Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires BUENOS AIRES - JUEVES 11 DE ABRIL DE 2013 Tomo La Ley 2013-B ISSN En trámite Los actos de disposición de partes separadas del cuerpo y el Proyecto de Código Civil y Comercial José W. Tobías (*) SUMARIO: 1. Introducción.- 2. Cosas que se vuelven cuerpo humano.- 3. Las partes separadas del cuerpo.- 4. La naturaleza del material biológico humano.- 5. Las partes del cuerpo humano y el Proyecto de Código Civil y Comercial.- 6. El ámbito de aplicación del artículo 17 del Proyecto.7. El asentimiento precedido del deber de información y el principio de finalidad.- 8. La revocabilidad del asentimiento.- 9. Conclusiones. El ámbito de vigencia de la extrapatrimonialidad configurativa de un derecho personalísimo sobre las partes separadas del cuerpo, rige respecto de ellas “en cuanto tales” —mientras mantienen su inicial sustancia—. No es de aplicación cuando han experimentado transformaciones o cambios pues en ese caso se transforman en cosas en que la onerosidad posterior tiene su causa en las actividades y procedimientos que alteran su sustancia inicial. 1. Introducción Los sorprendentes avances de la biotecnología han colocado al Bioderecho en un protagonismo central: se le plantean numerosos y delicados temas que rozan el destino y futuro mismo de la persona humana y en donde la rapidez de los cambios y las nuevas tecnologías contrastan, muchas veces, con la ausencia de normas legales específicas y otras veces con reglas no suficientemente analizadas y procesadas. Aún, en otras ocasiones las particularidades de las nuevas situaciones conducen a la reconsideración de criterios doctrinarios consolidados o a una relectura de las normas legales. Como se ha dicho, “el Derecho trata de adaptarse a marchas forzadas a ciertos cambios, mientras que otros demasiado rápidos e innovadores parecen escapar por completo a la capacidad de absorción”. [1] Es de interés destacar algunas particularidades del nuevo fenómeno en lo relacionado con el tema del título de este trabajo y que un autor ha analizado en algunos de sus aspectos bajo el sugestivo título “El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo humano”. [2] 2. Cosas que se vuelven cuerpo humano En un sentido, cada vez son más las cosas que la ciencia y la técnica elaboran para implantar en el cuerpo humano (prótesis dentales y maxilares, huesos metálicos, marcapasos, mamas de siliconas, audífonos, brazos y piernas ortopédicas, implantes cocleares etc.). Los supuestos pueden multiplicarse y son hoy de alcances impredecibles por su importancia en la salud. Un diario reciente, por ejemplo, informa de la primera prueba publicada de que seres humanos con lesiones cerebrales graves pueden controlar eficientemente una prótesis de brazos a través de implantes en el cerebro (chip de silicio con 96 electrodos conectados a un conjunto de neuronas) que transmiten señales neurológicas a una computadora. [3] Es posible también insertar bajo la piel chips de modo de posibilitar la ubicación o identificación de las personas: criminales peligrosos, detenidos en libertad provisoria o menores de edad, de modo de poder ser localizados en cualquier momento. [4] La misma tecnología, sin embargo puede ser empleada para posibilitar verdaderos atentados contra la dignidad o privacidad: así, por ejemplo, dirigir vía satélite al trabajador por el empleador, controlar sus movimientos, dirigir su actividad o localizar donde se encuentra; son los llamados wearable computers. [5] El fenómeno —excluidos los supuestos de ilicitud en el objeto o la causa del acto (como el de los wearable computers)— suscita el interrogante acerca de la naturaleza jurídica del objeto que siendo “cosa” se incorpora al cuerpo humano con visos de perdurabilidad. Un autor clásico argentino sugería que una vez incorporados al cuerpo seguían siendo cosas, aunque inembargables por ser de “uso indispensable del deudor” (art. 3878 CC). [6] Ciertamente, es una explicación que hoy no satisface la sensibilidad del jurista; más atinado es considerar que las cosas dejan de ser tales y pasan a pertenecer al cuerpo formando con él una unidad. [7] Ellas adquieren una nueva dimensión jurídica “convirtiéndose” en cuerpo humano. 3. Las partes separadas del cuerpo a) La doctrina argentina. Necesidad de nuevos análisis. Los avances tecnológicos generan también el fenómeno inverso, planteando problemas jurídicos considerablemente más complejos: la extracción o separación de partes del cuerpo y su disponibilidad con finalidades muy diversas. [8] La doctrina tradicional de nuestro país considera que una vez separados del cuerpo, las partes renovables deben ser consideradas “cosas” en el sentido del artículo 2311 del Código Civil (objetos materiales susceptibles de valor económico). [9] Al menos como regla general se considera que son cosas in commercium pudiendo ser materia de negocios jurídicos gratuitos e incluso en ocasiones onerosos [10] y que su validez, como es lógico, requerirá la licitud y moralidad del objeto y de la causa fin. Acerca de la titularidad sobre las partes separadas, las opiniones divergen: dicen unos que al separarse se convierten en res nullius u objetos sin dueños susceptibles de ser apropiadas para lo cual la persona de las que provienen tiene preferencia [11] ; afirman otros que el derecho de dominio se adquiere por una transformación del derecho preexistente, adquiriéndoselo ipso iure por una transformación del “ius in re ipsum” en dominium [12] y se sostiene también que el dominio nace en cabeza de quien provienen las partes separadas por un modo de adquisición originario, siendo el derecho personalísimo sobre el propio cuerpo el antecedente necesario para que el dominio de la cosa recaiga en aquél. [13] En lo relativo a las partes no separadas renovables, los criterios varían entre quienes afirman que los negocios que versan sobre ellas son de invalidez absoluta por carecer de objeto (pues no habría “cosa” ni “bien” que lo constituya) [14] y la de quienes, tratándose de partes renovables, consideran que hay un objeto determinable que convierte al negocio en válido aunque —producida la negativa del deudor a cumplir— no hay posibilidad del ejercicio de la compulsión física aunque sí del reclamo resarcitorio.