Entrevista original de la Revista Athanor publicada en el núm. 86 (marzo - abril 2011) · www.athanor.es e n t r e v i s t a Entrevista a Mark-Josephs Serra MADUREZ INDIVIDUAL, MADUREZ SOCIAL –Vd. ha afirmado que, desde cierto punto de vista, nuestra sociedad occidental se halla en su adolescencia. ¿Podría explicarlo? –Es menos corriente hablar de una sociedad o de una cultura adolescente que de una persona adolescente, pero es lo mismo. Solamente estamos hablando de las tendencias que vemos en una persona adolescente en un nivel colectivo. Pero empecemos por el principio. En su primer libro editado en español, Libertad íntima - Lo masculino, lo femenino & la transformación cultural (Plataforma Editorial), Mark Josephs-Serra indica cómo avanzar hacia una nueva cultura de las relaciones, fundamental para obtener una nueva sociedad, más equilibrada y mucho menos conflictiva. Junto con Elisabeth JosephsSerra han fundado el movimiento The Culture of Honouring (La Cultura que Honra - www. cultureofhonouring.co.uk), destinado a fomentar la masculinidad y la feminidad maduros, paso previo imprescindible para que cualquier cambio social se enraíce sobre unas buenas bases. 12 ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) “Vemos que hasta hace poco (entiéndase en el contexto del desarrollo de una cultura, a través de siglos) teníamos aquí, en Occidente, una cultura cristiana (y hasta cierto punto continúa). Nos proporcionaba estructuras muy definidas. El pueblo recibía, a través los líderes de la Iglesia, una perspectiva sobre lo que era la existencia, y reglas morales sobre cómo comportarse. Todo estaba definido, claro. Era el equivalente a nuestra niñez, en que, en líneas muy generales, el niño tiene el sentido de tener una madre, un padre, una protección, un mundo que los adultos están definiendo para él. “Esto empezó, durante los últimos siglos, a deshacerse. Al principio entramos en una época en la cual los científicos eran como los sacerdotes de la Iglesia; cogieron los tronos que habían ocupado las autoridades religiosas. Pero cada vez más vemos a estas nuevas autoridades como seres humanos como nosotros. Entendemos que ellos también discuten entre sí, que no hay ninguna verdad ni moralidad absoluta. Si hay un acuerdo que comparte la mayoría de la gente moderna es el del relativismo; es decir, que no hay ningún acuerdo. Una frase que se oye mucho hoy día es que cada uno tiene derecho a sus opiniones; como si no hubiera ninguna verdad absoluta. Esto nos lleva a una atmósfera adolescente, en que no hay ninguna auto- www.sublimatrix.com ridad. Pues la persona adolescente está intentando definirse a sí misma; y, al hacerlo, está desafiando las estructuras y comprensiones que ha recibido. “En el desarrollo del individuo entendemos que para salir de la obediencia de la niñez hacia la toma del propio poder que le permitirá relacionarse con los demás adultos de una manera interdependiente tiene que pasar por la adolescencia, que está caracterizada por la independencia. Pero esto pide cierto tipo de energía, un grado de enfado. Para posicionarte ante tus padres, para cortar las cuerdas de la casa de tu nacimiento y de tu cultura, para cortar tu condicionamiento y encontrar tu propio punto de vista, tienes que decir que ‘no’, y esto pide un cierto poder. Por eso podemos ver que los adolescentes están enfadados. Es algo normal, natural y necesario. “Como cultura que transitamos por la edad de la adolescencia tenemos a gente muy enfadada, muy perdida, porque no hay reglas pero la gente tampoco tiene esta perspectiva que estoy dando. Es decir, como adultos podemos ver a los adolescentes y comprender lo que están pasando en esa fase; podemos comprender que poco a poco van a encontrarse, que el proceso es perfecto. Pero si todos, como cultura, estamos en esa fase de adolescencia se genera un gran lío. “Es muy importante hacer un puente entre el desarrollo personal y el cambio social. Intentar cambiar la sociedad poniendo estructuras nuevas, organizando las cosas de una manera distinta, no va a cambiar nunca nada. Tenemos que entender cómo está todo impregnado de la masculinidad inmadura