Queridos hermanos y hermanas, Los fariseos habían convertido la relación con Dios en hacer cosas: el reposo del sábado, circuncidar los niños cuando nacían, hacer en el templo las ofrendas que manda la ley, pagar el diezmo, participar de las fiestas rituales, purificarse las manos antes de comer, y así hasta más de 250 prescripciones de lo que se tenía que hacer y de lo que no se tenía que hacer. Era una piedad muy externa, muy centrada en lo exterior y poco en una relación personal con Dios… Por esto cuando sale un nuevo maestro, con una enseñanza diferente, que hace signos prodigiosos, que ha reunido alrededor suyo unos discípulos, a este hombre la gente del pueblo le hace una pregunta clave, central, determinante, para sus vidas: ¿Qué obras hemos de hacer para cumplir la voluntad de Dios? Lo que le están diciendo es: en medio de tantas prescripciones que es preciso cumplir, que muchas de ellas no entendemos y no nos dan la vida, tú ¿qué dices que hemos de hacer...? La situación descrita y la respuesta de Jesús hace falta que iluminen nuestra manera de ser cristianos... La respuesta de Jesús voltea los planteamientos de los interlocutores. Ellos esperaban que destacaría alguna de las prescripciones de la ley y no les responde con ninguna acción a hacer, con ninguna práctica religiosa, les dice: “La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que Él ha enviado”. No se trata de hacer, se trata de una adhesión personal a Él mismo, a JC. Se trata de creer que JC es realmente, como nos dice hoy, el enviado del Padre, que viene para dar vida al mundo, para que no pasemos hambre y no tengamos sed, lo que significa que nuestros deseos más profundos, nuestra realización como personas encuentre en JC su fuente. La carta de San Pablo a los cristianos de Éfeso nos ilumina qué quiere decir esta adhesión a JC, nos ilumina qué quiere decir ser cristianos: “No andéis ya como los gentiles” ¿En que se diferencia mi vida de la de un no creyente? En que voy a misa el domingo, esto es muy poco. Nuestra vida ha de ser totalmente diferente de la del no creyente. A nosotros nos mueve el amor de Dios. ¿Somos movidos por el amor de Dios? “Andan en la vaciedad de sus criterios” Pensamos muchas veces como piensa el mundo y no como piensa JC. Hemos de revisar con qué criterios funcionamos, ponerlos bajo la luz del evangelio... va quedando transformado por la presencia del Espíritu de Jesús, el Espíritu santo, en nosotros... “Abandonar el anterior modo de vivir” La fe no son unas ideas, no son unos ritos externos que hacemos de vez en cuando. La fe es una adhesión personal a JC que nos lleva a vivir la vida movidos por su amor. verdad”. “Abandonar el hombre viejo y corrompido” En nuestra naturaleza tenemos una tendencia al pecado, al egoísmo, a la sensualidad, a ir a la nuestra, y JC nos quiere hacer participar de su naturaleza, de la naturaleza divina. San León Magno nos dice: “Reconoce cristiano tu divinidad”, es esencial conocer nuestra identidad (participamos de la vida de Dios) para poder profundizarla y vivirla. “Vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios” Nos quiere divinizar, nos quiere hacer participar de su naturaleza divina. Ser cristiano es mucho más que ser bueno y hacer el bien... Ser cristiano es tener esta relación con JC que va haciendo que su divinidad vaya entrando en nosotros... y todo nuestro ser Es entonces cuando podemos vivir lo que dice al final San Pablo: “llevad una vida justa, buena y santa de La manera más sublime e intensa para participar de la vida divina es tener una vivencia profunda de la eucaristía. Es necesario que la eucaristía sea la fuente de nuestra vida cristiana. Quien no entienda esto que lea el capítulo VI del evangelio de Juan. Donde Jesús mismo hace la mejor explicación de lo que es la eucaristía. Es Él mismo quien se hace realmente presente para poder entrar en comunión con nosotros. Dos personas que se quieren desean estar unidas la una a la otra. Pues, a Jesús le pasa lo mismo. Se queda en un trocito de pan para poder entrar en comunión con nosotros... porqué nos ama... Que no caigamos en la rutina y siempre vivamos de corazón nuestras eucaristías...