EXCARCELACIÓN.APLICACIÓN DEL FALLO PLENARIO “DIAZ BESSONE” DE LA CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL DOCTRINA LEGAL DEL PLENARIO :“no basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N. ), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo procesal” -Dicha doctrina plenaria da espacio para seguir aplicando la jurisprudencia de la Sala II en el sentido de que en los casos en que la pena mínima fijada por la ley para un determinado delito no permita la libertad provisoria y la pena máxima amenazada en abstracto supera los ocho años, ello no es de por sí, obstáculo al beneficio, pues el juez debe formular un propósito concreto acerca del máximo esperable, de acuerdo con las circunstancias del caso y del encartado, y según sea el resultado de esa apreciación, conceder o no la libertad provisoria (Expte. 2430, “Incidente de exención de prisión de Alonso, Pablo Cristian”, del 3/07/03; y Expte. 2794 “Excarcelación de Iakich, Rubén Mariano”, del 9/09/04, entre otros). - Debe atenderse a que la escala penal establecida para la figura que aplica el juez de grado en los autos principales, y las circunstancias del caso (tenencia de una cantidad considerable de marihuana), que en el principal se intenta vincular al tráfico, no parece razonable pensar que la pena que pudiera llegar a ser impuesta supere los ocho años de prisión, máxime teniendo en cuenta que el imputado no registra antecedentes penales, en virtud de la absolución dictada por esta Cámara en fecha 1° de junio de 1994 . - Arraigo y residencia legal del encartado.Inexistencia de condiciones para destruir pruebas u obstaculizar la investigación. - Corresponde disponer la libertad provisoria bajo caución juratoria, conforme el art. 320, C.P.P.N., pudiendo el juez de grado imponerle algunas de las medidas previstas en el art. 310 de dicho código. (Dr. SCHIFFRIN). - La Sala II, en reiterados pronunciamientos, ha considerado la existencia del denominado “riesgo procesal” a los fines de otorgar o denegar tanto excarcelaciones como eximiciones de prisión, teniendo en cuenta no solamente la escala penal prevista para los delitos imputados, sino también las circunstancias de los hechos investigados y las condiciones personales de los involucrados, además de las restantes pautas que contempla el artículo 319 del C.P.P.N. (Expte.4360, “Incidente de excarcelación en favor de Godoy, Domingo”, del 29 de noviembre de 2007, entre muchos otros). - La resolución apelada no se ajusta a los parámetros establecidos por la Cámara Nacional de Casación Penal en el referido fallo plenario “Díaz Bessone”, toda vez que, a los efectos de denegar la excarcelación solicitada , el magistrado de primera instancia se basó, exclusivamente, en la escala penal prevista para el delito que se le imputa al nombrado en los autos principales. - Corresponde revocar la resolución impugnada, indicando al señor juez de grado que deberá dictar un nuevo pronunciamiento que se ajuste a las pautas que emanan del citado fallo plenario “Díaz Bessone”, fundando su decisión de conformidad con los parámetros allí fijados. (Dr.COMPAIRED) -Reseña de algunos conceptos fundantes del Plenario. Fundamentos empáticos y otros marcadamente diferenciados respecto del tema propuesto al Acuerdo Plenario.Votos de los dres. David, Fégoli, Riggi, Hornos, Tragant, Micheli y Dra.Ledesma. Precedentes de la Sala II. - Sin perjuicio de que la solución adoptada por el a quo, En parte, no se ajusta a los parámetros establecidos por el Plenario “Díaz Bessone” - ya que no existía tal solución del Tribunal Superior-, cabe confirmarla. - - Los hechos imputados, cuya gravedad no se encuentra discutida social y/o jurisprudencialmente , la importante cantidad de estupefacientes incautados, la supuesta vinculación con otras personas y países en la actividad delictiva achacada, el secuestro del arma de fuego,el relativo corto laapso de detención y la etapa procesal que se transita, donde todavía pueden llevarse a cabo diligencias tendientes a determinar otros responsables en el hecho objeto de pesquisa, ameritan, como aconsejable, que el imputado continúe con la medida de coerción personal impuesta por el a quo. (Dr. FLEICHER). - Bases normativas y jurisprudenciales en materia de restricción a la libertad durante la etapa de instrucción penal.Su aplicación al caso.Precedentes de sala III. - La jurisprudencia de distintos tribunales nacionales, sustancialmente considera que las reglas establecidas en los arts. 316 y 317 del Código Procesal Penal de la Nación no constituyen una presunción iure et de iure, sino que deben interpretarse armónicamente con el principio de inocencia - La gravedad de la sanción no puede ser tomada como la única pauta que permita apreciar la admisibilidad de la excarcelación del imputado, sino que se impone evaluar todas las circunstancias del caso. Porque precisamente, en el contexto de dichas circunstancias, se emplazan los argumentos que llevan a admitir o a descartar la existencia de una razón que justifique apartarse de la regla del respeto a la libertad personal. Más allá de la doctrina y jurisprudencia nacional e internacional en que la Sala que integro ha fundado sus anteriores decisiones, el fallo plenario del caso, impone la observancia de los parámetros en él establecidos. - Ha de señalarse que los sucesivos votos que conformaron la mayoría del plenario sostuvieron la constitucionalidad de los artículos que constituyen el régimen de la libertad ambulatoria de las personas sometidas a proceso penal.Ello importa que, la presunción de fuga o entorpecimiento del proceso, que los legisladores consideraron probada por el sólo hecho de que al imputado pudiera corresponderle una pena privativa de la libertad superior a ocho años de prisión o si prima facie no procediera la ejecución condicional de la eventual condena, permanece plenamente vigente y operante en el ordenamiento adjetivo. - Respecto del tipo de presunción en la que deben encuadrarse las contenidas en los artículos 312, 316 y 317 del CPP, la mayoría es conteste en que esta presunción es de las llamadas iuris tantum. Ello significa que podrá desvirtuársela mediante el aporte de elementos que demuestren que la amenaza de pena que se cierne sobre el imputado o la efectividad de la pena a cumplir, no provocaran indefectiblemente la fuga del encartado ni lo compelerán a desplegar maniobras que entorpezcan la prosecución del proceso penal en curso; o, desde otro lado, que la libertad ambulatoria del causante, no constituye un obstáculo real y concreto a la buena marcha del proceso. - Se advierte que el mencionado plenario atribuye a la amenaza de pena superior a ocho años de prisión, o a su cumplimiento efectivo, un fuerte grado de probabilidad de generar la elusión del imputado o, al menos, una actividad encaminada a socavar el éxito del proceso penal. - Puede inferirse que las previsiones de los artículos 312, 316 y 317 del Código Procesal Penal, en cuanto suponen que el imputado de un delito intentará eludir la acción de la justicia o entorpecerá la marcha del proceso cuando la amenaza de pena sea mayor a ocho años de prisión o la pena será de efectivo cumplimiento, son presunciones iuris tantum que pueden ser destruidas mediante la producción de prueba en contrario. -Cabe concluir que esa calidad de iuris tantum, en nada modifica su calidad de presunción legal pues la amenaza de sufrir una pena de las características descriptas por el artículo 316 del CPP, es un fuerte indicador de riesgo procesal que sólo puede ser desvirtuado mediante la producción de prueba concreta, seria, sólida y contundente que permita al juzgador llegar a la certeza de que ese elevado riesgo ha sido neutralizado. - La circunstancia invocada por la defensa , no alcanzan a desvirtuar la fuerte presunción de que habrá de eludir el accionar