y emprender un proyecto de educación masiva.” –A escala social ¿contra qué estamos enfadados? –Estamos enfadados porque sentimos que las autoridades de la Iglesia, de la religión, nos han traicionado. Es decir, nos vendieron la verdad no como un camino posible, como una perspectiva, como una manera de explorar el misterio de la vida, sino como la verdad absoluta, y nos pidieron obediencia total y nos amenazaron con el infierno si desobedecíamos. También estamos desilusionados con los líderes seculares, que se están comportando como adolescentes. Porque una tendencia adolescente, que va asociada a la ne- ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) 13 “Como cultura que transitamos por la edad de la adolescencia tenemos a gente muy perdida. Porque como adultos podemos ver a los adolescentes y comprender lo que están pasando en esa fase; pero si todos, como cultura, estamos en la adolescencia se genera un gran lío.” cesidad de independencia, es el egoísmo. Es normal y bueno que un adolescente sea egoísta, pero cuando lo traspones a la escala cultural te encuentras con que el mundo moderno es un campo de batalla de egoísmo adolescente. Este egoísmo aparece disfrazado como comportamiento adulto, pero no lo es. –Vd. asocia la masculinidad y la feminidad inmaduras a las fases de niñez y adolescencia que ha descrito. ¿Cómo es esta relación? –Tenemos que entender que la cultura moderna está completamente controlada por una masculinidad inmadura, que quiere dominar y controlar a lo femenino. La caricatura de esto es el machista, que quiere dominar sexualmente pero también trata a las mujeres como si fueran menos y las utiliza como objetos sexuales, algo para explotar, utilizar y tirar. Este tipo de actitud machista es, aún a día de hoy, la actitud de base de la cultura moderna. La actitud machista tuvo su máxima expresión con la rigidez de un orden social establecido, un orden en que la mujer era catalogada de inferior y no había discusión posible; su momento álgido fue pues el del dominio de las jerarquías (religiosas sobre todo), y esto se corresponde con lo que fue la niñez de nuestra cultura. “Pero hay que entender algo: el hecho de que afirmemos que estamos, culturalmente, en la época de la adolescencia no significa que hayamos trascendido la niñez. Esta persiste, en ciertas personas descaradamente, en otras como un condicionamiento más sutil. Los hombres culturalmente adolescentes son los que se rebelan contra el patriarcado machista; comprenden el daño que se ha hecho a la mujer y quieren de algún modo repararlo. Estos hombres intentan ser más sensibles y complacientes hacia la mujer. Pero incluso en estos hombres pervive el condicionamiento del patriarcado. Así que aunque recientemente vemos que hay muchos hombres que entienden que la actitud machista ya no vale, aunque muchos entienden que esta actitud de explotación hacia la mujer es también una actitud de explotación 14 ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) hacia la naturaleza que está creando una crisis ecológica, aunque muchos hombres entiendan que esta actitud hacia las mujeres, hacia su propia feminidad y hacia su propia capacidad de sentir les está destrozando interiormente, y aunque entienden que esta actitud de querer dominar y no dejar que el corazón les guíe la vida no es la más adecuada, aunque vean todo esto el mundo de la cultura moderna ha sido creado por esta actitud, la cual está dentro de nosotros. Cuando no lo entendemos hablamos de que el patriarcado ha dominado y controla el mundo, pero realmente no entendemos lo que quiere decir esto, lo fuerte que es y cómo este patriarcado vive dentro de cada hombre y de cada mujer; es un condicionamiento que llevamos en nuestros huesos y en nuestra sangre, y hasta en las células de nuestros cerebros. “La actitud del patriarcado se refleja hoy día de muchas maneras: cuando vemos la actitud en el hospital hacia nuestra salud (la falta de sensibilidad y de ternura hacia nosotros y nuestras enfermedades); la manera cómo hemos estructurado nuestras ciudades; cómo acudimos todos con coches, ordenadores y móviles hacia nuestras citas, corriendo de un