Tema 1: España: situación geográfica. Unidad y diversidad. 1. España como unidad geográfica. 2. La posición de España en el planeta tierra y sus consecuencias geográficas. 3. El proceso de organización político-administrativa de España. I. España como unidad geográfica.A. Caracteres generales: 1. El nombre de España proviene de la Hispania, denominación con la que los romanos designaron al conjunto del territorio peninsular. Pero la voz Hispania tiene un origen aún más antiguo: al parecer, fueron los fenicios los primeros en nombrar estas tierras ï-sch phanim, que significa «costa de los conejos»; los griegos, por su parte, dieron a la Península el nombre de Iberia. Otros nombres que recibió en la Antigüedad fueron los de Ophiusa y Hesperia. La constitución de los reinos de España y Portugal llevó a que la Península perdiera su antiguo nombre genérico de Hispania y adoptara el de península Ibérica. 2. El concepto de unidad geográfica de España es más político que geográfico. Porque la realidad territorial del reino de España (505.956 km2 de extensión), resultado de un proceso de formación histórica y no geográfica, está integrada por componentes diferentes: a. La parte que ocupa el Estado español dentro de la península Ibérica (la mayor parte del territorio del Estado español, con 493.484 km2), b. El archipiélago balear, que sí posee rasgos de unidad geográfica con la España peninsular, c. El archipiélago canario, bastante diferente por sus condiciones geográficas, y d. Las plazas de soberanía del norte de África, Ceuta y Melilla (más algunas otras pequeñas posesiones en la costa norte de Marruecos). 3. España es un país de gran extensión, el mayor de los que integran la península Ibérica y el segundo en superficie de la Unión Europea, después de Francia. Sus límites fundamentales son los mares Cantábrico y Mediterráneo y el océano Atlántico. Los límites terrestres se reducen, por el oeste, a la frontera con Portugal y, por el norte, al istmo que la une con el continente europeo y la separa de Francia por los Pirineos. B. Así, el concepto de unidad geográfica de España suele referirse más bien al carácter bien diferenciado de la Pla Ibérica, cuya mayor parte está ocupada por España, pero alberga también los estados de Portugal y Andorra y el enclave británico de Gibraltar. 1. En este último sentido, la península Ibérica se caracteriza por una acusada singularidad geográfica, que le presta un sentido de profunda unidad y que se caracteriza por los siguientes rasgos: a. El carácter profundamente peninsular: Es el primer rasgo sobresaliente del territorio español. El enorme cuadrilátero que forma el solar hispano, semejante a una piel de toro extendida, según el geógrafo griego Estrabón, está unido al continente europeo por un istmo de 440 km de largo. La estrechez de este istmo y, sobre todo, el que se asiente sobre él la cordillera Pirenaica, acentúan el carácter peninsular de España. Esta complicada soldadura ístmica da a la península Ibérica una singularidad que no tienen las otras dos penínsulas mediterráneas, la italiana y la balcánica. El aislamiento de la península Ibérica es mayor. Enorme desarrollo costero, consecuencia de la gran extensión y del marcado carácter peninsular. La España peninsular tiene 3.904 km de costa que, sumados a los frentes costeros de los territorios insulares (2.074 km), hacen un total de casi 6.000 km. Esto convierte a España en uno de los países europeos con mayor longitud de costas. b. La situación y la posición geográficas de la península Ibérica: A diferencia de las otras penínsulas europeas, la Ibérica es la más meridional y la más occidental, la única que se encuentra entre dos mares y la más próxima al continente africano. Se encuentra situada dentro de la zona templada del hemisferio Norte, entre los paralelos 36º 00'(isleta de Tarifa) y 43º 47'(Estaca de Bares), y los meridianos 7º este (cabo de Creus) y 9º 36' oeste (cabo Touriñán). Esta situación le confiere los siguientes rasgos originales: España está ubicada en la parte más occidental del Mediterráneo, en el lugar donde sus aguas se mezclan con las del océano Atlántico. En consecuencia, se encuentra situada entre dos mares. España, por su posición avanzada hacia el mediodía, es, al mismo tiempo, el país más próximo al continente africano. Tan sólo 14 kilómetros la separan de las costas africanas por