Socialdemocracia (del Marxismo a la Tercera vía) Gonzalo Farrera Bravo* “UN HOMBRE LIBRE ES AQUEL QUE, TENIENDO FUERZA Y TALENTO PARA HACER UNA COSA, NO ENCUENTRA TRABAS A SU VOLUNTAD” THOMAS H OBBES, TRATADO SOBRE EL CIUDADANO Resumen La Socialdemocracia propugna una transición pacífica y evolutiva de la sociedad desde el capitalismo al socialismo, mediante la utilización de procesos políticos establecidos. Rechaza la defensa marxista de la revolución social. Comenzó como movimiento político en Alemania en la década de 1870. Eduard Berstein,** sostenía (1899) que el capitalismo se estaba sobreponiendo a muchas de las deficiencias que Karl Marx veía en él (como el desempleo y la sobreproducción) y que el sufragio universal conduciría pacíficamente al gobierno socialista. Después de 1945, llegaron al poder gobiernos socialdemócratas en Alemania Federal [SPD], Suecia, e Inglaterra. El pensamiento socialdemócrata gradualmente llegó a considerar la regulación estatal (sin propiedad estatal) suficiente para asegurar el crecimiento económico y una distribución justa del ingreso. Palabras clave: Socialdemocracia, Capitalismo, Socialismo, Revolución, Cambio Político, Partido Socialdemócrata Alemán, Economía Capitalista, Estado Benefactor. * Maestrante del Programa de Derecho Electoral de la Facultad de Estudios Superiores Aragón. Eduard Bernstein, se unió al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en 1872 y pasó luego largos años en el exilio como editor de periódicos socialistas. En Londres conoció a Friedrich Engels y fue influenciado por la Fabian Society. Regresó a Alemania en 1901 y se convirtió en el teórico político de los revisionistas y en uno de los primeros socialistas en modificar dogmas marxistas como el inminente colapso del capitalismo. Vislumbraba un tipo de democracia social que combinaba la iniciativa privada con las reformas sociales. Como miembro del Reichstag (1902–06/ 1912–16/ 1920–28) inspiró gran parte de los programas reformistas de los socialdemócratas. Cfr."Bernstein, Eduard. "Enciclopedia Compacta Britannica CDROM. [5 abril 2007]. ** Socialdemocracy (From Marxism to the Third via) Gonzalo Farrera Bravo Abstract Social Democracy advocates a peaceful transition and evolution of society from capitalism to socialism, using established political processes. It rejected the defense of Marxist social revolution. Social democracy as a political movement started in Germany in the 1870's. Eduard argued Berstein (1899) that capitalism was superimposing many of the deficiencies he saw in Karl Marx (such as unemployment and overproduction) and that universal suffrage would lead to a peaceful socialist government. After 1945 government Social Democrats came to power in Germany Federal [SPD], Sweden, and Britain. The social democratic thinking gradually came to consider state regulation (excluding state-owned) sufficient to ensure economic growth and fair distribution of income. Key Words: Socialdemocracy, Capitalism, Socialism, Revolution, Political Change, German Social Democratic Party, Capitalist Economy, Welfare State. CONCEPTO: Es una doctrina y movimiento político de tendencia socialista surgida en Europa a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que si bien tiene su raíz en el marxismo clásico, se presenta como una propuesta teórica y práctica moderada. Es decir, que para los socialdemócratas la transición de la sociedad capitalista al socialismo se pretende a través de medios pacíficos –reformas graduales dentro del sistema– y no de medidas violentas como la revolución con miras a destruir el capitalismo como modo de producción. * En este sentido, el modelo socialdemócrata (SD) se deslinda de las tesis y acciones ortodoxas del marxismo, desde la interpretación materialista de la historia, la lucha de clases y la dictadura del proletariado hasta la teoría de la extinción del Estado. * Voz Socialdemocracia. NOHLEN Dieter, OLAF Rainer y otros, Diccionario de Ciencia Política. ( tomo IIJ-Z) Edit. Colegio de Veracruz-Porrúa. México, 2006. La socialdemocracia nació y evolucionó a partir del socialismo del siglo XIX, recogiendo las aportaciones de Karl Marx y Friedrich Engels, (Bobbio, Norbert.,1999) compartía por tanto sus raíces ideológicas con el comunismo, pero repudiaba el uso subversivo de la violencia política que implicaría una revolución en el sentido marxista del término. Debido a esto, para los comunistas, la socialdemocracia es una forma de revisionismo, dado que renuncia a uno de los pilares básicos del marxismo: la lucha de clases. La socialdemocracia apareció en Alemania de la mano de August Bebel** y Wilhelm Liebknecht, principales fundadores del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en 1869, y que, a pesar de la política represiva del canciller Otto von Bismarck, fueron elegidos miembros del Reichstag (Parlamento) en 1871. ANTECEDENTES: Comunismo y Marxismo. Estas ideologías cuya principal aspiración es la consecución de una sociedad en la que los principales recursos y medios de producción pertenezcan a la comunidad y no a los individuos. En teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de todo el trabajo en función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las necesidades. Algunos de los conceptos de la sociedad comunista suponen que, en último término, no se necesita que haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista no tendría por qué tener legisladores. Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el comunismo debe luchar por medio de la revolución para lograr la abolición de la propiedad privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas recae, pues, en el Estado. El concepto comunista de la sociedad ideal tiene lejanos antecedentes, incluyendo La República de Platón y las primeras comunidades cristianas. La idea de una sociedad comunista surgió a principios del siglo XIX, como respuesta al nacimiento y desarrollo del capitalismo moderno. En aquel entonces, el comunismo fue la base de una serie de afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos estos primeros experimentos comunistas fracasaron, realizados a pequeña escala implicaban la cooperación voluntaria y todos los miembros de las comunidades creadas participaban en el proceso de gobierno. ** (1840-1913), escritor y dirigente político alemán. Nació en Colonia, se estableció en Leipzig en 1860, donde trabajó como oficial tornero. Se identificó casi inmediatamente con el movimiento socialista extendido entre la clase obrera. En 1867 fue elegido presidente de la comisión permanente del sindicato de trabajadores alemán. Poco después, en ese mismo año, fue destinado a la Dieta del norte de Alemania en calidad de miembro del Partido del Pueblo Sajón. En 1869, en Eisenach, participó en la fundación del Partido Socialdemócrata, que estaba muy vinculado a la Asociación Internacional de Trabajadores, la I Internacional fundada por Karl Marx en Londres. En 1871, Bebel pasó a ser miembro del nuevo parlamento alemán, el Reichstag, cargo que desempeñó casi ininterrumpidamente hasta su muerte. Fue encarcelado desde 1872 hasta 1874 y nuevamente en 1886, condenado por traición al emperador alemán. Su rotundo antimilitarismo y su defensa de medidas progresistas en materia social le hicieron enemistarse con el canciller alemán, Otto von Bismarck. A partir de 1890, se trasladó a Berlín. Tenía ya fama de convincente orador y era el miembro más influyente de su partido, cuyo ascenso prosiguió hasta 1912, año en el que alcanzó la mayoría en el Reichstag. Fue el director de la publicación socialista Vorwärts. Entre sus obras se encuentran La guerra de los campesinos en Alemania (1876), La mujer y el socialismo (1883), CharlesFourier (1888) y Mi vida (1910). Cfr. PRZEWORSKI, Adam. Capitalismo y socialdemocracia. Madrid: Alianza Editorial, S.A., 1988. Posteriormente, el término comunismo pasó a describir al socialismo científico, la filosofía establecida por Karl Marx y Friedrich Engels a partir de su Manifiesto Comunista. Desde 1917, la expresión se aplicó a aquellos que consideraban que la Revolución Rusa era el modelo político ideal, refundido el tradicional marxismo ortodoxo con el leninismo, creador de una verdadera praxis revolucionaria. Desde el inicio de aquélla, el centro de gravedad del comunismo mundial se trasladó fuera de la Europa central y occidental; desde finales de la década de 1940 hasta la de 1980, los movimientos comunistas han estado frecuentemente vinculados con los intentos de los países del Tercer Mundo de obtener su independencia nacional y otros cambios sociales, en el ámbito del proceso descolonizador (Vallespin, Fernando;1990). El Marxismo una doctrina y teoría social, económica y política basada en la obra de Karl Marx y sus seguidores, indisolublemente unida a dos ideologías y movimientos políticos: el socialismo y el comunismo. La obra de Marx puede dividirse entre sus primeros escritos filosóficos (Manuscritos filosóficos y económicos, 1844; La ideología alemana, 1845-1846), sus panfletos (Manifiesto Comunista, 1848), sus análisis de acontecimientos contemporáneos (El 18 brumario de Luis Bonaparte, 1852; La guerra civil en Francia, 1871) y los escritos fundamentales de su madurez (Contribución a la crítica de la economía política, 1859; y, sobre todo, El capital, vol. 1, 1867; volúmenes 2 y 3 publicados póstumamente). Las ramificaciones de la doctrina marxista podemos encontrarlas en ámbitos filosóficos, económicos, históricos, políticos y de la mayoría de las ciencias sociales. Ningún otro teórico ha sido tan estudiado y tan discutido durante el siglo XX como Karl Marx (Berlín, Isaiah,1988,56). La razón de este interés está lejos de ser exclusivamente académica. Ningún otro pensador moderno ha tenido tanta influencia sobre los movimientos políticos y sociales. Marx (Kolakowski,1980,34-45), pretendía develar las leyes inherentes al desarrollo del capitalismo. Creía que cada época histórica se caracterizaba por un modo de producción específico que se correspondía con el sistema de poder establecido y, por lo tanto, con una clase dirigente en perpetuo conflicto con una clase oprimida. Así, la sociedad medieval estuvo caracterizada por el modo de producción feudal, en el que la clase poseedora de la tierra obtenía una plusvalía del campesinado que trabajaba aquélla. Las sucesivas transiciones del sistema de esclavitud al feudalismo, y del feudalismo al capitalismo, se produjeron cuando las fuerzas productivas (es decir, los grupos relacionados con el trabajo y los medios de producción como las máquinas) no podían seguir desarrollándose con las relaciones de producción existentes entre las distintas clases sociales. Así, la crisis que afectó al feudalismo cuando el capitalismo necesitaba una creciente clase trabajadora conllevó la eliminación de las bases legales e ideológicas tradicionales que ataban a los siervos a la tierra. La relación fundamental del capitalismo, basada en salarios, parte de un contrato entre partes jurídicamente iguales. Los propietarios del capital (capitalistas) pagan a los trabajadores (el proletariado, poseedor únicamente de su fuerza de trabajo) salarios a cambio de un número de horas de trabajo acordado. Esta relación disfraza una desigualdad real: los capitalistas se benefician de parte