Las maravillas de tu Palabra Por John Piper Serie: Orando de la Llenura de la Palabra Salmo 119:18 Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley. Nuestra desesperada necesidad de la iluminación de Dios Las tres verdades que vimos en este versículo la semana pasada fueron: 1) hay maravillas en la Palabra de Dios; 2) nadie puede, sin la ayuda sobrenatural de Dios, ver estas maravillas por lo que realmente son; y 3) por tanto, debemos orar a Dios para que nos dé una iluminación sobrenatural cuando leemos la Biblia. Así que el énfasis la semana pasada estaba en la oración y en nuestra desesperada necesidad de la iluminación sobrenatural de Dios para ver lo espiritual, para ver la gloria y belleza y excelencia de Dios. Sin que Dios abra los ojos de su corazón, usted puede ver muchas cosas cuando viene a la Palabra. Puede ver palabras y construcciones gramaticales. Puede ver relaciones lógicas. Puede ver hechos históricos. Puede ver la intención racional del autor. Puede ver algunas emociones humanas. Nada de eso requiere que Dios abra sus ojos en un modo especialmente espiritual. Pero lo que usted no puede ver es la belleza espiritual de Dios y de Su Hijo en Su obra en el mundo. Usted no puede ver que Dios es infinitamente deseable por encima de todas las cosas. Un ciego no puede ver el sol, aunque pueda conocer muchos hechos sobre el sol y pasar un examen de astronomía con mayor puntuación que alguien que ve el sol. Saber y conocer por vista no es lo mismo. Saber que la miel es dulce y probar la miel no es lo mismo. Permítanme leerles la descripción más plena que hace Pablo de nuestra condición sin la iluminación especial y salvadora de Dios. En Efesios 4:17b-18, Pablo menciona cinco terribles características de la condición humana que necesitan la intervención divina, si es que vamos a ver la realidad espiritual. Él dice que los gentiles (en otras palabras, el mundo ordinario de los hombres entre las naciones, sin la gracia) viven "en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón”. Leyendo hacia atrás podemos decir que en todos nosotros hay, sin la poderosa gracia de Dios, una dureza de corazón que nos lleva a la ignorancia, que nos lleva a estar excluidos de Dios, que nos lleva a las tinieblas, que nos lleva a la vanidad del conocimiento y de la vida. Así que la idea central de la semana pasada era: si hay alguna esperanza de ver maravillas en la Palabra de Dios, será teniendo una capacidad divina, sobrenatural, dada a nosotros por Dios, una capacidad que no tenemos por naturaleza. Y, por tanto, debemos orar por ella: "abre mis ojos". Y si queremos permanecer vivos en Dios y ser sinceros y auténticos e intensos en nuestro amor por Él, debemos estar desesperados por esta capacidad cada día. Así que ore, ore, ore. Lea el Salmo 119 y vea cómo muchas veces el salmista ora pidiendo la ayuda divina para conocer a Dios y Sus caminos. Contemplar es convertirse Pero hoy tengo otra idea que transmitir. Pero antes de decir qué es, permítanme asegurarme de que ustedes comprenden por qué es importante. Es importante porque la transformación a la semejanza de Jesús ocurre cuando vemos la belleza y dignidad y excelencia de Dios y de Su hijo y sus palabras y caminos. En 2da a los Corintios 3:18, Pablo dice: "Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu". Contemplar es convertirse. Este es el único modo cristiano de cambiar el comportamiento para que honre a Dios. Nosotros cambiamos porque hemos visto una belleza y dignidad y excelencia superiores. Si usted mira el rostro de Cristo, y luego mira Sports Ilustrated, o Glamour, y no se siente motivado por la belleza y dignidad y excelencia superiores de Cristo, entonces usted aún está endurecido y es ciego y es vano en su modo de pensar. Usted necesita clamar: "¡Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu Palabra!" Y su vida lo mostrará. Donde esté su tesoro, su deseo, su delicia, su belleza, allí también estará su corazón, y sus tardes y sus sábados y su dinero. Somos cambiados al mirar la gloria de Dios en la Palabra de Dios. Si Dios no es más glorioso para usted y más fascinante que el brillo de la gloria del mundo, entonces usted no le ha visto. 