¿ DE QUE TIEMPO ES ESTE BARROCO? ARQUITECTURA POPULAR O ARQUITECTURA VERNÁCULA. SIEMPRE UNA CONTROVERSIA. Carlos Flores Marini Universidad Autónoma de México Hablar de la arquitectura popular y de su decantamiento en formas y sentido cromático, hace que nos remontarnos a las culturas indígenas, donde el rebuscamiento de la forma arquitectónica y su intensidad cromática, es aplicada es forma muy similar al concepto que luego tendrá el barroco en Nueva España y esto lo hago extensivo hasta Honduras, limite de la frontera maya. En ambas casos se habla de fuentes primarias y de modelos provinciales que devienen en expresiones regionales y que a medida que se alejan de la fuente de emisión, van alterando sus realizaciones hasta adquirir otras características que tienen su propia fuerza y diferentes expresiones. Es así que se cierra el circulo, creándose un nuevo modelo. Un ejemplo de ello serían las ciudades mayas de Tikal y Copan, con sus influencias periféricas, hasta llegar a la Teotihuacana que se manifiesta en Kaminaljuyu, ciudad maya aledaña a la capital de Guatemala. En el mundo contemporáneo llamamos arquitectura popular a estas expresiones periféricas, sin embargo, su aplicación frecuentemente discriminatoria, nos ha llevado a recurrir a un término que siendo similar adquiere una connotación de diferente rango y como consecuencia de mayor atención y cuidado; cuando menos en lo que atañe a su conservación y restauración. Esto es lo que llamamos arquitectura vernácula. 1032 Si me preguntaran de donde me nace esta inquietud, les diría que me sucedió cuando tuve la ocasión de ver los trabajos de restauración en las iglesias del Estado de Chiapas, en lo que se ha denominado zona de conflicto en el Sur de México; área que hoy es mas conocida por la actuación del Subcomandante Marcos, que por su rico patrimonio cultural. En estas poblaciones los indígenas mayas han manifestado su descontento por las desfavorables condiciones de vida que la metrópoli les ha impuesto durante 400 años. Ello ha generado, otro tipo de intervención, tratando de complacer a estos grupos, restaurándoles, si este puede ser él termino, su iglesia. Centro de su fervor místico y lugar de sincretismo religioso donde pervive el culto a sus antiguos dioses. En todas ellas, el gobierno central, desde la ciudad de México, les ha hecho restaurar sus templos y en algunos casos el casco central de sus ciudades como en Tonalá y San Cristóbal las Casas, y que estando en la misma zona de influencia les ha realizado labores de mejoramiento en su imagen urbana. El resultado si bien puede ser técnicamente correcto, no tiene la sensibilidad que dio nacimiento a dichas manifestaciones plásticas, dando como consecuencia la indiferencia ciudadana a la acción realizada o el rechazo, cuando no, y a corto plazo, la alteración de las labores restaurativas. Al haberse realizado sin la participación comunitaria. El segundo caso es el de las recientes intervenciones en el conjunto conocido como las Misiones de la Sierra Gorda, en el Estado de Querétaro y donde los 5 templos levantados bajo la mirada y el impulso de Fray Junípero Serra, evangelizador incansable que lo mismo cabalgó (o se dice burreó, por que iba en burro) en su jamelgo por Centro América, que dio la primera identidad a las Californias, hoy reconocido como tal en el congreso de los EE.UU.- su escultura monumental representa a California en este edificio. Con motivo de los sismos de Junio de 1999, el gobierno de México emprendió una enorme tarea de intervenciones estructurales, en más de 600 edificios, la mayoría de carácter religioso, que habían sido afectados por este movimiento telúrico. Terminada esta tarea, en Enero se emprenderá la segunda fase de las intervenciones, 1033 que tocará los aspectos decorativos y ornamentales, tanto de sus interiores como de las fachadas. La gran disyuntiva es: ¿Como deben ser intervenidos y cuales deberán ser los criterios menos agresivos para hacerlo? Algunos, muy pocos, son de intervención profesional, lo que hoy se conoce como arquitectura de autor, muchos, de arquitectura vernácula, los más, de arquitectura popular. Definamos ambos términos y fijemos nuestra postura. Dentro del contexto de cada país, según sea su tradición y la evolución de sus usos y costumbres los términos de popular y vernáculo tienden a adquirir valores parecidos, pero sobre todo, a ser aplicados en ejemplos de similares características; esto es más cambiante cuando se confrontan construcciones de distintos continentes y con diferente evolución cultural. Sí partimos de la definición que nos dan los diccionarios, vamos a encontrar que según sus raíces: Popular, proviene de Popularis, que es “lo perteneciente al pueblo, que es peculiar del pueblo o procede de él. ” Esto es, la cultura que el pueblo considera como propia y a la que tiene acceso a través de sus tradiciones y costumbres. Vernáculo proviene del Latín: vernaculus que significa “ domestico, nativo, de nuestra casa o país “. Como se ve ambas definiciones están estrechamente ligadas y su diferencia estriba en que la definición de lo popular esta atada a la