de la justicia que trae aparejada la amenaza de pena que se cierne sobre él en función del delito por el que se ha acusado, esto es de 4 a 15 años (art. 5 inc. “c” de la ley 23.737 y art. 316 del C.P.P.N.). En orden a tal convencimiento no pueden obviarse las particulares circunstancias del caso objetivadas en el voto del doctor Fleicher, configurativas de un riesgo procesal concreto que lo habilita la medida cuestionada aún a la luz de lo reglado por el art. 319 del C.P.P.N. -La excarcelación solicitada aparece a esta altura improcedente. (Dr. PACILIO). - Estudiados los antecedentes de la causa, comparto la solución propuesta por el doctor Antonio Pacilio, de acuerdo a los argumentos expuestos en su voto. Por ello, estimo improcedente la excarcelación solicitada. (Dr. NOGUEIRA) PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN ///Plata, 3 de febrero de 2009. Rtro. S. II T.95 f*160/168 Y VISTA: Esta causa, registrada bajo el N° 4937, caratulada “Incidente de excarcelación a favor de F. B. J.", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia Nº 2, Secretaría Nº 4 de la ciudad de Lomas de Zamora. Y CONSIDERANDO: EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO: I. Que las presentes actuaciones llegan a conocimiento de esta Alzada, en virtud del recurso de apelación interpuesto por los Dres. (...), abogados defensores del detenido en autos, B. J., contra la resolución(...)., mediante la cual se deniega la excarcelación del nombrado. El recurso fue concedido (...), manteniéndose (...). II. Que el magistrado de primera instancia consideró que no resultaría viable conceder el beneficio de excarcelación habida cuenta que el delito que se le imputa al nombrado Bogado Jiménez prevé una pena privativa de la libertad mayor a los ocho años de prisión, que supera los límites impuestos por el artículo 316, segundo párrafo, sstes. y cctes. del código ritual. Además, no procedería una condena de ejecución condicional. III. En síntesis, la defensa sostiene la conocida tesis según la cual el monto de la pena amenazada no basta, por razones constitucionales, para denegar la libertad provisoria en el proceso, sino que para conceder o denegar el beneficio debe tenerse en cuenta, prescindiendo del monto de pena, la posibilidad de fuga o entorpecimiento de la investigación que pueda deducirse de las circunstancias del caso. La posición defensista ha quedado corroborada por la doctrina plenaria, de carácter obligatorio (art. 10, inc. c) de la ley 24.050), sentada por la Cámara Nacional de Casación Penal en el Acuerdo 1/08, Plenario n° 13, “Díaz Bessone, Ramón Genaro”, del 30 de octubre pasado. Según esa doctrina plenaria “no basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N. ), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo procesal”. IV. Estimo que dicha doctrina plenaria da espacio para seguir aplicando la jurisprudencia de la Sala en el sentido de que en los casos en que la pena mínima fijada por la ley para un determinado delito no permita la libertad provisoria y la pena máxima amenazada en abstracto supera los ocho años, ello no es de por sí, obstáculo al beneficio, pues el juez debe formular un propósito concreto acerca del máximo esperable, de acuerdo con las circunstancias del caso y del encartado, y según sea el resultado de esa apreciación, conceder o no la libertad provisoria (v. expte. n° 2430, “Incidente de exención de prisión de Alonso, Pablo Cristian”, del 3/07/03(1); y expte. n° 2794 “Excarcelación de Iakich, Rubén Mariano”, del 9/09/04 (2), entre otros). Advirtamos además, que en los casos en que se han denegado excarcelaciones respecto de personas imputadas por hechos con una posibilidad de pena muy elevada, el tribunal tuvo en cuenta, también, las circunstancias previstas por el art. 319, C.P.P.N. (v. “Excarcelación Grillo, Roberto Omar”, causa n° 4828, del 17/7/08; “Excarcelación Páez, Rubén Oscar”, causa n° 4841, de la misma fecha; “Excarcelación Acuña, Héctor Raúl”, causa n° 4850, del 22/5/08; “Excarcelación Corrales Bernabé, Jesús”, causa n° 4473, del 18/9/07; “Excarcelación Morel, Catalino, causa n° 4428, del 30/8/08; “Excarcelación Elvio Cosso”, causa n° 4977, del 23/9/08; “Excarcelación Tocho, Mario Oscar”, causa n° 4842, del 17/7/08; entre otros). V. Sentado lo anterior, debe atenderse a que la escala penal establecida para la figura que aplica el juez de grado en los autos principales, y las circunstancias del caso (tenencia de una cantidad considerable de marihuana), que en el principal se intenta vincular al tráfico, no parece razonable pensar que la pena que pudiera llegar a ser impuesta supere los ocho años de prisión, máxime teniendo en cuenta que el imputado no registra antecedentes penales, en virtud de la absolución dictada por esta Cámara en fecha 1° de junio de 1994 (...). A ello debe unirse el indudable arraigo del encartado, que vive en el país desde hace 33 años junto con su esposa e hija argentinas, y es residente legal, toda vez que posee Documento Nacional de Identidad (...). Por último, dadas las modalidades de la presente causa, no existen condiciones para que B. J. pueda destruir las pruebas del hecho u obstaculizar su investigación. Por lo tanto, corresponde disponer la libertad provisoria de B. J. en el proceso, bajo caución juratoria, conforme el art. 320, C.P.P.N., pudiendo el juez de grado imponerle algunas de las medidas previstas en el art. 310 de dicho código. EL DOCTOR COMPAIRED DIJO: I. En primer término debo señalar que de acuerdo a lo previsto por el artículo 10, inc. c, de la ley 24.050, la doctrina plenaria sentada por la Cámara Nacional de Casación Penal en el Acuerdo 1/08, Plenario n° 13, del 30 de octubre de 2008, en autos “Díaz Bessone, Ramón Genaro s/ recurso de inaplicabilidad de ley”, resulta de carácter obligatorio. Dicha doctrina plenaria establece que “no basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo procesal.”. II. Cabe destacar que esta Sala II, en reiterados pronunciamientos, ha considerado la existencia del denominado “riesgo procesal” a los fines de otorgar o denegar tanto excarcelaciones como eximiciones de prisión, teniendo en cuenta no solamente la escala penal prevista para los delitos imputados, sino también las circunstancias de los hechos investigados y las condiciones personales de los involucrados, además de las restantes pautas que contempla el artículo 319 del C.P.P.N. (conf. exptes. 4360, “Incidente de excarcelación en favor de Godoy, Domingo”, del 29 de noviembre de 2007, entre muchos otros) (3). III. Senado ello, advierto que la resolución apelada en el presente incidente no se ajusta a los parámetros establecidos por la Cámara Nacional de Casación Penal en el referido fallo plenario “Díaz Bessone”, toda vez que, a los efectos de denegar la excarcelación solicitada en favor de B.J., el magistrado de primera instancia se basó, exclusivamente, en la escala penal prevista para el delito que se le imputa al nombrado en los autos principales (...). Ahora bien, sin perjuicio de reconocer que la resolución del a quo fue dictada con anterioridad a la fecha en la cual se estableció la aludida doctrina plenaria de carácter obligatorio, entiendo que, a los fines de salvaguardar las garantías constitucionales del debido proceso y de la doble instancia, corresponde revocar la resolución impugnada, indicando al señor juez de grado que deberá dictar un nuevo pronunciamiento que se ajuste a las pautas que emanan del citado fallo plenario “Díaz Bessone”, fundando su decisión de conformidad con los parámetros allí fijados. Así lo voto. EL DOCTOR FLEICHER DIJO: Que atento lo resuelto por la Camara Nacional de Casación Penal en su Acuerdo 1/2008, Plenario 13, del 30 de octubre de 2008, en cuanto dispuso: “Declarar como doctrina plenaria que “no basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317), sino