El desarrollo intelectual y emocional en el aula: la práctica (1ª parte) Si hay acuerdo sobre la importancia - creciente – del desarrollo afectivo / emocional en la escuela, ¿cómo pueden traducirse en la práctica las ideas sobre desarrollo intelectual y emocional de los niños? El examen de las prácticas educativas debe considerar una serie de factores, como el ambiente de aprendizaje - es decir, las condiciones generales de la sala de clases que favorecen el desarrollo del niño -, considerando tanto factores intelectuales como emocionales. Otro aspecto importante, del mismo nivel que el ambiente de aprendizaje dice relación con los contenidos del aprendizaje: ¿Qué se puede aprender? ¿Cuándo enseñarlo? ¿Cómo enseñarlo? Aquí subyace un punto de vista muy importante: toda la actividad de la unidad educativa, todos los contenidos educativos, las formas de enseñar, las formas de evaluar, en suma, todo el currículo se vincula con el desarrollo emocional. El ambiente de aprendizaje Los estudios realizados en distintos países revelan que en los resultados obtenidos por los alumnos el ambiente de aprendizaje tiene generalmente tener mayor influencia que los programas de estudio. Está claro que los programas de estudio constituyen un medio y no un fin. Debemos acostumbrarnos a asignarles un nivel de relativa importancia... ¿qué es un buen programa de estudios? El mejor programa de estudios, ¿garantiza buena calidad del aprendizaje? No, pero ciertamente ayuda. Con todo, las sugerencias que se plantean para la realidad chilena no son fáciles de seguir, sobre todo si se considera, todavía, cierta rigidez de planes y programas, con exigencias excesivas de ‘contenidos’, escasez de material, poca comodidad para organizar grupos de trabajo al interior del curso, y exceso de alumnos por curso. Necesidad de métodos activos Lo que puede aprender un alumno depende de su nivel de desarrollo intelectual, es decir, de la etapa en que se encuentra. Hasta la aparición del pensamiento operativo formal, el pensamiento depende de las interacciones con el medio. Entonces, hay que promover estas interacciones. El conocimiento no se transmite al alumno; éste adquiere el conocimiento reconstruyéndolo para sí mismo, a través de su propia actividad. Esto implica sacar al profesor de su rol tradicional de fuente de conocimiento, con una metodología frontal, y darle una función más importante: el profesor debe organizar actividades apropiadas y formular preguntas que hagan reflexionar al alumno profundamente sobre sus conclusiones iniciales. El profesor debiera plantear el problema… pero los alumnos 1 debieran tener la libertad para abordarlo como mejor les parezca. El profesor, como mediador, intervendrá observando, formulando y contestando preguntas -pero no dando las respuestas -, ni tampoco dirigiendo la actividad del alumno. Para que cada alumno pueda progresar a su propio ritmo, la dirección y organización de la clase debiera orientarse más hacia la persona que hacia el grupo en su conjunto, cuestión, obviamente, difícil de acometer cuando hay 40 alumnos en la sala. Desarrollar la motivación Existe una motivación extrínseca, que proviene de fuera de la persona, y una motivación intrínseca producida dentro de la persona. En la escuela, la motivación extrínseca suele tomar la forma de premios o castigos para determinadas formas de comportamiento. Pero las conductas premiadas o castigadas varían bastante de una sociedad a otra. La motivación intrínseca dice relación con el esfuerzo personal para satisfacer sus necesidades, donde, por cierto, algunas son más importantes que otras. Para la mayoría de las personas, la confirmación de la propia estimación, como la aprobación del trabajo realizado y el sentirse miembro integrante del grupo, es una necesidad muy importante. Piaget afirma que el intelecto funciona por el placer de funcionar. La satisfacción de la curiosidad y el interés actúan como motivaciones intrínsecas de la actividad intelectual... siempre y cuando no contestemos nosotros – como profesores - todas las preguntas. La mejor manera de estimular la curiosidad, el interés y el agrado o satisfacción es ofrecer a los alumnos las oportunidades adecuadas para satisfacer esas necesidades, porque las motivaciones intrínsecas pueden auto reforzarse y ser más duraderas que las motivaciones extrínsecas. Esto, para el niño, significa que ‘cuanto más consigue, más desea’. ¿Qué aspectos ambientales pueden ayudar a promover la motivación intrínseca? En primer lugar, hay que ofrecer a los alumnos oportunidades de participación activa, no sólo para realizar una actividad sino también para elegir y planificar lo que quieren hacer. La participación activa será tanto material como intelectual y también social, porque los niños, espontáneamente, comentan entre ellos sus trabajos y sus ideas. A lo sumo aquí el papel del profesor será encauzar adecuadamente los comentarios, para que todos tengan oportunidad de expresarse, sin que nadie monopolice la palabra. La participación activa alimenta las necesidades del niño y estimula su motivación, y constituye – de paso -, un aspecto fundamental de su propio desarrollo intelectual. Los niños, cuando tienen oportunidades, eligen los materiales y los problemas asociados a sus propios intereses y a su medio natural. Cuando un profesor toma decisiones sobre lo que harán sus alumnos, encuentra más motivación si apela a los intereses naturales de los educandos. 2 En el ámbito escolar muchos alumnos se interesan activamente por las actividades; otros, en cambio, tienden a ser pasivos. Esta pasividad puede ser reforzada si se promueve un apego al aprendizaje por imitación o si se niega a los niños la posibilidad de formular preguntas. Los alumnos acostumbrados durante años a ser receptores pasivos de información, tienen, necesariamente, una fuerte tendencia hacia la pasividad. En nuestra cultura escolar, durante años la escuela destacó al niño tranquilo, ordenado, que escucha aparentemente con interés y que toma apuntes. Si además, es ‘aplicado’, esto es, aprendía muy bien las lecciones, repitiendo las cosas tal como las dictaba su profesor, tanto mejor. Este alumno, producto de una enseñanza frontal, obviamente que ve fomentada su pasividad. Los propios profesores suelen tener dificultades para abandonar las pautas tradicionales de enseñanza. Muchos se manifiestan escépticos sobre las aptitudes de sus alumnos para adquirir nuevos intereses y tener fuerte motivación personal. ( ... No tienen interés... sólo les interesa el fútbol... son desordenados... dicen algunos profesores). Las explicaciones para justificar este punto de vista son sobradamente conocidas: el profesor carece de estímulos profesionales, tiene bajos sueldos, debe hacer muchas horas de clase, los cursos son muy numerosos, etc. Sin embargo, los profesores que han ensayado nuevos métodos han encontrado que son un fuerte aliciente para los alumnos. Además, descubren que los niños son capaces de desplegar mucha más iniciativa e imaginación que la que los propios profesores esperaban. Los profesores que dejan la iniciativa a sus alumnos encuentran que la satisfacción de las necesidades de interés, curiosidad y placer son un refuerzo de la motivación personal, y, también, estimulan a los propios profesores. Es obvio; así lo confirma un profesor: ‘pese a todas las dificultades, si yo veo que mis alumnos se interesan, trabajan, preguntan, actúan, intercambian información, les gusta experimentar, discuten... Y me intereso mucho más por mi trabajo’. (Continúa: 2ª parte: Interacción social, la función del lenguaje, valores y actitudes en la sala de clases, las diferencias individuales, diagnóstico del nivel de desarrollo. [Fuente: El desarrollo social y afectivo en los niños de primer ciclo básico. Seminario de tesis, Universidad Mayor, Santiago, 2004. Por Mónica Álvarez F.; María M. Becerra V., y Fabiola Meneses S. Profesor guía: Bartolomé Yankovic] 3