de lo producido por los trabajadores y no remunerado en sus salarios. Esta plusvalía generada en favor de la clase capitalista proporciona a los propietarios del capital una gran riqueza y el control sobre el desarrollo económico de la sociedad. De esta manera se están apropiando no solamente de la riqueza, sino también del poder. La compleja superestructura política, el conjunto de leyes e ideologías, regula y refuerza este tipo de relaciones sociales. En efecto, al poseer la plusvalía, los capitalistas pueden acumular riqueza y poder, determinando la dirección que seguirá la sociedad. Los bienes producidos mediante el sistema capitalista deben tener valor de uso, ya que, de no tenerlo, no se podrían encontrar compradores; pero, para el capitalista, tienen que tener valor de cambio: no se producen para el consumo del propio capitalista, sino para que éste pueda intercambiarlos por dinero. Así, la producción capitalista es esencialmente una producción dirigida al intercambio y no a la satisfacción de necesidades. La competencia hace que las empresas capitalistas ineficaces vayan a la quiebra, y se tienda a la concentración de empresas y la creación de monopolios, al tiempo que los mercados no dejan de crecer, pues las técnicas productivas y las medios de intercambio están continuamente cambiando y mejorando. Las crisis son un fenómeno inherente al capitalismo. Los capitalistas intentan aumentar la intensidad de la jornada laboral y, en consecuencia, la productividad del trabajo. Por su parte, los trabajadores, si están organizados, resistirán. Los capitalistas intentarán ampliar los mercados, pero al mismo tiempo pagarán a sus trabajadores el mínimo posible. Si lo consiguen, tanto el consumo como la demanda de los trabajadores disminuirán, los mercados se reducirán y el capitalismo entrará en crisis. La compleja y a veces confusa, obra de Marx, permitió que se produjeran interpretaciones dispares de la misma. Ya antes de 1914, la ortodoxia dominante, representada en Alemania por Karl Kautsky y que defendía la inevitabilidad del colapso del capitalismo a través de la revolución, fue puesta en duda por Eduard Bernstein, auténtico fundador de lo que se denominó revisionismo. Tras la Revolución Rusa (1917), Lenin añadió a la doctrina marxista una interpretación del imperialismo, una teoría del Estado y los principios de la organización revolucionaria liderada por el partido; la formulación de leninismo permitió hablar de una doctrina marxista-leninista. Las posteriores aportaciones hechas al marxismo por Stalin (el estalinismo, que negaba la internacionalización de la revolución), Trotski (el trotskismo, que preconizaba justo lo contrario), Mao Zedong (el maoísmo, que suponía la adaptación del marxismo al Tercer Mundo) o Antonio Gramsci (que subrayó el papel de la ideología en una sociedad civil para la construcción de una hegemonía política), se sumaron a las distintas interpretaciones que en el siglo XX se hicieron del pensamiento de Marx MARCO HISTÓRICO DE LA SOCIALDEMOCRACIA En la segunda mitad del siglo XVII, la disputa entre el gobierno prusiano y el Parlamento sobre la ampliación del Ejército había llegado a un punto muerto. En 1861, el Parlamento había concedido al gobierno fondos adicionales para realizar estas reformas, pero en 1862 se negó a entregarlos si no se llevaba a cabo una reducción de tres a dos años en el servicio militar obligatorio. El rey Guillermo I no cedía por temor a que los reclutas no estuvieran suficientemente imbuidos de los valores conservadores, y precisamente por esta razón el Parlamento con mayoría liberal, insistía en obtener esta concesión. A fin de salir de este estancamiento, Bismarck fue nombrado primer ministro. Procedió a recaudar impuestos adicionales de acuerdo con el presupuesto de 1861, alegando que, puesto que en la Constitución no se disponía nada en el caso de una paralización de las negociaciones, se veía obligado a aplicar el presupuesto del año anterior; para justificar la ampliación del Ejército, y refiriéndose a la unificación de Alemania, advirtió lo siguiente: las grandes cuestiones del momento no se solucionarán con discursos ni con decisiones adoptadas por mayoría, sino con sangre y acero. La opinión pública comenzó a inclinarse a su favor en 1864, cuando Bismarck utilizó al reorganizado Ejército prusiano, en alianza con Austria, para arrebatar las provincias de Schleswig y Holstein a Dinamarca. Dos años después, convirtió la disputa por estas conquistas entre Austria y Prusia en una guerra contra Austria y los restantes estados alemanes, la denominada Guerra Austro-prusiana o guerra de las Siete Semanas. Tras una campaña fulminante, Bismarck anexionó Schleswig-Holstein, Hannover y algunos territorios más a Prusia. Asimismo, reunió a todos los estados del norte y centro de Alemania en la Confederación de Alemania del Norte, bajo el control prusiano. Ante estos acontecimientos, el Parlamento de Prusia cedió y sancionó con carácter retroactivo sus estratagemas financieras de los cuatro años precedentes. En 1870, Bismarck consiguió involucrar a Francia en una guerra contra los estados alemanes (la denominada Guerra Franco–prusiana). Confió en que, ante el entusiasmo nacionalista que se desataría, lograría atraer a los indecisos estados alemanes del sur al proyecto de una Alemania unificada. Y su plan tuvo éxito: en 1871, el Imperio Alemán (conocido por la historiografía como el II Imperio Alemán), incluidos los estados del sur, reemplazó a la Confederación de Alemania del Norte y el rey de Prusia se convirtió en el emperador de Alemania (Enciclopedia Compacta