que deben valorarse en forma conjunta otros parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo procesal” y su carácter obligatorio, conforme lo prescripto por el art.10 inc. c) de la ley 24.050, abordaré la cuestión traída para su estudio y decisión. Previo a ello, conviene efectuar un repaso a la medulosa resolución adoptada por la Cámara de Casación, donde se presentan distintos fundamentos empáticos y otros marcadamente diferenciados, respecto al tema propuesto al Acuerdo Plenario. En relación a estos últimos, la posición minoritaria sostuvo, en prieta síntesis, que en materia de excarcelación y/o de exención de prisión basta para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de libertada superior a ocho años ( v. votos doctores Catucci, Madueño, entre otros). Por otro lado, la posición mayoritaria, que logró sustentar el número para el Acuerdo supra transcripto, expuso diversos fundamentos, alguno de los cuales entiendo importantes destacar, ya que son los que informan a la solución arribada. Así, el doctor David, liderante en la votación, sostuvo al comienzo de su análisis, y con cita a fallos del Alto Tribunal Nacional, que cuando el art. 18 de la C.N. dispone categóricamente que ningún habitante de la Nación será penado sin juicio previo, establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de los delitos que se le imputan hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario mediante una sentencia firme (Fallos: 10:338; 102:219 -1905-; causa N.284 XXXII "Nápoli, Erika Elizabeth y otros s/infracción art. 139 bis del C.P.", rta. el 22 de diciembre de 1998, considerando 5°). En ese orden de ideas, también con palabras de la Corte señaló que la excarcelación procede como garantía constitucional y no como simple concesión de la ley de forma, y que las normas procesales dictadas por el Congreso de la Nación en esa materia son inmediatamente reglamentarias del derecho consagrado por el art. 18 de la Constitución Nacional. Continuando con el desarrollo de ideas, y coincidente con lo expuesto por Nelson Pessoa, dijo que si bien es cierto que existe un derecho constitucional a la libertad durante el trámite del proceso penal no lo es menos que ese derecho (como todos) no es absoluto; ello significa que los habitantes gozan de él, conforme las leyes que lo reglamentan; el Estado puede reglamentarlo en función de una legítima finalidad: la de evitar que el individuo sometido a proceso eluda la acción de la justicia, sea impidiendo u obstaculizando la investigación del hecho o no cumpliendo la eventual pena que se imponga. En es línea, cito jurisprudencia de la Corte. Continuando con su voto, y adentrados al tema del plenario, el doctor David, sostuvo que las pautas establecidas en los arts. 316 y 317 del código de forma, operan como presunción iuris tantum, variando criterios que había sotenido anteriormente, y ello, con base en la necesidad de fijar condiciones aptas para el otorgamiento de beneficios liberatorios, en aquellos casos en que la prisión preventiva -ordenada tan sólo en función de las escalas penales conminadas en abstracto-, se tornaba írrita. Así, señaló que cuando el máximo de la escala penal aplicable en abstracto no supera los ocho años de pena privativa de la libertad, el legislador ha presumido la “no fuga” del imputado. En cambio, cuando supere tal monto ha presupuesto que se fugará. Al resultar ambas presunciones iuris tantum devienen rebatibles por prueba en contrario: para el primer caso, menos de ocho años, acudiendo a indicadores de riesgo procesal que existan en el caso concreto (fundado en la aplicación del art.319 del C.P.P.N); para el segundo, (más de ocho años), arrimando a través de indicadores de “no fuga” y de “no entorpecimiento de la investigación” elementos valorativos concretos que permitan tener por desvirtuada tal presunción -que deberán llevar mayor poder de convicción cuanto mayor sea la gravedad de la pena en expectativa. También adujo, que la fuerza de convicción respecto de la posibilidad de fuga o entorpecimiento en la investigación que arrastra la escala penal prevista para el delito endilgado, no es menor ni tampoco irrazonable. Asimismo, citando a Marcelo Solimine, manifestó que para que la presunción carezca de virtualidad, deberá resultar indefectiblemente cuestionada con éxito; pues si no se la controvierte - y desvirtúa por prueba en contrario-, la presunción operará plenamente. Así, sólo en el supuesto de que se pretenda desvirtuar la presunción legal, habrá que decidir si ella continúa rigiendo o si por el contrario, ha perdido virtualidad y deja habilitada la libertad. Sostuvo el mismo votante de la mayoría que, a la presunción iuris tantum del art. 316 del código de ríto, corresponde analizarla en conjunto con la magnitud de la pena en expectativa y verificar si la gravedad de la pena está dada en el caso concreto, estableciendo así una presunción de fuga en virtud de la severidad de la pena en expectativa, que se relaciona con la presunción del art. 316 del C.P.P.N.. De este modo, para la pretendida destrucción de la presunción legal, deberán arrimarse mayor cantidad de elementos descalificantes de ella, cuanto más alto sea el monto de la pena que se espera en definitiva, reiterando que no resulta posible realizar esta ponderación de la pena en expectativa, sin tener en cuenta la naturaleza del hecho incriminado, conforme surge del art. 319 del código de rito. Advirtió que ello se encuentra avalado por distintos informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre ellos el 12/96 y 2/97, donde se afirma que la seriedad del delito, y la eventual severidad de la pena son factores a tenerse en cuenta para evaluar el intento de elusión de la acción de la justicia, aunque afirmando que no resultan suficientes, luego de transcurrido cierto plazo, para justificar la continuación de la prisión preventiva. Allí, se agrega que el peligro de ocultamiento o fuga disminuye a medida que aumenta la duración de la detención, ya que este plazo será computado a los efectos del cumplimiento de la pena aplicada en la sentencia, invitando a analizar la procedencia o no de la excarcelación a la luz de un análisis de razonabilidad de la duración de la detención preventiva. En tal sentido, surge de la resolución que todo pronunciamiento acerca de la procedencia de alguno de los institutos liberatorios, debe tener en cuenta de manera integrada, la razonabilidad de la duración de la prisión preventiva. En el mismo orden de ideas, citando a Gelli, subrayó que no constituyen formas genéricas la que toman en consideración la complejidad del caso, la conducta del inculpado y la diligencia de la autoridad competente, por lo que pueden aplicarse para mensurar el plazo razonable de detención. También destaca el votante citado, que otra cuestión que debe ser analizada a los efectos de descartar la presunción legal del art. 316 del C.P.P.N., es la solidez de la imputación. Por su parte, el doctor Fegoli también reseñó, en consonancia con lo que enseña el Informe 2/97 de la C.I.D.H, que la etapa procesal por la cual transitan las actuaciones debe ser ponderada, considerando a tal fin que la proximidad de debate oral resulta parámetro a tomar en cuenta a los efectos de analizar la procedencia de la soltura anticipada. En lo que atañe al tema tratado, el doctor Riggi, destacó la evolución de la jurisprudencia nacional sobre el tema a decidir en el plenario, señalando que nos encontramos en presencia de un verdadero cambio de paradigma en la interpretación de las normas jurídicas que rigen el instituto de la liberad durante el proceso y que ello obedece principalmente, a la recepción en el reforma constitucional realizada en nuestro país en el año 1994, mediante la cual se acordó jerarquía constitucional a un importante catálogo de