[15] El análisis se ha elaborado razonando desde una lógica de los derechos reales y bajo una óptica contractualista e incluso onerosa. Se lo ha hecho en base a circunstancias fácticas limitadas —la disponibilidad de partes renovables como el pelo, las uñas o la leche de nodriza— y la evolución biotecnológica a que se ha hecho referencia suscita, como se dirá enseguida, fuertes cuestionamientos del derecho actual a las conclusiones señaladas. Un dato paradójico: a pesar del encuadre claramente patrimonialístico dado al tema, éste se considera generalmente dentro de la materia de los derechos personalísimos. Intentando una poco convincente justificación a lo que se presenta como una perceptible contradicción, se ha afirmado que las partes renovables ya separadas conservan parcialmente sus características originales y que el derecho sobre ellas emerge de un hecho (la continúa en la página 2 { NOTAS } Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723) (*) Comunicación del Académico, en la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, en la sesión privada del 25 de octubre de 2012. [1] ALTERINI, A., Respuestas ante las nuevas tecnologías: sistema, principios y jueces, LA LEY, 2007-F, 1338. [2] DE LORENZO, M. F., El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo humano, LA LEY, 2010-B, 807. [3] Diario La Nación del 18 de mayo de 2012. [4] RODOTA, S., Il corpo “giuridificato” en Tratatto di Biodiritto, diretto da S. Rodotà - P. Zatti, Il goberno del corpo, Giuffrè Editore, t. 1, p. 66. [5] Autor citado en nota anterior, p. 67. [6] ORGAZ, A., Personas individuales, Assandri, 2ª ed., p. 130, nota 17. [7] DE LORENZO, F., El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo humano, LA LEY, 2010-B, 811. El autor sugiere que la cuestión podría inferirse de la doctrina de los arts. 2315 y 2328 del Código Civil: las cosas muebles tienen la naturaleza de aquello a lo que se han adherido. [8] Ha de observarse que cuando se trata de material anatómico para implantación entre seres humanos se rige por la ley 24.192, quedando excluidos de sus reglas “los tejidos y materiales anatómicos naturalmente renovables y separables del cuerpo humano” (art. 1º ley citada). [9] ORGAZ, A., Personas individuales, p. 130; RIVERA, J., Instituciones de Derecho Civil. Parte General, 3ª ed., Lexis Nexis, t. II, p. 60; BUERES, A., El objeto del negocio jurídico, Hammurabi, p. 65; BERGOGLIO DE BROWER DE KONING, en Trasplante de órganos, Hammurabi, p. 54; GATTI, E., El cuerpo humano, el cadáver y los Derechos reales, LA LEY, 1997-E, 754. También, TOBIAS, J., Derecho de las personas, Ed. La Ley, p. 618 y s., en opinión que rectifico. [10] BUERES, A., El objeto del negocio jurídico, p. 60; BERGOGLIO DE BROWER DE KONING, cit., p. 64, SAGARNA, F., Los transplantes de órganos en el Derecho, Depalma, p. 48. [11] ORGAZ, A., Personas individuales, p. 130. [12] DE CUPIS, A., Diritti della personalità, p. 78; CIFUENTES, S., Derechos personalísimos, p. 398. [13] MALICKI A., Código Civil y normas complementarias, Dir. A Bueres, Hammurabi, t. 1, p. 181; BUERES, A., Prólogo a BERGOGLIO, M. y otras, Trasplantes de órganos, p. XXX. [14] ORGAZ, A., cit., p. 143. También, CIFUENTES, S., Derechos personalísimos, cit., p. 385; LLAMBIAS, J., Tratado de Derecho Civil, Parte General, 20ª ed., t. 1, Lexis Nexis, p. 249. [15] BUERES, A., El objeto del negocio jurídico, p. 60; MALICKI, A., Código Civil y normas complementarias, Dir. A Bueres, Hammurabi, T I, p. 183; BERGOGLIO DE BROWER DE KONING., cit., p. 64; SAGARNA, F., cit., p. 48. Academia Nacional de Derecho y Cs Sociales de Bs As 2 | JUEVES 11 DE abril DE 2013 viene de tapa separación) que incide en la esfera jurídica personal reduciendo el elemento corpóreo de la persona. [16] b) Las partes separadas reimplantables o destinadas a cumplir una función del cuerpo irremplazable. En un primer aspecto, se puede tomar por caso la posibilidad de un reimplante con éxito de un miembro amputado siempre que se realice dentro de un tiempo determinado. Un autor francés, Jean Pierre Baud, ha planteado el dilema de la “mano robada”[17]: una persona padece una amputación y conserva el miembro en una congeladora hasta su reimplante. Un vecino —llevado por enconos— se apropia de la mano que es encontrada en un basural. ¿Se trataba del delito de violencia seguida de mutilación (art. 309 C. Penal francés)? Ello requeriría considerar a la mano —pese a estar separada— como parte integrante de la persona pues debido al avance de la ciencia puede ser reimplantada. ¿O se trataría del delito de hurto? Ello requeriría considerar que la mano separada del cuerpo es ubicable dentro de la clasificación de las cosas. ¿O correspondería la absolución de quien incineró la mano? Se necesitaría para ello respaldar el punto de vista que sostiene que quien primero se apropia de la parte separada del cuerpo es propietario de ella. La contestación a los interrogantes, como se podrá advertir, requiere determinar previamente la naturaleza jurídica de una parte del cuerpo separada destinada a ser reimplantada en la misma persona y el sentido común se resiste a calificar a la mano reimplantable como cosa o a sostener que es propietario quien primero se apropia de ella. Otro caso resuelto por los Tribunales alemanes puede servir para ilustrar mejor la cuestión: una persona con cáncer de vejiga debe someterse a una intervención quirúrgica que le provocará la imposibilidad de procrear. Debido a ello decide depositar previamente su esperma en una clínica especializada. Dos años después, invocando problemas de espacio, la clínica le requiere por correspondencia que le haga saber en un tiempo determinado si mantiene su decisión de conservar el esperma. La persona responde afirmativamente aunque luego de vencido el plazo debido a problemas en la recepción de la comunicación y el esperma es destruido. Cuando recurre a la clínica con la finalidad de tener un hijo por medio de las técnicas de reproducción asistida, toma conocimiento de la destrucción del material y demanda un resarcimiento fundado en el artículo 823 del Código alemán. Las dos iniciales instancias rechazan el planteo sosteniendo que no se estaba en presencia de una lesión al cuerpo, como lo requiere el artículo mencionado. [18] En una sentencia del