LA CIENCIA DEL HOMBRE Desde los albores de la humanidad, el

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LA CIENCIA DEL HOMBRE Desde los albores de la humanidad, el hombre ha intentado comprender el mundo que le rodea. La curiosidad por su entorno ha sido para el hombre la fuente de motivación que le hizo no esperar sentado y resignado a que el mundo lo dominara, sino levantarse y ser él quien dominara el mundo. Porque el hombre no puede, y de hecho no pudo, dominar completamente algo que no conoce. Por ello, si queremos que la humanidad avance, se desarrolle, madure, es necesario conocer nuestro entorno; es necesaria la Ciencia. Llamamos ciencia a todos los conocimientos que la humanidad ha adquirido gracias a un método: el método científico. Este método, esta forma de desentrañar los secretos del mundo es una herramienta que el ser humano ha desarrollado para comprender su entorno, y así poder dominarlo. El control sobre el medio es el fruto de un problema del hombre que atiende a sus necesidades tanto físicas como intelectuales. En otras palabras, la curiosidad, una necesidad intelectual, junto con las necesidades físicas del hombre (enfermedades, hambre, etc.) propiciaron la construcción del conocimiento humano y, por extensión, el control sobre su entorno. Este método, además, ha demostrado ser la herramienta más efectiva. Solo unos siglos de ciencia han bastado para aprender más sobre el mundo que cientos de siglos de creencias, costumbres y religiones. Éste útil ha ido perfeccionándose a medida que la humanidad ha ido madurando; ha crecido junto al hombre. En otras palabras, cuando el hombre estuvo preparado para convivir con esta forma totalmente nueva de concebir su entorno, el camino, el método, se fue trazando de forma natural, y con él, surgió la ciencia. La ciencia (y su método) no es obra de una sola persona, ni de un solo lugar, ni de una sola época. El gran puzle de la ciencia ha ido formándose por pequeñas aportaciones , pequeñas piezas (algunas más grandes que otras, pero todas importantes), de muchos hombres de todo el mundo a lo largo de los siglos. Y solo cuando completemos el puzle y hayamos desvelado los misterios del universo, seremos capaces de ver con claridad la imagen que representa: podremos comprender completamente todos los fenómenos que nos rodean. Ahora mismo, sin embargo, y parafraseando a Newton, estamos rozando las olas en la orilla frente a un vasto mar de misterios por descubrir; solo empezamos a tener algunas piezas que encajan bien y dejan entrever una imagen difusa de todo lo que nos queda por aprender. La ciencia, como hija del hombre y del universo, irá madurando a su paso, y poco a poco iremos encontrando más piezas. No sabemos si el puzle tiene fin o lo iremos completando y mejorando indefinidamente, si existe una verdad absoluta o iremos aproximándonos asintóticamente a ella… En cualquier caso, solo debemos zambullirnos al mar y bucear. 
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