instrumentos internacionales de derechos humanos que abordan la cuestión, entre los que se cuenta y destaca la Convención Americana de Derechos Humanos y que conforme lo ha establecido nuestro Máximo Tribunal, las opiniones que en legítimo ejercicio de su jurisdicción emita la C.I.D.H, deben ser tenidas como un parámetro válido y de necesaria consideración al momento de resolver cuestiones que se encuentren comprendidas dentro de las disposiciones de la citada convención. Asimismo señaló que el argumento de la severidad de la sanción penal no puede ser el único parámetro a tener en cuenta a la hora de evaluar sobre la procedencia del dictado de una medida cautelar de coerción personal, por lo que resulta necesario establecer cuales son aquellos otros elementos de juicio que deben ser atendidos al resolver sobre el particular, mas ello no sin advertir que lo expuesto en modo alguno significa desconocer la importancia de las disposiciones de los artículos 312 y 316 del Código Procesal Penal, atento debe determinarse el modo en que dichas disposiciones se concilian con lo dispuesto en el art. 280 del mismo cuerpo legal, como con las normas de fuente legal y constitucional que aseguran el principio de inocencia. En tal sentido, destacó los requisitos que surgen de los mencionados Informes 12/96 y 2/97 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En definitiva, entre otras pautas de sumo interés, el doctor Riggi, expuso que el artículo 316 del C.P.P.N. contiene una presunción iuris tantum que indica que en aquellos casos en los que el acusado se enfrente a una sanción penal de la severidad que prevé esa norma, su natural instinto a preservar su libertad lo impulsará a intentar eludir el accionar de la justicia. Sin embargo, cuando las particulares circunstancias de la causa demuestren en forma inequívoca el desacierto en el caso de la presunción legal, corresponderá acordar la excarcelación o la exención de prisión. Por su lado, el doctor Hornos, señaló, entre otros aspectos, que la prisión preventiva es una medida cautelar de carácter excepcional (función cautelar que es la única constitucionalmente admisible) y que sólo puede tener fines procesales: evitar la fuga del imputado y la frustración o entorpecimiento de la investigación de la verdad. Ahora bien, en resguardo del fundamento constitucional de la prisión preventiva, reseño el doctor Hornos, que deviene obligatoria la conclusión de que las pautas contendias en los artículos 316 y 317 del C.P.P.N., no pueden operar sino como presunciones iuris tantum, que por propia definición, deben caer frente a la configuración, en el caso concreto, de circunstancias objetivas y subjetivas que no autorizaren a concluir la existencia de ese riesgo procesal, sino que antes bien, permitiesen presumir su inexistencia. Otro de los votantes por la mayoría, el doctor Tragant, subrayó que cabe tener presente que si bien la imputación de un delito determinado no puede, por sí sólo, ser tomada como una circunstancia excluyente de cualquier otra en el análisis que corresponde efectuar a la luz de lo dispuesto por los arts. 280, 312 y 316 a 319 del C.P.P.N., lo cierto es que la seriedad del delito y la eventual severidad de la pena son dos factores que deben tenerse en cuenta para evaluar la posibilidad de que el procesado intente fugarse para eludir la acción de la justicia. Sin embargo, tampoco resultan suficientes, luego de transcurrido cierto plazo, para justificar la continuación de la prisión preventiva. Además, debe tenerse en cuenta que el peligro de ocultamiento o fuga disminuye a medida que aumenta la duración de la detención, ya que este plazo será computado a efectos del cumplimiento de la pena aplicada en la sentencia. (Comisión Interamericana de Derechos Humanos al expedirse en el Informe de Fondo 2/97). A ello agregó, que la posibilidad de que el procesado eluda la acción de la justicia debe ser analizada considerando varios elementos, incluyendo los valores morales demostrados por la persona, su ocupación, bienes que posee, vínculos familiares y otros que le mantendrían en el país, además de una posible sentencia prolongada ( Informe citado). También señaló que el indicado informe establece otras pautas para fundar la medida coercitiva citando que "El riesgo legítimo de que los testigos u otros sospechosos sean amenazados también constituye un fundamento válido para dictar la medida al inicio de la investigación. Pero cuando la investigación prosigue y dichas personas ya han sido interrogadas suficientemente, el peligro disminuye y deja de ser válida la justificación para mantener la prisión preventiva. Las autoridades judiciales deben demostrar igualmente que existen fundados motivos para temer la intimidación de los testigos o sospechosos por parte del procesado. ("Riesgo de presión sobre los testigos", punto 35). Resulta relevante lo expuesto por el doctor Tragant en cuanto a que el derecho constitucional a permanecer en libertad durante el proceso, sustentado en el principio de inocencia, no tiene carácter absoluto. Por el contrario, encuentra su limitación en la existencia de razones para suponer que el imputado eludirá la acción de la justicia si se lo pone en libertad, frustrando así el juicio del que habla el art. 18 de la Constitución Nacional. El Alto Tribunal otorgó raigambre constitucional a la prisión preventiva sustentado en que dicha norma autoriza el arresto en virtud de orden escrita de autoridad competente, pues el respeto debido a la libertad individual no puede excluir el legítimo derecho de la sociedad a adoptar todas las medidas de precaución que sean necesarias no sólo para asegurar el éxito de la investigación, sino también para garantizar, en casos graves, que no se siga delinquiendo y que no se frustre la ejecución de la eventual condena por la incomparecencia del reo (Fallos 280:297; 300:642). Por su parte, la doctora Ledesma, al inicio de su voto destacó que a la luz de los principios constitucionales, corresponde asignarle el derecho al imputado a permanecer en libertad. En tal sentido, plantea la inversión de la pregunta del plenario, toda vez, que a su entender, el problema radica en definir cuando procede el encarcelamiento preventivo, ya que por imperio constitucional, es el Estado quien debe demostrar que existen razones que hacen necesario encerrar a una persona durante el proceso y no como sucede actualmente, que en su opinión, se invierte la carga de la prueba. En este orden de ideas, remarcó que la libertad física es, por así decir, la forma de libertad imprescindible para que la mayoría de las demás libertades pueda funcionar, su tutela ha sido precaución casi tan antigua como el hombre (Bidart Campos, Germán, "Derecho Constitucional", Editorial Ediar, pág. 505). De modo tal que el derecho constitucional de "permanencia en libertad durante la sustanciación del proceso penal", emanado de los arts. 14, 18 y 75 inc. 22 de la C.N., solo puede ceder en situaciones excepcionales y cuando los jueces consideren que existen causas ciertas, concretas y claras, en orden a un alto grado de probabilidad o un estado de probabilidad prevaleciente de que el imputado eludirá la acción de la justicia (art. 280 del C.P.P.). También, merece destacarse, entre otros, lo expuesto por el doctor Michelli, en cuanto sostuvo que no es suficiente, para resolver sobre la libertad de una persona durante el trámite del proceso, atenerse automáticamente, sin una evaluación de las peculiaridades del caso en concreto, a los criterios modales y cuantitativos establecidos en los artículos 316 y 317 del C.P.P.N., toda vez que estas normas sólo establecen una ficción relativa que debe ceder cuando existen razones para sostener que la libertad del individuo no generará un riesgo procesal. Asimismo resaltó la relevancia de la reforma