tradición y por lo tanto va creando su historia día con día, mientras que lo vernáculo, tiende a identificar y aplicar sus experiencias que van más allá del pueblo como tal, para integrarse a la vida contemporánea; por lo tanto son dinámicas y cambiantes. En consecuencia, la línea de lo popular se identifica con sus antecedentes en la historia, mientras que lo vernáculo adquiere un dinamismo, siempre consecuente con su integración a las características de la vida actual, no sólo en lo referente a su economía, sino también al uso de nuevos materiales y nuevas técnicas constructivas; 1034 pero siempre partiendo de lo que la arquitectura popular ha venido creando a través del tiempo. Esto queda plasmado en las ponencias de los dos Encuentros Internacionales, realizados por el ICOMOS-MEXICANO, en 1984 y 1993, dedicados a la Conservación de la Arquitectura Vernácula. Las Conclusiones expresan claramente este sentido dinámico al que hemos venido haciendo referencia, al expresar en el Documento de 1984 que: “Se entiende por arquitectura vernácula, tanto aquella que responde a una unidad familiar, a su forma de vida y uso, como a las demás edificaciones para actividades complementarias de la comunidad, que mantienen sistemas constructivos específicos con el empleo de materiales naturales y la presencia de materiales industriales y semi industriales adaptados, cuyo resultado volumétrico y sus relaciones espaciales internas y externas, el color y el detalle, sirven para identificar al grupo que la produce. Generalmente su ejecución responde a una manufactura artesanal, con la participación del usuario.” Para 1993, se concluía que: “La arquitectura vernácula, es aquella que comprende a la vivienda y otras edificaciones, producto de la participación comunitaria que mantiene sistemas constructivos resultado de sus recursos disponibles y que utiliza tecnologías producto del conocimiento colectivo tanto en su concepción, como en su modo de ejecutarla, de ahí que no requiera de técnicos para construirla, por lo que el resultado volumétrico y sus relaciones espaciales, el color y el detalle, identifican al grupo que la produce y en la que el usuario y la comunidad misma participan activamente. Puede ser secular o sagrada, rural o urbana, permanente o temporal, pero siempre relacionada estrechamente con su contexto y su medio ambiente respondiendo a sus necesidades, valores, tradiciones, economía y forma de vida de la cultura que la produce, con una dinámica que le permite su permanente mejoramiento.” Esta última frase establece la diferencia entre lo vernáculo 1035 y lo popular en la arquitectura latinoamericana. Muchos autores usan indistintamente el termino, aumentando con ello la confusión en cuanto a sus procedimientos constructivos. Creemos que la diferencia que podemos establecer es clara; en aquellos poblados donde aun habiendo llegado los procesos de industrialización no se han alterado los patrones tradicionales de la comunidad, se sigue produciendo arquitectura popular, aun con nuevos modelos y escalas que no sean las que se habían venido usando durante su evolución histórica En los poblados en que los adelantos de la civilización producen materiales elaborados industrialmente, que se inspiran en la imagen de la arquitectura tradicional se produce arquitectura vernácula. Pisos de concreto y no de tierra, techos de lamina de asbesto o zinc, según el caso, y no de teja, repellados de mezcla con cemento, pinturas vinílicas y no de tierras o de cal, son algunos de los elementos que se integran a estas arquitecturas. Es difícil convencer a los moradores del campo iberoamericano, de que deben seguir conservando sus acabados tradicionales cuando ven que el uso de nuevos materiales dan mayor duración y menor costo a sus viviendas. Este fenómeno se seguirá presentando como un proceso incontenible de mejoramiento en la calidad de la construcción. El camino idóneo es una política de convencimiento, que mantenga la armonía en la imagen de nuestros poblados y que la incorporación de nuevas técnicas y materiales se haga dentro de los lineamientos generales que definen estos conceptos; constantes que se suelen presentar en la fisonomía de nuestros conjuntos rurales o en las pequeñas poblaciones; techos inclinados o de azotea, según sea el caso, repetición rítmica de vanos y macizos en las fachadas, con mayor peso visual en este ultimo, paramentos de fachada con una línea continua de construcción, sin remetimientos o salientes de cuerpos o puertas y ventanas; así como sin interrupciones en el lenguaje visual con volúmenes, acabados o vidrieras, que alteren el paisaje cultural El Comité Científico de Arquitectura vernácula del ICOMOS, después de reunirse en diferentes partes del mundo, para redactar un texto que, como complemento a la Carta de Venecia, fija los principios para el cuidado y protección de este patrimonio, Aprobada, en la Asamblea General del ICOMOS, llevada a cabo en la ciudad de Guadalajara, México; la Carta del Patrimonio Vernáculo Construido. Después de una Introducción, el documento fija una serie de Consideraciones Generales así como