LA PROSTITUCIÓN EN LAS SOCIEDADES ANTIGUAS YOLOTL GONZÁLEZ TORRES INAH Mi INTERÉS SOBRE ESTE T E M A SURGE ESPECIALMENTE A N T E la inquietante presencia de las auianime} o "alegres" de los mexicas. Presencia inquietante por lo relativamente poco que sabemos acerca de ellas y por la información contradictoria y sugerente, sobre todo en relación con el papel de la mujer y del sexo, en una sociedad aparentemente tan reprimida como la mexica (González Torres, 1982). De las pocas noticias que tenemos acerca de las auianime sabemos que no sólo su existencia estaba permitida, sino que jugaban u n importante papel y que al igual que las veshya y ganika de la India, como dice Basham (:183) " n o estaban atadas a las reglas y restricciones que limitaban la libertad de las mujeres de casta alta'' A u n q u e podemos pensar que esta afirmación es válida para un tipo especial de prostitutas, posiblemente las que podríamos calificar como cortesanas. Estudiar la prostitución en sociedades antiguas como la mexica, la india y la mesopotamia nos puede llevar, en p r i mer lugar, a obtener conclusiones de fenómenos sociales a u n nivel más general y en segundo, permite arrojar algo de luz sobre sociedades como la de los mexicas, para las que contamos con tan pocos datos. 2 El estudio de u n tema como el de la prostitución está ínti1 En casi todos los textos se traduce como "alegradoras", pero A. López Aus¬ tin afirma que la traducción correcta es ' 'alegre", por lo que es el término que utilizaremos. 2 Estamos conscientes de la diferencia en tiempo de las tres sociedades a las que haremos referencia: la Babilonia de aproximadamente 2000 a.C., la de la India desde + - 500 a.C. hasta la actualidad, y la de los mexicas en el siglo XVI. Aunque hay bastantes datos sobre la prostitución en China y Japón no se hará referencia, por el momento, a estas sociedades, ya que éste es un primer acercamiento al tema. [398] PROSTITUCIÓN E N LAS S O C I E D A D E S A N T I G U A S 399 m á m e n t e ligado a la posición general de'la mujer en la sociedad, al de la familia, a la actitud ante el sexo, a los tabúes, a la concepción de la virginidad, del aborto, de las relaciones de parentesco, etc., pero a q u í trataremos exclusivamente de las prostitutas en las tres sociedades mencionadas. Consideraremos a las prostitutas como mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, por las que reciben u n pago ellas mismas o las personas que las administran. Es decir, queda fuera de este concepto el adulterio el concubinato la promiscuidad sexual voluntaria y sin remuneración y los préstamos de mujeres a los huéspedes como muestra de buena vol u n t a d como era el caso de los esquimales T a m b i é n queda fuera de nuestra consideración la prostitución masculina. Es posible avanzar la hipótesis de que la prostitución, como comercio, surge con la aparición de la propiedad en las sociedades complejas, j u n t o con el relajamiento de los tabúes de incesto y, específicamente, en las urbes. Baudrillard (:207) plantea que la prostitución es u n residuo del intercambio — d o n de hijas y hermanas—, y que constituye una primera forma de intercambio económico, pues aunque el salario de la prostituta, en el contexto arcaico, sea primeramente u n "salario sacrificial", esto inaugura la posibilidad de otro tipo de intercambio. Se puede decir también que las cortesanas han sido las únicas mujeres en la historia de la humanidad que han gozado de mayor libertad, y que han tenido la posib i l i d a d de alcanzar una educación v una preparación mavor liberándose de las labores domésticas y, en muchos casos, de la maternidad. Eran mujeres que p o d í a n desarrollar aquellos Doderes que se suponía les eran innatos ñor su misma condición femenina, sin que la sociedad masculina las tratara de reprimir. Es posible que las prostitutas sagradas hayan antecedido a las seculares, aunque también es posible que su aparición haya tenido orígenes funcionales diferentes. Las prostitutas sagradas formaban parte de los especialistas de los templos, y eran una especie de puente entre las sacerdotisas y las. " b r u j a s " , es decir, aquellas mujeres con conocimientos y poderes m á s allá de lo normal, gran parte de los cuales se basaban en el sexo. Este poder, como veremos m á s delante, se transfiere 400 ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3, 1989 al rey o al sacerdote a través de las relaciones sexuales. Las amanime mexicas eran mujeres expertas en las artes amorosas, que vendían sus favores a cambio de presentes valiosos y que gustaban de ir m u y adornadas y maquilladas. Eran tan afectas al dispendio de lo que tenían, que a veces se e m p e ñ a b a n y acababan sus días en la piedra de los sacrificios. 