"EL SIMPLE RETARDO, LA MORA Y LA RESOLUCIÓN POR INCUMPLIMIENTO: variaciones sobre un tema" (*) por Luis MOISSET de ESPANÉS ___________________ SUMARIO: I.- Introducción. II.- Tolerancia del acreedor y mora del deudor: a) Pago de toda la deuda atrasada; b) Pago de parte de la deuda atrasada. III.- Mora del deudor y pago por consignación. IV.- Mora e incumplimiento definitivo. ___________________ (*) Publicado en J.A., 1982 - IV - 463. 2 I.- Introducción. La sentencia del tribunal bonaerense que comentamos, además de dar una solución justa a la especie litigiosa que debía resolver, contiene una serie de reflexiones sobre los problemas del retardo en el cumplimiento de las obligaciones y los efectos jurídicos que acarrea, que nos incitan a estudiar nuevamente esos puntos. En primer lugar deseamos recordar que, en sentido lato, la "mora" es una de las múltiples formas que puede revestir el "incumplimiento", ya que en este caso media la inejecución en tiempo propio de la prestación debida 1 , pero en el lenguaje técnico reservamos el vocablo incumplimiento para una situación distinta y perfectamente diferenciable de la mora. En las hipótesis de mora, pese a que existe un retraso, todavía es posible y útil la ejecución tardía de la prestación 2 , mientras que en el incumplimiento la prestación ya no se ha de ejecutar, sea porque se ha tornado materialmente imposible, sea porque ha dejado de ser útil. En segundo lugar destacamos que la mora suele ser ca- racterizada por la doctrina como un retraso imputable al sujeto, en razón de dolo o culpa, que produce determinadas consecuencias jurídicas, mientras que el "simple retardo" carece del matiz 1 Ver nuestro "Las obligaciones de no hacer y la mora", J.A., Doctrina 1974, p. 676 y ss. (en especial cap. II, p. 678). 2 Luis DIEZ PICAZO nos dice: " ... es necesario que la obligación pueda todavía ser cumplida y que cumplida retrasadamente sea idónea para satisfacer el interés del acreedor" ("Fundamentos de Derecho civil patrimonial", Tecnos, Madrid, 1974, Nº 805, p. 124); y Manuel ALBALADEJO expresa que: "Se llama mora del deudor al retraso jurídicamente relevante en el cumplimiento de la obligación (que ni impide ni hace inútil el cumplimiento tardío)" ("Derecho civil", T. 2, Obligaciones, 5ª ed., Bosch, Barcelona, 1980, § 32, p. 178). 3 subjetivo de la "culpabilidad" y, por ende, no produciría consecuencias jurídicas, ni le interesaría mayormente al derecho 3. En un Curso de Posgrado realizado en 1979 en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba 4 , hemos combatido ese concepto, procurando demostrar que si bien es cierto que cuando no hay culpa ni dolo del sujeto la situación debe calificarse de simple retardo, ello no significa que carezca de relevancia jurídica, ya que origina múltiples consecuencias, aunque entre ellas no se cuente la responsabilidad de resarcir, pagando intereses moratorios, ni tampoco el cargar con los riesgos de pérdida de la prestación. No es éste el momento oportuno de extendernos sobre el particular y nos limitaremos a señalar algunos de esos efectos del simple retardo, a saber: a) En las obligaciones recíprocas, aunque no haya mora, el retardo justifica que la otra parte no cumpla la prestación a su cargo 5; b) Los plazos de prescripción o caducidad nacen en muchos casos a partir del momento en que la obligación o el derecho son exigibles, y se cumplen como consecuencia de un "simple retardo", sin necesidad de que el sujeto haya incurrido en mora; c) Para que funcione la resolución de la obligación puede bastar el simple retardo o la inutilidad de la prestación, sin que sea menester la mora 6; d) El deudor que desea liberarse puede consignar la prestación debida cuando el acreedor incurra en "simple retraso", aun- 3 En la doctrina nacional se pronuncian en ese sentido casi todos los autores, salvo Guillermo BORDA, quien sostiene que la mora es objetiva y se produce por el simple retardo (ver "Obligaciones", T. I, 2ª ed., Perrot, Buenos Aires, 1967, Nº 51, p. 55). 4 Conferencia dictada el 4 de octubre de 1979, con el título: "Efectos del simple retardo", corregida para publicarse como colaboración en el Libro Homenaje a María Antonia Leonfanti. 5 Ver artículos 510 y 1201 del Código civil argentino. 