año 1993, sin embargo, al revocar la sentencia de la instancia anterior, el Tribunal Federal de Casación de ese país formula una serie de distinciones de sumo interés. Observa que hay casos de separación irreversible, como cuando la sangre está destinada a ser parte de un cuerpo diverso; en otros, la separación es sólo provisoria destinada a ser reintegrada al cuerpo de la misma persona (autotransfusión de sangre o de pelo) manteniendo en esos casos una unidad funcional con el cuerpo de origen, que impediría considerar a las partes separadas como cosas distintas estándose en presencia de una lesión al cuerpo. Razona, finalmente, que el esperma se presenta como un caso aparte pues, aún destinado a ser integrado en el cuerpo de otra persona y haber sido separado del cuerpo de una manera irreversible, estaba destinado a cumplir una típica función del cuerpo como lo es el de la reproducción. Consideró de ese modo que representaba la única posibilidad de la persona de procrear, estando protegida —por ello— por la protección del cuerpo regulada por el artículo 823 del Código alemán. [19] Una primera conclusión puede extraerse de los ejemplos mencionados: una parte separada del cuerpo que es susceptible de ser reimplantada no pierde su unidad funcional con el cuerpo de origen; mantiene su estatus jurídico, es decir, su condición de cuerpo humano. [20] En un paso más, la conclusión podría extenderse —como lo sostuvo la Corte alemana— a aquellos elementos destinados a cumplir una función esencial del cuerpo pese a estar separados de una manera definitiva y tener como destino el ser implantados a otra persona. Se comprende, por ello que se considere en ocasiones al cuerpo como una unidad funcional abarcativa de partes ubicadas en lugares distintos: un cuerpo distribuido en el espacio y en el tiempo —dice Rodotà— tutelado por el derecho a la salud y a la integridad física[21] o, en otros términos, cuerpo humano distribuido en el espacio y, aún en el tiempo, como sucede con aquellas partes separadas que se hallan temporalmente pendientes de su reinserción en el cuerpo. tentamiento, trasplantes, conocimientos de enfermedades, obtención de medios diagnósticos, obtención de líneas celulares, etc.). En un tiempo considerados meros descartes operatorios, los materiales biológicos humanos, son hoy protagonistas de una nueva “edad de oro” —así la califica un autor— [22] por contener información esencial para la investigación médica, la comprensión de los procesos patológicos, la elaboración de productos medicinales o la identificación de nuevas técnicas diagnósticas. [23] Su valor científico, a su vez, ha conducido al desarrollo de técnicas de conservación que están en la base de la difusión de centros de investigación que los acumulan y entidades privadas que ofrecen sus servicios para conservarlos, contribuyendo a la expansión de los denominados “biobancos”. Con este último término se designa a una unidad de servicio destinada a recolectar y conservar material biológico humano para ser utilizado en algunas de las finalidades señaladas. [24] La magnitud e importancia del tema, puede medirse a través de los datos que brinda un autor en el año 2006. En los Hospitales públicos del Servicio Nacional de Salud inglés existían depositados decenas de miles de órganos y enormes cantidades de tejidos. En los Estados Unidos de América se calculaba que a esa fecha se encontraban recolectados alrededor de trescientos cincuenta millones de materiales biológicos humanos. [25] Todo ello conduce a desplazar el centro de atención a sectores mucho más amplios: ya no sólo las uñas, los pelos o la leche de nodriza sino, más genéricamente, los materiales biológicos humanos y su destino final comprendiendo la evaluación de los intereses individuales, científicos y sociales comprometidos. c) La evolución de la biotecnología y el material biológico humano. Otros avances de la ciencia y la tecnología acentúan la necesidad de una reconsideración de los criterios tradicionales. Se extrae o separa material biológico humano (tejidos, células, órganos, descartes operatorios, sangre, orina, etc.) con finalidades muy diversas (terapéuticas, de investigación o experimentación para la eventual aplicación médica o industrial de los resultados o la posibilidad de su pa- Precisada la importancia del tema en la evolución de la medicina y, por ende, el interés social en el destino final del material, el análisis no puede prescindir del interés individual de la persona en controlar el destino que se dará a las partes o elementos de su cuerpo; a resguardar la información genética que contiene su material biológico [26] ; su eventual interés en que ese material no se destine a finalidades comerciales o a que la información genética obtenible de sus tejidos se mantenga en el ámbito de su privacidad. Concurren también los intereses de los laboratorios e investigadores en la comercialización o industrialización o patentamiento de los resultados y la controversia acerca de si hay un interés económico de las personas tutelable respecto de las ganancias que puedan derivarse del material obtenido. humano. LA LEY, 2010-B, 811. [22] D. Nelkin en Andreus-Nelkin, Il mercato del corpo. Il commercio dei tessuti humani nel’ era biotecnologica, Giuffrè, p. 5 cit. por Macilotti, M. Le biobanche: disciplina e diritti della persona, Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1195. [23] MACILOTTI, M., Le biobanche: disciplina e diritti della persona, Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1195. [24] NOVELLI, G. - PIETRANGELI, I, I campioni biologici en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1041 y ss. [25] HARDCASTLE, R., Law and the human body. Property wrights, ownership and control, Oxford and Portland, 2009, p. 65. [26] BERGEL, S., Aportes para un estatuto de las partes separadas del cuerpo, Rev. de Derecho de Familia y de las Personas, año 3, Nº 7, p. 200 y s. [27] NOVELLI, G. - PIETRANGELI, I, I campioni biologici en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1036. Sobre el tema puede verse también el estudio de BERGEL, S., Aportes para un estatuto de las partes separada del cuerpo, Rev. de Derecho de Familia y de las Personas, año 3, Nº 7, p. 205. [28] NOVELLI, G. - PIETRANGELI, I., I campioni biologici