3 Sahagún (111:129-130) las describe así: . . . la puta es la mujer p ú b l i c a y tiene lo siguiente: que anda vendiendo su cuerpo, comienza desde moza y no lo deja siendo vieja, y anda como borracha y perdida, y es mujer galana y pulida, y con esto muy desvergonzada; y a cualquier hombre se le da y le vende su cuerpo, por ser muy lujuriosa, sucia y sin v e r g ü e n z a , habladora y muy viciosa en el acto carnal; p ú l e s e mucho y es tan curiosa en ataviarse que parece una rosa d e s p u é s de bien compuesta, y para aderezarse muy bien primero se mira en el espejo, b á ñ a s e , lávase muy bien y refréscase para m á s agradar; suélese t a m b i é n untar con u n g ü e n t o amarillo de la tierra que llaman t a m b i é n axin, para tener buen rostro y luciente, y a las veces se pone colores o afeites en el rostro por ser perdida y mundana. Tiene t a m b i é n de costumbre teñir los dientes con grana, y soltar los cabellos, para m á s hermosura, y a las veces tener la mitad sueltos, y la otra mitad sobre la oreja o sobre el hombro, y trenzarse los cabellos y venir a poner las puntas sobre la mollera, como cornezuelos, y d e s p u é s andarse pavoneando, como mala mujer desvergonzada disoluta e infame. Tiene t a m b i é n costumbre de sahumarse con algunos sahumerios olorosos, y andar mascando el tzictli para limpiar los dientes, lo cual tiene por gala, y al tiempo de mascar suenan las dentelladas como cast a ñ e t a s . Es andadora, o andariega, callejera y placera, á n d a s e paseando, buscando vicios, anda r i é n d o s e , nunca para y es de corazón desasosegado. Y por los deleites en que anda de continuo sigue el camino de las bestias, j ú n t a s e con unos y con otros, tiene t a m b i é n de acostumbre de llamar, haciendo señas con la cara, hacer del ojo a los hombres, hablar g u i ñ a n d o el ojo, llamar con la mano, vuelve el ojo arqueando, andarse riendo para todos, escoger al que mejor le parece, y querer que la codicien, e n g a ñ a a los mozos, o mancebos, y querer que le paguen bien, y andar alcahueteando las otras para otros y andar vendiendo otras mujeres. 3 Moreno de los Arcos (:14) transcribe otros nombres con los que son designadas las prostitutas en el diccionario de Molina, entre las que se encuentran: matúnamacaniymotetlaneuhtiani, que son "prostitutas de burdel" y dos nombres con una traducción desconcertante, maahultiani y mahahuiltia, "prostituta honesta". PROSTITUCIÓN E N LAS S O C I E D A D E S A N T I G U A S 401 El texto en náhuatl traducido por Garibay (:242, 243), 4 j u n t o con el de S a h a g ú n en español, nos aporta una serie de características de las auianime, que se nos muestran como lo opuesto de lo que se espera de la conducta de una joven mexica de buena crianza: 1. T ú eres alegre, alegre. 5 2. Le sales a la gente al paso. 3. T e ocupas en andar sola. 4. Eres bulliciosa y desasosegada. Despreciable (agobiada por punzamientos y c o m e z ó n ) . 5. Llamas a los hombres con señas de la cara. 6. Pones cara risueña a los hombres. 7. Andas pescando a los hombres. 8. Andas silbando a los hombres. 9. Andas llamando a los hombres con la mano. 10. Andas tocando los ó r g a n o s sexuales de la gente. 6 11. Andas llamando para tener relaciones sexuales. 7 12. Eres mujer disoluta. 13. Eres muchacha disoluta. 14. Eres mujer perversa. 15. T e pones a consumir en los deleites. 16. T e pintas con color de grana. 17. Eres muy trillada. 18. Eres muy arrastrada. 19. Andas persiguiendo los caminos. 20. Eres cuellierguida. 22. A n das con la cabeza enhiesta. 23. Eres sin paz ni sosiego. 24. N o ves para su casa. 25. Das filtros o bebedizos a los hombres para ser querida. 26. T e vives riendo. 27. T e vives diciendo gracejos a la gente. 28. Pierdes el tiempo en la plaza. Andar sola, salirle a la gente —o m á s bien a los hombres— al paso, eran actividades que una joven mexica de buena crianza nunca haría, ya que pocas veces se le permitía salir, y cuando lo hacía siempre era a c o m p a ñ a d a y cuidada por una mujer que tenía a su cargo su buena conducta. Asimismo, si las auianime andaban con la cabeza enhiesta y el cuello erguido, eran bulliciosas y desasosegadas y se pintaban de color de grana, a la joven mexica se le aconsejaba: Mira hija m í a que en el andar has de ser honesta, no andes con apresuramiento ni con demasiado despacio, y el andar de prisa tiene resabio de desasosiego y poco asiento. . . Cuando fueres por la calle o por el camino no lleves inclinada mucho la cabeza, o encorvado el cuerpo, ni tampoco vayas muy levantada la cabeza y muy erguida, porque es 4 Al que hemos hecho algunas modificaciones que iremos señalando en el párrafo correspondiente. 5 La versión de Garibay dice: " t ú eres ramera, ramera", traduciendo tauiani auiani. 6 Garibay traduce de Timotetitzquilitinemt: Viris verenda palpas. 7 Garibay traduce de Titecuilobaoatinem: Viris belluino more te praebes vel podice fruendam te praebes. 