4. CONCLUSIONES 4.1. El año 106 d.C. Trajano incorporó por la fuerza de las armas la provincia de Dacia. Las guerras de su reinado debieron de provocar en el Senado posruras conrrapuestas a favor y en contra del expansionismo, radicalizadas más que nunca por trascender la simple confrontación ideológica y relacionarse con una ampliación real de las fronteras. La recorpendación de Augusto de mantener éstas estables se convirtió en práctica política desde Tiberio, con la excepción de la incorporación de Britania y Mauritania bajo Claudio. Desde entonces, el limes se asoció a unos accidentes orográflcos concretos, los grandes ríos, que adquirieron con el tiempo un cierto carácter mítico, como divisóles entre la civilización romana y el mundo exterior; el limes sirvió al mismo tiempo para proteger al mundo romano de invasiones exteriores y para salvaguardarle de posibles tentaciones expansionistas. La adopción de Trajano por Nerva supuso el triunfo de una solución tadical para los problemas fronrerizos; significaba el encumbramiento de un círculo favorable a la expansión. Desde el comienzo de las guerras de Trajano, y con más fuerza a partir del año 106, cuando Dacia se convirtió en ptovincia romana, fue necesario clarificar las postutas de la elite política ante el efectivo proyecto de ampliación del Imperio. El desplazamiento de la fronrera hasta las tierras transdanubianas rompía con la tiadición conservadora en política exterior heredada de la teotía augustea del cierre de fronteras. La incorporación de provincias no se realizó siempre a través de la conquista; mientras Dacia era el resultado de las guerras contra Decébalo, Atabla se anexionó pacíficamente, lo que permitió mostrar no sólo los beneficios económicos de la nueva política, sino cómo otros pueblos aceptaban la tarea civilizadora auspiciada por la pax Romana. La creación de nuevas provincias planteó un problema ya casi olvidado en el Imperio. La esrabilización de época augustea, con raras excepciones, no había vuelro a exigir nuevos esfuerzos organizativos. La genetación de Trajano carecía de experiencia en este sentido, y el Emperador 168 M. > PILAR GONZÁLEZ-CONDE se vio en la necesidad de afrontarlos. Tras la conquisra de Dacia no abandonó la región hasta que no hubo supervisado personalmente las medidas a tomar; había que redistribuir a la población y organizar el aparato administrativo necesario para que Dacia funcionase según el modelo romano provincial y local. Para hevar a cabo esta nueva y difícil tarea, Trajano eligió a uno de sus acompañantes en las guerras, y por ello buen conocedor del rerreno: D. Terentius Scaurianus. Parece que la experiencia resulró del agrado del Emperador, porque unos años después, si se acepta la atribución de los testimonios epigráficos, Scaurianus habría sido el encargado de organizar la recién conquistada Mesopotamia. Por eho, se le puede considerar como el «especialista» de época trajanea en la organización de nuevas provincias. La subida de Adriano al trono supuso la derrota del sector senatorial partidario de la expansión. Ello originó el primer conflicto grave con el Senado, porque Adriano prefirió tomar medidas radicales con respecto a potenciales rivales, especialmenre cuando los rumores de su fingida adopción le habían colocado en una delicada posición. Con la ejecución de cuarto consulares el año 118 el Emperador inrentaba, y probablemente lo consiguió, aplastar al sector senatorial más claramenre opuesto a su candidatura al trono. Los cuatro ejecurados (Palma, Celsus, Quietus y Nigrinus) eran los responsables y más estrechos colaboradores de las empresas anexionistas de Trajano. Vencido esre obstáculo, Adriano se reconcilió con el Senado, pero ya había suprimido de él la postura más radicalmente favorable a la ampliación de fronteras. 4.2. Las diferencias en la política exterior de ambos reinados no se deben exclusivamente a necesidades coyunturales, sino también a la confrontación ideológica de dos posturas en su visión del gobierno del Imperio. El reinado de Trajano orientó la acción política a la búsqueda en el exterior de soluciones a los problemas estrarégicos y económicos. Esta actuación se apoyó en postulados ideológicos que se pueden sintetizar así: la paz exterior debe basarse en la victoria sobre el enemigo (pax Romana), la victoria exrerior garantiza la securitas y asegura la consecución de la paz interior; victoria exrerior es asimilable a abundantia, porque la guerra proporciona unos beneficios materiales y humanos. La nueva política inaugurada por Adriano se apoyó en