Tribunal de Justicia Restaurativa La naturaleza te transforma Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa Fotos por Rodrigo Sura Pobladores del municipio de Tecoluca, San Vicente. El Parque “Tehuacán” es un sitio agradable; muy agradable. Sin lujos, pero sumamente acogedor; con espacios bien distribuidos y de fácil acceso. Eso le ofrece el Gobierno municipal de Tecoluca, San Vicente, a quienes pretenden hacer turismo ecológico en un bosque húmedo, tropical y fresco. Con flores y hierbas medicinales, árboles maderables y frutales; “nacimiento”, piscina y estanque con tilapias; arrullado por aves de diverso tipo; albergue de ardillas, cusucos, gatos de monte, garrobos, iguanas, tenguereches… Queda a casi hora y media de San Salvador, la capital del país. Todo invita a conocerlo, disfrutarlo y hacer realidad lo que en su lema se afirma: “La naturaleza te transforma”. Pero hay otra razón para visitarlo: es un lugar de encuentro con el dolor y la esperanza de las víctimas, como lo son todos los territorios martiriales del país donde ocurrieron graves violaciones de derechos humanos, delitos contra la humanidad y crímenes de guerra cuyos responsables aún permanecen impunes. También es un lugar donde, con la legítima fuerza moral y ética que les da su dignidad, su gente y las comunidades aledañas mantienen viva una memoria construida sobre la verdad de sus sufrimientos y la esperanza de un futuro mejor. 18 Antes de convertirse en lo que ahora son, esas tierras fueron regadas con sangre campesina el 29 de noviembre de 1974. Las víctimas mortales de esa atrocidad estatal, simplemente reclamaban el respeto de sus derechos a comer, vestir y más. Era el anuncio de lo que vendría luego: la espiral de violencia desatada por los poderes reales, los egoístas amos del país, y sus serviles sirvientes que desde los gobiernos les garantizaban –sin admitir oposición– el cuido de sus inmensas fortunas. Por eso tiene especial significado e importancia que, en tal escenario y por cuarta vez, se haya realizado el Tribunal internacional para la aplicación de la justicia restaurativa en El Salvador. Cuatro testimonios escuchados y la convivencia cercana, solidaria y humana con sobrevivientes de dos masacres, fue lo que rondó en el ambiente entre las más de cien personas presentes durante la jornada inicial de dicho Tribunal el pasado miércoles 21 de marzo. En el municipio de Tecoluca se registran más de treinta ejecuciones colectivas como las que se conocieron ese día, ocurridas antes y durante la guerra. En La Cayetana, la Guardia Nacional ejecutó a seis hombres y golpeó con saña a dos mujeres hace cuatro décadas, ese 29 de noviembre, dentro del ahora apacible Parque “Tehuacán”. Tribunal de Justicia Restaurativa Los detalles de esa barbarie cometida por fuerzas gubernamentales fueron narrados por Dolores Alfaro y otra testigo que vive, sobrevive y muere a diario con el dolor de lo sufrido y la angustia del temor mantenido por treinta y ocho años. A fuerza de una realidad que no ha cambiado en este tema, coexiste con los asesinos y con el miedo que estos le generan; por eso pide no publicar su nombre. No obstante, dijo al Tribunal: “Es necesario hablar de estos crímenes; necesitamos que se diga la verdad”. Ambas mujeres perdieron sus familias y en la actualidad subsisten solas. “Nosotras aún sufrimos las consecuencias; somos víctimas y esperamos reparación”, concluyó Dolores su testimonio. “La Iglesia –predicó monseñor Romero en diciembre de 1977– siente que es toda la naturaleza la que está gimiendo bajo el peso del pecado. ¡Qué hermosos cafetales, qué bellos cañales, qué lindas algodoneras, qué fincas, qué tierras las que Dios nos ha dado! ¡Qué naturaleza más bella! Pero cuando la vemos gemir bajo la opresión, bajo la iniquidad, bajo la injusticia, bajo el atropello, entonces duele a la Iglesia y espera una liberación que no sea solo el bienestar material, sino que sea el poder de un Dios que liberará de las manos pecadoras de los hombres una naturaleza que, junto con los hombres redimidos, va a cantar la felicidad en el Dios liberador”. Eso sentimos en el Parque “Tehuacán” quienes acudimos por cuarta ocasión a este Tribunal internacional, buscando la fuerza de la naturaleza en ese entorno para transformar una realidad infame llena de iniquidad, injusticia y atropellos. Esa naturaleza aún gime por el peso de la opresión, pero también nos empuja a seguir luchando por liberarla de la misma desde la dignidad y la esperanza de las víctimas; liberación que solo será real cuando las heridas aún abiertas entre las mayorías populares, sean sanadas con las únicas medicinas eficaces: verdad, justicia y reparación integral. 19