Evolución del Alma-Personalidad Por Albert A. Taliaferro, D.D., F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Cada ser humano ha experimentado en varias épocas y diferentes períodos un sentimiento de aislamiento y soledad, que refleja su incapacidad total para manejar los asuntos de la vida. Puede que esto no sea evidente para muchos, pero la soledad es el factor más apremiante en la búsqueda humana para encontrar un significado, un propósito y la realidad. Tarde o temprano, después de muchas vidas de experiencia y actividad objetiva y externa, el individuo se ve obligado a examinarse para escuchar la pequeña voz apacible, que le puede resolver muchos de sus problemas y contestar sus muchas preguntas. Esta pequeña voz es el ser interno o, para usar la palabra filosófica, el alma del hombre. La mayoría de la gente no cree en el alma y no tiene conocimiento de ella. Sin embargo, es una realidad de la naturaleza y ha sido experimentada por muchos. Es una energía (de hecho, una combinación de energías) del espíritu o vida pura por un lado y energía material por el otro. La unión de estas dos energías origina una condición que tiene como su atributo principal la facultad de la consciencia. Esta consciencia dentro de cada persona se proyecta a través de los cinco sentidos, los sentimientos y la naturaleza emocional, así como del pensamiento y el proceso mental. Es el principio unificador de una personalidad, el cual hace posible la dirección y el uso del ser. Después de un largo periodo de identificación de esta consciencia con la forma exterior o con el cuerpo material, finalmente refleja su propia consciencia a través de la energía de la materia, la cual actúa como una pantalla hacia el ser interno. Este momento dramático es uno de transformación y marca el cambio de la consciencia del individuo, convirtiéndolo por primera vez en un verdadero pensador y un ciudadano de dos mundos. El primer mundo, el material, ha sido conocido por mucho tiempo y sus diversas formas son muy familiares. Ha producido un sentido de separación y ha creado la ilusión de que no puede encontrarse en ninguna parte la respuesta a las preguntas de por qué, como, cuando, etc. Después de un largo período de desarrollo intenso del deseo vivo (que es la facultad del ser interno intentando entrar a la fuerza en la consciencia del individuo) la mente reconoce finalmente este anhelo como la voz del verdadero ser. El Ser Interno Las tentativas para identificar a este ser han sido llamadas pensamiento, concentración, meditación, adoración, oración y estudio. Al principio, estos intentos son ineficaces y desalentadores, dando poco o ningún resultado. Mas debido a la huella indeleble impresa en la consciencia durante el primer momento del despertar del ser interno, existe siempre el deseo de disfrutar ese momento. Vanamente al principio, y muy infrecuentemente después, se recuerda el momento original y se pueden hacer nuevos contactos. Desde luego, estos contactos son irregulares y es imposible para la consciencia mantener la estabilidad en un mundo nuevo y desconcertante. Un Cambio de Energía Con esta habilidad aumentada para hacer contacto a voluntad con el ser interno o el externo, el individuo parece sentir una afluencia de energía la cual es, de hecho, el intercambio de energía entre los dos seres. Al aumentar intensamente el sentido de la dualidad, llega un momento en el que el tratar de identificarse permanentemente con el ser interno, causa una reacción violenta en la parte del ser externo. El sentido de perfección moral y espiritual del ser interno produce un sentimiento profundo de inferioridad en el ser externo, porque no puede vivir de acuerdo a la interpretación moral y espiritual de lo que debe ser ese ser interno perfecto. Empieza la lucha para perfeccionar el ser externo. El ser interno parece sentir las necesidades del externo, y en muchas ocasiones aparecerá con un llamado fuerte y claro, con una idea o con un fuerte sentimiento de energía o dirección, con una solución a un problema o con una convicción de significado y propósito, todo lo cual son momentos de un gran significado para la aspiración del ser externo. Al aumentar su intensidad de concentración sobre el ser externo, pareciera que el alma le envía más energía. Esto hace que el individuo sienta un regocijo intenso que, en los momentos de meditación y concentración, vivifica y