, en el fondo, la consecuencia de la nostalgia omnipotente de una condición completamente libre de tensiones. Freud llama a esta tendencia, instinto de muerte. Su fin es recuperar la condición anterior, porque todo lo que vive proviene de lo inorgánico, de lo inanimado. Cada célula individual del organismo es la sede de este instinto no erógeno, cuyo deseo de auto destrucción, más tarde o más temprano, logra ser satisfecho. La libido, que protege la. vida y cuyo fin es siempre lograr placer, liga las tendencias del instinto de muerte, las une al organismo animado, haciendo derivar el impulso peligroso de las tendencias de muerte hacia el mundo exterior. Las agresiones dirigidas ::11exterior, tienen, por su conexión con el Eros, el efecto de aliviar la tensiÓn y son experimentadas así como placenteras; esta agresión erótica es el sadismo. Éste nos libera de este modo, de la tendencia a la auto destrucción y es así como la necesidad de autoconservación nos hace comprender el hecho de que los seres humanos lleguen, a menudo, a dañar y destruir. objetos, mucho más de lo que les exige la lucha por la existencia. La vuelta del instinto de muerte contra sí mismo,en el masoquismo, su acumulación mediante la creación de la conciencia y en la forma de sentimientos de culpabilidad, son ejemplos de las distintas transformaciones y cambios operados en los procesos psíquicos, por obra del instinto de muerte y por los esfuerzos que, contrarrestando el poder de éste, realiza el Eros, para postergar el cumplimiento final de la necesidad interna de morir. U na exposición más acabada de la teoría de Freud sobre el instinto de muerte, que todavía es materia de discusión, se halla fuera de los límites de una introducción a la teoría de la libido. ,Ha sido intención del autor demostrar lo difícil que resulta la corn- LAS VICISITUDES DE LOS INSTINTOS 159 prensión de las manifestaciones psíquicas, aun desde un punto de vista relativamente unilateral, como lo hemos hecho en esta investigación sobre la libido, en la cual fueron deliberadamente admitido otros aspectos de estas manifestaciones, tales como la evolución del yo, la influencia del superyó, los mecanismos de defensa, etc. Las manifestaciones mentales son tan múltiples, y son el resultado de tendencias tan distintas -a menudo contradictorias~ que aun una exposición limitada a un único principio de sistematización, como loes la teoría de los instintos, tiene que resultar complicada. Sin embargo, la teoría de Freud de la libido se ha hecho indispensable para todo intento de lograr una comprensión más profunda del material psíquico. Ningún intento de acercamiento a los problemas psicológicos será válido ya si se quiere prescindir die ella. Traducido del inglés por MARIE LANGER.