3ra de Juan 11 dice: "el que hace lo malo no ha visto a Dios" (vea también 1ra de Juan 3:6). Así que todo esto es importante, porque todo cambio verdadero en la vida que honra a Dios y tiene valor espiritual, proviene de ver la gloria de Dios, no de hacer una lista religiosa de comportamientos y tratar de imitarlos. Dios revela la belleza de Cristo mediante Su Palabra La idea central del texto de hoy es: Dios muestra la belleza y excelencia de Cristo, solo a quienes miran en la Palabra de Dios. Es por esto que el verdadero cambio espiritual proviene de leer y meditar y memorizar la Biblia. No ocurre porque usted aprenda reglas que obedecer. Sino porque es allí donde Dios revela la belleza y excelencia de Cristo. Déjeme hacer un énfasis más agudo aquí. Suponga que usted escuchó el mensaje de la semana pasada: que debemos ver la gloria de Dios para ser cambiados. Pero no puede verla debido a que usted está muerto y endurecido y ciego. Y suponga que, por tanto, debe orar a Dios para vivir y ser suavizado y abrir sus ojos. Y suponga que llega a esta conclusión: Bien, entonces, debo dedicarme a la oración y no a estudiar o leer o memorizar la Biblia, porque la simple visión y razonamiento humanos no pueden ver lo que hace falta ver. Esa sería una conclusión terrible de lo que he dicho sobre este texto. La idea es: Dios abre los ojos del ciego para que vea la gloria de Dios en Su Palabra, cuando el ciego está mirando Su Palabra. Suponga que quería ver la gloria del Gran Cañón, pero es ciego. Y suponga que Dios le dijo, clama a mí y ven y ora y yo abriré tus ojos para ver la gloria del Gran Cañón. ¿Iría usted desde Arizona hasta Florida para orar? ¿O usaría cada músculo y sentido que Dios le dio para ir al Gran Cañón y fijar sus ojos en lo que Dios le prometió? Mi énfasis es: Él no le mostrará la gloria del Gran Cañón si usted insiste en vivir cerca de los Everglades, no importa cuánto ore. Permítame decirlo de otro modo. Dios ha ordenado que la apertura de los ojos, por Su Espíritu, esté combinada con la obra informadora de Dios que es Su Palabra. Su propósito es que veamos la gloria de Su Hijo, y seamos cambiados. Así que Él abre nuestros ojos cuando miramos al Hijo, no a los jabones o a las ventas. La obra del Espíritu y la obra de la Palabra van siempre juntas en el modo en que Dios nos lleva hacia la verdadera auto-revelación. La obra del Espíritu es mostrar la gloria y belleza y valor de lo que ve la mente en la Palabra. No debemos cometer el error de pensar que lo que necesitamos del Espíritu de Dios es alguna nueva información. Ya tenemos mil veces más información en la Biblia de la que podemos comprender o disfrutar. ¡Lo que necesitamos es ver con los ojos de nuestros corazones! Cualquier adición de información por el Espíritu a lo que podemos ver de Cristo en la Palabra no nos haría una onza más espirituales, ni que agrademos más a Dios. Suponga que el Espíritu le revela la nueva información de que su amiga estéril va a quedar embarazada. Usted se lo dice, y cuando ocurre, ella y usted explotan de emoción por el milagro de la profecía y el embarazo. ¿Qué está ganando usted espiritualmente? Nada, a menos que vaya a la Palabra y vea, con los ojos del corazón, la gloria y belleza de Cristo mostrada en la Biblia, a Jesús de Nazaret, crucificado y resucitado para salvar a los pecadores y para glorificar a Dios quien les ha bendecido con ese milagro. La emoción religiosa ante los milagros es algo natural, y no necesita una dimensión espiritual o sobrenatural. Los dones del Espíritu son preciosos, pero es infinitamente más importante la iluminación del Espíritu Santo que abre los ojos para que podamos ver la gloria de Cristo en la Palabra. Lo que necesitamos no es una nueva información; sino nuevos ojos para ver lo que nos ha sido revelado