el estrecho de Gibraltar. Como consecuencia de esta situación geográfica, la Península está incluida dentro del área del clima mediterráneo y ocupa una posición excéntrica respecto del continente europeo. c. La configuración del relieve: La singularidad geográfica de España está determinada también por las especiales características de la configuración de su relieve, que se pueden concretar en tres: la forma maciza, la elevada altitud media y la disposición periférica de los grandes sistemas montañosos: La forma maciza es consecuencia de la gran extensión en latitud y en longitud de la Península, del carácter poco articulado de sus costas, en las que existen pocos entrantes, y de la existencia de un litoral muy abrupto. Las consecuencias más sobresalientes de este hecho son el carácter continental del clima del interior de la Península y la gran distancia existente desde el interior hasta las costas. La elevada altitud media. España presenta una altitud media de 660 m, lo que la convierte en el segundo país más montañoso de Europa, después de Suiza (1.300 m), superando en más del doble la media europea (297 m). Esta elevada altitud no es el resultado de la presencia de altas cumbres, sino de la existencia de la Meseta castellana, cuyo nivel medio se halla entre los 600 y los 800 m. Aproximadamente el 18% del territorio peninsular español (84.976 km2) supera los 1.000 m de altitud y en algunas provincias, como León, Granada, Teruel, Guadalajara, Ávila y Soria, más del 50% de su superficie está por encima de dicha cota. En el extremo contrario se encuentran las tierras por debajo de los 200 m, que no pasan del 11%, mientras que las dos terceras partes del territorio de Europa quedan por debajo de esa cota. El carácter montañoso de la Península impone condiciones poco favorables para la agricultura, la distribución de la población, las vías de comunicación o el aprovechamiento de los ríos como vías navegables. La disposición periférica de los sistemas montañosos. El interior de la Península está dominado por la Meseta, que conforma una enorme penillanura interrumpida en su parte central por dos sistemas montañosos: el Sistema Central y los Montes de Toledo. El resto de los sistemas montañosos se disponen en torno o independientes de la Meseta castellana, de manera que el interior de la Península queda defendido como si de una fortaleza se tratara. Así, ciñendo la Meseta y en contacto con ella, se disponen los Montes de León, la cordillera Cantábrica, la Ibérica, la parte septentrional de la cordillera Subbética y Sierra Morena. Los otros dos sistemas orográficos importantes forman unidades independientes: los Pirineos al norte y las cordilleras béticas al sur. Esta singular disposición del relieve peninsular acentúa el carácter continental de gran parte del territorio, y explica una red hidrográfica caracterizada por un régimen torrencial y una gran capacidad erosiva. C. Por otro lado, su posición, la configuración de su relieve, su gran extensión y su propia historia, tanto geológica como humana, producen en ella grandes contrastes geográficos: 1. Los contrastes naturales: a. Contrastes litológicos. Desde el punto de vista geológico, España presenta tres grandes dominios litológicos claramente diferenciados: La Iberia silícea: formada por granito, gneis, fundamentalmente la parte occidental de la Península. pizarras y cuarcitas. Ocupa La Iberia caliza o calcárea: comprende la cordillera Cantábrica hasta Asturias, el Sistema Ibérico y las cordilleras subbéticas. La Iberia arcillosa y margosa: asentada sobre las depresiones del Ebro y del Guadalquivir, en ella domina la arcilla, las margas y los yesos. b. Contrastes geomorfológicos. El pasado geológico del relieve peninsular hace que existan tipos de relieve cuyas estructuras responden a diversas etapas geológicas. Diversos tipos de unidades morfoestructurales: macizos antiguos, como el Macizo Galaico y la Meseta, correspondientes al plegamiento herciniano; montañas jóvenes, como los Pirineos, la cordillera Cantábrica o las cordilleras béticas, de formas agrestes, cuyos materiales fueron plegados durante la orogénesis alpina; depresiones, como la del Ebro, el Duero o el Guadalquivir; llanuras litorales, etc. Diversos tipos de modelado en función de las diferencias en el roquedo y los procesos erosivos: superficies de erosión o penillanuras, modelado