acontecimiento muy importante al siguiente, llenos de café y de comida basura... Lo explotamos todo; reducimos cada cosa a objeto y la utilizamos sin corazón. –Además de la masculinidad inmadura está también la feminidad inmadura. En este contexto ¿qué sería? –La feminidad inmadura es la que tiene miedo a la masculinidad inmadura machista, y por eso se pone sumisa ante esa masculinidad dominante, que es emocionalmente retrasada. Se pone sumisa e intenta, por causa de su miedo, manipular; es muy manipuladora. Tiene miedo del hombre y de la masculinidad inmadura y tiene miedo también de su propio poder femenino. El único poder que utiliza es su poder sexual para manipular, y al hacerlo degrada su propio erotismo y niega el poder del corazón y la autoridad que el corazón tiene. Así pues en lo femenino también hay una niñez, y el síntoma de la niñez de lo femenino es esta sumisión. Dejan que los hombres dominen pero por dentro están reprimiendo su propio enfado. “Así como en la adolescencia de lo masculino los hombres intentan ser sensibles, en la adolescencia de lo femenino vemos que las mujeres están enfadadas. Muchas mujeres están muy enfadadas y hablan de los hombres con un desprecio increíble. De un modo distinto a los hombres, se oponen a la herencia patriarcal. Pero ambos, hombres y mujeres, no saben todavía qué es ser adultos; no saben qué es la madurez de lo masculino y lo femenino. –Supongo que el enfado femenino por la dominación se debe de trasladar como un enfado hacia las actitudes destructivas (hacia el medio ambiente, etc.) ¿Sería la ira, la rebelión de los ciudadanos contra aspectos de la sociedad y la naturaleza que no funcionan, una muestra del enfado de lo femenino adolescente? y la madurez de lo masculino. También, y aunque soy hombre, llevo dentro las tres etapas de lo femenino (ahora no puedo extenderme sobre ello). En general los hombres tenemos la tendencia a llevar lo masculino y las mujeres lo femenino dentro de ellas. Ellas tienen dentro, también, la niñez, la adolescencia y la madurez. –Lo que pasa en realidad es que, como que las mujeres vienen de esa represión de su enfado en la niñez de su feminidad, el único enfado que han conocido es el enfado de lo masculino inmaduro machista. Entonces las mujeres se enfadan, pero se enfadan imitando a lo masculino inmaduro. De modo que se ponen como los hombres. Claro que hay gente que tiene valores más ecológicos, y hay gente con más conciencia social y otra con menos, siempre la ha habido y siempre la habrá, pero en términos de crear otra sociedad, en términos de crear una sociedad que no esté basada en esta dominación de lo masculino inmaduro machista, las mujeres tendrán que hacer otro salto más allá de su enfado femenino, que es una repetición del enfado masculino inmaduro. “Pero la madurez es algo a lo que no hemos llegado como cultura, y no podremos llegar a ella hasta que hayamos hecho un trabajo consciente de maduración, en nosotros mismos, de lo masculino y lo femenino. Hombres y mujeres maduros darán lugar a una cultura madura. Para llegar hasta ahí tenemos que crear alianzas, por medio de crear comunidades. ¿Qué entiendo por comunidades en este contexto?, pues barrios o porciones de barrios, pequeños pueblos… Tenemos que empezar con un proyecto colectivo masivo de desarrollo personal y colectivo en comunidades. “Ha llegado el momento en que tenemos que crear una alianza entre los hombres y las mujeres. Porque el baile de dominación y sumisión continúa en la adolescencia, pero los papeles son opuestos. En la niñez de lo masculino y lo femenino vemos que el hombre es dominante y la mujer sumisa; ahora, en esta adolescencia moderna, tenemos lo opuesto: él, que se siente culpable, se pone sumiso ante ella, que está enfadada. El hombre en su niñez se creía superior a las mujeres, sin duda; hoy en día hemos trabajado con miles de hombres, y si les preguntas en el fuero de su corazón si se sienten inferiores o superiores a las mujeres, aunque al principio dirán que somos todos iguales, en sus corazones se sienten inferiores a las mujeres. Igualmente, si hablas a las mujeres al principio te dicen que, claro, somos