4.- Identificación de los recursos ambientales valiosos del entorno

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LIBRO “III. ESTUDIO EVALUACIÓN CONJUNTA IMPACTO AMBIENTAL”. Documento “1. MEMORIA”
AVANCE PLAN GENERAL. Octubre 2004.
4.-
Identificación de
potencialidades.
los
recursos
ambientales
valiosos
del
entorno.
Las
El territorio de Donostia-San Sebastián cuenta con una serie de recursos, bien de carácter
físico o natural -condiciones de vegetación, paisajísticas, geomorfológicas, edafológicas, etc.-,
bien de carácter antrópico -actividades agropecuarias, actuaciones urbanas, etc.-, que, por sus
especificas cualidades positivas, han de ser objeto de una especial atención, desde el punto de
vista de la adopción de medidas encaminadas a garantizar su mantenimiento, conservación y
protección.
En el primero de los casos se trata de los componentes físicos del territorio, aquéllos que
presentan unas características, singularidades o valores específicos que resultan básicos en la
conservación de los hábitats naturales, de la flora y la fauna silvestres y del resto de elementos
ambientales del territorio.
En el segundo tipo de recursos, aquéllos que provienen de las acciones humanas, ha de
partirse de la historia de la ciudad al objeto de encontrar huellas, indicios y trazados que, sin
negar la diversidad, dan significado a la trama urbana actual. Se trata de aquellos elementos de
la ciudad heredada que han funcionado a modo de reglas y maneras de actuar -modos de
asentamiento, tipologías, conexiones intra e interurbanas, etc.-, que provienen de códigos
sociales y culturales compartidos, y que constituyen parte de la mejor identidad y tradición de la
ciudad.
La relación de algunos de esos recursos es la siguiente:
A.- La calidad ambiental y paisajística general.
En primer lugar, y a modo de cualidad englobadora de todas los demás, resulta necesario
mencionar el elevado grado de calidad ambiental y paisajística que la ciudad, de forma
general, presenta en la actualidad. El denominado marco geográfico, sobre el que se ha ido
asentando y configurando la actual trama urbana, y la forma de asentamiento de ésta, a
partir de los condicionamientos impuestos por aquél, con unos espacios periurbanos de
“borde” muy presentes desde la visual de la ciudad construida, dota a la misma de la citada
calidad ambiental.
Por un lado, la forma en la que se encuentran y conectan la trama urbana y los espacios
verdes periurbanos y, sobre todo, la presencia de éstos, situándose paisajísticamente de
forma predominante en las laderas más visibles desde la ciudad construida, junto a los
accidentes físicos marcados por la presencia del mar y de los principales cauces fluviales,
configuran un espacio urbano, donde predomina la sensación de apertura y descongestión.
Así, la presencia de la ladera Sur de Ulia en el corredor urbano de Ategorrieta, las faldas de
Ametzagaina y su presencia visual desde los barrios de Intxaurrondo y Loiola, y la falda
Sureste del Monte Igeldo y su repercusión en la parte Oeste de la ciudad, junto con el
innegable valor paisajístico de la línea de costa y el río Urumea, dotan al conjunto urbano de
una elevada calidad ambiental y paisajística en términos generales.
Bien es cierto, y así hay que reconocerlo, que esa elevada calidad ambiental disminuye
según nos vamos alejando del corazón de la ciudad, siendo los corredores Este, del
Urumea, y de la antigua N-I, en Añorga, las zonas menos agradecidas desde este punto de
vista. Precisamente por ello, deben constituirse en las zonas de preferente actuación en la
aplicación de los criterios de calidad ambiental y sostenibilidad que rigen este documento.
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B.- El frente costero o litoral.
Su condición de municipio costero confiere a Donostia-San Sebastián una determinada
calidad paisajística y visual, que forma parte de la imagen percibida por los habitantes y
visitantes de la ciudad.
