Las Promesas de Dios Esteban: ¿Cuántas veces ha prometido algo? ¿Cuántas veces cumplió lo que prometió? Una de las cosas que están ocurriendo, en este siglo XXI, es ver que mas y mas personas descreen crecientemente de las promesas que se le formulan, sin poder siquiera afirmarse en las palabras del otro para poder saber si eso llegara a suceder. Promesas, promesas que en esta sociedad posmoderna, Ezequiel, están mostrando que nos encontramos con un gran descreimiento en el prójimo. Ezequiel: Déjame convertirme en un abuelo o en un anciano por unos minutos y te voy a decir que antes cuando se daba la palabra se cumplía y ahora ya no se cumple mas con la palabra, y que la palabra del hombre ya no tiene validez, así que por eso ahora tenemos que firmar tantos papeles. Esto, supongo, que es lo que diría mi abuelo, lo que dice la gente mayor que muchas veces se queja de que la palabra ya no tiene el mismo valor que tenia antes o que tenia hace un tiempo y nos cuesta cumplir promesas. Ahora, yo no puedo tirar la piedra y esconder la mano porque he hecho muchas promesas que no he cumplido. Tengo que decir la verdad, y me parece que todos a veces prometemos cosas que después no cumplirnos. Para los padres es un clásico, por ejemplo, prometer cosas a los hijos para sacárnoslos de encima en un momento que se ponen demasiado, “Bueno, te prometo que mañana...” o “Te prometo que vamos a comprar...” y, finalmente, uno espera que la mente de chico, la memoria, vaya olvidando esas cosas. Pero, somos muchas veces incumplidores compulsivos de promesas y rompemos muchas veces nuestras promesas. A veces, esto es divertido, a veces es grave. Nosotros vemos con que liviandad se toma ahora el matrimonio y el matrimonio es una promesa de dos personas, la promesa de acompañarnos hasta que la muerte nos separe. Esteban: Muy fuerte, ¿no? Ezequiel: Es muy fuerte. Es un tiempo larguísimo, dura toda la vida, así que mas largo que eso no puede ser y, de alguna manera, es promesa que tantas personas hacen, vemos como día a día se va incumpliendo. Sabemos que a veces pasan cosas muy severas, muy complicadas y lamentablemente hay que llegar a ese tipo de “soluciones”. Pero, también vemos lo otro. Vemos muchos matrimonios en donde no hay voluntad de mejorar lo que esta mal y eso duele, por supuesto, y uno dice: “Acá hay un incumplimiento de la palabra dada”. También lo vemos, pos supuesto, en los chicos, en los jóvenes. A todos nos cuesta y creo que, aunque sabemos que esta mal, no deberíamos juzgar al que incumple sus promesas. Pero, hay una raza especial acá en Latinoamérica de incumplidores de promesas. Político en campaña va a prometer absolutamente todo y después sabemos que no lo cumplen. Ellos son una raza aparte. En mi país hay un dicho que dice: “Nunca le creas a un político en campaña”, así que eso creo que también es cierto. Tal vez hay una diferencia, a veces nosotros no cumplimos las promesas porque no podemos, a veces uno hace la promesa en un acto de absoluto optimismo, “Pienso que voy a poder cumplir con esto”, “tengo la voluntad”. Entonces el estudiante universitario dice “Prometo que voy a aprobar todas las materias” y después se le complico, la cabeza a veces no da para todo lo que uno quisiera y uno quisiera cumplir la promesa, pero termina incumpliendo, de alguna manera, involuntariamente. Esteban: O aparece el hecho de que los recursos que sean no están disponibles y entonces incumplimos. Ezequiel: Pasa muchas veces, sobre todo a los jóvenes, que a veces hacen un planteo de su vida determinado pero, como les falta experiencia en la vida, muchas veces se encuentran con cosas que van obstaculizando el cumplimiento de esas promesas que hacen. Ahora, volviendo al ejemplo del político, el político es disintió porque miente. Generalmente él sabe que su promesa no la va a cumplir, seguramente quiere cumplirla, pero sabe que no va a poder cumplirla porque sabe calcular si los recursos le alcanzan o no. Muchas veces es un engaño hacia el pueblo y hacia sus futuros votantes. Esteban: “¡No pondremos nuevos impuestos!” Ezequiel: Si, yo no quiero hablar ni hacer ningún tipo de referencia con