en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1036. [29] MACILOTTI, M., Le biobanche: disciplina e diritti della persona, en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, p. 1210. [30] NOVELLI, G. - PIETRANGELI, I., I campioni biologici en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1038. [31] DE LORENZO, M.F., El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo humano, LA LEY, 2010-B, 810. { NOTAS } [16] LACRUZ BERDEJO, J., Parte General del Derecho Civil. Personas, vol. 2, p. 61. [17] BAUD, J.P., Il caso delle mano robata, trad. L. Colombo, Giuffré 2003. [18] Dice la citada norma: “Deber de resarcimiento del daño. 1. Quien dolosa o negligentemente lesiona antijurídicamente la vida, el cuerpo, la salud, la libertad, la propiedad o cualquier otro derecho de la persona, queda obligado hacia ésta al resarcimiento del daño que de ello resulta”. [19] Sobre el fallo, RODOTA, S., Il corpo “giuridificato”, cit. p. 60. [20] DE LORENZO, M., El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo humano, LA LEY, 2010-B, 809. [21] RODOTA, S., Il corpo “giuridificato”, cit. p. 60 y ss. También DE LORENZO, M., El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo 4. La naturaleza del material biológico humano Excluidas las hipótesis analizadas en que las partes separadas están destinadas a ser reimplantadas o aún, la de aquellas destinadas a cumplir una función esencial pese a estar separadas de una manera definitiva —en que se ha concluido que mantienen su estatus de cuerpo humano— se advierte la importancia de establecer la naturaleza jurídica de las otras partes o elementos separados, su cesibilidad, su patrimonialidad o extrapatrimonialidad y, en su caso, su carácter gratuito u oneroso. Es una cuestión muy ligada a conceptos como “propiedad de los tejidos”, “libertad de investigación científica” o “patentabilidad de la materia viviente”. [27] a) Property rights sobre cosas y cesibilidad onerosa. En los Estados Unidos de América parece prevalecer la opinión favorecedora de la cesibilidad onerosa y, por ende, negativa a la vigencia de la extrapatrimonialidad (o en todo caso de la gratuidad). Argumentos para sostener ese criterio pueden ser entre otros: la ausencia de riesgos para la integridad física; la conveniencia de incentivos para cesiones de esa naturaleza tendientes a favorecer la investigación y el avance de la ciencia y la consideración de la falta de razonabilidad de un criterio de mercado que posibilita el enriquecimiento de quienes hacen uso del indicado material a través del patentamiento de los resultados y deja afuera a quien ha proveído elementos o partes de su cuerpo para posibilitarlo. [28] El criterio tiene puntos de contacto con el predominante de la doctrina argentina mencionado (supra 3.a). b) Existencia de un “common” patrimonio de la humanidad toda. En el otro extremo del punto de vista que posibilita un amplio reconocimiento de un mercado de tejidos humanos, puede ubicarse aquél criterio doctrinario que se resiste a delegar al mercado la recolección y cesión de materiales que son de interés de la humanidad toda, sosteniendo que es el Estado quien debe asumir esa tarea. Se trataría de un common —como tal patrimonio de la sociedad toda— y no propiedad de las personas que han experimentado la ablación y menos de los investigadores y depositarios que tienen los tejidos humanos. Se razona destacando los riesgos de las soluciones alternativas: atribuir la propiedad de los tejidos a los cedentes supone el riesgo que ellos alteren su destino en cualquier momento limitando la posibilidad de los investigadores y atribuirlos a estos supondría que ellos podrían impedir la experimentación por otros investigadores externos, reduciendo las posibilidades del material acumulado. [29] Desde esa óptica, se ha sugerido la creación de biobancos públicos, distribuidos a nivel local, aunque con gestión centralizada que entregue los materiales depositados a los investigadores que lo requieran haciendo uso de ellos como detentadores de bienes colectivos. [30] Una manifestación particular de ese punto de vista en nuestro país quizás se pueda encontrar en una Resolución 69/2009 del Incucai que regula las actividades de los bancos de células progenitoras hematopoyéticas (CPH) estableciendo que los tejidos estarán disponibles para su uso alergénico, es decir, para terceras personas, no pudiendo ser liberadas sin la autorización del Incucai. [31] La norma ha suscitado el cuestionamiento judicial, tanto de las empresas que realizan el servicio de recolección y crioconservación como el de los padres depositantes de las células (que lo hacen pensando en la eventualidad de su uso futuro para sus propios hijos). Academia Nacional de Derecho y Cs Sociales de Bs As Con sustento en el principio de autonomía de la voluntad y otras disposiciones constitucionales, parece primar el criterio que sostiene la inconstitucionalidad de la Resolución en cuestión. [32] c) La extrapatrimonialidad de las partes del cuerpo humano o su calidad de cosas sólo disponibles gratuitamente. Una variante relevante a las mencionadas en a) y b) es la fuente inmediata del artículo 17 del Proyecto de Código Civil y Comercial (al que me refiero más adelante). Se trata del artículo 16.1 del Código Civil francés según las Reformas de los años 1994 y 2004, que establece que: “el cuerpo humano, sus elementos o productos no pueden ser objeto de un derecho patrimonial”, que es completado por el artículo 16.5 que prescribe la nulidad de “las convenciones que tienen por finalidad atribuir un valor patrimonial al cuerpo humano, sus elementos o productos”. Se han sostenido dos maneras de entender su significado: c.1) La extrapatrimonialidad. Una doctrina ha considerado que la circunstancia que el cuerpo humano, sus elementos o productos no puedan ser objeto de un derecho patrimonial significa que la extrapatrimonialidad actúa como criterio de conformación de la situación subjetiva subyacente, es decir, que las prerrogativas de la persona sobre el cuerpo y sus partes carecen de contenido atributivo y por ende de connotaciones patrimoniales. Se trataría, de ese modo, de un derecho reducido a “un puro y simple droit de défense” con la consecuencia que quedaría excluida la factibilidad de un reclamo