En el ámbito urbano, el frente litoral constituye uno de los elementos más representativos e
identificativos de la imagen de la ciudad, confiriendo al tejido urbano una sensación de
apertura y descongestión. En su colindancia, las actuaciones urbanas, tanto urbanísticas
como arquitectónicas, han sido, en líneas generales, integradoras de ese espacio en la
trama urbana, dando lugar a un paisaje de elevada valoración ambiental. Dicha imagen, y
así hay que tenerlo bien presente es, al mismo tiempo, resultado de una alteración o
invasión sustancial del paisaje y los ecosistemas de marismas originarios, e incluso del
propio mar. Ello da muestra de la relevancia que adopta el cómo se hagan las cosas, tanto
como del propio hecho de hacerlas o no.
Por su parte, en lo que podemos denominar ámbito natural, el frente costero está constituido
por un conjunto de acantilados, más o menos abruptos, que destacan por sus cualidades
litológicas, geológicas, faunísticas y de vegetación.
Dentro de ese frente litoral, los acantilados, muy abruptos, de Ulia, deben ser destacados
por sus cualidades paisajísticas, geológicas -estratos de fuertes buzamientos-, y ecológicas,
por la riqueza y singularidad de su vegetación, perfectamente adaptada a la sal y el viento,
así como por la presencia de colonias o comunidades de aves marinas y terrestres que
utilizan las paredes del acantilado como zona de nidificación y reposo.
C.-La red fluvial.
Los cauces fluviales que discurren por el municipio donostiarra, y fundamentalmente el río
Urumea, en cuanto que atraviesa el núcleo central de la ciudad, constituyen valiosos
elementos del territorio.
En el ámbito urbano, el río constituye, por un lado, un condicionante para su desarrollo,
marcando la morfología y trama urbanas que se desarrollan a sus márgenes; y, por otro,
una referencia perceptual que confiere legibilidad a la ciudad, a modo de canal, como
elemento dominante y básico en el mapa mental de los ciudadanos. A su vez, la presencia
del agua en la ciudad constituye un factor de habitabilidad y confort psicológico para la
mayor parte de sus habitantes.
Ya en el ámbito natural, los cauces fluviales constituyen uno de los recursos naturales más
valiosos del territorio, dando lugar a los denominados ecosistemas fluviales, de gran riqueza
y diversidad biológica, que constituyen el hábitat de numerosas especies animales y en
torno a los que se ha desarrollado la denominada vegetación de ribera. Las regatas de
Abalotz, Landarbaso, Barkaiztegi, Balentegi, Igara y las costeras de Mendizorrotz, son
algunas de las que mejor conservan esos elementos naturales de gran valor.
D.-Los parques urbanos.
Cuenta Donostia-San Sebastián con una importante red de parques y jardines, plenamente
integrados en la trama y tejido urbano de la ciudad, que dotan a la misma de la
característica imagen verde que posee. En la escala de barrio constituyen un verdadero
valor en el desarrollo de las actividades de ocio y esparcimiento de la población,
representando un factor clave en la calidad de vida de la misma.
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Junto a ello, esta red de espacios verdes produce otros efectos positivos en la ciudad:
reduce la contaminación, mejora el microclima urbano, crea zonas de vida natural en el
interior del medio construido y proporciona acceso al medio natural a sus habitantes.
Buena parte de ellos son herencia del pasado histórico de la ciudad, habiéndose
configurado como red, a partir del vigente Plan General, mediante la incorporación de
nuevos espacios verdes que completan el sistema.
Dentro de ellos, se han de destacar los parques de Urgull y la Isla Santa Clara, que forman
parte indiscutible del paisaje natural y la memoria histórica de la ciudad; el parque de
Miramar, que por su localización, en la Bahía de la Concha, forma parte de la imagen de la
ciudad; el parque de Cristina Enea, con una importante presencia de arbolado de gran
porte; el parque de Aiete, con tradición histórica en la ciudad; y los más recientes parques
de Arria, Puio y Miramón que, complementados con los previstos pero aún pendientes de
ejecución de Arbaizenea y Lugariz, completan el “tramado” verde de la mayoría de los
barrios de la ciudad.
E.- Los parques y las áreas recreativas de carácter periurbano.
El modelo territorial propuesto por el vigente Plan General respecto a estos espacios
configura una aureola verde en torno a la ciudad, a modo de anillo, que abraza, de forma
inmediata, a la mayor parte de la misma -a excepción de la vega del Urumea y del barrio de
Añorga-.