respecto a mi país, pero mi país tiene un largo historial con respecto a este tipo de situaciones. Los argentinos estamos muy acostumbrados a que los político nos mientan y nos mientan con cosas muy graves. Y creo que es una característica muy propia de Latinoamérica. Creo que en muchos países de Latinoamérica estamos acostumbrados, los perdonamos prácticamente, pensamos que forma parte de la tradición que el político mienta en campaña. Esteban: Es como que la gente quiere a veces que le endulcen los oídos con las cosas que escuchan, saben en el fondo que no se van a poder cumplir, pero igualmente al escucharlo generan algún tipo de optimismo frente a la situación y hay acepta esa mentira, la promesa falsa. Ezequiel: Yo creo que ningún experto en marketing recomendaría a un político que diga que va a subir los impuestos, parece que eso es totalmente contraproducente. Hubo en la historia ciertos políticos o personas que enfrentaron al pueblo con la verdad y uno los admira, y nos les fue mal, son recordados con mucho cariño por la historia. ¿Por qué? Porque asumieron en su momento un rol de dadores de verdad. De alguna manera, dijeron: “No voy a prometer porque no puedo cumplir”. Hay un acto de honestidad al decir “no voy a prometer porque no puedo cumplir” al que estamos muy poco acostumbrados. Generalmente es “prometo, prometo y prometo, porque total son palabras y, como dice el dicho, las palabras de las lleva el viento”. Ahora igual queda todo grabado así que el viento no se las lleva muy lejos, de alguna manera siempre el famoso archivo y no dicen que nadie lo resiste y lo comprobamos. Pero, también, como decíamos antes, tenemos que hace un mea culpa, nosotros tampoco somos cumplidores permanentes de promesas y muchas veces hacemos promesas que no cumplimos. Esteban: Tal vez no tiene la dimensión de las que tiene un político, por el impacto social y publico con que se da eso. Pero, en nuestras relaciones familiares, interpersonales, con compañeros de trabajo, en la empresa, es el mismo patrón pero a una escala mas reducida. Esteban: Seguro y no lo condenamos tan duramente porque las consecuencias no son tan graves, pero el hecho en si, como decís, es exactamente el mismo. En el ambiente laboral también, hacemos muchas promesas, “prometo que mañana lo traigo” y terminamos no cumpliéndolas. Y hay promesas, como decíamos, mucho mas serias que a veces hacemos y que después no podemos cumplirlas. Prometer es todo un tema, porque uno a veces piensa que va a poder estar a la altura de las circunstancias y finalmente la vida nos demuestra que no podemos. Yo hace un tiempo, no voy a dar nombres, pero tenia un amigo que prometía siempre para mañana, “para mañana te lo llevo”, el mañana de él era un mañana muy flexible porque todos los días lo iba posponiendo. Y un decía ¿por qué no me dice “dentro de un mes te lo llevo”? Y yo me quedo tranquilo y espero un mes, no tengo ningún problema en esperar. Normalmente esas promesas que hay mucha gente que hacen, “no, mañana vengo”, “mañana lo arreglo”, “mañana lo soluciono”, el Argentino tiene un mal endémico con esto, siempre es mañana y nunca se proyecta en el tiempo. A veces es mejor decirle a alguien “voy a hacerte esperar un poco mas” y después traer el trabajo antes, que hacerlo al revés. Y lo digo con conciencia que sale del corazón porque tengo en este momento mi automóvil en el taller y me dijo el mecánico que me lo iba a dar para dentro de dos días y si no me lo da no me puedo ir de vacaciones. Así que espero que el cumpla su promesa y que no me diga “Mañana, mañana, mañana”, así que eso pasa, hay alguno que son así. Espero que mi mecánico cumpla con mi auto y que me lo de para el día que me prometió, pero ¿cuantas veces nos pasa que vamos a buscar algo, nos dijeron ya está y resulta que no está? E incumplimos así, con pequeñas cosas y a veces con grandes cosas. Pero hay toda una cultura de hacer promesas y no cumplirlas. Esteban: Reconozcamos que los latinoamericanos somos especialistas en esto. Hablaba con un muchacho europeo de un país de Europa Central, de Eslovaquia precisamente, y dice “la única palabra que logre aprender en