6 Conf. Luis DIEZ PICAZO: obra citada en nota 2, Nº 806, p. 666 y ss. 4 que la falta de colaboración no sea de carácter culposo 7. Pero volvamos a la especie resuelta por la Cámara. El actor, comprador de un inmueble a plazos, que había pagado algo más del 50 % del precio, se retrasa en el pago de las cuotas, razón por la cual, producido el "Rodrigazo"8, el vendedor pretende resolver el contrato. El actor consigna las sumas adeudadas; el vendedor reconviene, oponiendo la resolución por incumplimiento o, en último caso, solicitando la actor -a su vez- resolución por imprevisión, y el expresa que de prosperar la reconvención fun- dada en la teoría de la imprevisión, ofrece que en lugar de resolverse el contrato, se mejore equitativamente, para restablecer el equilibrio. La Cámara rechaza la consignación, porque el deudor estaba en mora; rechaza también la pretensión de resolución por incumplimiento, porque se ha pagado más del 50 % del precio, y admitiendo la existencia del hecho imprevisible, hace lugar al reajuste equitativo, fijando la deuda en $ 7.000.000, y estableciendo los índices que deberán utilizarse para calcular el reajuste de las cuotas que todavía se encuentran pendientes de pago. II.- Tolerancia del acreedor y mora del deudor. El deudor, al consignar las sumas debidas, sostiene que su actitud no es tardía, por cuanto en numerosas oportunidades el acreedor ha admitido que efectúe los pagos con retraso, lo que configuraría una hipótesis de "purga de la mora", según lo expre- 7 Ver nuestro: "Mora del acreedor y pago por consignación, J.A. 1977 II - 707 y capítulo II de nuestro libro sobre Mora. 8 . En Argentina se da ese nombre a las medidas económicas que tomó el Ministro Rodrigo, triplicando de un día para el otro los precios de los combustibles y de otros artículos, lo que provocó un grave e inesperado salto inflacionario. Doctrina y jurisprudencia opinaron que para corregir los efectos era aplicable a estos casos la doctrina de la imprevisión. 5 sa nuestra doctrina 9, y lo ha resuelto también la Suprema Corte de provincia de Buenos Aires, en un precedente que se invoca 10 . Conviene aquí ir desbrozando el camino, para comprender cabalmente el problema. Es cierto que la doctrina, tanto nacional como extranjera 11 , menciona como hipótesis de "purga de la mora" el hecho de que el acreedor acepte el pago de las sumas adeudadas. El caso no presenta ninguna duda cuando la prestación debía cumplirse de una sola vez, y con tal aceptación se extingue definitivamente la relación que ligaba a las partes. El problema, sin embargo, presenta matices diferentes cuando se trata de un pago que ha sido fraccionado en prestaciones sucesivas, y el deudor se atrasa en el cumplimiento de varias de ellas y, además, adeuda otras cuyos plazos de vencimiento aún no han transcurrido. Pueden presentarse aquí dos hipótesis, a saber: a) que se pague el total de los montos atrasados, y sólo reste abonar las cuotas aún no vencidas; y b) que se acepte el pago de parte de las sumas atrasadas, y quede pendiente un saldo ya vencido, además de las cuotas que todavía son exigibles. a) Pago de toda la deuda atrasada En este primer caso la actitud del acreedor es muy clara; si no efectúa una salvedad expresa, está aceptando que el deudor purgue la mora en que había incurrido y nada podrá ya reclamar en relación a esa situación que ha sido superada. Pero esta actitud de tolerancia, aunque sea reiterada 9 Ver Jorge J. LLAMBÍAS: "Estudio sobre la mora", Perrot, Buenos Aires, 1967, T. I, Nº 135, p. 152. 10 "Desiderio, Norma Nélida c/ Sznicer, Isaías y otro", S.C. Buenos Aires, 9 noviembre 1976, D.J.B.A. 109 - 282 (J.A., 1978 - III, Indice, p. 115, sum. 9). 11 Ver Ernesto Clemente WAYAR: "Tratado de la mora", Abaco, Buenos Aires, § 109, p. 623 y ss., y autores que allí cita. 6 en varias oportunidades, no significa de manera alguna renunciar a la posibilidad de exigir puntualmente el pago de las cuotas pendientes mora- 12 , y reclamar -si el deudor nuevamente incurre en que se apliquen las sanciones que el contrato o la ley prevén para tales circunstancias. La actitud del acreedor que se ha mostrado comprensivo y amistoso con su deudor, y ha tolerado sus retrasos en varias oportunidades, no significa que deba seguir soportando siempre una conducta reiteradamente incumplidora, que no condice con los principios de colaboración y buena fe que deben presidir todas las etapas de la vida contractual. No puede tampoco pretenderse que el acreedor, que ha sido varias veces indulgente con su deudor, se encuentre en peor situación que aquel acreedor intransigente, que desde el primer momento exigió el estricto cumplimiento de los plazos y ¡no tuvo jamás una contemplación con la otra parte! La buena voluntad y tolerancia no entrañan una renuncia de derechos y es perfectamente comprensible que la paciencia del acreedor se agote ante la reiteración de retrasos. b) Pago de parte de la deuda atrasada. Pasemos ahora a la hipótesis en que el acreedor acepta que se le pague parte de las cuotas ya vencidas. Entendemos que en tal caso la mora se purga sólo con respecto a las prestaciones ya cumplidas, pero no con relación a las que todavía se adeuda; por supuesto que ¡jamás podrá pensarse que se purgue anticipadamente la mora que pueda producirse con relación a las prestaciones que van a vencer en el futuro! En consecuencia, el deudor continúa siendo moroso respecto a las cuotas vencidas impagas, salvo que el acreedor de manera expresa lo hubiese liberado también con relación a ellas; 12 La intención de renunciar no se presume (ver artículo 874 del Código civil argentino). 