alienta al máximo al ser externo del hombre. Hasta el punto en que el cuerpo físico, la naturaleza emocional y la mente, pueden adaptarse a esos estados de consciencia del alma, existe salud, energía, amor positivo y un sentimiento de sabiduría, y en la mente una convicción de conocimiento y voluntad que, a veces, parece irrefutable. Finalmente, al llegar a ser menos violentas y frecuentes las oscilaciones entre los dos seres, comienza a desarrollarse una relación estabilizadora. Un sentido más desarrollado del propósito de la vida llena la conciencia objetiva y la aspiración de las emociones parecen alcanzar una serenidad, una paz que es más profunda. El cuerpo físico, con todos sus instintos y anhelos para sentir y expresarse, se vuelve dócil y obediente voluntariamente para recibir la afluencia de orientación e inspiración que proviene de su ser más elevado. Muy infrecuentemente llegan intervalos que parecen estar sincronizados con las vibraciones de la individualidad y del alma-personalidad. En estos momentos de unión y armonía, uno tiene un destello o sentimiento de exaltación, de inmortalidad, inocencia, sabiduría y amor ilimitado. Es una iluminación de la mente, calmándola y reafirmando el sentimiento natural; proporciona armonía y equilibrio al cuerpo material y a su relación hacia el sentido de tener un deseo y un propósito mental. Antes de este tiempo, el individuo había comenzado a comprender que tenía que dar sabiduría, amor y verdad desde su ser interno, para ponerlos al servicio de un mundo de seres humanos necesitado y cansado. Al intentar satisfacer las necesidades de la humanidad en la forma más apropiada, se desarrolla un sentido de propósito y uno se da cuenta de que es en el servicio donde el canal de la individualidad puede ser perfeccionada para continuar el flujo de las facultades, del amor y de la inteligencia del ser interno. Cuando la sincronización de los dos seres alcanza un punto de armonía, un fuerte sentido de propósito o vocación se enfoca en la consciencia. En este punto se aclara en la mente humana el verdadero significado del misticismo, ocultismo, religión y filosofía. La mente es el punto intermedio entre los dos mundos, el que llamamos mundo de Dios y el mundo del hombre. La comprensión de que los dos son en efecto uno y aún son dos, es un estado místico de dualidad y unión. En la religión esto es conocido como la unión con Dios. Es el significado de la frase cristiana que fue tomada de la descripción egipcia del Faraón, el "Dios-hombre". Desde los principios del tiempo, el cuerpo físico, las facultades emocionales y mentales y la combinación de éstas, llamada la personalidad, han sido el reflejo y, de hecho, el propio ser de Dios Mismo en todos los aspectos del mundo. Cuando la evolución y desarrollo de este ser externo alcanza un punto en donde llega a estar consciente de sí mismo y de su verdadera naturaleza, entonces está consciente de su causa, a la cual llamamos Dios. El alma es Dios encarnado, el Hijo de Dios encarnado en el cuerpo humano. Cuando la mente se enfoca en el alma, el propósito y significado de la vida llega a ser una verdadera realidad y cuando surge el momento de la sincronización o armonía, el significado y propósito del ser interno y externo llega a ser uno. Todos los frutos de las encarnaciones previas se unifican en una individualidad, convirtiéndose en la expresión del ser verdadero, el alma. El "Soy" llega a ser "Soy lo que soy". El poder creativo de Dios se convierte en la consciencia del individuo. La persona se somete al deber del amor, de la obediencia y de la responsabilidad, la habilidad de responder a los mandatos del ser divino. Puesto que el Ser a quien sentimos como Dios ha creado el universo en primer lugar, Él entonces puede usar Su segunda creación, la consciencia del hombre para crear sobre la Tierra un reino del cielo como es en los cielos. Así, el paraíso que se ha perdido, se recuperaría. El Dios-Hombre es como un puesto fronterizo del reino del cielo sobre la Tierra y está capacitado para conocer y hacer la voluntad de Dios en el mundo de los asuntos humanos. El pensamiento, el sentimiento y la acción, son de hecho Dios en la carne humana, apareciendo como la voluntad, el amor y la inteligencia divina, la señal externa, visible y objetiva de la realidad interna, espiritual y divina. Un ser humano más se ha convertido en un Redentor del mundo.