402 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3, 1989 señal de mala crianza. . . N o vayas mirando acá ni acullá, ni volviendo la cabeza a mirar a una parte ni a otra. . . . . . Mira t a m b i é n , hija, que nunca te acontezca afeitar la cara o poner colores en ella, o en la boca, por parecer bien, porque esto es señal de mujeres mundanas y carnales: los afeites y colores son cosas que las malas mujeres y carnales lo usan, las desvergonzadas que ya han perdido la v e r g ü e n z a y aun el seso, que andan como locas y borrachas; éstas se llaman rameras (Sah. 11:133). La ramera (según dice S a h a g ú n ) escoge al hombre que mejor le parece, mientras que a la joven mexica se le aconseja: . . . no escojas entre los hombres el que mejor te parezca, como hacen los que van a comprar las mantas al tianquez o mercado; recibe al que te demanda, y mira que no hagas como se hace cuando se crían las mazorcas verdes, que son xilotes o elotes, que se buscan las mejores y m á s sabrosas; mira que no desees a n i n g ú n hombre por ser mejor dispuesto, mira que no te enamores de él apasionadamente. . . (ibid., 130). La alegre se consume en los deleites, es mujer disoluta y anda llamando a los hombres para tener relaciones sexuales con ellos, pero a la joven mexica los padres le p i d e n : " M i r a hija m í a que no te des al deleite carnal, mira que no te arrojes sobre el estiércol y hediondez de la lujuria, y si has de venir a esto, m á s valdría que te murieras luego. . . " {ibid., 130) y " . . . si vivieras algunos años sobre la tierra, mira que de ninguna manera te conozca m á s que u n varón. . . \ibid., 134). Vale la pena hacer notar que no sólo se les recomendaba moderación a las jóvenes, sino también a los hijos, ya que se pensaba que si u n joven antes de ser hombre perfecto y recio, de crecer y embarnecer se daba a las mujeres andaría descolorido, enflaquecido y enfermo, y a ú n si se casaba en buena sazón, se le recomendaba: Mira que no te des demasiadamente a ella porque te echarás a perder, aunque es así que es tu mujer y es tu cuerpo; conviénete tener templanza en usar de ella, bien así como el manjar, que es menester tomarlo con templanza; quiero decir, que no seas destemplado para con tu mujer sino que tengas templanza en el acto carnal porque pensarás que te deleitas en lo que haces, y que no hay otro mal en ello, pero s á b e t e que te matas y te haces gran d a ñ o en frecuentar aquella obra carnal (¿btd.:U5). P ROSTITUCIÓN E N LAS SOCIEDADES A N T I G U A S 403 Era creencia de los mexicas que si los hombres tenían relaciones sexuales m u y frecuentes se secarían, mientras que a las mujeres esto no las afectaba. Tal fue lo que dijeron a Netzahualcóyotl unas viejas a las que habían aprehendido adulterando con unos jovencitos: "nosotras las mujeres nunca nos hartamos, n i nos enfadamos de esta obra, porque es nuestro cuerpo como una sima y como una barranca honda que nunca se hinche, recibe todo cuanto le echan y desea m á s y demanda m á s , y si esto no hacemos no tenemos v i d a " {ibid.:U6). Las alegres t a m b i é n daban filtros o bebedizos a los hombres para ser queridas y pervertían, " h a c í a n dar vuelta a sus corazones" y, a d e m á s , a través de encantamientos, los atraían, por lo que los padres le recomendaban a sus hijos: . . . g u á r d a t e que no te den de comer, o beber, alguna cosa p o n z o ñ o sa; mayormente te debes de guardar en esto de los que te quieren mal; y m á s de las mujeres, en especial de las que son malas mujeres, no com e r á s , ni b e b e r á s lo que te dieren, porque muchas veces dan hechizos en la comida o en la bebida, algunas de ellas dan hechizos en la comida o en la bebida para provocar a la lujuria, y esta manera de hechizos no solamente empece al cuerpo y al á n i m a , pero t a m b i é n mata, porque desaina el que lo bebe o lo come, frecuentando el acto carnal has- ta que muere {ibid., 150). La posición de las amanime no sólo era reconocida, sino que d e s e m p e ñ a n u n papel importante. Esto queda demostrado en su participación en algunas de las fiestas religiosas más solemnes de los guerreros, como por ejemplo en la de Tlacaxipehualiztli, que tenía lugar en el equinoccio de primavera. En esta fiesta — a d e m á s de celebrar a X i p e Totee, dios de la vegetación— se hacía una exaltación del valor guerrero, a través del ritual del ' 'rayamiento", mejor conocido como el ' 'sacrificio g l a d i a t o r i o " , en el cual los cautivos m á s valientes ten í a n que pasar por una ú l t i m a prueba de valor, que consistía en luchar prácticamente desarmados contra cuatro de los mejores guerreros mexicas, antes de ser sacrificados. A l día siguiente de que había tenido lugar este ritual, se llevaba a cabo una danza en la que " i b a n trabados de las manos. . . como culebreando, las matronas y las mujeres p ú b l i c a s " . Danzaban hasta cerca de la media noche. (Sah. I : 147). En 404 