Britannica, Bismarck, Otto, von.,2007). EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA De esta manera, encabezada inicialmente por partidos políticos obreros, participa la social democracia en el juego del poder de la democracia liberal. Así, el parlamentarismo y el electoralismo se presentan como los campos de batalla de este movimiento. La cuna de la socialdemocracia se encuentra en Europa Central, donde Alemania destaca como país pionero en la promoción de esta ideología. El Partido Obrero Socialdemócrata Alemán* (1869) fue el primer partido de esta tendencia. No obstante, también figuran partidos políticos socialdemócratas surgidos a finales del siglo XIX en países del Este y Norte de Europa. Tales son los casos de Dinamarca (1878), Bélgica (1885), Noruega (1887), Austria (1889), Suecia (1889), Hungría (1890), Polonia (1892), Bulgaria (1893), Rumania (1893), Holanda (1894) y Rusia (1898). Desde sus orígenes, el movimiento socialdemócrata se ha caracterizado fundamentalmente por su capacidad de transformación y voluntad de adecuarse a las exigencias de la realidad histórica que se vive en el momento. Así, se ha modificado a través del tiempo en respuesta a determinados paradigmas, reconfigurando su propia naturaleza. ETAPAS DE LA SOCIALDEMOCRACIA Marxismo clásico(1848-1916) Originaria (1869-1945) Liberalismo (1900-1930) Clásica (1945-1973) Neoliberalismo (1979-1998) Socialdemocracia renovada (1998-2005) A pesar de esta tendencia transformadora, puede afirmarse que la esencia de esta doctrina se ha mantenido durante toda su evolución: la búsqueda de los medios necesarios para alcanzar las mayores cuotas de libertad, igualdad y bienestar entre los miembros de una sociedad. Asimismo, existen valores que también han permanecido como rasgos característicos del paradigma socialdemócrata, tal es el caso de la justicia social, la solidaridad, la responsabilidad, el humanismo y el progresismo. SOCIALDEMOCRACIA ORIGINARIA (1869-1945) A diferencia de la consigna marxista de destruir al Estado para establecer una sociedad sin clases, el planteamiento socialdemócrata sostiene, en un primer momento, que la instauración del socialismo debe realizarse a través de la utilización del Estado. Se acepta que la emancipación de la clase trabajadora puede lograrse dentro de la misma sociedad capitalista. * Voz SPD. Bobbio Norberto, Matteuci Niccola y otros. Diccionario de Política. (Trad. Arico José y otros) Edit. Siglo Veintiuno, México, 2003. En otras palabras, se trata de impulsar el mayor número de reformas sociales posible a favor de los más débiles dentro del mismo Estado. Ello con miras a construir un Estado social y democrático que garantice los derechos y el bienestar de la mayoría sin necesidad de abolirlo. Tal y como lo planteó en 1899 el alemán Eduard Bernstein uno de los grandes fundadores de este movimiento y padre del revisionismo. A partir de un punto de vista político, nos damos cuenta de que los privilegios de la burguesía capitalista, en todos los países avanzados, poco a poco dan paso a las instituciones democráticas. La legislación de la fábrica, la democratización de las administraciones comunales y la extensión de su competencia, la liberación de los sindicatos y de las cooperativas de todas las trabas legales, la consulta permanente de las organizaciones obreras por parte de las autoridades públicas en las contrataciones laborales caracterizan el nivel actual del desarrollo. A medida que las instituciones políticas de las naciones modernas se democratizan, se reducen la necesidad y las oportunidades de grandes catástrofes políticas. En términos económicos, los socialdemócratas aceptan el sistema de economía de mercado, aunque también reconocen que éste presenta deficiencias al asignar los recursos. Por lo tanto, promueven la intervención de la autoridad pública para establecer equilibrios y garantizar la libertad económica. Así, desde su nacimiento fue identificada con el reformismo. Para sus críticos –los marxistas ortodoxos– más que la búsqueda de la emancipación de la humanidad a través de reformas políticas y sociales, para Eduard Bernstein, se trataba de una traición a la utopía socialista, una claudicación al ideal revolucionario, al elegir el camino de la democracia liberal y al aceptar el capitalismo como sistema económico. En cambio para los socialdemócratas pioneros, la elección de la lucha democrática para lograr el mejoramiento de la condición de vida de los trabajadores dentro de la sociedad capitalista, se trataba de una opción viable que simplemente utilizaría otros métodos, pero mantendría como meta la instauración del socialismo. En este sentido, en su versión original, se define como un partido político reformista, socialista y democrático que lucha por el progreso social y la conquista de la democracia con la finalidad de impulsar el desarrollo de la sociedad hacia el socialismo. Cabe destacar que a pesar de que en esta primera etapa la clase obrera condensada en un partido político monoclasista, se mantuvo como el sujeto de cambio primordial, ya se reconocía la necesidad de transformar aquel partido de clase en un partido del pueblo. La política de la clase obrera no significa aquí un antagonismo absoluto con los intereses de las otras clases, pero significa libertad de los intereses particulares y específicos de las otras clases. Así, se puede convertir en un “partido del pueblo” sólo en el sentido y en la medida en que los obreros mismos se conviertan en el elemento determinante en el pueblo, alrededor del cual se agrupen otras capas sociales como pertenecientes esencialmente a él. MARXISMO CLÁSICO META: Instauración socialismo SOCIALDEMOCRACIA CONTEMPORÁNEA