en la Palabra de Dios. ¡Abre mis ojos para que vea las maravillas de Tu Palabra! No ore y divague Permítanme bosquejar algunas de las implicaciones que tiene esta enseñanza. La primera es que cuando usted ora a fin de tener ojos para ver, no debe poner su mente en un estado de neutralidad. No asuma que la indispensabilidad de la oración significa la dispensabilidad del pensamiento enfocado en la Palabra de Dios. Cuando usted ora para ver la gloria de Cristo, no divague o se deslice mentalmente. No espere solamente, haciendo nada. Este es un gran error y proviene de la espiritualidad oriental, no de la Biblia. La singularidad del cristianismo es que es histórico y particular. Jesús vivió en un tiempo y lugar. El diseño de Dios es abrir nuestros ojos para que veamos la belleza espiritual y el valor de este Hombre en particular (según es revelado en la Palabra). Si oramos para verlo, pero divagamos mentalmente lejos de Él, entonces lo no veremos. Así que no ore y divague. ¿Entonces qué? 1. Ore y lea ¡Lea la Palabra! ¡Qué gran privilegio! ¡Y qué gran obligación! ¡Y qué gran potencial para ver a Dios! Mire Efesios 3:3b-4. Pablo escribe: "por revelación me fue dado a conocer el misterio, tal como antes os escribí brevemente. En vista de lo cual, leyendo, podréis comprender mi discernimiento del misterio de Cristo". ¡Leyendo! Dios quiso que los mayores misterios de la vida fueran revelados mediante la lectura. Compare entonces el capítulo 1:18, donde Pablo dice: "Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento”. Así que Efesios 3:4 dice que el misterio es conocido al leer. Y Efesios 1:18 dice que para que conozcamos lo que necesitamos saber, Dios debe abrir nuestros ojos en respuesta a la oración. Sí, debemos orar. Sí, estamos ciegos sin la ayuda de Dios. Pero el mensaje en esta semana es: debemos leer. "Cuando lees, puedes comprender mi revelación en el misterio de Cristo". La oración no puede reemplazar la lectura. La oración puede convertir la lectura en visión. Pero si no leemos, no veremos. El Espíritu Santo es enviado para glorificar a Jesús, y la gloria de Jesús es mostrada en la Palabra. Lea. Regocíjese por poder leer. 2. Ore y estudie 2da de Timoteo 2:15: "Procura con diligencia (o: "estudia para", KJV) presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad". Dios nos dio un libro sobre Sí mismo, no para que pudiéramos leer con descuido lo que quisiéramos. Pablo dijo: "procura con diligencia. . . [manejar] con precisión la palabra de verdad". Esto significa esforzarnos en la Palabra, si es que queremos sacar el máximo provecho de ella. El péndulo oscila hacia delante y hacia atrás. Algunos dicen que hay que 'orar y orar', y no se apoyan en la obra humana no-espiritual de estudiar. Otros dicen: 'estudia y estudia, porque Dios no va a decirte el significado de una palabra en oración'. Pero la Biblia no tiene nada que ver con esta dicotomía. Debemos estudiar y manejar con precisión la Palabra de Dios, y debemos orar, o no veremos en la Palabra lo único que más necesitamos: la gloria de Dios en la faz de Cristo (2da a los Corintios 4:4, 6). Benjamin Warfield, un gran estudioso de la Biblia, escribió en 1911: "Algunas veces escuchamos decir que diez minutos de rodillas nos darán un conocimiento más verdadero, profundo, operativo de Dios que diez horas estudiando libros. La respuesta apropiada es '¡¿Qué?! ¿Más que diez horas sobre nuestros libros, sobre las rodillas?'" ("The Religious Life of Theological Students," en Mark Noll, ed., The Princeton Theology, [Grand Rapids: Baker Book House, 1983], p. 263). Esto capta realmente el espíritu bíblico. Sí, debemos orar. Si no abrimos nuestros ojos, no veremos las maravillas de la Palabra de Dios. Pero la oración no reemplaza el estudio, porque Pablo dice: "[Estudia] Procura con diligencia [... manejar] con precisión la palabra de verdad". 