la tesis de que la paz intefior se consigue medianre el mantenimiento de la paz exterior, aunque enrendiendo que ésra debe garantizar la fortaleza y eficacia de los mecanismos de defensa del Imperio; la paz en las fronteras es el medio de conseguir la securitas; la prosperidad no puede venir por el camino de la guerra. La versión oficial adrianea justificó la política de desmovilización infravalorando las grandes empresas militares de Trajano, para neutralizar así los efecros de la propaganda de ésre. Los argumentos de Adriano se CONCLUSIONES 169 centran en dos puntos: crítica de la megalomanía y condena de empresas militares carentes de límites preestablecidos. La tradición literaria según la cual Trajano, cegado por sus deseos de gloria, se había embarcado en una empresa a la que no quería poner fin, se apoya en una deformada interpretación creada por los círculos próximos a Adriano. Al morir Trajano, la imagen oficial de respeto por su obra se mantiene, y a ello se debe la celebración del triunfo postumo en Roma. Pero al mismo riempo, y sin atentar públicamente contra el reinado anterior, Adriano introduce en el aparato ideológico del régimen nuevos valores que impiden la magnificación política de su predecesor. Las acuñaciones de Adriano frecuentan temas como felicitas, abundantia o concordia, que propagan su postura política. En las leyendas monetales se incide en mensajes propios de la felicitas temporum que el régimen de paz ha traído. Los temas de victoria no se abandonan y, paradójicamente, la pax no aparece con la frecuencia que cabría esperar. Esto se debe a que la paz adrianea se expresa a través de sus efectos en las abstracciones de abundantia, securitas, concordia y felicitas; pero también se debe sobre todo a que ahora el Príncipe utiliza otros mecanismos propagandísticos, como la gestión diaria y los continuos viajes poi las provincias. Un reflejo del conflicto trajano-adrianeo puede apreciarse en las series monetales dedicadas a Trajano divinizado. La frecuencia con que aparecen asociados los bustos de Trajano y Plotina, así como la escasez de lepiesentaciones de éste solo, sugieien que el homenaje va diiigido en lealidad a la Empeíatiiz, uno de los más fueites apoyos de la candidatura de Adriano al trono. 4.3. La confrontación política en torno al problema guerra-paz se refleja con exactitud en los escritores senatoriales. La tradicional diferenciación entre guerras justas e injustas, asociadas en su mayor parte a las exteriores y civiles respectivamente, tendrá ahora una significación especial por lo que supone de implicación en la realidad política. La experiencia traumática de la guerra civil del año 68 marcó a los escritores del momento; todavía paiecía un acontecimiento demasiado reciente a la generación de Trajano, porque muchos de sus protagonistas estaban vivos aún. Tácito dedicó buena parte de su obra a escribir su versión de ese conflicto. La obra tacitea, reflejo de la tradición historiográfica latina que había contribuido a elaborar una teoría de justificación de la guerra, vincula el bellum iustum a unos presupuestos establecidos: la guerra provocada por un peligro externo es necesaria para el bien de la República; el conflicto exterior favorece la concordia interna; la victoria e inregración del bárbaro en el Imperio establece una relación vencedor-vencido en la que este último recibe los beneficios de la pax Romana, civilizadora y protectora. Es la aplicación prácrica de las doctrinas estoicas. 170 M. » PILAR GONZÁLEZ-CONDE La visión romana del bárbaro se plasma magistralmente en las primeras obras de Tácito. En la Germania y en el Agricola se retrata con los estereotipos tradicionales: el guerrero que vive dedicado a luchar, con valores peculiares ajenos a la civilización romana y que, frente al inevitable hecho de la conquista, debe elegir entre la resistencia y la sumisión; en el fondo se reconoce expresamente que el mundo no romano sólo puede elegir entre defender su libertad o garantizar su seguridad a través de Roma. La derrota del bárbaro comporta la aportación de recursos materiales y humanos al engrandecimiento de Roma. Conquista y civilización son conceptos que también se reflejan en la propaganda oficial. Los resultados de la avenrura dácica dan lugar a la acuñación de monedas con este tema, que presentan dos tipos de mensajes. En primer lugar, se emiten ejemplares con la representación de la conquista, en la que el enemigo dacio aparece abatido y humillado por Trajano o por Victoria; en segundo lugar, monedas con símbolos que aluden al nuevo esplendor de la región bajo el orden romano. Éste es el mensaje que se propaga entre los años 106 y 111. 