Esta red de parques y áreas recreativas localizados en el ámbito natural del municipio -en
ocasiones compartiendo territorios con municipios limítrofes-, en los que en algunos de ellos
se compatibilizan los usos agrícolas -en ocasiones como verdadero recurso paisajístico del
medio-, con los de ocio y esparcimiento de la población, presenta una disposición territorial
que da respuesta inmediata a las necesidades de la población en ese campo.
El actual parque de Lau Haizeta, el más o menos inmediato parque de Ulia y los, ya
previstos pero todavía sin ejecutar, parques de Mendizorrotz y Oriamendi, junto con el de
Aiako Harria, configuran conforme al planeamiento vigente la red de espacios de ocio y
esparcimiento, de dotación a la ciudad y a buena parte del área funcional de Donostialdea.
F.- Las explotaciones agrarias estratégicas existentes y su efecto en el paisaje.
Al contrario de lo que pudiera parecer, en atención al carácter netamente urbano del
municipio, Donostia-San Sebastián cuenta con alguna de las explotaciones agrarias más
importantes de la comarca e incluso del territorio histórico. La proximidad del importante
mercado urbano para algunas de esas explotaciones, orientadas a productos de calidad,
representa un factor determinante en el carácter y orientación de las mismas.
La defensa del valor, no sólo agrario de las explotaciones sino, fundamentalmente, por su
función ambiental, cultural y social, en el mantenimiento de unos valores paisajísticos
directamente relacionados con la actual calidad de vida de la sociedad urbana instalada en
el entorno y, en defensa del recurso suelo como bien escaso, ha de ser elemento de
referencia en el contraste y confrontación de todos los intereses, demandas, necesidades y
propuestas que surgen desde todas las ópticas de la ordenación territorial.
Así, un total de 28 explotaciones agrarias censadas en el término municipal responden a la
condición de estratégicas conforme a los criterios establecidos por “Behemendi”, resultando
fundamentales, tanto para el mantenimiento y desarrollo del sector agrario, en atención a su
modernidad, rentabilidad y sostenibilidad, como para la conservación y cuidado del paisaje
más próximo a la ciudad. El “Diagnóstico referido a las explotaciones agrarias” que forma
parte del libro “I. Información y diagnóstico” identifica, tanto literal como gráficamente dichas
explotaciones.
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Por todo ello, la protección desde una perspectiva agropaisajística del medio natural resulta
de vital relevancia en el mantenimiento de los actuales recursos ambientales del ámbito
objeto de estudio.
G.-El valor o capacidad agrológica del suelo.
El concepto de capacidad agrológica resume, fundamentalmente, dos aspectos de un
terreno. Por un lado, la capacidad de producción agraria del suelo. Por otro, el riesgo de
pérdida o deterioro de tal capacidad, en función del sistema de explotación al que sea
sometido. Dicha capacidad es tanto mayor cuanto más amplia es la gama de producciones
posibles y mayores los rendimientos que dichas producciones proporcionan, lo que depende
de un conjunto de caracteres climáticos, fisiográficos y edáficos.
Por tanto, aquellos suelos de altas capacidades agrológicas constituyen un innegable
recurso, tanto respecto del punto de vista de la máxima intensidad de explotación
agropecuaria, como desde, en concordancia con ésta, el valor agropaisajístico que la
existencia y desarrollo de explotaciones agropecuarias modernas, rentables y sostenibles,
confiere al paisaje y al territorio.
Si bien se ha de reconocer que no existen en el municipio suelos que correspondan a la
er
mejor clase productiva (Clase “I”), sí que se localizan suelos pertenecientes al “1 Grupo” de
la clasificación agrológica efectuada por el Departamento de Agricultura y Pesca de la
Diputación Foral de Gipuzkoa. Son terrenos muy apropiados para cultivos, con suelos en los
que es posible aplicar sistemas de explotación de laboreo permanente o cualquier otro.
Concretamente esos suelos de mayor valor agrológico se sitúan en las vegas de los ríos
Urumea (a la altura de Martutene) y Oria (en el enclave de Zubieta). Son suelos aluviales,
de alta fertilidad, que se caracterizan por sus suaves pendientes y escasos problemas de
erosión, a excepción de los daños que pudieran producir las inundaciones. Conforman el
denominado paisaje de vega, caracterizado por cultivos hortícolas, normalmente bien
cuidados. Todos ellos pertenecen a la clase agrológica “II”.