7 la mora en el pago de esas prestaciones producirá daños y perjuicios moratorios, y el riesgo de pérdida o deterioro pesará sobre el deudor, mientras no sean satisfechas. Sin embargo, como lo expondremos más adelante, el acreedor no podrá en tales circunstancias hacer valer de manera inmediata el pacto comisorio expreso, ni la condición resolutoria tácita, pese a que el deudor sea moroso; pero ello se debe a que la resolución no es un efecto de la mora (pese a que la afirmación sea muy frecuente en la doctrina), sino del "incumplimiento". III.- Mora del deudor y pago por consignación. Nos hemos ocupado del tema en otras oportunidades y remitimos a lo allí expuesto 13 . Recordaremos brevemente que el deudor moroso no sólo tiene el "deber" de pagar, sino el "derecho de hacerlo", mientras no haya incurrido en "incumplimiento definitivo"; sin embargo, si ha mediado retardo en el cumplimiento, para que la consignación sea válida no puede reducirse a la suma originariamente adeudada, sino que debe incluir los intereses y los daños y perjuicios que con la mora ha acarreado. Cuando la economía del país sufre un proceso inflacionario agudo, la mora tiene como consecuencia que la prestación se deteriore, y no cumpla con el requisito de la "integridad" del pago 14 ; por eso la doctrina nacional ha entendido que la situa- ción de mora justifica una actualización de las sumas debidas 15 ; 13 Ver nuestro trabajo citado en nota 7, y también "Reflexiones sobre la mora y el incumplimiento", Doctrina judicial, L.L., 1979; "Reflexiones sobre la mora automática. Resolución por incumplimiento y purga de la mora", E.D. 86 - 502. 14 Ver nuestro "Inflación y actualización monetaria" (en colaboración con Ramón Daniel Pizarro y Carlos Gustavo Vallespinos), ed. Universidad, Buenos Aires, 1981, p. 113 a 116 y 202 a 204. 15 Ver obra citada en nota anterior, cap. V, p. 99 y ss. 8 en consecuencia, no habrá consignación válida si el deudor se limita a depositar la cantidad nominal que representaba las cuotas adeudadas, sino que deberá recomponer el valor mediante una adecuada actualización monetaria, lo que no se hizo en la especie que comentamos, y justifica el rechazo de la pretensión de consignar. IV.- Mora e incumplimiento definitivo. Recordemos lo ya manifestado: la situación de mora es un "incumplimiento temporal", y durante ese período no sólo se admite la posibilidad de satisfacer la prestación, sino que se tiende a ese resultado. Mientras subsista la "mora" el vínculo obligatorio sigue ligando a las partes, y el deudor tiene el "derecho de pagar", siempre y cuando ofrezca un pago íntegro. El incumplimiento definitivo, en cambio, acarrea la resolución del contrato y produce la consiguiente extinción de la relación jurídica que vinculaba a las partes, con la restitución de las prestaciones que se hubiesen efectuado y el pago de la indemnización cuando ello correspondiese. Pareciera, pues, que mora e incumplimiento se diferencian netamente. Esta diferencia se advierte especialmente en las dos hipótesis que hemos mencionado; si la prestación se ha tornado "objetivamente" imposible, no podrá ni siquiera intentarse su ejecución, y el único camino que queda es resolver el contrato. Para el caso de "inutilidad", que se funda en una apreciación "subjetiva" del acreedor, la ley ha dispuesto que la declaración de resolver no puede ser intempestiva, y por eso exige que se imparta un plazo para el cumplimiento 16 , vencido el cual recién quedará resuelta la obligación. Al deudor le quedan dos caminos, o ejecutar la prestación durante el transcurso de ese plazo, extinguiendo la obligación, o ver transformada su mora en incumplimiento, con la conse16 Ver. párrafo 2º del artículo 1204 del Código civil. 