todos iguales, pero en su interior tienen un sentido que ni quieren admitir de ser superiores a los hombres. De modo que este baile de superioridad e inferioridad se ha convertido en el opuesto al que era, pero continúa siendo el mismo baile. Y tenemos que encontrar una manera de salir juntos de él. –De todos modos, y aunque estemos en la adolescencia, Vd. ha afirmado también que pervive el condicionamiento del patriarcado, lo cual parece indicar que aún perviven fuertes rasgos de nuestra ‘niñez’… –Lo que estoy pintando es un cuadro cultural colectivo, que funciona así a grandes rasgos. Pero, a la vez, cada uno llevamos dentro de nosotros cada una de las partes: yo tengo dentro de mí la niñez, la adolescencia –¿Cómo funcionan estas comunidades? –La idea es que los hombres tienen que reunirse entre ellos, y tienen que hacer dos cosas: por una parte tienen que alimentar la madurez de lo masculino dentro de sus propios corazones, de sus propios espíritus y cuerpos; y por otra parte tienen que admitir hasta qué punto lleva cada uno el machismo del hombre inmaduro, así como el sentido de culpabilidad y carencia de poder que lleva su hombre adolescente dentro de él. Los hombres tienen que admitir todo esto y empezar a relacionarse con ello; no condenarlo, sino llegar a amarlo. Es muy importante reconocer la parte machista, porque si la reprimimos estamos reprimiendo nuestro poder. Entonces acabamos siendo hombres buenos pero débiles, no sólo física y sexualmente, sino que vivimos reprimiendo nuestra pasión. También tenemos que entrar en relaciones íntimas y profundas con la parte adolescente, que es la parte más sensible, vulnerable. Porque si un hombre vuelve a estar en relación con su poder pero no entra en contacto y en relación con su vulnerabilidad será un hombre peligroso; volverá sencillamente a ser un machista, como antes. Los hombres no entendemos hasta “Así como en la adolescencia de lo masculino los hombres intentan ser sensibles, en la adolescencia de lo femenino vemos que las mujeres están enfadadas. Ambos se oponen a la herencia patriarcal, pero no saben todavía qué es ser adultos; no saben qué es la madurez de lo masculino y lo femenino.” ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) 15 qué punto estamos viviendo dentro de la mente, y es muy importante que nos demos cuenta de ello. Si realmente desarrollamos relaciones profundas con esta parte sensible del hombre nuevo dentro de nosotros, desarrollamos nuestra vulnerabilidad; ayudamos así a que madure nuestro corazón. que, así como él lleva el condicionamiento masculino dentro de sí, todos los hombres llevan el mismo condicionamiento. “Entonces, al decir a lo masculino infantil y adolescente que hay dentro de mí “te amo”, y al realmente empezar a nutrir estas relaciones, estoy desidentificándome; me doy cuenta de que no soy ellos. El simple acto de nutrir las relaciones que tengo con ellos y de respetarles y ayudarles a madurar da fuerza a la posición del adulto dentro de mí. –También en ella hay esos dos aspectos, de tener que relacionarse con lo inmaduro dentro de ella y tener que cultivar lo maduro. Entonces, tiene que relacionarse con la feminidad sumisa, la feminidad que obedecería a cualquier hombre, que se siente inferior por ser mujer; aquella parte que no quiere sentir. La mujer contemporánea no quiere admitir que lleva esta parte tan ridícula dentro de ella, pero tiene que aprender a amar esa parte tan infantil, porque ahí está su ternura. El machista tiene poder, pero lo utiliza de una manera destructiva; la mujer tradicional tiene ternura, pero la utiliza para dar más fuerza a la masculinidad inmadura en lugar de para nutrir la vida. –Vd. ha dicho también que, además de acoger y amar a la parte machista y adolescente, debíamos alimentar la madurez por sí misma. Esto ¿cómo lo hacemos? –Para que crezca esta madurez masculina dentro de nosotros tenemos que trabajar en tres niveles: el nivel del cuerpo, que es el de la sexualidad, de la fuerza…; es casi el nivel de la bestia, el nivel del poder. También tenemos que trabajar el nivel del corazón (la vulnerabilidad). Y el tercer nivel es el de