4.4. Contribución tacitea al debate entre guerra justa e injusta es el análisis de las causas y consecuencias de las guerras de Roma. Era tema de actualidad en la Urbe, porque se relacionaba con los acontecimientos del reinado de Trajano. La versión oficial trajanea alegó motivos de seguridad fronteriza para llevar a cabo las guerras en el Danubio y en el Eufrates, aunque resulta difícil distinguir los datos objetivos y los efectos de la propaganda. El peligro exterior proporcionaba legitimidad a la empresa, en la medida en que respondía a la ética romana sobre la necesidad del conflicto y al carácter justo de la contienda. Pero este peligro tiene en las fuentes latinas, y con ellas también en Tácito, niveles de diferenciación regional y étnica. No se veía del mismo modo a los pueblos bárbaros del Rin y del Danubio que a los reinos orientales. Todos ellos eran enemigos potenciales de Roma, pero la relación con ambos requería un tratamiento diferenciado. El argumento del peligro exterior, real o ficticio, esconde en el caso de las guerras traj aneas la intención política de solucionar dificultades económicas mediante la anexión de nuevos territorios con sus correspondientes recursos. En Dacia se buscaban las tierras y las minas; en oriente el control de las grandes rutas de comercio. Tras la anexión de Dacia la propaganda oficial se encargó de explicar el favorable balance económico de la guerra; monedas de todos los valores difundieron los beneficios de la conquista a través de todo tipo de escenas y elementos simbólicos. Roma y las provincias vieron levantarse edificios y monumentos que recordaban en qué medida la victoria era la responsable de tales dispendios. Los nuevos edificios y monumentos se financiaron teóricamente con el botín de las guerras, en algunos de ellos CONCLUSIONES 171 se introdujeron los elementos simbólicos del nuevo orden, y la columna del foro fue ornamentada con las imágenes del conflicto. Realidad, pla­ no simbólico y propaganda coinciden en la arquirectura posrerior a la guerra. La literarura posterior hablará de un borín compuesro por gran número de esclavos y por fabulosas cantidades de oro; la noticia es pro­ ducto de la propaganda postbélica. 4.3. La figura del príncipe y su papel en la paz y en la guerra, per­ filada desde los círculos oficiales, preocupa también a la historiografía del período. Esra sensibihdad es resukado de la continua definición del régimen monárquico que riene lugar desde Augusto. El príncipe ideal posee valor para hacer la guerra cuando lo exige la seguridad del I mperio y virtudes que aseguran una buena adminisrración en tiempos de paz. Fortaleza y capacidad gestora conttibuyen al mismo tiempo a sustentar el papel tutelar del monarca. El binomio princepsIcivis ~ princeps/miles está presente en el Pa­ negyricus pliniano, como exponente del pensamiento de la vieja nobili­ tas latina. La obra representa la reconciliación oficial del Príncipe con el Senado, tras las borrascosas relaciones del período domicianeo. La elec­ ción del milirar Trajano no debió agradar a algunos sectores senatotiales y la versión pliniana del príncipe que «no teme la guerra ni la evita» pa­ recía una llamada a la concordia institucional. En contraste con la visión latina, la historiografía griega del momen­ to define al príncipe tomando como referencia la tradición helenística encarnada en Alejandro. Dión de Prusa piensa en un príncipe κοσμο­ κράτωρ que incorpora los valores de Ηρακλής como modelo de buen gobernante. La respuesra senatorial al tipo de príncipe encarnado en Trajano es la concesión de los títulos Germanicus, Dacicus y Parthicus, mientras que el ejército reacciona con la concesión de trece aclamaciones imperatorias, la mayor parte de ellas duranre la guerra pártica. La condición de vencedor que asume el Emperador se manifiesta en su representación como arrífice personal de los triunfos milirares. En los relieves de la columna del foro Trajano supervisa personalmente las ope­ raciones bélicas, marcha ante sus hombres a caballo, preside escenas de adlocutio, ofrece sacrificios, recibe a las embajadas y prisioneros. Esta omnipresencia imperial, no exclusiva del reinado, corresponde a una tra­ dición iconográfica y consrituye ahora una aportación más para reforzar la imagen del emperador­soldado. Su rriunfo representa la victoria Augusti frenre a la victoria senatus populique Romani de las antiguas guerras. Ttajano aparece triunfante en las series