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3, 1989 el mes de Tlaxochimaco, se efectuaba una fiesta en honor de H u i t z i l o p o c h t l i , había una danza que tenía lugar a medio día, en la que los guerreros con las "mujeres públicas iban asidos de las manos, una mujer entre dos hombres y u n h o m bre entre dos mujeres. . . y danzaban culebreando y cantando. . . Los que iban en la delantera, que era la gente m á s ejercitada en la guerra, llevaban echado el brazo por la cintura de la mujer, como abrazándola, los otros que no eran tales no tenían derecho de hacer esto". Este baile duraba hasta la puesta del sol (Sah. I : 183-184). Cabe aclarar que la danza era una parte m u y importante de los rituales, en la que tenía que participar toda la población, en diferentes momentos, de acuerdo a reglas preestablecidas. Como entrenamiento, todas las tardes los jóvenes de ambos sexos eran recogidos por personas especialmente asignadas para cuidar de su comportamiento y llevados en orden al lugar donde se bailaba. A l terminar la danza se les regresaba a sus casas con el mismo cuidado. La moral sexual mexica era muy estricta: hasta donde sabemos no existen representaciones eróticas, se pensaba que gran número de enfermedades era causado por los excesos sexuales, que afectaban especialmente a los hombres. Cualquier rompimiento de las normas sexuales era castigado, incluso con la muerte. Por ejemplo, los adúlteros eran ejecutados, sobre todo por lapidación; la homosexualidad también era m a l vista y la virginidad entre las jóvenes mexicas era m u y apreciada y se daba muestra de ella después de la primera noche de bodas. Sin embargo, adem á s de la institución de las auianime sabemos que había una esoecie de matrimonio a prueba entre los jóvenes guerreros que se prendaban de alguna muchacha con la que establecían una relación temporal hasta el momento en que nacía u n h i j o , cuando se llevaba a cabo el matrimonio formal. ' Las auianime ofrecían sus favores a algunos de los esclavos que iban a ser sacrificados, como se menciona para la fiesta de Huaqmltamaliztti (Sah. 1:226). T a m b i é n antes de que los jóvenes y las jóvenes empezaran su entrenamiento de cantos y danzas, los guerreros bailaban como pasatiempo en el gran patio que, según D u r á n (: 194-95). PROSTITUCIÓN E N LAS S O C I E D A D E S A N T I G U A S 405 Se e n c h í a de rameras que las h a b í a muchas y muy desvergonzadas. . . viendo que alguna de aquellas cantoneras los miraba en particular con alguna curiosidad la llamaban y t o m á n d o l a de la mano bailaban con ella en aquella danza y así acontecía andar toda la tarde con aquella muger que allí sacaba bailando de la mano, p o n i é n d o l e color en los labios y en los carrillos, y plumas en la cabeza y joyas al cuello cada uno festejando lo mejor que p o d í a a aquella muger que allí se le aficionaba. Se puede inferir que solamente tenían acceso a las alegres los hombres con suficientes méritos guerreros que se traducían en riquezas materiales, y que éste era posiblemente otro de los tantos privilegios que se le otorgaba a la clase guerrera. N o tenemos ninguna referencia acerca de cuál era el origen social de las auianime, aunque aparentemente la prostitución era permitida para las macehuales —las mujeres del pueblo— y era castigada con la muerte para la mujer noble opilli (López A u s t i n , 1961:135-136). Es probable que fueran de origen "labranderas" —si es que existía tal ocupación como grupo profesional e s p e c í f i c o — 8 porque se menciona que las mujeres que nacían en el signo 1 Xóchitl, o 1 Flor, del tonalpohualli (calendario ritual de 260 días) serían buenas labranderas si eran devotas a su signo, de lo contrario vivirían en la pobreza, " y serían viciosas de su cuerpo y lo venderían p ú b l i c a m e n t e " (Sah. I I 329). Tampoco sabemos si vivían solas o en grupo, n i cómo iniciaban su profesión, que aparentemente: n o era hereditaria, pero que sí p o d í a ser determinada como va hemos mencionado por el sieno que regía el día de su nacimiento. Así, si se descuidaban el signo 1 v 7 flor sin efectuar el ayuno indicado una labrandera se p o d í a convertir en mujer pública (ibid. p. 321). La diosa de las labranderas era Xochiquetzal, quien t a m b i é n era conocida como diosa de los enamorados, y suponemos que t a m b i é n lo era de las auianime. Xochiquetzal, sin ser diosa de la luna, tiene muchos atributos relacionados con este astro y es indudablemente u n aspecto de la gran diosa. La prostitución existe desde tiempo m u y antiguos pero, hasta donde se sabe, solamente en sociedades complejas en 8 Ya que todas las mujeres tejían. 406 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3. 