los Principios para su Conservación; señala como Líneas de Actuación: Investigación y Documentación. Asentamientos y Paisaje. Sistemas Tradicionales de Construcción. Sustitución de Partes o Elementos. Adaptación. Cambios y Periodos de Intervención y Educación y Difusión. En la Introducción ya se señala la vulnerabilidad a que están sujetas las estructuras vernáculas, más que nada por lo que el documento llama: “homogenización de la cultura”. Visto a la luz del sitio de las reuniones; Madrid, Jerusalem, Mikkeli, Santo Domingo y Guadalajara. Es claro que los propios sitios escogidos muestran una diferente manera de abordar este tipo de arquitectura. La Carta, está enfocada primordialmente, a las manifestaciones arquitectónicas ya existentes, sin desconocer sus posibilidades de cambio ante las demandas del uso contemporáneo; sin embargo, pasa a soslayo en el aspecto de las nuevas construcciones; si acaso en el acápite b) del tema de Educación y Difusión, se menciona un programa de especialización para asistir a las comunidades en el mantenimiento de los sistemas tradicionales de construcción, así como de los oficios correspondientes. Es claro entonces que La Carta, como lo dice su encabezado, trata 1036 solamente del Patrimonio Vernáculo Construido. De ahí nuestra diferente forma de abordar este complejo tema. ¿Cómo establecer entonces, la diferencia entre las arquitecturas tradicionales y las arquitecturas adaptadas, cuando ambas forman parte indisoluble de nuestro paisaje, en continua expansión? ¿son éstas últimas el punto de partida de la arquitectura vernácula? En Europa, rara vez podemos hablar de asentamientos que crecen, por lo general decrecen. En América, el crecimiento es constante con particulares circunstancias, producto de la penetración cultural y de los fenómenos de globalización que todos conocemos. De ahí que con el objeto de armonizar términos y reales circunstancias, propongamos esta diferenciación, en aras de mantener un paisaje edilicio, congruente y menos agresivo al que hoy nos esta avasallando. Si esto lo remitimos al contexto del barroco, podemos establecer diferencias interesantes dentro del panorama de la arquitectura en Hispanoamérica; tanto en la arquitectura civil como la religiosa. En el primero de ellos es la época de su construcción y en casos sobresalientes los elementos decorativos existentes los que califican su barroquismo, sin embargo, cuando hablamos de poblados, el señalamiento histórico pasa a un segundo termino ante la imagen del conjunto; en la fisonomía de muchos de nuestros pueblos su abigarramiento y colorido hace que sigámosles llamando barrocos, aun cuando analizados en lo individual encontremos que son construcciones contemporáneas de variado carácter, tal es el caso por ejemplo de Taxco. Sin embargo, hay ejemplos de individualidades donde podría caber aplicarse el término de arquitectura vernácula, ya que realizados por maestros de obra de la época barroca, su eclecticismo consigue resultados que van más allá de lo que podríamos considerar como arquitectura popular. Me viene a la mente la famosa Casa de los Perros, en Apaseo el Grande, en el Estado de Guanajuato. 1037 Igual excepción podría aplicarse para las iglesias de la Sierra Gorda de Querétaro que fundadas por Fray Junípero Serra y otros Frailes Franciscanos, fueron construidas por alarifes locales, quienes desbordaron su imaginación para interpretar los deseos del notable fraile. Ambos ejemplos desbordados en su concepción y con un alto grado de calidad plástica, están lejos de lo que podríamos encuadrar como arquitectura popular la cual sigue siendo motivo de una generalización que en los casos de intervenciones restaurativas, no mantiene ese espíritu de espontaneidad que la creo, cuando la comunidad fervorosa levantó su templo, con una lejana inspiración en los modelos tradicionales y que en innumerables ocasiones, sólo son un recuerdo de su fuente de inspiración. La intemporalidad de la respuesta volumétrica frecuentemente olvida los elementos que identificamos como Barrocos; vgr. La columna salomónica o la pilastra estípite. Ambas manifestaciones no son frecuentes en la arquitectura popular, que en muchas ocasiones ostenta elementos de claro arcaísmo. En definitiva, es muy complejo poder hablar de un periodo barroco dentro de la arquitectura popular, cuando sus manifestaciones trascienden las fronteras estilísticas para insertarse dentro de formas de vida de la comunidad, que frecuentemente por lo aislado de su asentamiento difícilmente pueden manifestar expresiones de contemporaneidad, máxime cuando hablamos de grupos indígenas donde sigue existiendo una fuerte cohesión de vida comunitaria, como lo es en las regiones indígenas de nuestro continente. La intemporalidad de la champa maya pasa por encima de cualquier intento de periodización histórica y lo mismo sucede con sus templos. Por tanto es necesario mantener el espíritu que las creo acercándose a estas comunidades con respeto hacia sus vínculos históricos, manifestados en el mantenimiento de sus ritos, leyendas y tradiciones que han conformado perennemente su mundo. 1038