monetales de Dacia, especial­ mente en la escena en la que pisa el cuello de un dacio. En una escena, en la que el Emperador entrega un prisionero al Senado, comparre ge­ 172 M. » PILAR GONZÁLEZ-CONDE nerosamente con éste el protagonismo de la victoria. Roma también recibe en alguna ocasión el homenaje del dacio. Desde Augusto el príncipe ya se había constituido en garante de la paz, pero a partir de Nerva se potenció el paternalismo del tégimen. El príncipe es el protector de la población y el que mantiene la paz; sin embargo la imagen del emperador pacificador es diferente en los reinados de Trajano y Adriano, principalmente en lo que se refiere a los medios de conseguir este fin. Mientras el primero difunde la idea del príncipe invicto que garantiza la paz a través de la victoria, Adriano se convierte en el artífice de la paz en el Imperio medianre la restauración de la tranquilidad fronteriza. La ideología difundida desde el año 117 es la de la paz civil, la concordia omnium, el Imperio universal atendido por el Emperador directamente en las provincias mediante continuos viajes, la conservación de la seguridad territorial a través de la fuerza disuasoria de un ejército que garantice la eficacia de la acción diplomática. 4.6. Aspecto a destacar es la postura de las dos fuentes senatoriales anahzadas (Plinio y Tácito) frente a las líneas políticas de Trajano y Adriano, concretamente en lo que se refiere a la política exterior, dado el grado de instrumentalización que pudieron sufrir desde el sector oficial. Ambos tienen en común la mentahdad y los valores de la nobilitas latina, aunque con posiciones matizables. Plinio puede ser considerado como el teórico del nuevo régimen que se inaugura con Trajano, pues pertenecía a un sector que apoyó su ascenso. Su Panegírico es la expresión de la mentalidad senatorial más tradicional. La amistosa relación con el Emperador probablemente data del reinado de Domiciano y queda reflejada en la amplia correspondencia que desde su gobierno en Bitinia mantuvo con él. Defensor de la causa de Trajano, su muerte (ca. 113) le evitó tomar partido en los años de mayor radicahzación de posturas ante la aventura oriental. La relación entre Tácito y Trajano se ha visto envuelta siempre en la polémica, tanto en lo que se refiere a la ideología tacitea del Principado, como en aspectos puntuales de la realidad política. Como amigo de Plinio, desde el principio no debió estar alejado de las posturas imperiales, lo que explica que Trajano le confiara el gobierno de Asia el año 112113. Tácito evitó deliberadamente tratar en su obra los acontecimientos contemporáneos, y prefirió remontarse al pasado; esto no debe interpretarse como rechazo de la política trajanea, sino como un eslabón más en la tradición historiográfica del momento, que sólo en contados casos como el de Crito, dedica alguna crónica a los acontecimientos bélicos. La publicación de las Historiae coincide con un momento de especial trascendencia en Roma. La segunda guerra dácica ha concluido y en la Urbe se magnifica la victoria. Idea rectora en las Historiae es que una guerra civil supone para el Imperio decadencia moral, devastación de CONCLUSIONES 173 tierras y ciudades, sufrimienro direcro de la población, lucha frarricida, etc. Los valores taciteos asociados a la guerra se pierden en los conflicros interiores; éstos afectan directamente a las ciudades del Imperio y muy parricularmente a Roma, violando así el rradicional alejamiento físico de la misma y el catácter sagrado del pomerium. La guerra civil ponía a Italia en peligro de ser asolada y la obligaba a soportar unas cargas que en otro tipo de conflictos asumían las provincias. Tanto en las Historiae como en los Annales la paz es el bien deseado cuando participa de la libertas, la vieja y permanente aspiración senatorial, pero en la tiranía puede tener connotaciones negativas; la saevapax se produce bajo el poder de un tirano; la longa pax emoliens es un tema ampliamente tratado, que aparece en Tácito como crítica ante posturas que evitan la guerra cuando ésta se considera necesaria. La publicación de la última parte de los Annales, en una fecha cercana a la campaña oriental, antes o después del 117, convertía en políticamente oportuna pata la causa de Trajano la presentación del grave y conrinuo peligro exrerior que los Partos habían supuesto en la historia de Roma; es difícil armonizar estas afirmaciones con supuestas reticencias taciteas a la pohtica orienral de Trajano. En definiriva, las obras de Tácito contienen valores que son útiles a la