resarcitorio fundado en los beneficios económicos obtenidos de la utilización no autorizada de material biológico humano (v.g. la aplicación industrial de residuos postoperatorios) y limitado a una acción de daños cuando concurren los ordinarios presupuestos de la responsabilidad civil (factor de atribución, antijuridicidad, daño, relación causal). [33] Se ha propiciado, de compartirse esa perspectiva, la necesidad de implementar mecanismos disuasorios de la comisión de ilícitos del tipo de los mencionados. [34] Este criterio descarta el tradicional según el cual tales materiales constituyen el objeto de un derecho de propiedad, que por ello es considerado en sus dimensiones patrimoniales y lo ubica más bien en el ámbito de un derecho personalísimo sobre el cuerpo y sus partes (antes y después de la separación) inserto en el ámbito de la autodeterminación. [35] Se ha atribuido al más conocido fallo en el mundo del common law el seguir esa lí- nea interpretativa. Me refiero a la causa “Moore vs. The regents of the University of California”, en que la Corte Suprema de California desestimó uno de los reclamos del actor consistente en lo que consideró su derecho a participar en las ganancias obtenidas como resultado de investigaciones realizadas en elementos separados de su cuerpo sin haber obtenido su consentimiento informado. [36] Los profesionales habían obtenido con ellos una línea celular cuyo valor económico se estimó en Dólares tres billones en un período de seis años. Para rechazar el reclamo, el Tribunal consideró, entre otros aspectos, que el actor no había retenido un interés de propietario sobre sus células después de removido su bazo pues se trataba de material considerable como sui generis y que la línea celular obtenida era fáctica y legalmente distinta a las células obtenidos del cuerpo de Moore; concedió sin embargo un resarcimiento limitado al daño por el abuso de confianza por la ausencia de consentimiento informado de que había sido víctima.[37] c.2) La gratuidad. Pero la ausencia de valor económico del Código Civil francés puede también entenderse como la sola prohibición de un correspectivo, es decir, como ligada al requisito de la gratuidad. [38] Es perceptible que sólo adhiriendo a esta postura es posible aceptar la configuración de un derecho de propiedad sobre una parte del cuerpo humano [39] y atribuirle al mismo la calidad de “cosa” (sólo disponible a título gratuito). Su fundamento último sería ubicable en el resguardo del derecho a la autodeterminación, es decir, a garantizar que la manifestación de la voluntad sea libre, impidiendo que un incentivo económico incida de manera potencialmente negativa en aspectos sensibles de la libertad personal, en detrimento de los principios de dignidad e igualdad. [40] Este segundo criterio —el de la gratuidad— es el del Código de Quebec según el cual la enajenación por una persona de una parte o producto de su cuerpo debe ser gratuita y no debe ser reiterada si acarrea un riesgo para su salud (art. 25). El reciente Código Civil brasilero establece el mismo principio aunque limitado a la disposición post mortem del cuerpo y sus partes para fines altruistas. [41] En el derecho europeo, la Convención sobre la Biomedicina para la Protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano en relación a las aplicaciones de la biología y la medicina (Convención de Oviedo) dispone que “El cuerpo humano y sus partes no deben, en cuanto tales, ser fuente de beneficios” (art. 21); es también el criterio de otros documentos internacionales. [42] JUEVES 11 DE abril DE 2013 | 3 5. Las partes del cuerpo humano y el Proyecto de Código Civil y Comercial Dispone el artículo 17 del Proyecto: “Derechos sobre el cuerpo humano. Los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no tienen un valor económico, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social, y sólo pueden ser disponibles por su titular cuando se configure alguno de esos valores y según lo dispongan leyes especiales.” En los “fundamentos”, luego de señalar los “problemas de todo tipo...” que plantea la tesis que considera que las partes del cuerpo pueden ser objeto de derechos patrimoniales y, por ende, en calificárselas “como cosas que tienen un precio y pueden ser patentados, transferidos y sometidos al comercio dentro de ciertos límites” se afirma que se admite “la categoría de objeto de derechos que no tienen un valor económico, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social.” En contraste parcial con su fuente —el artículo 16.1 del Código Civil francés— y en un paso más, se agrega en los fundamentos que se ha preferido la enumeración de las finalidades más que una enumeración negativa (bienes que no tienen valor económico o extrapatrimoniales) por ser más “limitativa del concepto.” Del texto del artículo 17 y sus fundamentos se puede deducir, a mi juicio, que se ha recogido uno de los significados que se atribuyen al artículo 16.1 del Código Civil francés: el de que el objeto del derecho sobre las partes del cuerpo versa sobre “bienes” carentes de connotaciones patrimoniales, aunque calificados, además, por finalidades específicas constitutivas de “valores que califican la noción de bien como un elemento de tipicidad” (fundamentos). De ahí que se estaría en el ámbito de un derecho personalísimo sobre el cuerpo y sus partes. La postura —de ser derecho positivo el artículo 17 del Proyecto— supondría el abandono de la lectura tradicional, según la cual las partes separadas del cuerpo constituirían el objeto de un derecho de propiedad tutelado en sus connotaciones patrimoniales y disponible a título gratuito u oneroso. Incluso, la superación de aquella otra tesis que, admitiendo también su calidad de cosas, sólo acepta la disponibilidad a título gratuito. se advierte la importancia de la vigencia de las sanciones pecuniarias disuasivas (art. 1714 Proyecto) como mecanismo tendiente a evitar la comisión de ilícitos como los mencionados. La solución que se proyecta es compartible. Comporta el alejamiento del paradigma mercantilista en aspectos centrales de la persona, como lo es el cuerpo y sus partes y la adhesión a un sistema basado en el principio de la solidaridad. Supone, además, adoptar una postura de salvaguarda de las personas