A estos ámbitos, pueden incorporarse, también por su considerable valor agrológico, todos
los suelos categorizados como clase “III” y aquellos otros que, en colindancia con los
primeros, cuentan con categoría de clase “IV”.
A la clase “III” pertenecen las zonas de “Zabalegi”, en el límite con Hernani; ciertos suelos
de la Vega del Urumea; ciertos terrenos situados al Norte de San Marcos; algunos terrenos
situados en las proximidades del Hipódromo de Zubieta; la isla de Zubieta; la zona de “La
Hípica”, en Loiola; una importante superficie en Igeldo, entre el casco y Amezti; y una
pequeña área en las proximidades del Caserío “Murgil”, en Igara.
H.-La vegetación.
Si bien se ha de admitir que la vegetación actualmente existente en el municipio poco tiene
que ver con la vegetación potencial -aquélla que resultaría de la evolución de los factores
físicos, químicos y biológicos de origen natural, sin intervención humana-, existen una serie
de ámbitos o zonas que presentan una vegetación en buen estado de conservación, que
resulta trascendental en la configuración de determinados paisajes, de alto valor
medioambiental.
Entre la vegetación digna de catalogar como recurso valioso del territorio donostiarra cabe
citar:
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*
La vegetación propia de los acantilados, que, bien adaptada a niveles elevados de
salinidad y al azote del viento, y por motivos fundamentalmente de inaccesibilidad,
presenta un buen estado de conservación.
*
La vegetación de ribera, muy reducida en los principales cauces -prácticamente reducida
a una estrecha aliseda en la vega de Martutene-, y limitada a ciertas manchas de
bosques mixtos atlánticos existentes en torno a algunos arroyos.
*
Los robledales mixtos, que si bien han experimentado un importante retroceso,
mantienen masas considerables en las zonas de Agiti, la vaguada de Barkaiztegi y, en
mucha menor medida, en otras localizaciones del municipio.
*
Los hayedos de Urdaburu, -dentro del Parque Natural de Aiako Harria- y Landarbaso,
únicos existentes en el territorio municipal.
*
Otras unidades o grupos arbóreos integrados en el Patrimonio Urbanístico Catalogado
del vigente Plan General, reajustados y/o complementados con los que resulten de los
trabajos que actualmente se están realizando en esa materia.
I.- La fauna.
Existen o se han localizado en el término municipal de Donostia-San Sebastián una serie de
especies de especial interés, algunas de las cuales cuentan con una normativa específica
de protección y conservación.
Someramente cabe destacar, por su relevancia, la presencia de la Ranita Meridional (Hyla
Meridionalis) en la zona de Igara y el Desmán del Pirineo (Galemys Pyrenaicus) y el Visón
Europeo (Mustela Lutreola), localizados ambos en la zona alta del Urumea y en el arroyo de
Landarbaso, dentro del enclave del mismo nombre. Todas estas especies están
consideradas en peligro de extinción, y cuentan con su propia normativa de protección.
Por último, cabe citar la comunidad de aves ligadas al medio marino que encuentran en los
acantilados costeros de Ulia, una excelente zona de nidificación y reposo.
J.- Las acciones humanas y urbanas.
La ciudad, en términos generales, y Donostia-San Sebastián es claro ejemplo de ello, es
resultado de un continuo proceso de desarrollo histórico en el que determinadas decisiones
humanas alteran y/o se adaptan al territorio existente, dando lugar a la ciudad que
actualmente podemos observar, también en continua evolución.
Algunas de esas decisiones y/o actuaciones han dado lugar a resultados urbanos que hoy
día son calificados, mayormente y casi sin discusión, como de altamente positivos; que
forman buena parte de la identidad de esta ciudad. Ese resultado conforma una buena parte
de las potencialidades o recursos que posee Donostia-San Sebastián.