la conciencia, la capacidad de estar presentes. Al cultivar la presencia lo que percibimos es que la vida es milagrosa; es un Misterio total. “Hombres y mujeres maduros darán lugar a una cultura madura. Para llegar hasta ahí tenemos que crear alianzas, por medio de un proyecto colectivo masivo de desarrollo personal y colectivo en comunidades (barrios, pequeños pueblos…). Hombres y mujeres tienen que reunirse por separado, y después todos juntos.” “No debemos entender la presencia sólo como un estado de ser ‘espiritual’. El hombre entero, dotado de una masculinidad madura, habita dentro de su cuerpo, y no está reprimiendo su poder. Eso sí, entiende cómo utilizar su poder para la creatividad, para servir a la vida, a ese Misterio. Y, puesto que ha trabajado el nivel del corazón, resulta que es un ser muy auténtico, muy humilde y natural. “El síntoma de la masculinidad madura es la dignidad. Y en su dignidad está conectado con el Misterio. Sabe que es parte del Misterio, y se siente conectado con los demás hombres también, porque sabe y siente 16 ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) –La mujer ¿cuál es el proceso que hace para madurar? –La actitud sumisa es de la niñez, pero supongo que también tiene que afrontar el enfado de la adolescencia, ¿no? –Exacto. Tiene también que entrar en relación con esa parte de la adolescencia, familiarizarse con ella; decir por ejemplo: “Buenos días, ¿cómo estás hoy?” a esta parte femenina adolescente dentro de ella a la que le parece que todos los hombres son idiotas. Ella tiene que entender y amar esta parte y ayudarla a entender que está volviendo a conocer su poder, este poder que las mujeres han reprimido durante miles de años. Este poder puede utilizarse ya no para machacar a los hombres, sino para dar fuerza a los propios dones femeninos. En general la mujer tiene una capacidad superior de sentir que el hombre, tal como en general el hombre tiene una fuerza, un sentido de dirección y una tendencia fálica que no tiene la mujer. El interés de la mujer está más en ser que en hacer. Esta capacidad que tiene de sentir es lo que nos hace falta hoy día. Necesitamos el corazón en la vida familiar, en la vida de nuestras comunidades, en la vida política…, ¡en todos los niveles! “Al mismo tiempo, tal como decía que el hombre tiene que nutrir su propia madurez masculina, la mujer tiene que nutrir su madurez femenina. ¿Cómo hacerlo?, pues por medio de desarrollar su propio sentido de lo que llamamos autoridad emocional. Esta autoridad le viene de estar totalmente dentro de su cuerpo. Al estar ahí, la mujer empieza a reconocer cómo su cuerpo está contestando a cada momento. “Una imagen mitológica que se da de una mujer madura es que es como una araña en su tela. La araña en su tela siente la vibración del viento, cada vibración, www.sublimatrix.com “Los hombres tienen que alimentar la madurez de lo masculino dentro de sus corazones, espíritus y cuerpos; y por otra parte tienen que admitir hasta qué punto lleva cada uno el machismo del hombre inmaduro, así como el sentido de culpabilidad y carencia de poder del hombre adolescente que hay dentro de él.” ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) 17 así que esta intuición emocional, esta sabiduría emocional que tiene la mujer madura, viene de haber cultivado este sentido de estar muy presente a todas las vibraciones y energías que están pasando por su cuerpo a cada momento. En general está nutriendo esa posición de madurez femenina así, entrando en más y más conexión sutil con sus propios cuerpos. “La mujer también tiene que relacionarse con lo inmaduro dentro de ella y cultivar lo maduro. La mujer tiene que nutrir su madurez femenina por medio de desarrollar su propio sentido de lo que llamamos autoridad emocional, que le viene de estar totalmente dentro de su cuerpo.” “Tal como en el hombre maduro se puede ver una dignidad, también en ella se ve una dignidad, pero no es como en el hombre maduro, en que la dignidad que se ve es como vertical. La dignidad de la mujer no es de tener la espalda recta, lo cual tiene un sentido de estar al servicio de la vida. Aunque la mujer madura