involucradas en la dación de partes de su cuerpo, en el sentido que la ausencia del incentivo monetario posibilite la espontaneidad y libertad de la manifestación de voluntad resguardando los principios de libertad, igualdad y dignidad. Tiende a tutelar, asimismo, el principio de intimidad, susceptible de ser afectado en muchas ocasiones por el incentivo económico en otro aspecto específico de la esfera personal. En los tejidos humanos, en efecto, concurre un componente “material” —un agregado de moléculas— con otro “informacional”, este último expresión de la identidad biológica de la persona; la evolución en el campo genético permite hoy extraer datos de la materialidad de los tejidos acerca del estado de salud, la identidad biológica o la propensión a ciertas enfermedades [43], aspectos estos vinculados con su derecho a la intimidad. Se trata de características diversas de un mismo objeto y se comprende por ello la inicial afirmación acerca de la necesidad de evitar la eventual incidencia del incentivo económico en la libertad de decisión de la persona y la facultad de control de su intimidad. Lo cierto es que la exclusión de la calidad de cosas de las partes separadas requeriría, en su caso, nuevos análisis de las consecuencias resultantes de no haberles atribuido esa naturaleza. Así, por ejemplo, el de la responsabilidad civil de un establecimiento donde se recibe y distribuye sangre, al que un criterio doctrinario y jurisprudencial considera a aquél dueño o guardián por el hecho de la cosa, sea por aplicación del art. 1113 del Código Civil o de la Ley de Defensa del consumidor. [44] 6. El ámbito de aplicación del artículo 17 del Proyecto La diferencia del Proyecto con la última de las posturas mencionadas, como se vio (supra nº 4.c), no es menor y excluiría la factibilidad de un reclamo resarcitorio fundado en las ganancias obtenidas por la utilización no autorizada del material biológico humano. Desde ese enfoque, El criterio que adopta el Proyecto, hace necesario algunas precisiones acerca de su alcance. No creo que abarque alguno de los supuestos que consideraba la doctrina tradicional y que pueden conside- consentimiento para continuar con las investigaciones, a lo que se negó y promovió acciones judiciales contra la Universidad y los profesionales aspirando, entre otros reclamos, parte de las ganancias obtenidas. La Corte de Apelaciones, por mayoría, consideró que el actor tenía “property rights” sobre el órgano extraído, suficiente para mantener “the cause of action for convertion”. La Corte Suprema del Estado de California, como se dice en el texto, revocó por mayoría ese aspecto del fallo. [37] Sobre este fallo, ampliamente HARDCASTLE, R., Law and the human body. Property rights, ownership and control, Oxford and Portland 2009, p. 65 y s. [38] En el Derecho francés, estableciendo el significado del art. 16.1 del Código de ese país, parecer ser la opinión de MALAURIE, PH.-AYNES, L., Les personnes, les incapacités, 2ª ed., Defrenois, p. 102. [39] MACILOTTI, M., Le biobanche: disciplina e diritti della persona, en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, p. 1201. [40] RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, p. 820. [41] Implícitamente, también, el Código Civil peruano (art. 7º) dispone: “La donación de partes del cuerpo o de órganos o tejidos que no se regeneran no debe perjudicar gravemente la salud o reducir sensiblemente el tiempo de vida del donante”. [42] Otros documentos internacionales se alinean en ese criterio: la Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea (art. 3º); la Declaración de la Unesco sobre el genoma humano y los derechos del hombre (art. 3º) y sobre los datos genéticos humanos (art. 8º). [43] MACILOTTI, M., Le biobanche: disciplina e diritti della persona, Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1204 y ss. [44] DE LORENZO, M.F., El cuerpo humano que se vuelve cosa. Cosas que se vuelven cuerpo humano, LA LEY, 2010-B, 809. continúa en la página 4 { NOTAS } [32] J.Fed. 1ª I Nº 2 de Rosario, LA LEY, 27/07/09; JN 1ª I en lo Cont. Adm. Nº 7, LA LEY, 2009-D, 567; sala IV de ese Fuero, JA 2001-2-625; íd. Sala III, LA LEY, 28/02/2012 para la discusión, en la doctrina: RABINOVICH BERKMAN, R., Las células tronco también ayudan a pensar (más un comentario sobre el caso que al fallo), LA LEY, 2009-D, 563; CASIGNESSE, V., Ilegitimidad de la autorización que se autoconfiere el Incucai para disponer de células madre conservadas en bancos privados, LLLitoral 2010 (marzo, 139). [33] Sobre los dos maneras de entender el principio de la extrapatrimonialidad, RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 818, quien en nota 53 cita, entre otros, a BELLIVIER-NORVILLE, La circulation du vivant humain: modèle de la proprieté ou du contrat?, p. 115, que afirman: Surtout elle n'offre au donneur aucun moyen de prétendre á une part des avantages d’en dècouler”; MACILOTTI, M., Le biobanche: discipli- na e diritti della persona, en esa misma obra, p. 1201. [34] RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 818 y s. [35] Autor y lugar citados en nota anterior. Parecer ser también el parecer de TERRE, F.-FENOUILLET, D., Les personnes, la famillie, les incapacités, 7ª ed., Dalloz, p. 64. [36] El actor se había atendido en el Centro Médico de la Universidad demandada por padecer leucemia, extrayéndosele el bazo. En ningún momento Moore había dado su conformidad para investigaciones en el órgano separado u otras partes de su cuerpo ni se le informó de ellas. En los años siguientes retornó al Centro Médico proveyendo sangre, piel y médula espinal aspirada; durante ese período, los profesionales realizaron investigaciones sobre células t.lymphocites a partir de las cuales pudieron establecer una líneas celular que permitía producir los limphokines que pretendían. Fue bastante después que Moore fue requerido para dar su Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Bs As 4 | JUEVES 11 DE ABRIL DE 2013 viene de PÁGINA 3 rarse como bienes comercializables en sí mismos (los cabellos, la leche de nodriza) pues, además de no incidir sobre la integridad física y ser elementos renovables naturalmente, no es de temer que la onerosidad incida negativamente en la autodeterminación de la persona. [45] Fuera de