granítico, cárstico, volcánico, de rocas detríticas, dunar, litoral, etc. Todos ellos constituyen un auténtico mosaico que hace las delicias del geomorfólogo. c. Contrastes climáticos. La península Ibérica presenta una serie de contrastes climáticos notables, consecuencia de factores geográficos, como su posición entre dos mares, su extensión en latitud y longitud, su elevada altitud media, la disposición periférica de los sistemas montañosos respecto a la Meseta y la misma presencia de ésta en el interior. Estas oposiciones son apreciables en el comportamiento del régimen térmico y pluviométrico que se produce entre las tierras del interior peninsular y la periferia, por un lado, y entre las fachadas atlántica y cantábrica respecto al resto del país, por otro. d. Contrastes biogeográficos. Las diferentes condiciones de clima y de suelos entre la España húmeda y la España seca, o entre la atlántica y la mediterránea, produce también vivos contrastes en la vegetación clímax de estas áreas: En la España húmeda son característicos los bosques de hayas, robles, fresnos y abedules, los prados y las landas. En la España seca, la vegetación clímax se corresponde con árboles adaptados a la sequedad: xerófilos, perennifolios y esclerófilos, esto es, de hoja perenne (gruesa, dura y coriácea), como encinas, alcornoques, coscojas, etc. Aparte de estas formaciones boscosas, son característicos de la vegetación mediterránea los matorrales (maquis y garrigas) y el monte bajo. 2. Contrastes humanos: a. Contrastes en los paisajes agrarios. La importante influencia del clima en el aprovechamiento agrario determinará que en cada dominio climático de España pueda distinguirse un tipo de paisaje agrario específico: En la España atlántica, o España húmeda, es característico un paisaje donde priman el bosque y los prados, los campos cercados, que ocupan más del 70% de su territorio; de ahí su orientación hacia la ganadería. El paisaje rural atlántico se encuentra ocupado por un caserío disperso, fruto del minifundismo y de una explotación directa por parte del propietario. El paisaje agrario de la España interior se corresponde con campos abiertos, donde, en unos casos, domina el cultivo de cereales —trigo, cebada o girasol (Castilla-León)— y, en otros, el de la vid y el olivar (Castilla-La Mancha). Junto a los campos de cultivo aparece un hábitat rural concentrado y una morfología parcelaria que evidencia el gran tamaño de las explotaciones. Por último, en la España propiamente mediterránea encontramos un paisaje agrario caracterizado por el regadío, donde domina la vega y la huerta. Estos paisajes de regadío se dedican a cultivos intensivos muy diversos: cítricos, forrajes, hortalizas, frutales, etc. Pero también son importantes los paisajes de secano, con cultivos como la vid, el olivar o el almendro y, desde luego, los paisajes de cultivos bajo plásticos. b. Contrastes en el sistema de asentamientos. Los contrastes entre la España interior y la periférica, o entre la septentrional y la meridional, se observan en los sistemas de asentamiento de la población, tanto si se trata de poblamiento rural como urbano: En el medio rural destaca el poblamiento disperso de la España norte a frente al poblamiento concentrado de la meridional. En el sistema urbano, la diferencia se da entre una periferia que se encuentra mucho más urbanizada que el interior peninsular (excepto el caso de Madrid). II. La posición de España en el planeta tierra y sus consecuencias geográficas. La particular situación y posición geográfica de la península Ibérica entre dos mares y dos continentes, ya indicada más arriba, la convierten en un lugar de encuentro, en una zona de encrucijada de las más diversas influencias, y le otorgan un gran valor geoestratégico: A. España como encrucijada: La situación de encrucijada es reconocible en las condiciones naturales y humanas. Las influencias naturales pueden señalarse, fundamentalmente, en el clima y en la vegetación. Los rasgos climáticos de la Península están determinados, por un lado, por la influencia de las depresiones y los anticiclones provenientes del Atlántico y, por otro, por las condiciones meteorológicas que se generan en la cuenca del Mediterráneo; pero tampoco conviene olvidar las influencias que recibe de los centros de altas o bajas presiones situados en el continente europeo o en el