(ao8) que depende exclusivamente la existencia del hombre

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(ao8)
q u e depende exclusivamente la existencia del hombre; y j
se ven en él pintados con la grandeza q u e corresponde, cúlpense á sí mismos y á las preocupaciones con q u e el interés de
algunos particulares han entorpecido el progreso y propagación
d e los conocimientos en perjuicio de la riqueza pública.
Pondera nuestro autor el buen temple y situación de España, y exagerando otras cualidades menos esenciales y m
dudosas, es demasiado corto al ponderar estas donde podia estenderse sin límites: haremos pues algunas observaciones aprovechándonos de su silencio, manifestando q u e estas dos cualidades , de q u e depende principalmente la fertilidad de nuestro
s u e l o , están echando en cara á los labradores la falta de su riqueza ; pues si como es indudable goza España del terreno mas
esquisito y variado para toda clase de productos, ¿cómo es que
progresando las luces vemos sensiblemente q u e lejos de aumentarse los productos de la primera de las industrias van decayendo cada dia mas? N o lo dudemos, esto depende principalmente de la falta de conocimientos de nuestros labradores, y de su
íntima adhesión á las rutinas inveteradas, q u e tanto Herrera
como sus dignos adicionadores se han propuesto destruir.
s
n o
as
Si por fortuna llegase nuestra población á aumentarse hasta
el grado q u e se encuentra en algunos parages de Inglaterra y
H o l a n d a , donde se puede asegurar q u e i g u a l terreno sostiene veinte veces mas habitantes q u e en los mas poblados de
España , ¿cuál seria nuestra suerte no progresando la agricultura cuando con terreno infinitamente sobrante se produce apenas lo necesario para el consumo de diez millones de personas?
Compárese este cuadro con el q u e ofrece el industrioso imperio
de la C h i n a , donde ha llegado la industria al punto de formar
montañas artificiales para agrandar la superficie del terreno, persuadidos sus habitantes á q u e este medio es harto mas natural, y
humano q u e el de la conquista, único q u e usan las naciones que
llamamos cultas, y q u e ellos abominan, convencidos de que la
tierra produce en razón directa del sudor con q u e se riega, y
en inversa de la sangre que sobre ella se derrama y no extrañaremos se queje el autor en boca de Camileto de q u e no hay a en España la abundancia de producciones q u e debia, fVlm
cuando los principales ramos de industria no caminan con paso
uniforme al límite de su perfección, la agricultura no puede
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