esos supuestos, debe destacarse que la ausencia de un valor económico con la concurrencia de finalidades específicas rige respecto de las partes del cuerpo “en cuanto tales”, es decir, cuando la dación acaece entre el cedente y el primer beneficiario o entre éste y los sucesivos, en este último caso siempre que las partes del cuerpo mantengan su inicial sustancia. [46] No es de aplicación, en cambio, en las sucesivas relaciones jurídicas cuando el material biológico original ha sido objeto de transformación, manipulación o cambio pues la “onerosidad” posterior tiene su causa en un específico ejercicio profesional o una actividad económica que alteran su sustancia original. Se sigue de ello que las posteriores intervenciones técnicas (análisis, fraccionamiento, purificación, conservación) pueden dar lugar a una compensación. También, por ejemplo, cuando la onerosidad deriva de un tratamiento o modificación que ha transformado los tejidos en un producto farmacéutico. [47] Lo que sucede en rigor, es que junto con la transformación o modificación de la sustancia de las partes separadas, acaece también una modificación de su status jurídico que, de bienes carentes de valor económico con finalidades específicas, se convierten en cosas susceptibles de ser disponibles a título gratuito u oneroso. La Convención de Oviedo, como se dijo, recoge ese criterio en el artículo 21 que dispone que el cuerpo humano y sus partes no deben, en cuanto tales, constituir fuente de beneficios. La explicación oficial a esa formulación sería que los investigadores o profesionales pueden ser pagados por su actividad referida al cuerpo, mientras el cuerpo en sí es el que no puede ser objeto de comercio. [48] La conclusión adoptada no deja de considerar lo que se presenta como un interrogante acerca de la coherencia de un modelo en que las partes del cuerpo son consideradas en base a dos “ontologías normativas” distintas: el de la extrapatrimonialidad con fines solidarios para los ciudadanos comunes y el de la “comercialización” para los productos farmacéuticos o médicos, de un modo que aquellos deban readquirirlos transformados. Se ha sugerido, por ello, establecer algún sistema de beneficios o compensaciones para los cedentes en los resultados de la investigación —como lo sugieren algunos documentos internacionales— sin perjuicio de la vigencia del principio de extrapatrimonialidad (o del de gratuidad).[49] 7. El asentimiento precedido del deber de información y el principio de finalidad La importancia del libre asentimiento del cedente precedido del deber de información es bien manifiesto en esta materia. [50] Un relieve central se relaciona con el destino a darse a los elementos o partes del cuerpo: la licitud del asentimiento está directamente vinculada al principio de finalidad íntimamente conectado, a su vez, con el de solidaridad. El artículo 17 del Proyecto, por lo pronto, circunscribe —como se dijo— la validez de la disposición a que tenga una finalidad afectiva, terapéutica, científica, humanitaria o social. Sentado esto, un segundo alcance debe atribuirse al citado principio: el destino a darse al objeto de la cesión debe ser el mismo del que le fue informado al cedente y respecto del cual prestó su asentimiento. Así, la cesión de material biológico humano con destino a una finalidad terapéutica no permite darle un destino de investigación. Se requerirá en ese caso una nueva manifestación de voluntad que altere la finalidad inicial. Son los principios generales en materia de actos voluntarios los que permiten fundar esa afirmación. Sin perjuicio de ello, se ha resaltado la importancia de la noción de causa fin del acto jurídico —en el significado objetivo subjetivo que le atribuye la mayoría de la doctrina argentina— cuando se hace referencia al acto abdicativo de un derecho fundamental. [51] Con fundamento en el citado principio de finalidad, se ha afirmado también que el asentimiento del cedente no legitima automáticamente al aprovechamiento comercial o el patentamiento de los resultados de la investigación y que a los fines de una lícita utilización, la persona debe ser previamente informada y otorgar su asentimiento acerca de la posible derivación del patentamiento de una investigación basada sobre su propio material biológico. [52] ausencia de eficacia vinculante del asentimiento y por ello el de su revocabilidad. En el proyecto de Código, la regla rige en materia de investigaciones en salud humana (art. 58 inc. b); tratamientos médicos (arg. art. 56) y lo establece la ley 24.193 de ablación y transplante de órganos (art. 15). Más genéricamente lo consagra el Proyecto en materia de disposición de derechos personalísimos (art. 55). Se trata de una derivación del derecho a la autodeterminación en una materia vinculada con aspectos centrales de la persona y que es compartible. [53] No puede dejar de considerarse, sin embargo, la correlación del principio con los de la buena fe, la confianza y la solidaridad. Así, ¿la libertad decisional de la persona debe primar sobre la operatividad de una entera recolección biológica? La cuestión fue objeto de atención por la doctrina con motivo de otro fallo famoso en el ámbito del common law: el resuelto por la Corte Distrital de Missouri en la causa Washington University c/ Catalona, año 2006. Se trataba de una controversia acerca de la titularidad del material biológico para investigaciones médicas. El demandado era un reputado urólogo contratado por la actora para investigaciones y durante ese período había organizado un centro de recopilación de tejidos prostáticos, sangre y células ADN para estudios sobre el cáncer prostático. En la experiencia, contribuyeron casi treinta mil personas de las cuales tres mil eran pacientes de Catalona. El profesional deja Washington University para continuar sus investigaciones en otra Universidad y previo a ello escribe a todos los participantes —sin la aprobación de la Universidad— anunciando su partida y pidiendo una autorización para liberar el material a su nombre. Frente a ello, Washington University promovió acciones judiciales y la Corte de Missouri concluyó que los participantes no habían mantenido derechos sobre el material cedido ni la facultad de revocar su decisión ni mantenido facultades para autorizar el uso, la transferencia o el destino del material cedido y que la actora era la única propietaria. [54] que deriva el principio de revocabilidad— debe, como regla, primar sobre las razones de la ciencia o del mercado debiendo, sin embargo, conciliarse en ocasiones de excepción con las reglas de la buena fe, la confianza y la solidaridad para que, en función de las circunstancias del caso concreto, prevalezca uno u otro principio. 