africano. En España se dan también especies de flora y fauna características de Europa y de África. En el norte de España se encuentran formaciones arbóreas europeas, con especies como el abeto blanco, el haya o el roble; en el sur y el levante peninsular crece de forma espontánea el palmito, planta típicamente africana. En el plano humano, el solar hispano ha sido, desde tiempos remotos, lugar de asentamiento de pueblos de diversa procedencia, que lo han abordado por todos sus frentes. Basta recordar las colonizaciones fenicias, cartaginesas, griegas y romanas de los primeros siglos de nuestra historia, o la invasión posterior de los pueblos bárbaros procedentes de Europa. Más tarde llegaría la invasión musulmana y, durante la Edad Media, en España coexistieron diferentes pueblos (musulmanes, hebreos y cristianos) con sus propias costumbres y creencias. En la actualidad, hechos de similar naturaleza refuerzan este carácter de España como lugar de encuentro. Así lo demuestran los flujos migratorios procedentes de África o de América Latina. B. Valor de su posición geoestratégica de España: De la situación y la posición geográfica de España se deriva también un posicionamiento geoestratégico de primer orden para entablar relaciones de toda índole con los países de dos continentes tan dispares como África y América: 1. España, ya se ha dicho, es el país europeo más próximo al continente africano, del cual está separado por un angosto brazo de mar; por ello, se ha dicho que el estrecho de Gibraltar, más que frontera, es un puente que une Europa con África a través de España, y así lo demuestra la avalancha de peque as embarcaciones cargadas de emigrantes que en la actualidad lo salvan. Asimismo, en el terreno comercial y económico, la presencia de España es muy intensa en los países norteafricanos. Se trata, pues, de relaciones humanas, económicas y políticas que se producen en ambas direcciones. 2. No menos importante es la posición que ocupa España en las relaciones con el continente americano: a. Por un lado, conviene subrayar que España controla uno de los pasos por los que discurre la navegación marítima en el sentido de los paralelos; gracias al estrecho de Gibraltar y a los canales de Suez y de Panamá, hoy es posible circular de Asia a América por el Mediterráneo y por el Atlántico sin tener que rodear ambos continentes. b. Por otro, la posición de las islas Canarias y la situación de los puertos españoles del litoral atlántico, próximos al circuito de las corrientes marítimas que facilitan la navegación por este mar, son elementos que refuerzan este carácter de avanzada o lanzadera que tiene España en las relaciones con el continente americano. III. El proceso de organización político-administrativa de España.A. Evolución histórica de la organización político-administrativa: 1. Precedentes (siglos XV-XVIII): a. Tras la fragmentación medieval en reinos independientes, el primer paso importante para la creación la organización político-administrativa actual fue el de los Reyes Católicos: por unión matrimonial (Corona de Castilla y Corona de Aragón), anexión (Reino de Navarra) y conquista (Reino Nazarí de Granada), reunieron los territorios peninsulares, excepto Portugal. Pero esta unión fue exclusivamente dinástica, pues cada reino mantuvo sus propias estructuras político-administrativas y fiscales. b. Esa situación se mantuvo con los Austrias durante los siglos XVI y XVII. No existía un Estado español, sino que la monarquía hispánica era una especie de confederación de reinos que se basaba en la diversidad de derechos, leyes, administraciones, idiomas, costumbres, monedas, etc. c. En el siglo XVIII se produjo el primer intento uniformizador con los Borbones: El triunfo militar del primer monarca Borbón, Felipe V, en la Guerra de Sucesión, le permitió implantar una intensa centralización y uniformización mediante los Decretos de Nueva Planta. Estos suprimieron la organización político-administrativa de la Corona de Aragón (Cortes, legislación, instituciones) e implantaron allí el modelo castellano. El territorio se dividió administrativamente en: ∙ Capitanías generales para el Gobierno –denominadas más tarde provincias–, e ∙ Intendencias para la Hacienda y para el desarrollo económico provincial, manteniéndose las subdivisiones internas de los antiguos reinos. ∙ Navarra y el País Vasco