1989 las que hay una estratificación social y lo que p o d r í a m o s llamar civilización. Es precisamente con este sentido civilizatorio que la prostitución aparece en Mesopotamia en la epopeya de Gilgamesh. Según ésta, Gilgamesh, rey de U r u k , oprimía a su pueblo, comportándose como u n tirano; con el fin de cambiarlo la diosa A r u r u creó a E n k i d u , u n ser m i t a d hombre y m i t a d animal, que había nacido y crecido en la estepa, en u n estado totalmente salvaje. Para que Enkidu pudiera llevar a cabo su tarea de pacificador era indispensable que llegara a la ciudad; la encargada de atraerlo fue una prostituta, la que al encontrarse con E n k i d u : D e j a caer su manto —descubre su vulva, para que él pueda gozar de ella. Ardientemente, lo besa en la boca ("le toma el s o p l o " ) — y arroja su ropa. Entonces él se le echa encima y ella le muestra a este salvaje lo que puede hacer una mujer mientras que, con sus caricias, él la abraza (Tabl. I columna I V , 1655. Cit. Botero: 11). La prostituta, a través de la práctica de sus artes amorosas durante siete noches, logró " d o m a r " e introducir a la civilización " a E n k i d u , convenciéndolo de que dejara su estepa y sus animales salvajes y se fuera al pueblo para, como dice Jean Botero (:12), "convertirse en u n hombre, u n hombre en todo el sentido de la palabra, cultivado y c i v i l i z a d o . " El mismo Botero se pregunta " ¿ h a s t a que punto se estima como u n privilegio de la alta civilización esta posibilidad de ejercer libre y plenamente, si es necesario con la ayuda de expertos, las capacidades amorosas?" A p p f e l también hace notar cómo la actividad sexual de la prostituta lleva el bienestar a los habitantes de U r u k , y señala la s i m i l i t u d de este papel civilizador que juega la prostituta del m i t o de Gilgamesh con el de la historia india del sabio Rshyshrñga, quien de forma similar a Enkidu vivía en la selva, alimentándose con frutas y raíces, y sin haber visto nunca en su vida a otro ser humano, fuera de su padre. Según el relato, una grave sequía asolaba el reino por la mala conducta del rey; u n oráculo señaló que la única manera de salvar al pueblo era llevando a la ciudad al sabio que se encontraba en la selva. Esa tarea recayó también en una cortesana, quien sedujo al sabio y no sólo lo introdujo al placer erótico sino tam- PROSTITUCIÓN E N LAS S O C I E D A D E S A N T I G U A S 407 bien a otros aspectos de la civilización como la comida cocinada y la ropa. El mismo autor ( A p p f e B l O ) hace hincapié en c ó m o , en ambos casos, la actividad sexual de la cortesana salvaguarda el bienestar del rey y de la comunidad, y cómo la cortesana representa la cultura humana y es capaz de transformar una criatura semisalvaje en u n ser humano civilizado. Tanto en la India como en Babilonia existían prostitutas seculares y prostitutas sagradas, que se diferenciaban claramente. En el caso de las prostitutas del templo en Babilonia —de acuerdo con lo que dice el C ó d i g o de H a m m u r a b i — se castigaba severamente a la que fuera a una taberna —que era el equivalente de u n p r o s t í b u l o - y actuara como prostituta por paga. En la India actualmente las devadasis del templo de Jaghanath, en Puri, tienen estrictamente prohibido caminar por las calles frecuentadas por prostitutas comunes. Creo que hay una diferencia definitiva entre ambos tipos de prostitución y quizá hasta el nombre esté mal usado, ya que el f i n de las relaciones sexuales de unas y otras era diferente. Es posible, sin embargo, que en determinado momento, por razones económicas y de explotación, las mujeres de los templos fueron utilizadas y explotadas por los sacerdotes, como una entrada m á s para el templo o para ellos mismos. T a m b i é n es m u y posible que las prostitutas sagradas fueran m á s antiguas, y que se confundieran en muchos casos con las sacerdotisas o con las mujeres dedicadas a los templos las cuales debían observar estrictas reglas sexuales que, en la mayor parte de los casos, consistían en la total abstinencia, pues su actividad sexual estaba destinada exclusivamente para el dios o los dioses y, en algunos casos, para sus representantes, que eran el soberano o los sacerdotes. Esa hierogamia, o las relaciones sexuales de las sacerdotisas o de las mujeres dedicadas al templo con reyes y con los sacerdotes, era en realidad u n r i t o . El rey se convertía en el garante de la fertilidad y del bienestar del reino, poder que recibía a través de una mujer que representaba a la diosa. Se ha dicho que la actividad sexual cúltica era muy i m portante en las religiones que veneraban a u n misterioso poder vital femenino, el cual se manifestaba en forma cíclica, siguiendo los ritmos de la naturaleza, lo cual no sucedía en 408 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3, 1989 las religiones que reverencian a u n solo dios masculino. Este papel de generadoras sagradas de la fertilidad, propio de las mujeres dedicadas al t e m p l o , era tan