9 cuencia de la resolución. Sin embargo nuestro legislador, al regular el pacto comisorio expreso en el tercer párrafo del artículo 1204, ha dejado en la incertidumbre la etapa que corre entre el momento en que debía ejecutarse la prestación, y la declaración fehaciente del acreedor de su "voluntad de resolver". Pareciera que se ha querido favorecer al acreedor, dejándole la opción de exigir la prestación, o declarar la resolución del contrato, pero aquí también hay que distinguir entre las hipótesis de "imposibilidad material" de ejecutar la prestación, a las que debemos sumar las de inutilidad jurídica "objetiva", de los casos en que la "inutilidad" depende de la apreciación subjetiva del acreedor. Cuando el vencimiento del plazo provoca una real imposibilidad, como sucede cuando debía cargarse un barco que ya ha zarpado, u origina una "inutilidad de apreciación objetiva", como en el ejemplo de una novia que ha encargado su traje y la modista no se lo entrega con anterioridad a la boda se trata de un plazo esencial- -es decir, cuando el deudor cae en incumplimiento y procede la resolución aunque el acreedor no efectúe ninguna declaración en tal sentido, se haya o no incluído un pacto comisorio expreso; la desposada que no pudo lucir su traje blanco en la ceremonia nupcial, ¡no necesita enviar una comunicación a la modista, expresando su "voluntad de resolver"! La situación parece diferente cuando se trata del traje del novio, que puede ser utilizado no sólo en esa ocasión, sino también en otras oportunidades; en tal hipótesis puede suceder que la prestación todavía resulte "subjetivamente útil", pero el único que puede apreciar esa utilidad subjetiva es el propio acreedor; por eso, aunque exista un pacto comisorio expreso, en esos casos la ley concede al acreedor la ventaja de optar entre exigir el cumplimiento o resolver el contrato. Pero, ¿qué sucede si el acreedor no realiza de inmediato esa opción? ¿Estará el deudor sujeto indefinidamente al arbitrio de su acreedor, que todavía no ha decidido si exige la pres- 10 tación o resuelve el contrato? 17 ¿Podrá, en tal caso, forzar el cumplimiento mientras no se le haya comunicado la resolución? En algunos casos pareciera que esta última es la solución más justa, frente al retraso del acreedor en adoptar una decisión 18 ; pero en otros admitir que el deudor moroso pague desvirtuaría la voluntad de la ley, que pretendió favorecer con la opción al acreedor 19 . Por eso nos parece más correcta la solución adoptada en otros códigos, que sin llegar a permitir que el deudor fuerce la recepción del pago, admiten que intime al acreedor para que efectúe la opción 20 , y así lo han propiciado en nuestro país los proyectos de reforma del Código civil 21 . Estos dispositivos tienden a poner límites a las facultades que el pacto comisorio acuerda al acreedor, e impedir que las ejercite abusivamente; es decir, se insertan en la misma línea de pensamiento que inspira el nuevo artículo 1071 del Código civil, y que ha impulsado a la doctrina y jurisprudencia nacionales a no admitir la resolución del contrato cuando se ha ejecutado una parte importante de las prestaciones que de él surgen, y el deudor está dispuesto a cumplir el resto. Esta ha sido también la idea que inspiró al Tribunal cuando rechaza el pedido de resolución y admite, en cambio, la revisión del precio para que se cumpla con el principio de justi- 17 Ver Anteo Enrique RAMELLA: "La resolución por incumplimiento", Astrea, Buenos Aires, 1975, p. 186 y ss. 18 Conf. autor y obra citados en nota anterior, § 62, p. 192. Ver también Ernesto Clemente WAYAR, obra citada, § 99-c, en especial p. 602. 19 Ver R. DE ABELLEYRA: "La purga de la mora y la resolución de los contratos por incumplimiento", E.D. 72 - 805 y ss. 20 Art. 355, Código civil alemán; art. 436, § 2, Código civil portugués; art. 571, inc. II, Código de Bolivia. 21 Anteproyecto de Bibiloni, art. 1345; Proyecto de 1936, art. 839; y Anteproyecto de 1954, art. 1033. El Proyecto de Unificación, en cambio, no contemplaba este punto, pese a su importancia y necesidad de darle solución clara. 11 cia conmutativa, y las cuotas pendientes no se transformen raíz de la inflación agudizada por el "Rodrigazo"- -a en una burla para el acreedor, por lo ínfimo e irrisorio de su valor. El Tribunal, pues, ha buscado el punto correcto de equilibrio, dentro del marco de las previsiones legales vigentes, y ha logrado hacer justicia, manteniendo la vigencia del contrato, pero adecuando el monto de las prestaciones a la realidad económica. Posiblemente si VIEHWEG leyera esta sentencia nos diría que en ella se han dejado de lado los métodos interpretativos propios del conceptualismo lógico, para revivir el razonamiento retórico 22 22 . Ver Theodor VIEHWEG: "Tópica y jurisprudencia" (traducción al castellano de Luis Diez Picazo), Taurus, Madrid, 1964.