algún viaje a Latinoamérica es ‘mañana’ porque nadie cumple nada, dicen mañana, mañana, mañana”. Como que hay cierta tendencia cultural a esta postergación permanente de lo que prometemos hacer. Ezequiel: Seguro. Hay también un gusto, yo creo en toda Latinoamérica y que, tiene un nombre especial que ahora lo voy a mencionar, hay un gusto muy grande por el envolver al otro con palabras. El latinoamericano es muy literario en su forma de hablar y de conducirse. Lo cual a mi me resulta interesante pero a veces se utiliza negativamente. En Argentina a eso lo llamamos “chamullar”. El chamullo es decirle al otro, intentar envolverlo por medio de mis palabras, intentar engañarlo. Y hay gente que chamulla, que intenta engañar al otro hablando y para hacerlo, hace promesas que no va a poder cumplir, pero la promesa siempre es una especie de garantía verbal que yo logro por parte del otro de que va a lograr concretar algo de lo que le estoy pidiendo. Así que vivimos en una cultura de la promesa incumplida. Esteban: Vamos a la pausa. Aquí en la charla de Tierra Firme con Ezequiel Dellutri estamos hablando de las promesas y cuan fieles somos en cumplirlas cuando las formulamos. Ya venimos. PAUSA Esteban: Bueno, siendo que estamos en una cultura, en una sociedad donde las promesas se incumplen casi endémicamente y como una especie de deporte continental, postergándolas en cumplir. Parece que nos vamos volviendo cínicos, con falta de capacidad de creer en el otro y entonces nos quedamos que no hay nadie que pueda cumplir promesas, o que es algo cada vez más raro. Ezequiel: Yo creo que hay gente todavía que puede cumplir promesas. Mi padre es una persona que siempre cumple con lo que promete. No promete mucho, vamos a decir la verdad, pero cuando promete algo el aparece, él dice: “te prometo que te paso a buscar a las cinco y media” y a las cinco y media siempre está ahí. Incluso cuando de repente hay algo que no hace uno se preocupa un poco, porque uno dice: “Le habrá pasado algo”, porque generalmente es muy cumplidor, por lo menos con todo lo que es horarios es una persona extremadamente cumplidor. Y recuerdo que mi abuelo paterno también era así, una persona extremadamente cumplidora. Y mi abuela materna también es una persona que si uno no le cumple una promesa mas vale cruzarse de vereda cuando aparece porque lo va a reclamar por siempre. Creo que si es verdad que antes había una cultura mas relacionada con la palabra y el valor de la palabra. Cuando una persona daba la palabra, creo que para que la sociedad funcionara porque no había tantos recursos legales ni tanta llegada a los recursos legales, sobre todo dentro de las clases mas bajas, había una necesidad que cuando una persona daba la palabra la cumpliera. Y eso era de alguna manera lo que hacia mover la sociedad, porque ese voto de confianza que permitía, yo recuerdo y hay gente que hasta el día de hoy lo hace, que se alquilaban casas de palabra, sin ningún contrato de por medio, lo cual hoy por hoy es muy peligroso de hacer porque puede salir perjudicado uno u otro lado y, sin embargo, en su momento se hacían muchas transacción de esta manera porque había una fidelidad a la palabra dada, palabra empeñada, como se dice muchas veces. Y creo que eso hacia que la sociedad confiara un poco mas en el otro. Después, de a poco, fuimos defraudando esa palabra que íbamos dando y hoy por hoy somos todos desconfiados. Y esto no tiene que tomar el oyente como incentivo a volver a ser un confiado o un ingenuo, me parece muy bien que todos hagamos las cosas resguardándonos de lo que puede pasar, pero sería lindo también poder confiar en la palabra del otro. Esteban: Bueno, entonces, en este contexto cuando tenemos tantas dudas y tantos buenos deseos pero, que sabemos, son muy difíciles de cumplir, ¿dónde podemos encontrar promesas que sean fieles? Ezequiel: Esteban, una de las personas que a mí siempre me asombro son los ancianos de la iglesia. El que va a una iglesia sabe que hay gente que va hace muchísimo tiempo, gente ya mayor, y uno cuando habla con ellos una de las cosas que mas reiteran es el tema de las promesas, como una constante. Es