importante en Mesopotamia que la misma diosa Innana o Ishtar era conocida como la gran hierodula. En Mesopotamia h a b í a dos tipos de mujeres del templo: las ishtarianas, o ishataritu, que eran la encarnación de Ishtar y posiblemente las que han sido consideradas como hierodulas o prostitutas sagradas, y las "consagradas", que estaban m á s cercanas al m u n d o religioso ( M a s p e r o : l l ) y con las cuales, por estar reservadas a los dioses, estaba prohibido tener relaciones sexuales. D e acuerdo a Herodoto, todas las mujeres babilonias se tenían que prostituir por lo menos una vez en su vida, como una especie de voto o de sacrificio en honor de la diosa Ishtar. El historiador griego relata que las mujeres se encontraban en las afueras de los templos, esperando a los extranjeros para tener relaciones con ellas. Maspero-piensa que la impresión que se llevó Herodoto en relación con esto se debió a que había una gran cantidad de prostitutas en ciertos templos, puesto que éstos, como los de la mayor parte del m u n d o eran importantes centros de comercio. Posiblemente éstas eran prostitutas comunes, ya que el mismo investigador menciona que estas mujeres provenían de los marginados de la sociedad. T a m b i é n las escrituras hebreas mencionan la existencia de hombres y de mujeres que ejercían la prostitución en el templo de Jerusalén, práctica que no fue erradicada sino hasta después de la destrucción del templo en 586 a.C. La información sobre la prostitución en la India es la m á s abundante, ya que existen innumerables fuentes que aportan datos desde la época antigua hasta la actualidad. En la India antigua h a b í a varios tipos de prostitutas o vesbya: rajaveshya, la del rey; nagari, la de la ciudad; guptaveshya, la que actuaba secretamente, que era una mujer de buena familia que llevaba a cabo su vocación en secreto; devadeshya, del dios (de¬ vadasi: servidora del dios) y brahmaveshya o tirthaga, las que se encontraban en los lugares de peregrinación (Sur: 142). Thurston (: 16), de acuerdo a tratados antiguos, menciona siete clases de dosis: 1) datta, la que se ofrece ella misma como PROSTITUCIÓN E N LAS SOCIEDADES A N T I G U A S 409 regalo al templo, 2) vikrita, la que se vende a sí misma, con el mismo proposito, 3) bhritya, la que se ofrece como sirviente del templo para la prosperidad de su familia; 4) bhakta, la que se une al templo por devoción; 5) hrita, la que es eng a ñ a d a y presentada al templo; 6) alankara, la que estando bien entrenada en sú profesión y profusamente adornada es presentada al templo por reyes y nobles; 7) rudraganika o gopika, quien recibe u n salario regular del templo, y se la emplea para cantar y bailar. Aparentemente, la institución de las dosis estaba mucho más extendida en los templos del sur de la India o, por lo menos, duró hasta épocas más recientes. Hay inscripciones del gran templo chola del rey Rajraja, en Tanjore fechadas en 1004 que mencionan que había 400 mujeres del templo que vivían en " b a r r i o s " especiales en las calles alrededor de éste y tenían tierras a sus nombres La institución de las dasis - e s t u d i a d a por A p p f e l M a r g l i n — perdura hasta la actualidad, por lo menos en el templo de Puri, en Orissa. Aparentemente la institución de las devadasis tuvo innumerables variantes, a d e m á s de las mencionadas por Thurst o n T S e g ú ñ los datos que él mismo proporciona, y dado el nombre que tenían, su principal función era la de servir al dios, lo que incluía abanicarlo con chañaras o colas de yak ti¬ betano, llevar las luces sagradas y cantar y bailar frente al dios cuando éste era llevado en procesión. A estas actividades se agregaba la prostitución. Algunas de estas funciones fueron variando; por ejemplo, desapareció la de abanicar a los dioses y perduró la de la danza y la prostitución, y se agregó, para cierto tipo de dasis, su participación en las ceremonias de los casamientos, ya que al no poder ser viudas su presencia era portadora de buenos augurios. Los datos que aporta Thurston en su libro sobre las castas y las tribus del sur de la India corresponden a lo que existía a principios de este siglo, cuando las dasis se habían convertido en una casta con sus propias costumbres y leyes de herencia, y sus propios consejos de gobierno. A b u n d a r é u n poco rilas sobre esto, porque me parece interesante el comportamiento de los miembros de esta "casta". Cada región y cada lugar tenía sus propias reglas y eos- 410 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3, 1989 tumbres; en algunos de ellos, la mayor parte de las jóvenes que se dedicaban a la prostitución eran reclutadas de ciertas castas (se mencionan, por ejemplo, las vella y kaikola): las jóvenes que se dedicaban a la prostitución se casaban formalmente en el templo con una espada o con el ídolo de u n dios. Contrariamente a lo que ocurría