Fundador: F- Granadino. Los cuerpos simples y las transformaciones de la energía T..1 iiii >¡iliJ f'l objelu lie una reciBiite conferencia liana por Sir Williaui Raiiisav en la Brilisli Asociatiuii, y en la que esluciia aljíiiniis liedlos de ^r-Aw iinportaneia ((lie han siilo puestos de maniíie.sto |)(H Icjs lral)aj(is de l>eci|uei-el, Mnie, Curie y oíros uiuclios investigadores, entre ellos, el propio confereLieiante. Después de pasar lireve revista á las ideas que los aiitii^uos tuvieron acerca de loss (lenoiniíiados eldHUt IdU. Sir WÍIIÍMITI trató detenid.üneiile del concepto ifioderno de los cuerpos siiiij)les. Desde \¡, época de Dalton hasta niie-atros días, el químico considera los cuerpos roinpnestos como agregaciones de átomos de los simples, en proporciones definidas. Sin embargo, nunca han faltado espíritus audai-es que abrigaran la esperanza de poder llegar algún día á descomponer los cuerpos simples. Kn I S l l escribía Davy lo siguiente: «E.s deber del químico el proponerse empresas aún trias atrevidas, pues no hay que olvidar cuan contrario es el verdadero conocimiento á lo que nos muestra la experiencia... El inve.sligwr ,si lo.s cuerpos simples son susceptibles de ilescoiiiposición y de recomposición, es un gran objeto de Verdadera filüsofiíi.» Kn cnanto á Faraclay, alumno siivo y continuador, escribió también: «La descomposición ile los metales y su recomposición, así como la transmutación de los mismos, son problemas cuya resolución está encomendada á los químicos.» Claro es, qiio en la época á que nos referimos, la antigua idea del carácter unitari(j de la materia se hallaba muy en hipga. Desde hace algún tiempo viene publicán<lose anualmente una tabla de pesos atómicos revisada por una comisión especial. Pues bien; en'la correspondiente á 1911, d« 81 cuerpos simples hay 4)! cuyos pesos atómicos se diferencian de un número entero en menos de 0.1. Según los cálculos de Ivarl Pearson. la proliahilidad de que esta coincidencia Sea meramente fortuita, es de uno coiilra 20.000 millones. Semejante hecho nos lleva á admitir la conclusión de que los elementos se encuentran relaciona<ios de algún mono entre si pi,|- l^ ,|||g respecta á su origen. Ksta relación ya se había logrado establecer desde otro punió de vista diferente. La periodicid.-id en las propie<lades de los cuerpos siaijiles. puesta <!e manifiesto [lorNewlands y iMendeleeff, nos imposibilita |)i'ácticainenle para concebirlos como entidades sin dependencia alguna entre sí. Sin embargo, al considerar la tabla de Mendeleeff. surge la duda acerca de la colocación que habremos de asignar en ella á los llamados elementos radioactivos y á sus congéneres, lie aíjui las palabras de Kamsaí: «El descubrimiento de la radioactividad por fíec(inerel, el del radio por el matrimonio Curie y la teoría de la desintegración de los cuerpos radioactivos debida a Rutlierford y Soddy, han puesto de manifiesto la e.xistencia do unos 2(5 cuerpos desconocidos antes. Ahora bien, ^;qué lugares deberán asignarse á esfos cuerpos en la tabla periódica? Pero antes conviene preguntar: ;(¿ué pruebas tenemos nosotros de que semejantes cuerpos sean elementalesV» Comen/.aremos por el radio, cuvas sales han sido detenidamente estudiadas por Mine. Curie. Dichas sales se asemejan extraordinariamente á las de bario, siendo insoluides el sulfato, el carbonato y el cromato, mientras que el cloruro y el hrumuro cristalizan l<i mismo que las sales báricas homóli>í.'as. El radio metálico, recientemente obtenido también por la sabia investigadora, es de color blanco, descompone el agua á la temperatura ordinaria, y por todos sus demás caracteres pertenece al grupo de los metales alcalino-lérreos. También el peso atómico conviene con la ley de la periodicidad, pues excede al del bario en 89-5 unidades, siendo, por tanto, de ".Í2(i'5. Se trata, pues, de un verdadero elemento; pero dotado de UIIÍ: pro|iiedad