Dentro de estas actuaciones humanas valoradas positivamente, cabe destacar las
siguientes:
*
El modo de intervención urbanística mediante la trama de ensanche en las zonas llanas
de la ciudad constituye uno de esos valores positivos de la ciudad desde el punto de
vista de la sostenibilidad, al generar un modelo urbano razonablemente compacto, que
facilita la creación de espacios de relación social más intensos, al tiempo que evita un
consumo elevado del suelo.
Con independencia de la mayor o menor alteración del paisaje natural originario mayormente marismas-, y su valoración con las pautas medioambientales actuales, la
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forma en la que, desde mediados del siglo XIX, se acometió el crecimiento de la ciudad
tras el derribo de sus murallas, con un resultado de ciudad compacta, con importantes
niveles de densidad urbana, ha dado lugar a buenos resultados desde el punto de vista
de su comportamiento ambiental y los principios de sostenibilidad. Así, su considerable
grado de compactación contiene una buena mezcla de usos y mixtura urbana, y, permite
resolver de manera más acorde con esos principios de sostenibilidad, la movilidad de la
población y el acceso de ésta a las dotaciones y servicios públicos.
Así, la trama ortogonal resultante, con una marcada jerarquía de calles, en atención a
sus anchuras, y unas construcciones, en general, de calidad, ocupa buena parte de las
zonas llanas de la ciudad. Quizás, el ejemplo más representativo lo constituya el
denominado ensanche Cortázar, en su acepción territorial más amplia, desde la Parte
Vieja hasta el Parque Araba, incluyendo el ensanche Oriental, con una trama regular, de
retícula cuadrada, bien jerarquizada. Otros ejemplos de esa misma naturaleza vienen a
ser los ensanches de Gros, El Antiguo y Amara.
Este último barrio, compatibiliza la trama de ensanche con otras tipologías edificatorias, y
tiene en conjunto un importante grado de compactación e intensidad, que favorece una
efectiva y real vida social y mixtura de usos, elementos básicos en la sostenibilidad del
urbanismo.
Por último, a esas actuaciones en las zonas más o menos llanas de la ciudad, se ha
sumado alguna otra de similar naturaleza en terrenos de mayor complejidad orográfica,
con resultados similares desde el punto de vista de la sostenibilidad. Intxaurrondo Sur
constituye el más claro ejemplo de ello.
*
La red de dotaciones y equipamientos públicos, a escala de barrio.
El actual modelo de equipamientos comunitarios, en la escala de barrio, basado en la
búsqueda de una distribución equilibrada entre los distintos barrios o agrupaciones de
éstos, al objeto de garantizar el acceso inmediato de los servicios que prestan a toda
población, es otra de las actuaciones humanas que merece la consideración de valiosa,
como recurso positivo con el que cuentan los habitantes de la ciudad.
Así, aprovechando las oportunidades de localización y a pesar de la escasez de las
disponibilidades de suelo en las áreas consolidadas, se ha logrado una verdadera red o
entramado, caracterizado por una distribución equilibrada de estas dotaciones por los
distintos barrios de la ciudad.
Como ejemplos más notorios de dichas dotaciones podemos citar el equipamiento
deportivo, prácticamente existente en todos los barrios de la ciudad, y el sociocultural y
recreativo, con una extensa red de casas de cultura y centros culturales, en la práctica
totalidad de los barrios de la ciudad.
*
La jerarquía de la red viaria de tráficos rodados.
La red de infraestructuras de comunicación viaria presenta en el municipio un adecuado
esquema de jerarquización, que permite la diferenciación de los tráficos rodados en
distintos niveles de intensidad.
Por un lado el tráfico de ámbito supramunicipal tiene en la carretera-variante su vía de
tránsito.
Por otro, la estructura y configuración del viario interior de la ciudad se ha visto
favorecida por la estructura ortogonal del Ensanche y del viario paralelo a la costa y al
río. Esa jerarquía viaria interior en el centro de la ciudad permite la reutilización de
determinados espacios urbanos para usos menos agresivos que el del automóvil.
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Esa misma jerarquía puede hacerse extensible a los corredores o distribuidores viarios
de conexión entre ese centro urbano y los barrios colindantes: el corredor Este, hacia
Gros, Ategorrieta, Intxaurrondo, Miracruz-Bidebieta y Altza; el corredor Sureste, hacia
Amara, Loiola y Martutene; y el corredor Oeste, hacia El Antiguo-Ondarreta, Ibaeta y
Añorga.