en otras castas, los hijos y las hijas heredaban. Algunos de los hijos que permanecían en la casta, sobrevivían tocando música para las bailarinas o enseñ a n d o canto y danza a las jóvenes y música a los jóvenes. A l gunos se casaban dentro de su misma casta con alguna joven " p o c o agraciada", quien no tendría éxito en la prostitución. Las que sí se dedicaban a esta aprendían a bailar a cantar a vestirse bien, y el ars amoris. Las dosis se dividían en las " d e la mano derecha" y las " d e la mano i z q u i e r d a " . Las primeras solamente podían tener relaciones con hombres de ciertas castas, aunque a ninguno de los dos tipos de dosis se les permitía tenerlas con los de castas inferiores a la suya. En algunas partes de lo que era el país kanarés, las familias de ciertas castas que no habían tenido u n h i j o , debían dedicar a una de sus hijas como basavi. La chica era llevada al templo y casada con el dios, y desde ese momento era dedicada a la prostitución, con la misma prohibición de no tener relaciones con castas inferiores a la suya. Su posición en su casta no era despreciada. Si tenía u n h i j o , éste tomaba el nombre del padre y si era una hija, ésta se convertía también en una basavi. Las dasis eran las únicas personas en la India que podían adoptar a una hija, ya que estaba permitido adoptar h i jos hombres mas no niñas. N o cabe duda que en la India el erotismo llegó a ser considerado como u n arte y que las vesbyas, sobre todo la rajyaveshya y la nagañ, se habían convertido en las especialistas de u n arte que debían dominar a la perfección, pero no se restringía únicamente a los aspectos sexuales sino a muchos otros refinamientos que son descritos en el Kamasutra. Vatsayana señala allí que U n a mujer p ú b l i c a , dotada de buena disposición, belleza, y otras cua- PROSTITUCIÓN E N LAS SOCIEDADES ANTIGUAS 411 lidades, y t a m b i é n versada en las artes mencionadas arriba 9 obtiene el nombre de ganika o mujer p ú b l i c a de alta calidad, y recibe un asiento de honor en la asamblea de hombres. Ella es, a d e m á s , siempre respetada por el rey y alabada por los sabios, y sus favores buscados por todos y se convierte en objeto de consideración universal. Estas mujeres se convertían en orgullo de las ciudades y en los festivales públicos se les daba u n lugar especial y constituían u n adorno. En el Mabab'barata se dice que en los festivales públicos usaban vestidos y guirnaldas rojas y de oro. Algunas cortesanas como A m b a p a l i , la de la historia de Budha, eran inmensamente ricas y constituían u n tesoro del Estado. S e g ú n el Arthashashtra, existía u n superintendente, responsable del cuidado y de la supervisión de las cortesanas del palacio, de la inspección de los prostíbulos y de la recolección, cada mes, de dos días de ganancia de cada prostituta, como impuesto para los gobernantes. Había u n estímulo del mismo estado para los maestros de las prostitutas. Y eran tan famosas las de la India que aun en Roma se las encontraba. T a m b i é n se habla de muchas obras, como puentes y edificios públicos, pagadas por las prostitutas. En tiempos posteriores, el Tanque grande de Channanrayapatna, en Mysore, fue construido por dos danzarinas. En 1903, el reverendo M . Phillips escribe: "las mujeres m á s llenas de atributos entre las hindúes son las bailarinas (equivalente a prostitutas), leen, escriben y tocan instrumentos musicales y danzan, de a q u í que una de las más grandes objeciones que se plantearon al principio a la educación de las niñas era: " N o queremos que nuestras hijas se vuelvan bailarinas". (Cit. Thurston: 11,131). En tiempos recientes también se encuentran prostitutas comunes pertenecientes a ciertas castas, algunas de ellas dedicadas específicamente a este oficio y otras de ellas pertenecientes a las llamadas por los ingleses "castas criminales", que se prostituían en las ferias o en las grandes concentraciones humanas. Como se ha visto, si la prostitución no es el oficio más an9 Que van desde cantar, bailar, tocar instrumentos musicales, conocer la magia y los encantamientos, la poesía, escribir, recreaciones aritméticas, etcétera. 