esté también al servicio de la vida, el sentido que comunica más su manera de ser es que está interconectada con toda la vida. –¿Es conveniente hacer una distinción tan marcada entre lo masculino y lo femenino? ¿No pueden, en la práctica, solaparse? –Es muy importante hacer un puente entre el desarrollo personal y el cambio social. Porque la gente está intentando cambiar la sociedad poniendo estructuras nuevas, organizando las cosas de una manera distinta, y esto no va a cambiar nunca nada. Quizá sí que habrá unas reglas que vayan mejor que otras, pero si queremos tener un cambio fundamental, es decir si queremos crear una civilización de la cual estemos orgullosos, una nueva cultura que queramos pasar a nuestros descendientes, tendremos que entender cómo está todo impregnado de la masculinidad inmadura; tendremos que entender el paisaje del que he hablado de niñez y adolescencia de lo masculino y femenino y tendremos que tener un proyecto de educación colectiva, masiva, en nuestras comunidades. –¿Por qué tenemos que hacer esto en el ámbito de la comunidad, y no sencillamente cada uno en nuestras casas? –Porque, por ejemplo, es muy difícil para un hombre decir: “Tengo un machista dentro que quiere penetrar a todas las mujeres.” Es muy difícil admitir algo como esto… solito, pero si estamos cien hombres juntos y el primero lo reconoce, y después el segundo, y el tercero, y el cuarto, y el quinto..., entonces, cuando vemos que es una situación colectiva, podemos abarcar un cambio colectivo. Es por eso que los hombres se tienen que reunir, y que las mujeres se tienen que reunir, pero luego tenemos que reunirnos juntos, los hombres con crear una las mujeres. –La esencia femenina no quiere dominar; su éxtasis está en darse. En el acto sexual, aunque en los juegos sexuales uno puede tomar un papel y luego asumir el opuesto, en general la persona que adopta el papel de lo femenino es la que está en la posición de recibir. El éxtasis de lo masculino en cambio es estar unido al Misterio y estar en servicio. Si formamos comunidades de hombres y mujeres explorando todo esto “Para poder juntos para poder crear una sosociedad que no sea ni ciedad que no sea ni de dominación masculina ni de dominación de dominación masculifemenina, sino que sea realmente na ni de dominación feuna sociedad en la cual haya una alquimia entre lo masculino y lo menina, sino que haya femenino, tenemos que entender una alquimia entre lo que somos iguales pero somos diferentes, y que los dones que masculino y lo femenino, traemos son diferentes. Si yo intenemos que entender tento ser masculino y femenino y ella intenta ser femenina y masque somos iguales pero culina, lo que pasa es que no hasomos diferentes, y que brá alquimia; habrá dilución. –¿Cómo llegamos, a partir de este trabajo en pos de la feminidad y la masculinidad maduras, a obtener un cambio social? 18 ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) los dones que traemos son diferentes. De otro modo no habrá alquimia; habrá dilución.” “Imaginémonos una pareja nueva, que están enamorados; hay como un campo energético entre ellos. Están como dentro de una burbuja flotando por la calle y todos lo reconocemos. El ejemplo de este enamoramiento no vale, porque sabemos que no lo van a poder mantener, porque la verdad es que él no está dentro de la masculinidad madura, y ella no está en verdad dentro de una feminidad madura. Pero al poder crear una subcomunidad masculina dentro de la comunidad, y una subcomunidad femenina dentro de la comunidad, en la cual están nutriendo una mascu- linidad madura y una feminidad madura, entonces sí que se podrá mantener un campo energético fértil dentro de la comunidad, es decir dentro de la cultura. Así podemos cambiar la sociedad a un nivel muy profundo, fundamental. –Mientras tanto, está muy en boga la cultura unisex. ¿Qué piensa Vd. de ella? –Que es una expresión de esta cultura adolescente en la cual todos queremos independencia, y en la cual somos todos independientes pero todos somos iguales. Y decimos: “Sí, como hombre tengo mi masculinidad, pero tengo también mi feminidad; yo también siento cosas”; y la mujer