del CONSIGNA: Destruir el Estado ESTRATEGIA: Revolución y Reformas Políticas ACTOR: Partido monoclasista TIPO DE ESTADO: sociedad sin clases Instaurar la democracia liberal Utilizar el Estado como factor para el cambio social Victoria en el ámbito electoral Partido policlasista Estado democrático La tarea fundamental del movimiento socialdemócrata en este periodo es organizar políticamente a la clase trabajadora para luchar por la ampliación de sus derechos políticos y sociales para, una vez organizada, formarla para la democracia. En suma, la originaria destaca por su gran vocación democrática y de transformación fundamentada en un rico debate teórico que permitió proponer estrategias ad hoc a los acontecimientos suscitados en aquella época, a la par de que mantuvo viva la utopía socialista. SOCIALDEMOCRACIA CLÁSICA (1945-1973) Hasta finales de los años cincuenta del siglo XX, en general siguió basando sus acciones en tesis marxistas. Incluso mantuvo la meta de establecer una sociedad sin clases. Sin embargo, las circunstancias históricas la obligaron a dar un viraje ideológico radical. En 1959, año en el que se celebró el Congreso del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en Bad Godesberg, se reconoció la obsolescencia del marxismo frente a los retos que implicaba sobrevivir en una situación de posguerra y frente a la posibilidad de llegar al gobierno. Finalmente, se consolidó como una de las principales fuerzas políticas leales al sistema capitalista, teniendo su mayor periodo de auge entre los años 1945 y 1973. Ya no se trataba de alcanzar aquella sociedad sin clases; ahora se pretendía humanizar el capitalismo y reformar el Estado. Una vez más la adoptaba una estrategia pragmática y realista que se adaptaba a las nuevas circunstancias. El contexto en el que se desarrolla esta etapa de la denominada etapa clásica se caracteriza fundamentalmente por el auge y la expansión del capitalismo que se presenta a nivel mundial. En este sentido, el crecimiento económico sostenido que se dio en los países de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, fomentado entre otras cosas por el apoyo de Estados Unidos, permitió la instauración del Estado de bienestar. Un modelo político y social que permitió a esta corriente expresar sus ideales. Para el británico Charles Anthony Raven Crosland* los cinco elementos que componen el paradigma socialdemócrata clásico son: PARADIGMA SOCIALDEMÓCRATA CLÁSICO El liberalismo político: la aceptación de las instituciones liberal-democráticas (Rawls,John,2003) La economía mixta: la coexistencia de la propiedad privada de los medios de producción y de un control público de la actividad económica a través de la planificación. El Estado de bienestar: la ejecución de políticas sociales tendientes a distribuir la riqueza de una forma más equitativa, mitigando los efectos del mercado, y a promover la justicia social, corrigiendo los desequilibrios económicos. El Keynesianismo: la ejecución de políticas económicas tendientes a lograr pleno empleo, salarios elevados, estabilidad de precios y aumento del gasto público. Igualdad: El compromiso con la igualdad social. Durante este periodo logró grandes éxitos. No sólo en términos de victorias electorales, sino también respecto a la difusión de su modelo: conjunción de la democracia liberal, el capitalismo y el bienestar social. * El libro clásico de este autor se titula El futuro del socialismo y fue escrito en 1956. Entre los más destacados dirigentes políticos de estos años se encuentran: el Primer Ministro sueco Olof Palme (1969-1976, reelegido en 1982); el Canciller de Austria Bruno Kreisky (1970-1983) y; el Canciller alemán Willy Brandt (1969-1974), (Enciclopedia Compacta Britannica, República Federal Alemana,2007). Para este entonces, la corriente clásica se define como la forma de organización obrera más extendida en el capitalismo democrático; la única fuerza política de izquierdas que ha podido demostrar un récord de reformas a favor del bienestar de los obreros. Continuando con la estrategia política de establecer y fortalecer a partidos interclasistas, la corriente clásica logró la integración social del electorado para obtener el mayor número de votos posible. Es decir, buscó el apoyo fuera de la clase obrera. Así, esta búsqueda de aliados se arraigó a partir de entonces como una táctica inherente al electoralismo. Ello también respondió a la evolución numérica de la estructura de clases en las sociedades modernas, lo cual exigía propuestas más amplias y diversas. Los partidos socialdemócratas dieron así un nuevo contenido a sus plataformas. Las alianzas más allá de la clase han de basarse en la convergencia de los intereses económicos inmediatos de la clase obrera y los de los otros grupos. Los socialdemócratas tienen que ofrecer créditos a los pequeños burgueses, pensiones a los empleados y funcionarios, salarios mínimos a los obreros, protección a los consumidores, educación a los jóvenes, descuentos familiares a las familias. Tal convergencia no puede existir de manera que refuerce la cohesión y la combatividad de los obreros contra las otras clases. Cuando los socialdemócratas amplían su llamado, se ven obligados a prometer luchar no por unos objetivos específicos de los trabajadores como clase, sino sólo por aquellos que los obreros comparten como individuos con otros miembros de otras clases... Lo que se ve comprometido cuando los partidos obreros se convierten en partidos de masas es el propio principio de la lucha de clases, la lucha entre colectividades con una cohesión interna... Cuando los partidos socialdemócratas se convierten en partidos ‘de toda la nación’, refuerzan su visión de la política como un procesos de definición del bienestar colectivo de ‘de todos los miembros de la sociedad’ (Przeworski,Adam.,1988,11). Más de dos décadas de grandes éxitos llegaron a su fin con la quiebra del sistema capitalista y el denominado “consenso del bienestar” en los años setenta. La crisis del petróleo y la consecuente alza de los precios en el mercado desencadenaron una recesión económica, que finalmente expresó el fin de los años dorados del capitalismo. El modelo de crecimiento económico que había financiado al Estado de bienestar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial mostró sus límites, lo que condujo a la implantación de un nuevo modelo: el neoliberal (Gargarela, Roberto,1999,161). A escala doméstica la crisis del Estado de bienestar fue insostenible. Si bien a nivel ideológico comenzaba la ofensiva del discurso conservador contra la viabilidad de un Estado interventor, la realidad también mostraba las fallas y el agotamiento de las políticas de bienestar económico y social. Algunos de los problemas que se presentaron fueron: el aumento excesivo de los gastos públicos, los índices elevados de inflación, el aumento de la deuda pública, la ineficiencia de la burocracia, la pérdida de competitividad de las empresas públicas, etcétera. El establecimiento de gobiernos de centro derecha en la década de los ochenta, como los encabezados por Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979-1990), Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989) y Helmut Kohl en Alemania (1982-1998), marcó el derrumbe del paradigma socialdemócrata clásico (Ferry, Luc., Renaut, Alain;2004;106). El nuevo modelo neoliberal propugnó por el adelgazamiento del Estado y la mayor intervención del sector privado en la economía. A partir de entonces el motor del crecimiento económico de los países se basó en el comercio internacional. Asimismo, se promovieron políticas de privatización, liberalización y desregulación como los nuevos ejes del desarrollo económico. La instauración de este modelo se justificó erróneamente en las supuestas fallas y excesos del Estado de bienestar. Para los neoliberales el Estado se presentaba como el gran culpable de la quiebra del sistema capitalista. Ciertamente el modelo económico de los años de posguerra se había agotado, no obstante, no sólo se trataba de la caducidad de ciertas políticas del Estado benefactor. También la globalización económica, desencadenada con gran fuerza a partir de la década de los ochenta, planteaba nuevos escenarios, nuevos retos y nuevas exigencias. LA TERCERA VÍA (1998-2006) Ante este nuevo panorama, la socialdemocracia respondió una vez más con una propuesta alternativa: la tercera vía. Una tercera vía que se ubicó entre el modelo socialdemócrata clásico y el modelo neoliberal. En palabras de su gran ideólogo, Anthony Giddens, (Giddens, Anthony.,1998,38) La Tercera Vía se refiere a un marco de pensamiento y política práctica que busca adoptar esta corriente a un mundo que ha cambiado esencialmente a lo largo de las dos o tres últimas décadas. Es una tercera vía en cuanto que es un intento por trascender tanto a la socialdemocracia a la antigua, como el neoliberalismo. En términos generales, se trató de un proyecto de centro–izquierda para renovar esta corriente en el marco de la globalización y para responder a la ola neoconservadora. En Europa y Estados Unidos los gobiernos que representan esta tendencia son: el británico encabezado por Tony Blair y su “Nuevo Laborismo” (1997); el alemán con Gerhard Schröder y su “Nuevo Centro” (1998) y; el norteamericano dirigido por el demócrata William Clinton (1993-2001). Estos gobiernos aceptaron las condiciones de disciplina fiscal, estabilidad macro económica y reformas políticas que demandaba el neoliberalismo. Sin embargo, fieles a los principios y valores socialdemócratas, también fueron capaces de mantener la esencia del modelo: a) un Estado socialmente responsable, b) un Estado como regulador último de la economía y, c) el compromiso con el bienestar social de las mayorías. En este sentido, dichos gobernantes fueron tildados de pragmáticos y en algunos casos duramente criticados. En otros países se mantuvo una tendencia más tradicional. Tal es el caso de la Francia gobernada por el socialista Lionel Jospin (1997-2002) quien calificó la tercera vía de Blair y Schröder como un neoliberalismo disfrazado.* A pesar de estas distintas versiones de gobiernos de centro–izquierda en Europa y Estados Unidos, puede afirmarse que todos promovieron los mismos ejes programáticos: la reconstrucción del Estado hacia un nuevo Estado democrático, social e inversor; el impulso de una sociedad civil más activa; el establecimiento de una economía mixta y; la promoción de valores como la igualdad, la justicia, la responsabilidad y la inclusión. TERCERA VÍA META: Adaptación y humanización del capitalismo. Democratización del capitalismo mundial CONSIGNA: Reformar el Estado ESTRATEGIA: Reforma de las estructuras sociales. ACTOR: Partidos poli-clasistas y sociedad civil TIPO DE ESTADO: Benefactor/interventor * Der Spiegel.on line, internacional edition. 