constitucional de 1994 al añadir normas que tiene directa relación con el régimen de la prisión preventiva, estableciendo pautas mínimas para su imposición, señalando alguno de los principios sobre el encarcelamiento provisional que se desprende de ellos en cada caso: razonable, excepcional, motivada, no arbitraria . Por otra parte, señaló el doctor Michelli, que la magnitud de la pena eventual, la conducta procesal, las actitudes elusivas adoptadas en el mismo proceso o en otro, la naturaleza y entidad de la maniobra, en particular cuando se trata de delitos organizados o con cierta permanencia y estabilidad, la amplitud de medios delictivos, la falta de arraigo, todos ellos pueden ser cánones razonables, mas no pueden establecerse en forma anticipada sino que, en cada uno de los casos, y sobre la base de un razonamiento individual ajustado al caso, corresponderá determinar si existen o no razones para presumir que la libertad comprometerá el desarrollo del proceso. II. Ahora bien, reseñados algunos conceptos fundantes del plenario referido, principalmente los de la mayoría que conformaron la resolución final, que serán relevantes a fin de direccionar correctamente la resolución de este incidente de excarcelación, abordaré el presente caso, no sin antes destacar que esta Sala, con distintos precedentes, siempre ha merituado las distintas circunstancias de las causa, la gravedad de los hechos imputados y otras pautas a los fines de determinar la procedencia o no de los beneficios liberatorios impetrados - v. precedentes “Alonso” y “Iakich”entre muchos-. Sentado lo expuesto, cabe subrayar que sin perjuicio de que la solución adoptada por el a quo, en parte, no se ajusta a los parámetros establecidos por el Plenario “Díaz Bessone” - ya que no existía tal solución del Tribunal Superior-, cabe confirmarla, de acuerdo a los motivos que expondré, los que resultan concordantes con las pautas fijadas en el mencionado fallo de Casación y los de esta Sala ya citados. Previo a ello, entiendo oportuno realizar, en prieta síntesis, el relato de los hechos origen de la pesquisa. Conforme surge las actuaciones principales que tengo a mi vista, el imputado Felipe Bogado Jimenez, se encuentra procesado por el delito de tenencia de estupefacientes, previsto y reprimido por el artículo 5 inc. c) de la ley 23.737. Del auto de merito apelado en el principal, surge que luego de llevarse a cabo por el grupo preventor distintas diligencias tendientes a determinar la veracidad de las denuncias, que daban cuenta del supuesto trasporte de sustancias estupefacientes desde países limítrofes hasta diversas localidades de la Provincia de Buenos Aires para su posterior comercialización y, previo libramiento de ordenes de allanamiento, se logró incautar en el domicilio de B.J., ocultos en una máquina hormigonera la cantidad de siete kilos con trescientos noventa y cinco gramos ( 7,395 kgms) de picadura de marihuana, las que se encontraban acondicionas en forma de “ladrillos”. También, en el domicilio (...) se incauto un revolver plateado calibre 32, marca “Ruby Extra”, con numeración y serie limada, con su carga completa, una caja con municiones para la mencionada arma, ocultos en un taparollo de la vivienda, entre otros elementos. Con esos antecedentes, en mi opinión, teniendo en cuenta los hechos imputados, cuya gravedad no se encuentra discutida social y/o jurisprudencialmente, la importante cantidad de estupefacientes incautados, los que se hallaban en el domicilio de Bogado Jimenez, la supuesta vinculación con otras personas y países en la actividad delictiva achacada, la etapa procesal que se transita, donde todavía pueden llevarse a cabo diligencias tendientes a determinar otros responsables en el hecho objeto de pesquisa, ameritan, como aconsejable, que el imputado continúe con la medida de coerción personal impuesta por el a quo. No debe soslayarse, el secuestro del arma de fuego antes descripta, que si bien el juez de grado declaró su incompetencia para continuar con investigación, aduna otra pauta al modo de vivir del imputado ( revolver cargado con serie y numeración limadas). A mayor abundamiento, cabe destacar que B. J. lleva detenido con prisión preventiva, un relativo corto lapso, esto es desde abril del corriente año, y teniendo en cuenta los fundamentos descriptos en los párrafos precedentes y la jurisprudencia de esta Sala II -v. expte. 2430, “Incidente de exención de prisión de Alonso Pablo Cristian” del 03.07.03 y expte n° 2794 “Excarcelación de Iakich, Rubén Mariano” del 09.09.04, entre muchos-, en el caso concreto, estimo que la pena a aplicar, podría ser superior a los ocho años de prisión. Tal pronostico, resulta ser otra de las causales que fundamentan se mantenga la cautelar dispuesta sobre el imputado, ya que la severidad y monto de la pena, y su posible concreción, hacen previsible la elusión del causante, lo que también impedirá el accionar de la justicia. Por todo ello, entiendo que debe confirmarse la resolución apelada, en cuanto no hace lugar a la excarcelación de B.J. ( conf. art. 280, 312, 316, 317 y 319 del C.P.P.N y Acuerdo 1/08, Plenario n° 13 de la Cámara Nacional de Casación Penal de la Nacion, Díaz Bessone, Ramón Genaro s/ recurso de inaplicabilidad de ley” fallado el 30.10.2008). Así lo voto. EL DOCTOR PACILIO DIJO: I.- Tratamiento del recurso. A) Bases normativas y jurisprudenciales en materia de restricción a la libertad durante la etapa de instrucción penal. 1. En numerosos precedentes la Sala que integro ha sostenido que la restricción de la libertad de una persona durante el transcurso de una investigación, debe estar precedida -más allá de la escala penal que fija el delito que se le enrostra- de una valoración objetiva de las circunstancias particulares del hecho. Una aplicación rígida y literal de las causales prescriptas por los artículos 316 y 317 del Código Procesal Penal de la Nación vedaría al juez de la posibilidad de examinar las circunstancias concretas del caso para decidir la procedencia o no de la excarcelación (véase Ottaviano, Santiago, “La prisión preventiva: presupuestos para su dictado y limitación temporal”, publicado en Los derechos humanos en el proceso penal, coordinado por Luis M. García, Ábaco, Buenos Aires, 2002, capítulo III, p. 203 y siguientes). Este argumento, por lo demás, concuerda con la línea seguida por la jurisprudencia de distintos tribunales nacionales, que sustancialmente considera que las reglas establecidas en los arts. 316 y 317 del Código Procesal Penal de la Nación no constituyen una presunción iure et de iure, sino que deben interpretarse armónicamente con el principio de inocencia (conf. Cámara Nacional de Casación Penal, Sala III, autos “Machieraldo, Ana M.L. s/ rec. de casación”, sentencia del 22/12/2004, publicado en “Suplemento de Jurisprudencia Penal y Procesal Penal” (“La Ley”) del 29/04/05, p. 3). Destacándose asimismo que aún cuando la imputación del nuevo delito pueda culminar en una pena de efectivo encierro, esa sola circunstancia no permite dejar de lado el análisis de otros elementos del juicio que pueden posibilitar un mejor conocimiento de la existencia del riesgo de la conocida “presunción de fuga” (conf. Cámara Nacional de Casación Penal, Sala IV, autos “Beraja, Rubén E. y otros”, sentencia del 26/05/2005, en “La Ley” 2005-F-610 o “Jurisprudencia Argentina” 2005-III-712). Sobre el punto en examen, la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal -apoyada en el informe 2/97 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos- in re “Chabán, Omar Emir s/recurso de casación” sentencia del 24-11-05, destacó con independencia de la solución que, por mayoría, alcanzó- los principios que gobiernan la materia en cuestión, a los que esta Sala que integro se ha ajustado. Todo lo expuesto evidencia que la gravedad de la