La Habana tiene su propio ritmo Por: MARISOL GÓMEZ GIRALDO | 23 de Marzo del 2013 – El Tiempo El jueves, Gobierno y las Farc se despidieron de su séptima ronda de negociaciones. No pocos transitaron de la euforia a la decepción el jueves, cuando el Gobierno y las Farc se despidieron de su séptima ronda de negociaciones sin anunciar los acuerdos definitivos en tierras. Algunos los habían dado como un hecho, tras oír a uno de los jefes guerrilleros hablar de “cuatro o cinco metros de acuerdos”. Pero una cosa es que el grupo armado reconozca que ha dado un salto histórico con el Gobierno en el tema agrario –que ha marcado el conflicto armado– y otra que eso signifique que ha cambiado radicalmente sus tiempos. Para la muestra, la frase de „Iván Márquez‟ de ese día: “Vamos avanzando de manera lenta, si se quiere pensar así, pero también persistente”. Y el equipo oficial que dialoga con las Farc lo tiene tan claro que Humberto de la Calle, cabeza del grupo, se adelantó y dijo: “Las conversaciones avanzan dentro de lo previsible, así la percepción de opinión pública sufra altibajos”. Ahora, que a estos altibajos contribuyan las Farc no es raro, porque su lógica resulta extraña para el colombiano común. Pero también podrían estar siendo provocados por declaraciones de quienes ponen plazo perentorio a los acuerdos, para que sean tramitados por el Congreso. Como su presidente, Roy Barreras. Es probable, además, que en el oído de la opinión todavía suene que los primeros anuncios se darían antes de Semana Santa, idea que se le „escapó‟ hace algún tiempo al ministro del Interior, Fernando Carrillo. A la larga, el riesgo es que las declaraciones de quienes están fuera de la mesa provoquen un sube y baja tan peligroso en el ánimo de la opinión que esto vaya en contra del proceso de paz. Las Farc, con ciertas declaraciones, ponen su cuota. Pero también quienes desde este lado quieren una negociación exitosa con esta guerrilla. Sobre todo, porque, para el grupo armado, no dejarse presionar es un punto de dignidad, y nada que se le parezca más a la presión que los plazos perentorios. Esto no quiere decir que las Farc no puedan subirle al ritmo de la negociación, más aún si representa ganancia política para ellas y si saben que de eso depende que el Gobierno se mantenga en la mesa. En últimas, no ignoran que tampoco pueden imponer su ritmo en La Habana. MARISOL GÓMEZ GIRALDO EDITORA DE EL TIEMPO margir@eltiempo.com @margogir