2/Mzo/08. Links Historical news. En conclusión, esta corriente renovada logró afirmarse como una alternativa progresista frente a las tendencias conservadoras que han avalado el desarrollo desigual entre los ricos y los pobres en un contexto de transnacionalización económica. Es decir, se ha preservado la idea de un Estado social democrático que garantice los derechos y el bienestar de los ciudadanos. No obstante, para muchos, el movimiento socialdemócrata ha perdido la voluntad de transformación, dedicándose únicamente a resolver los problemas inmediatos. (Nohlen, Dieter;Olaf, Rainer, et al;2006). En Estados Unidos, los denominados “nuevos demócratas” describieron esta tercera vía como por medio de la Declaración del Nuevo Progresismo publicada por el Consejo de Liderazgo Demócrata en 1996. En ella, los “nuevos demócratas” planteaban que: ...el surgimiento de nuevos mercados globales y de la economía del conocimiento, junto al fin de al guerra fría, ha afectado la capacidad de los gobiernos nacionales para controlar la vida económica y proporcionar una gama de prestaciones sociales en continuo crecimiento. Tenemos que crear un marco diferente, que evite tanto el Gobierno vertical, burocrático, auspiciado por la vieja izquierda como la aspiración de la derecha a desmantelar el Estado en su conjunto. A partir de esta propuesta, se destacaron los pilares del nuevo progresismo ubicados en: la igualdad de oportunidades, la responsabilidad personal y la movilización de ciudadanos y comunidades. En esta tendencia se propone que las políticas públicas ya no estén dirigidas a la redistribución de la riqueza, sino más bien a la creación de ésta. (Giddens, Anthony;1998;12). El desarrollo de esta filosofía política en Reino Unido la realizó el Partido Laborista bajo el liderazgo de Tony Blair, quien impulsó la idea del Nuevo Laborismo, desarrollando de esta forma la tercera vía. Los defensores de la tercera vía en Reino Unido aceptaron que algunas reformas neoliberales ejecutadas eran necesarias para impulsar la modernización, sin embargo, surgieron amenazas a la cohesión social por el surgimiento de mercados aún sin regular. El punto de coincidencia de los Nuevos Demócratas y los Nuevos Laboristas es en la atención especial aplicada a la vida familiar, a la criminalidad y a la decadencia de la comunidad. Ellos consideran que los trastornos familiares dan lugar a un comportamiento antisocial y a la criminalidad, por lo tanto, la tercera vía sugiere que es posible combinar la solidaridad social con una economía dinámica, meta que debería ser alcanzada por los socialdemócratas contemporáneos. Para alcanzar esta meta se exhorta a fomentar menos el gobierno nacional y el central, pero tener mayor gobernancia* (gobernanza) sobre los procesos locales. En suma, los partidarios de la tercera vía consideran que la globalización económica ha vuelto obsoleto el estatismo de la vieja izquierda. Por ello Giddens propone que los socialdemócratas modernizadores deben estimular la colaboración internacional en cinco áreas básicas: la gobernancia de la economía mundial, la gestión ecológica global, la regulación del poder corporativo, el control de las guerras y el fomento de la democracia transnacional (Ibíd.,14). El primer intento de adecuar la "Tercera Vía" británica a la situación alemana fue realizado por el entonces Ministro de la Oficina del Jefe de Gobierno, Bodo Hombach, en su libro Aufbruch: Die Politik der neuen Miste (Partida: La Política del Nuevo Centro). Allí toma las categorías centrales de la concepción de Giddens y las amplía con los puntos centrales del Poldermodell, es decir, la política tripartita de consenso que desde principio de los años 80 ha convertido a los Países Bajos en el país modelo para la política de empleo. Para poder reestructurar el modelo alemán a través del consenso se pensó en darle a la Bündnis für Arbeit (Alianza para el Trabajo) un papel clave y decisivo. Hombach hablaba a favor de la moderación salarial, de bajar los impuestos para las empresas y los prestadores de servicios, de la redistribución del trabajo, y de establecer un sector subsidiado de sueldos bajos, como parte de una política activadora del mercado de trabajo. * Gobernanza es el concepto de reciente difusión para designar a la eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado, que proporciona a éste buena parte de su legitimidad en lo que a veces se define como una "nueva forma de gobernar" en la globalización del mundo posterior a la caída del muro de Berlín (1989). También se utiliza el término gobierno relacional. Sobre todo se emplea en términos económicos (lo que también se conoce como una de las acepciones del término quinto poder), pero también sociales o de funcionamiento institucional, esencialmente la interacción entre sus distintos niveles, sobre todo cuando se producen grandes cesiones competenciales hacia arriba (por ejemplo la integración en la Unión Europea) y hacia abajo (la descentralización territorial, lo que se ha podido designar con el término sexto poder). También, y muy especialmente, la forma de interacción de las administraciones públicas con el mercado y las organizaciones privadas o de la denominada sociedad civil (empresas, patronales, sindicatos y otras), que no obedecen a una subordinación jerárquica, sino a una integración en red, en lo que se ha denominado "redes de interacción público-privado-civil a lo largo del eje local/global". Origen del término Parece provenir remotamente del griego κυβερνάω kybernan (dirigir, conducir una nave o un carro) utilizado por Platón, metafóricamente, para denominar el modo de gobernar a los ciudadanos, de donde también deriva gobierno (a través del latín gubernatio). www.es/wikipedia.com Wikipedia/gobernanza consultado el día 14 de junio de 2008. Al mismo tiempo que este perfil no se mostraba muy apto para ser aceptado emocionalmente dentro del SPD, el documento Blair/Schröder, que había sido aprobado antes de las elecciones europeas de 1999, demostró ser un verdadero fracaso e hizo enfriar bastante las relaciones entre Alemania e Inglaterra. Los nuevos