sanción no puede ser tomada como la única pauta que permita apreciar la admisibilidad de la excarcelación del imputado, sino que se impone evaluar todas las circunstancias del caso. Porque precisamente, en el contexto de dichas circunstancias, se emplazan los argumentos que llevan a admitir o a descartar la existencia de una razón que justifique apartarse de la regla del respeto a la libertad personal (conf. Gialdino, Rolando E., “La prisión preventiva en el derecho internacional de los derechos humanos”, Revista “Investigaciones” 3 [1999], Corte Suprema de Justicia de la Nación, p. 667 y siguientes). Para completar el análisis cabe agregar que la posible morigeración que debe hacerse en torno a la aplicación de tales pautas como fundamento del encierro preventivo, para estar acorde a las exigencias de los organismos internacionales -que en el ámbito nacional diera lugar a la sanción de la ley 24.390 y su modificatoria 25.430- se ciñe a los casos en que su prolongación resulte de una magnitud tal que, de acuerdo a las circunstancias del caso concreto, lo haga aparecer como irrazonable. En otras palabras es frente a esa hipótesis temporal que resulta necesario acudir a la valoración de otros criterios para evaluar la proporcionalidad de la extensión de la prisión preventiva.2. Más allá de la doctrina y jurisprudencia nacional e internacional en que la Sala que integro ha fundado sus anteriores decisiones, el fallo plenario número 13 de la Cámara Nacional de Casación Penal, emitido el pasado 30 de octubre de 2008 en los autos “Díaz Bessone, Ramón G. s/ recurso de inaplicabilidad de ley”, impone la observancia de los parámetros en él establecidos. La doctrina plenaria referida establece que “(n)o basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo procesal”. 2.1. En primer lugar, ha de señalarse que los sucesivos votos que conformaron la mayoría del plenario sostuvieron la constitucionalidad de los artículos que constituyen el régimen de la libertad ambulatoria de las personas sometidas a proceso penal. Ello importa que, la presunción de fuga o entorpecimiento del proceso, que los legisladores consideraron probada por el sólo hecho de que al imputado pudiera corresponderle una pena privativa de la libertad superior a ocho años de prisión o si prima facie no procediera la ejecución condicional de la eventual condena, permanece plenamente vigente y operante en el ordenamiento adjetivo. 2.2. Como consecuencia de ello los señores jueces procedieron a fijar el alcance y naturaleza que, por vía de interpretación, debe acordarse a tal presunción. 2.2.1. Respecto del tipo de presunción en la que deben encuadrarse las contenidas en los artículos 312, 316 y 317 del CPP, la mayoría es conteste en que esta presunción es de las llamadas iuris tantum. Ello significa que podrá desvirtuársela mediante el aporte de elementos que demuestren que la amenaza de pena que se cierne sobre el imputado o la efectividad de la pena a cumplir, no provocaran indefectiblemente la fuga del encartado ni lo compelerán a desplegar maniobras que entorpezcan la prosecución del proceso penal en curso; o, desde otro lado, que la libertad ambulatoria del causante, no constituye un obstáculo real y concreto a la buena marcha del proceso. Así fue expresado en los respectivos fundamentos que integraron la mayoría del plenario: “Sin embargo, de un tiempo a esta parte, he variado mi criterio, en favor de una interpretación de los arts. 316 y 317 del C.P.P.N. según la cual su aplicación no es automática, sino que son pautas establecidas por el legislador que operan como presunción iuris tantum.” (voto del doctor Pedro David); “Con estas breves consideraciones voto en el sentido de que la presunción legal establecida por el artículo 316 del catálogo instrumental puede resultar desvirtuada por prueba en contrario.” (voto del doctor Juan E. Fégoli); “Queda claro también, a partir de la interpretación que realiza la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del Pacto de San José de Costa Rica, que la única hermenéutica valida y ajustada a las normas de jerarquía constitucional, es la que acuerde al referido artículo 316 el carácter de una presunción iuris tantum.” (Voto del doctor Eduardo R. Riggi); “(e)ntonces, las pautas contenidas en los artículos 316, 317 y concordantes del Código Procesal Penal de la Nación sólo pueden interpretarse armónicamente con lo dispuesto en los artículos 280 y 319, considerándoselas presunciones iuris tantum, y no iure et de iure” (Voto del doctor Gustavo M. Hornos); (P)or lo tanto, corresponde trabajar siempre sobre una presunción “iuris tantum”, pues la previsión legal no resulta de aplicación automática y de pleno derecho, sino permeable a una demostración adversa que acredite la inexistencia de riesgo procesal alguno.” (Voto del doctor Mariano González Palazzo), entre otros. 2.2.2. Sentado lo anterior, se advierte que el mencionado plenario atribuye a la amenaza de pena superior a ocho años de prisión, o a su cumplimiento efectivo, un fuerte grado de probabilidad de generar la elusión del imputado o, al menos, una actividad encaminada a socavar el éxito del proceso penal. Así, el voto que lidera la mayoría expresó “Sin embargo, aún considerándolo un baremo flexible, la fuerza de convicción respecto a la posibilidad de fuga o entorpecimiento de la investigación que arrastra la escala penal prevista para el delito endilgado no es menor, ni tampoco irrazonable.” que “para que la presunción carezca de virtualidad, deberá resultar indefectiblemente cuestionada, con éxito; pues si no se la controvierte -y desvirtúa por prueba en contrario-, la presunción operará plenamente. Así solo en el supuesto de que se pretenda desvirtuar la presunción legal, habrá de decidir si ella continúa rigiendo o si, por el contrario, ha perdido virtualidad y deja habilitada la libertad” y que “para la pretendida destrucción de la presunción legal, deberán arrimarse mayor cantidad de elementos descalificantes de ella, cuanto más alto sea el monto de la pena que se espera en definitiva”(Voto del doctor Pedro David). En igual sentido, el doctor Riggi sostuvo que “No obstante lo expuesto, resulta innegable que las previsiones del artículo 316 del rito penal resultan de ineludible aplicación, excepto en aquellos casos en que la presunción legal resulte conmovida por los elementos de juicio obrantes en el sumario y que demuestren el desacierto en el caso de observar dicha presunción. En efecto, la circunstancia que la norma contenida en el artículo 316 debe ser tenida como una presunción iuris tantum no autoriza a desconocer su existencia y operatividad, dado que en la medida en que se trata de derecho positivo vigente, su aplicación a los supuestos que se encuentran abarcados por sus disposiciones resulta un imperativo legal.”. Y añadió: “De esta manera, la presunción legal que indica que en aquellos casos en que los imputados se enfrenten a la posibilidad de una severa pena privativa de la libertad habrán de intentar profugarse debe ser tenida en cuenta al momento de decidir sobre su excarcelación; y sólo corresponderá apartarse de la referida Poder Judicial de la Nación disposición legal cuando concurran elementos de juicio objetivos y comprobables que demuestren el desacierto -disfuncional o irracional- de lo que la ley presume. Justamente por ello –porque admite prueba en contrario-, es que la referida presunción es iuris tantum. Y no está de más señalar que tal prueba (la que confronte con la solución legal) debe existir y ser constatable, pues de lo contrario la presunción mantiene todo su valor y efecto.”. La misma línea interpretativa fue seguida por los doctores Juan E. Fégoli, Gustavo M. Hornos y Mariano González Pallazzo. 