412 ESTUDIOS D E ASIA Y ÁFRICA X X I V : 3, 1989 tiguo del m u n d o , sí es uno de los m á s antiguos dentro de la civilización; aunque estuvo m u y ligado a los templos y a algunas prácticas rituales, y pudo haber tenido en su origen u n aspecto sacrificial, los caminos se separaron para convertirse en u n oficio que consistía en el conocimiento y en la venta de las artes eróticas, lo que llevó a la mujer, por u n lado, a tener u n estatus superior a sus compañeras de género, pero por el otro, la llevó a una peor explotación, convirtiéndola en una mercancía sexual. E n la mayoría de las sociedades antiguas parece haber habido una clase de sacerdotisas o mujeres dedicadas al templo que tenían relaciones sexuales de tipo ritual, sobre todo con el soberano o con el supremo sacerdote, lo cual redundaba en beneficio de toda la comunidad, aportando bienestar y fertilidad a todo el pueblo. Aparentemente, esto es lo que ha sido llamado prostitución sagrada o hieroduleia; sin embargo, considero que este tipo de relaciones no debe ser calificado como prostitución, ya que se trata básicamente de u n rito que consiste en que una mujer sacerdotisa o dedicada al templo —o sea, signada por la sacralidad y, por lo tanto, fuera del alcance de u n ser humano cualquiera— representando a una diosa, se une sexualmente a u n rey o sacerdote que a su vez representa a u n dios, y de esta unión sexual se deriva el bienestar del pueblo: la mujer no recibe ningún pago por los servicios prestados. En caso de que fuera cierto el relato de Herodoto según el cual una vez en su vida todas las mujeres babilonias tenían que ofrecerse en el t e m ó l o a u n extranjero esto tampoco sería u n caso de prostitución sino más bien una especie de rito de paso. La importancia ritual de las relaciones sexuales, sobre todo las llevadas a cabo entre personas altamente imbuidas de sacralidad, ha sido en realidad poco estudiada. En la India, los ritos tántricos generan una gran fuerza a través del acto sexual, fuerza que el practicante del tantrismo utiliza generalmente para fines personales y no de la comunidad; de la mism a manera, en ese país se utilizaba la fuerza liberada a través de ritos como el sacrificio humano. A d e m á s de las relaciones sexuales como rito, las cortesanas jugaban u n importante papel como símbolo de la " c i v i l i - P R O S T I T U C I Ó N E N LAS S O C I E D A D E S A N T I G U A S 413 z a c i ó n " , lo cual, como hemos visto, sucedía en Mesopotamia y en la India y m u y posiblemente entre los mexicas. Es i n d u dable que las "grandes especialistas" eran las de la India, que a d e m á s de las artes amorosas tenían otra serie de conocimientos. Hemos visto cómo aún hasta tiempos bastante recientes eran las únicas que no sólo sabían leer y escribir, sino que t a m b i é n eran enormemente ricas y que p o d í a n hacer toda una serie de cosas que no les estaban permitidas no sólo a las mujeres normales, sino n i siquiera a los hombres, como la adopción de niñas. En este sentido, sí encontramos similitudes con las auianime mexicas, quienes como hemos visto, actuaban de una manera totalmente contraria a una mujer " d e c e n t e " , y a quienes les estaba permitida una conducta que las colocaba en una situación de excepción. Todas estas mujeres, a diferencia de las casadas, ejercían el sexo como placer sin que tuviera como finalidad la reproducción, lo cual las sacaba de toda de las reglas del intercambio de mujeres m á s característica de sociedades de linaje. Eran mujeres que estaban —hasta ciertos límites— fuera de las prohibiciones de la sanere o de su condición para la copulación va aue no estaba en juego obtener progenie a través de esas relaciones n i estaMecer vínculos de poder. Aparentemente en el México antiguo no encontramos - h a s t a el m o m e n t o - t r a z a s de prostitución sagrada, pero sí de prostitutas que podríamos llamar libres. Valdría la pena reflexionar acerca de si las llamadas devadasis deberían realmente ser consideradas como hierodulas o como simples prostitutas. Y o me inclinaría m á s a esto último aunque, desde luego, sin considerarlas tan " s i m p l e s " . Es decir, posiblemente en u n principio llevaban a cabo ritos a través de las relaciones sexuales, pero esto cambió, sus funciones en el templo se fueron reduciendo y casi se concretaban a bailar delante de la imagen del dios en las procesiones. Se convirtieron en una de tantas castas, cuyo oficio era ése: el de la danza y la prostitución, pero que también jugaban el papel de portadoras de buena fortuna. Las prostitutas en las sociedades antiguas parecen tener así u n papel ambivalente, pues están fuera de las reglas normales de la sociedad que rigen el papel y la conducta de las mujeres, sobre todo en relación a su comportamiento sexual. 414 ESTUDIOS D E ASIA Y AFRICA XXTV: 3, 1989 BIBLIOGRAFÍA Appfel, Marglin Fréderique, "Hieroduleia", Encyclopedia of Religion, Mac Millan Publishing Co., Nueva York, vol. 6, pp. 309¬ 313. Basham, The Wonder that was India, Evergreen Encyclopedia, vol. 1, Nueva York, 1959Baudrillard, Jean, Véchange symbolique et la mort, Gallimard, Paris, 1976. Bolle, Kees W., "Hieros gamos". Encyclopedia of Religion, Mac Millan Publishing Co., Nueva York, vol. 6. Botero, Jean, "Tout commence a Babylone", en l'historié, l'amour et la sexualité, pp. 9-17. Durán, Fray Diego de, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la Tierra Firme, Ed. Porrúa, México, vol. I, 1967. Garibay K., Ángel Maria, "Paralipomenos de Sahagun", en Tlalocan, México. 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