decir: “porque las promesas de Dios, porque la promesa y leí en la Biblia tal promesa”, yo la verdad que durante mucho tiempo no entendía a q se referían, ¿por qué hacían tanto énfasis en las promesas? ¿Qué importancia tenia para esa gente ya mayor que tenia la vida hecha, que ya estaba transitando el ultimo periodo de su vida? A pesar de eso se aferraban de alguna manera a promesas, que uno piensa que si ya no se cumplieron ¿cuando llegaran? Si ya no queda mucho tiempo. Y, sin embargo, después de pasar por dos o tres cosas en mi vida, empecé a darme cuenta porque reaccionaban o pensaban de esa manera. En primer lugar, creo que a medida que uno crece va acumulando mayor cantidad de promesas incumplidas por parte de los hombres. Cada vez empezamos a descreer más de las promesas que nos hacen las personas que tenemos alrededor. Es inevitable, lamentablemente, que sea así. Por otro lado, nos empezamos a dar cuenta de algo que parece superficial u obvio, tal vez, sería la palabra adecuada, y es que las promesas que aparecen en la biblia son las únicas que si o si se cumplen. Creo que es un poco tramposo hablar de promesas de la Biblia porque una promesa es algo que yo espero cumplir y que podría incumplirse, sin embargo, las promesas que aparecen en la Biblia son todas promesas que se cumplen. No hay ninguna duda de que la Biblia contiene una cantidad muy grande de promesas y que todas esas promesas son dadas por Dios, y que Dios cuando da su palabra (como le dice a Jeremías: “te doy mi palabra”, Dios cumple. En la vida nos enfrentamos con muchas decepciones, a veces tenemos amigos que los queremos como si fueran hermanos y nos terminan traicionando, se terminan alejando, terminamos teniendo una relación distante con ellos. A veces, nuestros padres cuando somos jóvenes nos decepcionan. ¿Cuantas personas hay que llegaron a los 15 o 16 años y terminaron descubriendo dolorosamente que los padres no eran lo que pensaban ellos que tenían que ser, no eran lo que prometían ser? Pero, de pronto, muchos chicos se enfrentan a la realidad de pensar que tienen una familia constituida, firme, sólida y después con el paso del tiempo se dan cuanta que eso no es así, que hay problemas graves dentro de su familia y muchas veces, tristemente, la familia termina disgregándose y todas las promesas de ser una familia perfecta, una familia normal, terminan esfumándose. Y cuanto dolor nos producen las promesas incumplidas cuando son de este tipo o cuando, como decíamos al principio, dos personas se juran amor eterno, amor durante toda la vida y después a los 3, 4, 5, 6, 10 años terminan negando, de alguna manera, todo lo que habían prometido y tirándolo a la basura porque no pudieron sostener esa palabra que habían dado. Frente a ese panorama que pintamos en el bloque anterior y a principio de este bloque, cuando uno encuentra a alguien que siempre cumple sus promesas se transforma en una persona en quien confiar. El otro día había encargado un trabajo para hacer en mi casa y cuando la persona termino le di el dinero y le pedí lo que le pide uno siempre cuando le da una cierta cantidad de dinero: “cuéntelo a ver si está bien” y la persona me dijo: “no, no lo cuento porque temes cara de bueno”. Yo no tengo cara de bueno, tengo que decirle a los oyentes, tengo cara de gordito pero no se si gordito bueno. Pero de alguna manera lo que estaba intentando trasmitir era: “necesito confiar en alguien”, es decir, tengo que confiar y por lo menos usted tiene cara de bueno, voy a confiar en usted. Y uno ve que cuando la otra persona encuentra alguien en quien confiar lo estima. ¿Por qué? Porque cada vez hay menos personas en las que confiar. Voy a poner un ejemplo muy concreto Esteban, cada vez hay menos personas que cuando le dan de más el vuelto, van y devuelven el dinero. Una cosa tan sencilla como esa, aunque sea una moneda, dos monedas, un billete, no importa cuanto, pero ¿cuantas veces nos pasa esto? Si uno le dice a la persona que le dio mal el vuelto, siempre piensan que uno esta diciéndolo porque siente que le dieron de menos y a veces uno esta diciendo porque el otro le dio de más. De alguna