3. Como conclusión de lo hasta aquí reseñado, puede inferirse que las previsiones de los artículos 312, 316 y 317 del Código Procesal Penal, en cuanto suponen que el imputado de un delito intentará eludir la acción de la justicia o entorpecerá la marcha del proceso cuando la amenaza de pena sea mayor a ocho años de prisión o la pena será de efectivo cumplimiento, son presunciones iuris tantum que pueden ser destruidas mediante la producción de prueba en contrario. Asimismo, cabe concluir que esa calidad de iuris tantum, en nada modifica su calidad de presunción legal pues la amenaza de sufrir una pena de las características descriptas por el artículo 316 del CPP, es un fuerte indicador de riesgo procesal que sólo puede ser desvirtuado mediante la producción de prueba concreta, seria, sólida y contundente que permita al juzgador llegar a la certeza de que ese elevado riesgo ha sido neutralizado. B)Su aplicación al caso. Desde la perspectiva expuesta en los considerandos que anteceden, adentrándome a la situación que se plantea en el caso, tengo para mí que la circunstancia invocada por la defensa de B. J. en su escrito recursivo (...) y en la presentación del memorial (...), no alcanzan a desvirtuar la fuerte presunción de que habrá de eludir el accionar de la justicia que trae aparejada la amenaza de pena que se cierne sobre él en función del delito por el que se ha acusado, esto es de 4 a 15 años (art. 5 inc. “c” de la ley 23.737 y art. 316 del C.P.P.N.). En orden a tal convencimiento no pueden obviarse las particulares circunstancias del caso objetivadas en el voto del doctor Fleicher, configurativas de un riesgo procesal concreto que lo habilita la medida cuestionada aún a la luz de lo reglado por el art. 319 del C.P.P.N. A influjo de lo expuesto, la excarcelación solicitada aparece a esta altura improcedente. Así me pronuncio. EL DOCTOR NOGUEIRA DIJO: Que estudiados los antecedentes de la causa, comparto la solución propuesta por el doctor Antonio Pacilio, de acuerdo a los argumentos expuestos en su voto. Por ello, estimo improcedente la excarcelación solicitada. Así lo voto. Por ello y por mayoría, el Tribunal RESUELVE: I.- Confirmar la resolución apelada, en cuanto no hace lugar a la excarcelación de B. J. (conf. art. 280, 312, 316, 317 y 319 del C.P.P.N. y Acuerdo 1/08, Plenario n° 13 de la Camara Nacional de Casación Penal de la Nación, Díaz Bessone, Remón Genario s/recurso de inaplicabilidad de ley” fallado el 30.10.2008). II.- Regístrese, notifíquese y devuélvase.Fdo: Dres. Leopoldo Schiffrin-Gregorio Fleicher-Carlos Compaired-Antonio Pacilio-Carlos Nogueira. Ante mí: Dra. Ana M. Russo-Secretaría NOTAS:)(1) a continuación la resolución citada: La Plata,3de julio de 2003. Rtro.S II T.61 F*28 VISTO:El presene expediente 2430,caratulado:”Incidente de exención de prisión respecto de Alonso,Pablo Cristian”procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Coreccional N*3 de esta ciudad. Y CONSIDERANDO:EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO: I.Llegan estos autos a la Alzada,en virtud del recurso de apelación interpuesto(...),por el Señor Fiscal Federal,(...)contra la resolución (...),que concede la exención de prisión bajo caución juratoria a A.,a quien se imputa la presunta comisión del delito previsto por los arts. 864 inc. A) y 865 inc. F) del Código Aduanero (...). II.El agravio del Ministerio Público se refiere a que la exención de prisión debería haberse acordado,tal como lo requirió en el dictamen (...)bajo caución real .III.Ahora bien,desde mi punto de vista,la resolución apelada no se ajusta a derecho puesto que,teniendo en cuenta la calificación de la conducta del imputado,adoptada al recibírsele declaración, el aquo debió fundar la procedencia del otorgamiento de la exención de prisión para después si ocuparse del tipo de caución que correspondía fijar. En efecto,el juez concedió la exención de prisión a ,,,con fecha 14 de abril del corriente al considerar que la conducta que “prima facie” se le atgribuye al imputado es la prevista por el art. 864 del Código Aduanero - contrabando -,cuya “...penalidad máxima no supera el tope de ocho años de pena privativa de libertad que mienta el art. 316 del C.P.P.N....”(...). .Sin embargo, al recibir declaración el imputado,tanto con anterioridad como después del otorganiuento de la exención de prisión -el 10 de abril y 29 de mayo,respectivamente, el Dr. Corazza encuadró la conducta de A...en las figuras previstas port los arts. 864 inc a) y 865 inc. F) del Código Aduanero.Este último artículo prevé una pena mínima de 2 años y una máxima de 10. Es decir que el magistrado interviniente otirgó la exención de prisión a...A omitiendo considerar la calificación del art. 865 inc. F) del Código Aduanero. IV.En tales condiciones,reitero,la cuestión no pasa por resolver el problema del tipo de caución a aplicarse,sino si corresponde el otorgamiento mismo del beneficio,teniendo en cuenta el marco penal corespondiente al citado art. 865 inc. F) C.A.. Poder Judicial de la Nación Al respecto el Código Procesal Penal de la Nación contempla dos caminos diferentes que podrían justificar, en el caso,la concesión del beneficio.Por un lado,si se toma en abstracto el máximo de 8 años de pena privativa de la libertad previsto por el art. 316 C.P.P.N., es decir,si se lo identifica con el máximo legal de la figura penal que coresponda, la exención de prisión no procedería en el caso, salvo que el juez considere que,prima facie, correspondería la ejecución condicional. Esta hipótesis requiere un juicio concreto del magistrado interviniente - que no se ha efectuado en autos ,mediante el cual debe efectuarse una valoración de carácter proyectivo acerca de la eventual concurrencia de las condicones previstas por el art. 26 del Código Penal. El otro supuesto,consiste en considerar que el máximo de 8 años de pena privativa de la libertad prebvisto por el art. 316 C.P.P.N. no se identifica con el máximo legal de la figura respectiva.En este caso, el juez debe efectuar una previsión concreta,conforme las circunstancias del hrcho y de las personas incriminadas,respcto de la pena que cabría aplicar en caso de llegarse a una sentencia condenatoria (v. Mi voto in re “Balmaceda,Marcelo Adrián s/excarcelación”,expte.1429 del 16/11/00, el que me remito” brevitatis causae”.Tampoco el juez ha adoptado,al menos de forma expresa,esta línea de pensamiento. Es decir que, en definitiva,la resolución apelada resulta prematura,pues el a quo debe justificar, antes que nada,si en las condiciones concretas del caso, teniendo en cuenta la calificación adoptada en el expediente principal,la concesión del beneficio de la exención de prisión resulta procedente. Por lo tanto estimo que corresponde revocar la resolución apelada,indicando al a quo que deberá resolver si la exención de prisión resulta procedente de acuerdo con las pautas expuestas en el presente voto. EL DOCTOR DUGO DIJO:Que adhería al voto del doctor Schiffrin. EL DOCTOR FRONDIZI DIJO: Coincido con mis distinguidos colegas preopinantes en que la resolución apelada resulta prematura.El a quo debe justificar, ante todo, como en las condiciones concretas de la causa y según la calificación hecha en el principal,resulta procedente la concsión del beneficio en cuestión.Luego se tratará el tipo de caución.con tal alcance adhiero a la propuesta del Dr. Schiffrin que precede. Tal es mi voto. Por ello, el Tribunal RESUELVE: REVOCAR la resolución apelada,indicando al a quo que deberá resolver si la exención de prisión resulta procedente de acuerdo con las pautas expuestas en el voto del Cr. Schiffrin.Regístrese,notifíquese y,oportunamente,remítase.Fdo.Jueces Sala Segunda,Dres.Sergio O. Dugo.Leopoldo Féctor Schiffrin.Román Julio Frondiz(según mi voto). (2) se transcribe la resolución: //Plata, 9 de septiembre de 2004 Rtro. S. II T.69 f*58 VISTO: El presente incidente registrado bajo el N* 2794, caratulado:”EXCARCELACIÓN