9. Conclusiones Al hilo de la exposición, se pueden intentar algunas conclusiones preliminares: - Las cosas que se implantan en el cuerpo humano con sentido de perdurabilidad dejan de ser tales, adquiriendo una nueva dimensión jurídica, convirtiéndose en cuerpo humano. - Las partes del cuerpo separadas y susceptibles de ser reimplantadas no pierden su unidad funcional con el cuerpo de origen, manteniendo su status jurídico, es decir, su condición de cuerpo humano. - La afirmación precedente puede extenderse, incluso, a aquellos elementos separados del cuerpo destinados a cumplir una función esencial, pese a estar separados de una manera definitiva y el tener como destino el ser implantados a otra persona. - En lo demás, el sistema de la disposición de las partes del cuerpo humano ya no se sustenta en una visión elaborada desde la óptica de los derechos reales y bajo una óptica contractualista, incluso onerosa. Ese enfoque es reemplazado por un fenómeno de signo inverso —situable en el ámbito de los derechos personalísimos— donde la mayor parte de la fattispecies se ubican en el esquema unilateral del asentimiento autorizativo —con gravitación esencial de los principios de “extrapatrimonialidad”, “finalidad” y “revocabilidad”— mientras la figura del negocio bilateral a título oneroso —y por ende materia de disponibilidad contractual— retrocede a un ámbito conceptual y operativo muy marginal. [56] El Proyecto se alinea en este camino y la solución, a mi juicio, es compartible. En temas muy ligados al que se considera, es generalizado el principio de la En el tema que se considera, sin embargo, probablemente pueda concluirse que la libertad decisional de la persona —del - El ámbito de vigencia de la extrapatrimonialidad —configurativa de un derechos personalísimo sobre las partes separadas del cuerpo— rige respecto de ellas “en cuanto tales” (mientras mantienen su inicial sustancia). No es de aplicación cuando han experimentado transformaciones o cambios, pues en ese caso se transforman en cosas en que la onerosidad posterior tiene su causa en las actividades y procedimientos que alteran su sustancia inicial. l mercato nel biodirito en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1019. [48] Autores y lugar citados en la nota anterior. [49] RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo., t. 1, p. 823, quien recuerda las precisiones en ese sentido de la Declaración Universal de la UNESCO sobre bioética y derechos humanos (el artículo 15 precisa que los beneficios de una investigación científica y sus aplicaciones deben ser compartidos con la sociedad como conjunto y con la comunidad internacional, en particular con los países en desarrollo; agrega que ello puede manifestarse en forma de acceso a servicios de salud eficientes, acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos o asistencia a las personas y grupos que han formado parte de la investigación). [50] BERGEL, S., Aportes para un estatuto de las partes separadas del cuerpo, Rev. de Derecho de Familia y de las Personas, año 3, Nº 7, p. 202. Una manifestación de la importancia del asentimiento en esta materia puede verse en el derecho francés. El Código Penal de ese país establece penas de 5 años de prisión y multas de 75.000 Euros para quien conserva y transforma en vista de su cesión para un uso científico de órganos, tejidos, células o sangre, sus compuestos y los productos derivados sin haber previamente obtenido la autorización que prevé el art. 1243-3 del Código de la Salud Pública (art. 511-5-2). Ver también arts. 511-5; art. 511-5-1, 511-6 del Código Penal francés. [51] DE LORENZO, F., Consentimiento e integridad física - volenti non fit injuria, Revista Derecho de Daños, Rubinzal Culzoni, 2011-3. [52] RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 834. [53] Es el criterio de la Declaración de la UNESCO sobre datos genéticos (art. 9º). [54] Amplias referencias del caso en HARDCASTLE, R., Law and the human body. Property rights, ownership and control, p. 74 y ss. [55] NOVELLI, G. - PIETRANGELI, I, I campioni biologici en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 1038. [56] RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 844 y s. En sentido parecido, aunque limitando la vigencia del art. 5º del Código Civil italiano —antes que reinterpretándolo— BESSONE, M. - FERRANDO, G., Persona fisiche (dir. privatto) en Enciclopedia del diritto, t. XXXIII, p. 202. En lo demás, ha de tenerse en cuenta que el objeto del acto de disposición de las partes separadas del cuerpo no debe ser contrario “a la ley, la moral o las buenas costumbres” (arts. 56 y 279 Pr.) ni al orden público ni la dignidad humana (art. 279 Pr.). 8. La revocabilidad del asentimiento Se ha considerado que del modo resuelto, el fallo ha afirmado el principio según el cual la investigación médica puede progresar sólo si el acceso al material biológico no es obstaculizado por interferencia de los cedentes o intereses de tipo económico. [55] { NOTAS } [45] BELLIVIER-NORVILLE, Contrats et vivant en Traité des contrats sus la dir. de J. Ghestin, Igdi, p. 144, nota 273. NOVELLI, G. - PIETRANGELI, I., I compioni biologici en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. I, p. 1036; RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartennza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. I, p. 825. La aptitud de renovación debe ser permanente y no limitada a una única vez (como los dientes) ni provenir de una situación traumática y no natural (como la remoción de parte del hígado). [46] Comp. RESTA, G., La disposizione del corpo. Regole de appartenenza e di circulazione en Tratatto di Biodiritto, cit., Il goberno del corpo, t. 1, p. 822, quien circunscribe la gratuidad a la relación entre el cedente y el primer beneficiario. [47] BERLINGIER, G. - RUFO, F., Mercato e non