política de Trajano y cuya aparición es de una manifiesta oportunidad política. La esencia de su discurso conviene a la hnea ideológico-pohtica trajanea: la guerra civil es el peor de todos los males, en contraposición a las guerras exteriores donde se lucha por el bien de Roma; en las fronteras del Imperio existe amenaza continua, como muestran los Annales; la paz sólo es posible bajo el gobierno de un monarca jusro, resperuoso con la libertas y valiente ante el peligro exterior, en conrraste con la paz sangrante y cruel. Las implicaciones senatoriales en la política exterior van más allá del puro debate ideológico, porque las circunstancias del período obligan a tomar postura. Los apoyos que reciben Trajano y Adriano para su ascenso al trono están en el centro de esre debate, y enftentan a partidarios y detractores de diferentes líneas de política exterior. El ascenso al trono de Ttajano se vio respaldado por senadores hispanos y narbonenses, algunos de los cuales consriruían lo que podríamos definir como el «grupo del Rin», compuesro por los individuos que controlaban a finales de Nerva las provincias germanas (D. Terentius Scaurianus, L. Licinius Sura, L. lulius Vrsus Seruianus y el propio Trajano). Fue este mismo sector el que ayudó a Trajano a realizar la empresa danubiana. Las sustituciones personales que se producen coincidiendo con el inicio de la guerra párrica muesrran las disensiones producidas dentro de este grupo y la aparición de nuevos apoyos. La conrinuidad de Scaurianus, el acercamienro a Adriano de Q. Sosius Senecio, el alejamienro de L. Minicius Natalis de los centros de acción, son ejemplos del nuevo 174 M.' PILAR GONZÁLEZ-CONDE equilibrio de fuerzas. La ruptura definitiva y traumatica de Adriano con los principales protagonistas del expansionismo trajaneo da una idea de las dimensiones que el conflicto había tomado en el Senado. Principal protagonismo en los asuntos de política exterior tuvieron algunos miembros del elemento ecuestre, que contaron con la influencia política que les daba su posición junto al Emperador. Ejemplo de ello es Lusius Quietus, que rras una actuación eficaz en las guerras dácicas, se convirtió en el principal protagonista de la guerra oriental. El reconocimiento de Trajano llegó por medio de una adlectio senarorial tras la que se le encomendó la delicada tarea de reprimir la revuelta judaica. En estos años adquieren mayor protagonismo los prefectos del pretorio. Como acompañantes del Emperador algunos participan directamente en los acontecimientos políticos y militares: Claudius Liuianus intervino el año 102 en las negociaciones de paz con Decébalo, P. Acilius Attinus dirigió la represión contra los colaboradores de Trajano. Attianus, principal apoyo de Adriano en su ascenso al trono, mantenía estrechos contactos con la casa imperial desde el reinado de Trajano. Tutor de Adriano, hay que descartar que fuera prefecto del pretorio antes del año 117, cargo que seguramente obtiene a comienzos del reinado de Adriano como recompensa por su apoyo; se convertiría en brazo ejecutor del nuevo Emperador al responsabilizarse de la neutralización de sus enemigos políticos. Aunque había sido firme partidario de la vuelta a las fronteras del año 106, su comprometida posición tras los asesinatos del 118 le llevarían a obtener el rango senatorial como medio de apartarle del poder. 4.7. A lo largo de este trabajo se ha intentado tratat el binomio guerra-paz durante el período comprendido entre los años 97 y 138, planteándolo en dos niveles distintos. El primero consiste en individualizar los elementos que corresponden tanto a la propaganda imperial como a los eslóganes senatoriales a través de las obras literarias de sus principales representantes (Tácito y Plinio). El segundo es el nivel real, en el que se aborda la situación política de la etapa estudiada, las políticas opuestas de Trajano y Adriano y los intereses de las elites rectoras. Desde esta doble perspectiva, ideal y real, se ha analizado el problema. A consecuencia del estudio hemos diferenciado tres etapas a lo largo de los dos reinados, no sólo en virtud de líneas políticas concretas, sino también de la evolución de los componentes ideológicos que las justifican. Un primer período abarca aproximadamente los años 98-111/113; es decir, los primeros años del reinado de Trajano. Su ascenso al trono significó al mismo tiempo el triunfo de un sector senatorial hispano-narbonense y de una visión política que centraba su programa en dos puntos pfincipales: la solución del limes y la recuperación de