DE IAKICH,RUBÉN MARIANO”, procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia N* 1, de esta ciudad.Y CONSIDERANDO: EL DOCTOR FRONDIZI DIJO: I. Que(...) el señor defensor Oficial,(...) interpone recurso de apelación contra la resolución(...) por la que no se hace lugar a la excarcelación de su defendido I.. El recurso es concedido (...) y mantenido (...).II. Que los agravios expuestos por el recurrente se centran en que la denegatoria de la soltura pretendida constituye una suerte de condenación anticipada,que vulnera el principio de inocencia y la garantía de la defensa en juicio, ambos de jerarquía constitucional. Destaca ,a su vez, que la escala penal correspondiente permite una condenación condicional. Finaliza su presentación propiciando se revoque el auto en crisis,y se conceda la libertad de su aistido.III. El magistrado de la primera instancia deniega la excarcelación del encartado,con fundamento en que éste registra una condena a nueve años de prisión por el delito de homicidio simple,por lo cual no procede el beneficio solicitado,toda vez que en caso de recaer condena, ésta no podrá ser suceptible de ejecución condicional. IV. Que de las constancias obrantes en el expediente principal - que en copia certificada,corren por cuerda floja al presente incidente - surge que I. fue condenado el 11 de abril de 2000 a la pena de nueve años de prisión,por resultar responsable de la comisión del delito de homicidio simple, hecho cometido el 25 de abril de 1996. El encartado registra antecedentes policiales por resistencia a la autoridad y lesiones, fechados el 18 de junio de 2003, y un pedido de captura de fecha 24 de mayo de 2003 del Juzgado de Garantías N* 2 de Quilmes (...),Por su parte, el mismo admitió en su declaración indagatoria que de la mencionada condena cumplió “cuatro años de prisión,saliendo en libertad condicional en el año 2000,causa que tramitó ante el Juzgado de Quilmes” (...).A su vez, el juez de grado calificó el hecho atribuido al imputado como el previsto en los artículos 5to. Inciso c) y 11 inciso e) de la Ley 23737, en función del articulo 42 del Código Penal (tentativa de suministro de estupefacientes en un lugar de detención). Poder Judicial de la Nación V. Que, sin perjuicio de todo ello, cabe advertir que para decidir acerca del otorgamiento del beneficio peticionado ha de tenerse en cuenta que el ordenamiento procesal vigente contempla dos caminos diferentes para justificar la concesión de la excarcelación. Por una parte, si se toma en abstracto el maximun de 8 años de pena privativa de la libertad previsto por el art. 316 del C.P:P.N. - esto es, identificándolo con el máximo previsto por la propia figura penal endilgada - la excarcelación no procedería en el caso, salvo que el juez estime viable la condena de ejecución condicional, extremo éste que no se verifica en autos. Por otra parte,si se considera que el maximun de 8 años previsto por el mencionado art. 316 no se identifica con el máximo conminado en abstracto por la norma sino que resulta de establecer, en base a una previsión concreta, conforme las circunstancias concretas de hecho y de las personas involucradas, la pena que cabría en el caso, sí se arribase a un pronunciamiento condenatorio.(conf.expte.2430 “Incidente de exención de prisión respecto de Alonso, Pablo Cristian”, fallada el 3 de julio de 2003),debe expresarse y motivarse tal previsión. Toda vez que estas operaciones no han sido cumplidas por el juez de grado, corresponde revocar el pronunciamiento apelado, indicando a éste que deberá resolver si - en el caso concreto - la exacreclación resulta procedente conforme a las pautas aquí señaladas. LOS DOCTORES SCHIFFRIN Y DUGO DIJERON: Que adhieren al voto que precede. Po ello, se RESUELVE: REVOCAR la resolución apelada,(...),con los alcances señalados supra.Notifíquese, regístrese y devuélvase. Fdo.Jueces Sala Segunda Dres. Román Julio Frondizi.Sergio O. Dugo.Leopoldo Hérctor Schiffrin. (3) se transcribe a continuación: ///Plata, 29 de noviembre de 2007.r.s.2 t.90F*58/59 VISTO: Este expediente 4360, “Incidente de excarcelación en favor de Godoy, Domingo”, procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional n° 2 de Lomas de Zamora. Y CONSIDERANDO: I. Llegan estas actuaciones a conocimiento de la Alzada en virtud del recurso de apelación interpuesto por la defensa de G. contra la resolución por la cual se deniega la excarcelación al nombrado, bajo cualquier tipo de caución (...). II. El magistrado de primera instancia sostiene que en atención a las penalidades mínimas y máximas previstas para los delitos que se le imputan a G.(arts. 1° y 2°, inc. a, de la ley 24.769), y por aplicación de lo dispuesto en el artículo 316, segundo párrafo, del C.P.P.N., el beneficio solicitado no resulta procedente. III. Ahora bien, de acuerdo al criterio seguido por este Tribunal en casos análogos, a los fines de otorgar o denegar la excarcelación o la exención de prisión, cabe formular un pronóstico concreto respecto a la pena que podría caberle al imputado en caso de dictarse una sentencia condenatoria, en base a una previsión efectuada de conformidad con las circunstancias particulares del hecho y personales del involucrado, expresando los motivos en que se funda tal previsión (conf. lo resuelto por la Sala II de esta Cámara, en los exptes. 2430, “Incidente de exención de prisión respecto de Alonso, Pablo Cristian”, del 3 de julio de 2003; 2794, “Excarcelación de Iakich, Rubén Mariano”, del 9 de septiembre de 2004; y 4054, “Incidente de excarcelación Rodríguez, Walter Daniel”, del 1° de marzo de 2007, entre otros). En ese orden de ideas, y teniendo en cuenta que la escala penal prevista para los delitos que se le atribuyen a G. va desde los tres años y seis meses a nueve años de prisión, resulta razonable concluir que, en caso de dictarse un pronunciamiento condenatorio, la pena a fijar no superaría los ocho años de prisión, valorando las particularidades de los hechos que se investigan en la causa principal y las condiciones personales del imputado, a luz de las reglas previstas por los artículos 40 y 41 del Código Penal. Tampoco corresponde denegar la excarcelación por aplicación de las restricciones previstas por el artículo 319 del C.P.P.N., en tanto no se encuentra fundada, en la medida necesaria para apartarse de la regla prevista por el artículo 280 del mismo código, la presunción de que Gómez vaya a intentar eludir la acción de la justicia o entorpecer las investigaciones. IV. Por ello, el Tribunal entiende que corresponde otorgar la excarcelación a G., bajo una caución real suficiente, teniendo presente la Poder Judicial de la Nación naturaleza económica del delito, cuyo monto deberá ser fijado por el a quo, a fin de garantizar la doble instancia. Sin perjuicio de ello, a los efectos de comprometer el sometimiento del imputado al poder jurisdiccional, aplicando por analogía las previsiones del artículo 310 del C.P.P.N. y, conforme lo ha resuelto esta Sala en el expte. n° 4247 caratulado “Incidente de Excarcelación de Zulma Diana Torales”, del 17/04/2007, deben adoptarse las siguientes medidas de cautela: a) que el imputado constituya domicilio real a no más de 70 kilómetros del asiento del juzgado de origen, cumpliendo las obligaciones que prevé el artículo 326, del C.P.P.N.; y b) que se presente una vez por semana en la seccional policial del domicilio fijado, dejando debida constancia de ello para su comunicación al juzgado interviniente. Por ello, el Tribunal RESUELVE: REVOCAR la resolución apelada y conceder la excarcelación a G., bajo las condiciones indicadas en el considerando IV que antecede. Regístrese, notifíquese y devuélvase.Fdo.Jueces Sala II dres. Leopoldo Héctor Schiffrin.Gregorio Julio Fleicher.Carlos Román Compaired. Ante mi:Dra. Ana Miriam Russo.Secretaria.