3. Ore y registre Nuestro acercamiento a la Biblia debiera ser como el de un avaro en la fiebre del oro, o una novia que ha perdido su anillo de compromiso en algún lugar de la casa. Ella registra la casa. Así es como buscamos a Dios en la Biblia. Proverbios 2:1-6 dice: Hijo mío, si recibes mis palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti, da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento; porque si clamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. Reciba, atesore, dé oído, incline su corazón, clame, alce su voz, busque como a la plata, procure a como tesoros escondidos. Ésto es registrar la Biblia en busca de todo lo digno. Si allí hay tesoros escondidos, actúe como tal. Si hay plata, actúe como tal. Por supuesto ore (como dice el versículo 3), pero no sustituya la oración por la búsqueda. Dios ordena dar a quienes buscan con todo su corazón (Jeremías 29:13). 4. Ore y piense Considere 2da a Timoteo 2:7. La LBLA dice: "Considera lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo". Literalmente dice: "Piensa sobre [noei] lo que digo". ¿Significa esto que la comprensión de las enseñanzas de Pablo es una empresa simplemente humana, natural del pensamiento? No. El final del versículo dice: "el Señor te dará entendimiento en todo". No es usted quien podrá verlo por sí mismo. La percepción espiritual es un don de Dios. Pero Dios ha ordenado dar el don de iluminación sobrenatural mediante el pensamiento. "Piensa en lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo". Así que, por supuesto, ore y pida a Dios que le dé la luz que usted necesita. Pero no reemplace el pensamiento con la oración. Piense y ore. Ore y piense. Así es como Dios lo ha establecido. Un Cristo histórico. Un libro de preservación y revelación. Todo eso dice: lea y estudie y registre y piense. Pero todo es vano sin la oración. Es ambos inclusive y no uno u otro. 5. Ore y hable Dios quiso que la Palabra escrita se convirtiera en la Palabra hablada mediante la predicación y la exhortación mutua y la amonestación y las advertencias y las exhortaciones y el consejo a Su pueblo. Colosenses 3:16 dice: " Que la palabra de Cristo habite en abundancia en [o 'entre'] vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros. . ." La Palabra de Cristo a nosotros, se convierte en nuestra palabra unos a otros. Yo predico. Ésta es la voluntad de Dios para Su Palabra, que sea proclamada de nuevo una y otra vez. Y ustedes se hablan unos a otros la Palabra de Dios. Ésta es una de las razones fundamentales para los grupos pequeños en la iglesia: que la Palabra de Dios sea para nosotros la Palabra de Dios mediante nosotros. Háblenla unos a otros. ¿Significa que podemos deshacernos de la oración en esos momentos; que de alguna forma podemos abrir los ojos del corazón para ver las maravillas de la Palabra de Dios porque estamos hablando con convicción o argumentos persuasivos o giros creativos de las frases? Eso no es lo que Pablo enseña. En ese mismo libro (Colosenses 1:9-10), él ora - ¡ora! - "no hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual... creciendo en el conocimiento de Dios". Si conocer a Dios y tener sabiduría espiritual y conocimiento fueran automáticos cuando la Palabra de Cristo mora ricamente entre nosotros, entonces Pablo no necesitaría orar fervientemente para que Dios nos la diera a nosotros. La Palabra y la oración juntas Así lo hemos visto una y otra vez: La oración es indispensable si queremos ver la gloria de Dios en la Palabra de Dios. Pero también hemos visto que es necesario leer y estudiar y registrar y pensar y hablar la Palabra de Dios. Dios ha ordenado que la apertura de los ojos, por Su Espíritu, esté combinada con la obra informadora de Dios que es Su Palabra. Su propósito es que veamos la gloria de Dios y reflejemos la gloria de Dios. Y así Él abre nuestros ojos cuando estamos mirando la gloria de Dios en la Palabra. Lea, estudie, registre, piense, hable, escuche, y ore: "Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu Ley". (Para reflexionar un poco más vea Lucas 24:45; Hechos 16:14; 2do de Reyes 6:17; Mateo 16:17; 11:2-6; 11:27).