Iralia. La empresa CONCLUSIONES 175 danubiana de Trajano colocó al Imperio en una situación nueva, que suscitó un tipo de problemas ya olvidados en los círculos políricos romanos: la vuelta a la anexión tetritorial, el crecimiento del número de provincias y la reapertura del debate sobre el expansionismo. La muerte de L. Licinius Sura, en torno al año 110, marcó el comienzo de una nueva etapa. Un complejo cambio político, unido a una serie de sustituciones en los puestos de responsabilidad, señalan la entrada de Trajano en unos años de feroz expansionismo. El proceso provocó radicalización de posturas en torno al problema de la conquisra y los relevos en los mandos civiles y milirares muestran la necesidad del Emperador por lograr apoyos leales a su proyecto. Sus más fervientes seguidores, aquellos que le habían apoyado en la empresa del Danubio, acompañándole a la guerra, no mantuvieron su cohesión como grupo por mucho tiempo, de manera que algunos de ellos se alejaron paulatinamente del Emperador. Puede observarse en el giro político de estos años un doble proceso; para Trajano supuso la experimentación de una política exterior más agresiva; para Adriano, aunque resulte paradójico, se abrió una vía de aproximación al trono. El alejamiento y las rericencias de algunos colaboradores de Trajano respecto a la conveniencia de la guerra oriental debió llevat a éstos a buscar en Adriano el candidato que un día frenase la expansión. La fidelidad de algunos colaboradores y la aparición de nuevos apoyos permitieton a Trajano iniciar la gran aventura en oriente, que le llevó hasta el Golfo Pérsico, y cuyos resulrados finales hubieran sido imprevisibles de no mediar la muerte del Emperador. La guerra oriental fue muy diferente a las de Dacia, tanto por las dificulrades estratégicas que la propia frontera ofrecía, como por las características del enemigo. Las diferencias político-ideológicas de ambos períodos trajaneos se reflejan en la propaganda numismárica. Los motivos, las leyendas, las personificaciones muestran aquel cambio. Después de las guerras dácicas son frecuenres series con los temas de la victoria sobre el enemigo y de la conversión del rerrirorio en provincia romana, que respondían a un doble propósiro: justificar la guerra contra Decébalo y preparar a la opinión pública para futuros planes expansionistas; si aún no existía la certeza de que la guerra oriental fuese inevitable, es probable sin embargo que se conremplara ya en sectores oficiales la conveniencia del dominio romano en Oriente. El tema de la victoria sobre el dacio acapara la ornamentación en la mayor parte de los monumentos que están realizándose en Roma, como otro medio de propaganda imperial, de forma que las victorias de Trajano se convertirían por un tiempo en tema de máxima actuahdad en la Urbe. A partir del año 114 (en realidad 112-114), a consecuencia de las prioridades propagandísticas de la nueva etapa, los motivos monetales sufren algunos cambios, que se orienran hacia el reforzamiento de la 176 Μ. > PILAR GONZÁLEZ­CONDE imagen del Emperador como κοσμοκράτωρ y la desaparición del tema de la paz, parcialmente desde el año 112 y en su totalidad desde el 114. Los mensajes de las monedas se selecionan en función del metal acuña­ do, diferenciando los eslóganes según la circulación y el alcance social del soporte; por ejemplo, mientras en plata y oro aparece ahora por pri­ mera vez en el reinado la figura de Ή λ ι ο ς , la Providentia sólo se man­ tiene en el bronce. A partir del ascenso de Adriano al trono las fronteras vuelven casi por completo a sus límites establecidos el año 106. En Oriente se aban­ donan todas las conquistas de Trajano, salvo Arabia Nabatea, que no era conquista propiamente dicha; en el Danubio se mantienen casi todos los territorios anexionados durante las guerras dácicas, excepto quizá la región de la Valachia. Esto puede orientarnos sobre la visión adrianea de la expansión territorial; es posible que Adriano apoyase la política exte­ rior trajanea hasta el 106, o al menos que no se opusiera abiertamente a ella. De hecho, los colaboradores de Trajano que se aproximaron a Adriano desde los años del cambio del 111/113, fueron los principales defensores de la política exterior trajanea hasta el año 106, que habían participado en su mayor parte en la empresa danubiana. El reinado de Adriano inauguró una nueva etapa de paz. Las priori­ dades se centraron ahora en otros objetivos, con la mirada puesta en el interior del I mperio, y los mecanismos de propaganda política se em­ plearon de otra manera.