manera, uno quiere devolver eso porque siente que no le corresponde, porque siente que es lo que debería hacer. Cuando encontramos alguien en quien confiar lo respetamos. Confiar en alguien, saber que alguien es bien, saber que alguien va a cumplir con su palabra, sigue siendo para nosotros un signo de respeto, encontrar alguien en quien podemos confiar. Como decíamos, en la vida hay mucha gente en la que confiamos y nos defrauda, hay gente en la que confiamos también y nos acompaña a lo largo de toda la vida, nuestros amigos, esos que queremos, de toda la vida y que sabemos que están en las malas y en las buenas con nosotros, pero de alguna manera hay siempre un espacio en donde la otra persona no va a poder estar con nosotros. Hay un margen de error. Aun nuestros amigos cuando dicen: “yo voy a tratar de estar siempre al lado tuyo”, sabemos que ese “siempre” es relativo, que cuando él tenga un problema mayor al que tenga no va a poder estar y nosotros lo entendemos porque es una cuestión lógica, que cuando este lejos físicamente de nosotros no va a poder darnos una mano. Este año pase en mi vida una serie de momentos que me hicieron darme cuenta de muchas de las cosas que Dios va diciendo y va marcando. Cuando nació mi segundo hijo estuvo internado durante 37 días, y es muy duro, sobretodo para la madre, dejar a un bebe en una incubadora. Poder verlo solamente momentitos chiquititos y dejarlo el resto del tiempo. Yo no se como hace el que no es cristiano para vivir una situación así, pero durante estos 37 días que estuvo internado (por primera vez, porque después volvió a estar intentando) el único consuelo que nosotros teníamos era que sabíamos que Dios lo estaba cuidando. Ni siquiera médicos, enfermeras, sabíamos que Dios estaba con él. Eso es algo que solamente puede prometer y cumplir Dios, es el “siempre voy a estar con Dios, no te voy a dejar nunca”. Eso no lo puede cumplir absolutamente nadie. Yo puedo tener todo el deseo y la intención de cumplirlo, pero el único que lo puede cumplir siempre es Dios. Es maravilloso saber que Dios cuando dice “yo voy a estar siempre con vos”, ese “siempre” es siempre. Para nosotros, para los hombres, cualquier siempre es relativo. Decimos: “este reloj lo voy a tener siempre conmigo” y mañana me roban y no lo tengo más. Decimos “este auto siempre funciona” y mañana se rompió el auto y tengo que ir caminando al trabajo. Todo lo humano falla. Y decimos: “mi esposa esta siempre conmigo” y sabemos que a veces las cosas no se dan bien en la vida y las familias se terminan rompiendo, y si no se terminan rompiendo sabemos que el tiempo es inexorable y que en algún momento nos vamos a separar tristemente de la otra persona. Y, de alguna manera, cuando escuchamos esa promesa, que para mi es una de las mas importantes, que nos hace Dios de: “Siempre voy a estar con ustedes, nunca los voy a dejar”, él es el único que puede cumplir esa promesa en toda su dimensión. No hay otra persona, no hay otra persona que pueda vencer y afrontar la soledad como Dios, Dios siempre con nosotros. La Biblia es un libro lleno de promesas. Uno toma la plataforma electoral de cualquier político y también esta lleno de promesas. Y ¿cual es la diferencia entre la Biblia y la plataforma electoral de un político? La diferencia es que Dios cumple y esa diferencia no es una diferencia menor. Esa diferencia marca que Dios no nos paga con la misma moneda que a veces pagamos nosotros. Esa diferencia marca que Dios es distinto a lo que somos nosotros y que esa diferencia que hay entre Dios y nosotros es lo que hace que nosotros tengamos necesidad de él. Y Dios no necesita de nuestra compañía, ¿por qué él eligió esta siempre con nosotros? Es algo que francamente nunca voy a entender pero, sin embargo, cuando tuvo que elegir, me eligió a mí, te eligió a vos Esteban, elige a cada uno de nuestros oyentes. Esa es la elección de Dios, cuando no era necesario que la diera, darnos su palabra de que iba a estar con nosotros, para mí es maravilloso. Sobre todo sabiendo que no es solamente un deseo, que es un hecho, que es algo que efectivamente cumplió y cumple cada día en nuestra vida