*
La red de la movilidad sostenible: las calles y espacios peatonalizados y las vías
ciclistas.
La existencia de una red de itinerarios peatonales y ciclistas, surgida a partir de la
consideración del peatón y la bicicleta como elementos relevantes en el sistema de
transporte urbano y en la habitabilidad de la ciudad, constituye -aunque limitada a la
parte central de la ciudad-, otro de los recursos valiosos, en términos de sostenibilidad,
que la ciudad, en términos globales, presenta.
Las nuevas pautas en políticas de movilidad, en las que se promueven medios de
transporte alternativos al automóvil, encuentran en la existencia o creación de toda una
red vías e intersecciones de carácter peatonal uno de sus principales sustentos. La
nueva consideración del peatón como centro de la movilidad y de la mejora en la
habitabilidad y calidad de vida urbana ha dado sus frutos en una transformación
sostenible de los espacios urbanos, una dinamización de los usos comerciales
localizados en ellos, y en el incremento del consumo amable -estancial y de paseo-, de
los espacios libres. Se ha producido, en definitiva, un recuperar la calle y los espacios
públicos para usos más acordes con los principios y criterios de la sostenibilidad urbana.
La transformación de buena parte de la red viaria del centro de la ciudad, en la que,
mediante la modificación de su configuración física, se ha sustituido la circulación rodada
por la movilidad peatonal y en bicicleta, permitiendo el acceso peatonal y ciclista a los
principales espacios públicos y equipamientos más representativos de la ciudad y de sus
barrios, se ha constituido en unas de las actuaciones de mayor relevancia en la calidad
de vida de sus habitantes.
A estas actuaciones, centradas mayormente en el centro, se ha sumado la introducción
de criterios de sostenibilidad en la movilidad en actuaciones contenidas en los planes de
circulación de los barrios de Gros, Amara o Larratxo, en las intervenciones de nueva
creación en barrios como Intxaurrondo, y en intervenciones de reforma y regeneración
de espacios para estos usos, estanciales y peatonales, en barrios como Bidebieta-La
Paz. Reforzar estos criterios en la periferia de la ciudad, donde la orografía es más
complicada para esos fines, -lo que requiere buscar soluciones más ingeniosas,
mediante distintos sistemas de elevación mecánica-, debe ser el siguiente de los
objetivos en esta materia; al objeto de acercar e igualar, en la medida de lo posible, las
periferias al centro de la ciudad.
En definitiva, la apuesta por el mantenimiento y mejora del modelo de movilidad y
transporte en el que la ciudad está inmersa -en el que la peatonalización es el eje de la
movilidad no motorizada-, debe constituir uno de los valores de la sostenibilidad en esta
materia. En ella, la potenciación de los itinerarios peatonales y ciclistas de interconexión
entre los distintos barrios de la ciudad, apoyados en los espacios libres y dotaciones
existentes y/o futuras debe constituir, como ya se ha indicado, el siguiente de los pasos a
dar en aras a la movilidad sostenible.
*
El patrimonio cultural, arqueológico y arquitectónico.
La ciudad -en su concepción más amplia como término municipal- cuenta con la
existencia de una serie de elementos -sean restos de carácter arqueológico y
prehistórico, sean edificaciones, construcciones e incluso formas o maneras de acometer
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la urbanización de determinadas partes de la misma-, que, bien por constituir vestigios y
muestras bien conservadas de la historia y del pasado más remoto de nuestro entorno,
bien por su carácter de representatividad de determinadas épocas o estilos artísticos o
arquitectónicos, o por la propia valía intrínseca de los mismos, constituyen un innegable
valor cultural, que hemos de preservar y mantener, como legado a generaciones
venideras.
En la actualidad se están realizando los trabajos de elaboración del Plan Especial del
Patrimonio Urbanístico Catalogado, tanto en lo referente a los elementos arqueológicos y
edificatorios, como a los naturales.
Los criterios y las conclusiones que resulten de esos trabajos conformarán las pautas de
tratamiento de dicho patrimonio a los efectos de su correcto protección y conservación,
previa la debida y precisa identificación del mismo.
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