reproches hablaban de la desestimación de las tradiciones, del insuficiente perfil de las tareas estatales para la creación de condiciones macro, de la sobre valoración imprudente de los esfuerzos individuales y del mercado, es decir de la neoliberalización del programa socialdemócrata. Estos reproches dificultaron los intentos de lograr una nueva síntesis. CONCLUSIONES Con la oposición de sistemas en la política mundial después de 1945 se demarcaron las condiciones de acción de los partidos políticos socialdemócratas, más allá de los confines geográficos europeos. Desde entonces son determinantes para las políticas de esta clase de partidos políticos así como de gobiernos con estos tintes: el alejamiento definitivo de todas las tradiciones socialistas revolucionarias a favor de un reformismo evolutivo, pluralismo fundacional en cuanto a las cosmovisiones, reprimiendo ampliamente las teorías de corte marxista y con una clara delimitación respecto a los partidos comunistas, concepciones económicas de Tercera Vía (sistemas económicos mixtos, economía común, democracia económica) primeramente como compromiso de política en términos reales, pero cada vez más como convicción respecto a la capacidad funcional de un Capitalismo modificado en el sentido del Estado de Bienestar, dirigido de manera keynesiano–racional, alejamiento definitivo de tradiciones y conceptos de partido de clase, a favor de modelos de partido popular interclasista de izquierda no ideológico, capaz de hacerse cargo del gobierno, El Programa de Godesberg de la Socialdemocracia alemana es un modelo ejemplar de esta concepción, mucho más allá de la fronteras de Alemania. A principios de 1980, la socialdemocracia occidental se vio confrontada con el pronóstico del “fin del siglo socialdemócrata”, predicho por Ralf Dahrendorf, de hecho, los desplazamientos en las estructuras sociales (individualización de las clases medias), los límites de la conducción económica por parte del Estado y la redistribución del Estado social, así como nuevas líneas de conflicto políticos social (ecología), ante el trasfondo de un crecimiento limitado, las transformaciones tecnológicas y la globalización de una continuación de supuestos. El desmoronamiento del modelo de dominación comunista soviético en la antigua URSS, marco con el fin de la oposición entre sistemas de occidente y del oriente, un profundo corte histórico, con ello se han eliminado tres implicaciones de los diferentes tipos del socialismo real: la supuesta existencia de una variante realizada de un orden económico y social–socialista, la perversión y el descrédito dictatorial de la idea del socialismo y las desmedidas esperanzas de lograr desarrollos socialistas de índole reformista sobre la antigua base. Los partidos socialdemócratas occidentales, que de todas formas no veían el modelo soviético como viable, pero la propuesta de las terceras vías no fueron acogidas de manera rápida en los países como Rusia y los demás socialistas como modelo de transición, en vista de los cambios de sistema polarizado, una posición tan diferenciada evidentemente no fue capaz de realizar mediación en el proceso de organización y comunicación. Con esta referencia podemos ver que se existen problemas por resolver para los teóricos y los políticos respecto al modelo socialdemócrata, por un lado el surgimiento en los Estados Unidos de movimientos de carácter comunitarista, sobre el problema de la justicia, y por otra parte el poder aclarar si se puede o no, seguir utilizando el concepto de socialismo y cuáles serán sus alcances, o bien, si el futuro de la socialdemocracia estará orientado esencialmente de acuerdo con la tendencia general, a la organización de la solidaridad social como correctivo del sistemas. En el caso latinoamericano y en particular en México, es cada vez más complejo identificar una corriente política a través de la políticas públicas ya que los gobiernos que se auto proclaman de centro derecha o izquierda, específicamente en este caso, tiene tintes de carácter socialdemócrata, o viceversa gobiernos de carácter izquierdista con políticas de corte empresarial más cercano al espectro de derecha –una peculiaridad de México– es que varios partidos políticos (el Partido Revolucionario Institucional, Partido de la Revolución Democrática, Convergencia y el Partido Socialdemócrata, antes Alternativa) tienen en sus documentos básicos gran correspondencia con esta corriente de pensamiento político pero como lo expusimos durante este trabajo, hay tantos tintes socialdemócratas como partidos políticos puedan hacer suyos dichos postulados. El caso de la socialdemocracia es tan parecido al significado de democracia ya que bajo el prestigio de este concepto, desafortunadamente también se manipula indiscriminadamente a la sociedad para crear falsas identidades políticas. FUENTES DE CONSULTA: Bobbio, Norberto., 1999, Después de la caída: el fracaso del comunismo y el futuro del socialismo, Editorial Crítica, Barcelona. Berlín, Isaiah., 1988, Karl Marx. Alianza Editorial, Madrid. Pág. 56. Ferry Luc y Renaut Alain., 2004, Filosofía Política (De los Derechos del Hombre a la Idea Republicana) Tomo III. (Trad. Bárrales Valladares José). Fondo de Cultura Económica, México. Pág. 106. Gargarela Roberto., 1999, Teorías de la Justicia después de Rawls. ( Manual de Filosofía Política) Edit. Paidos. España. Pág. 161. Giddens, Anthony.,1998, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia. Edit Taurus, p. 38. Kolakowski, Leszek., 1980, Las principales corrientes del marxismo. Madrid: Alianza Editorial, Pág 34-45. 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