dice: “Sí, tengo mi feminidad, pero también soy directora de una empresa; también tengo mi masculinidad.” Y es verdad, tenemos todos nuestra masculinidad y nuestra feminidad. No estoy diciendo que dentro de la subcomunidad masculina tenemos que ser todos hombres, aunque la mayoría serán hombres, y tampoco digo que dentro de la subcomunidad femenina todo tienen que ser mujeres, aunque la mayoría serán mujeres. Pero tenemos que nutrir esas dos polaridades, porque serán las dos pilas para nutrir ese campo energético nuevo, de madurez masculina y femenina. Tenemos que cargar la pila masculina y tenemos que cargar la pila femenina. De modo que si, como hombre, digo que nutro mi masculinidad y mi feminidad, no estoy cargando la pila masculina y no estoy haciendo mi parte para crear el campo energético comunitario. Para hacer esto ya tengo que haber cultivado bastante mi tercer hombre, mi masculinidad madura, porque es solo entonces que tengo ese sentido de ser parte de algo, y es solo entonces que estoy preparado para tomar responsabilidad del campo energético que estoy creando en la sociedad. –Pero si las polaridades masculina y femenina se forjan cada una por su cuenta ¿cómo se van a encontrar? –No es que al cultivar yo mi masculinidad en la subcomunidad masculina y al cultivar las mujeres su feminidad en la subcomunidad femenina no esté valorando yo mi feminidad y que ellas no estén valorando su masculinidad. ¿Tiene Vd. en mente el símbolo del Yin Yang?, en que lo femenino es la parte negra y lo masculino es la parte blanca; pero la parte femenina, negra, tiene un puntito blanco y la parte masculina, blanca, tiene un puntito negro. El símbolo del Yin Yang representa bien esta situación. “Yo, como hombre, sí que tengo que cultivar el corazón, porque si no lo hago voy a utilizar mi poder masculino de una manera abusiva. Tampoco podré escuchar a lo femenino, sino que solo lo entenderé de una “Cuanto más yo me vuelvo a casa al Templo Masculino, y ella al Templo Femenino, más tensión creativa ejercemos en la comunidad. Cuanto más nos separamos, si a la vez mantenemos esta apertura, honra, respeto y sensibilidad hacia el otro, creamos una unión masculina - femenina propia dentro de cada uno.” manera intelectual y abstracta. Para el hombre que está empezando a conocer su posición de madurez masculina esta voz, que es la voz del corazón que viene a través de la mujer, llega a ser la voz que quiere escuchar como guía de su creatividad, de su poder. Siendo todo esto cierto, y teniendo que cultivar pues mi corazón, mi enfoque sin embargo es estar conectado en mi poder con el Misterio, y estar utilizando mi poder para servir al Misterio; este es el enfoque masculino. En cuanto a la influencia de lo femenino es a través de ese puntito negro en mi lado blanco, masculino, que ella me entra. “Respecto a la mujer, lo masculino le entra a través del puntito blanco que tiene ella. Finalmente, todos llegamos a tener una unión masculina - femenina. La paradoja es que cuanto más yo me vuelvo a casa al Templo Masculino, y ella al Templo Femenino, cuanto más nos separamos más tensión creativa ejercemos en la comunidad; es como cuando estiramos una goma. Cuanto más nos separamos, si a la vez mantenemos esta apertura, honra, respeto y sensibilidad hacia el otro, creamos una unión masculina - femenina propia dentro de cada uno, de cada hombre y de cada mujer. –Según tengo entendido, Elisabeth (su compañera) y Vd. tutelan grupos dispuestos a realizar este trabajo. ¿Qué nos puede decir sobre ello? –Nosotros enseñamos muchas prácticas para fomentar la masculinidad y la feminidad maduras, pero tampoco es necesario seguirlas. Hay un grupo de unos veinte hombres reuniéndose cada semana en Barcelona siguiendo las prácticas que enseñamos nosotros, y estamos creando cada vez más hermandades aquí (en Barcelona), en Inglaterra y los Estados Unidos. Elisabeth ejerce de facilitadora con grupos de mujeres y yo de hombres. Pero no es imprescindible acudir a nosotros; las personas pueden nutrir su madurez masculina y femenina a su propia manera. Imágenes cedidas por www.sublimatrix.com ATHANOR, 86 (MARZO - ABRIL 2011) 19