conservaron sus particularidades institucionales por su fidelidad al rey. 2. La organización contemporánea hasta 1978: a. El siglo XIX: División provincial del ministro de Fomento Javier de Burgos (1833), que coincide prácticamente con la actual. ∙ Objetivo: acabar con la caótica organización borbónica y con la tendencia a la autonomía de los antiguos reinos, borrando sus límites territoriales. ∙ Para ello, organizó el territorio en 49 provincias, que en 1927 fueron 50 al dividirse las islas Canarias en dos provincias. ∙ Trató de que cada una contase con suelos de vega, llanuras para la producción agrícola, cumbres de aprovechamiento ganadero y forestal y un sector de litoral pesquero o de apertura a un río o a una importante vía de comunicación. ∙ Cada provincia tenía una ciudad como capital y la misma administración, facilitando la intervención del Gobierno en ellas y el centralismo. Esto se completó con la supresión de buena parte de las peculiaridades institucionales de Navarra y el País Vasco como represalia por su participación en las guerras carlistas. Las regiones se convirtieron en simples referencias para el estudio de ciertos rasgos paisajísticos, económicos o folclóricos. No obstante, el sentimiento de pertenencia regional pervivió. Así se explica: ∙ El intento fallido de Estado federal de la Primera República (1873-1874). ∙ El nacimiento de los movimientos regionalistas -como reacción a la intensa centralización del Sistema de la Restauración de Cánovas-, que reivindicaron la región y la promoción de la cultura regional y terminaron transformándose en movimientos nacionalistas que pidieron el reconocimiento jurídico de las diferencias regionales. Los primeros nacieron en Cataluña, el País Vasco y Galicia. b. El siglo XX: La Segunda República declaró que España era un Estado integral compatible con la autonomía de los municipios y regiones (Constitución de 1931). Así, durante este período y la Guerra Civil, Cataluña, el País Vasco y Galicia pidieron y plebiscitaron afirmativamente proyectos de estatuto de autonomía. Las dos primeras consiguieron su aprobación, mientras que en Galicia lo impidió la Guerra Civil. Después del conflicto, el franquismo implantó un Estado unitario y centralista; abolió los estatutos de autonomía vasco y catalán; reprimió el nacionalismo al identificarlo con el separatismo, e impuso una estricta centralización basada en la provincia, con muy pocas excepciones. No obstante, no pudo acabar con las aspiraciones nacionalistas que, tras su muerte y el restablecimiento de la democracia, cristalizaron en la formación de un Estado descentralizado. B. La organización político-administrativa actual: 1. Las divisiones político-administrativas: a. La organización político-administrativa actual es propia de un Estado descentralizado, que reparte la toma de decisiones en tres divisiones territoriales con capacidad de autogobierno en los asuntos de su competencia: El municipio es la entidad territorial básica. Su función es prestar servicios a los vecinos, más variados cuanto mayor es su población. El gobierno y la administración municipal corresponden al ayuntamiento, integrado por el alcalde y los concejales. Los concejales se eligen por los vecinos del municipio por sufragio universal y el alcalde es elegido por los concejales. La provincia es una entidad territorial local formada por una agrupación de municipios. Su función es fomentar los intereses provinciales, prestar servicios de ámbito provincial, coordinar los servicios de los municipios y cooperar con ellos. El gobierno y la administración provincial corresponden a la Diputación, integrada por un presidente y diputados. Los diputados se escogen entre los concejales electos y estos, a su vez, eligen al presidente. La comunidad autónoma es una entidad territorial formada por pro¬vincias limítrofes, territorios insulares, o provincias con entidad regional histórica, dotadas de autonomía legislativa y capacidad de autogobierno sobre los asuntos de su competencia. 2. El Estado de las autonomías: a. El proceso de formación del estado autonómico: El período preautonómico, que dura hasta la promulgación de la Constitución de 1978, se inició poco después de la muerte de Franco. El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, concedió un régimen de preautonomía o autonomía provisional a Cataluña que luego se extendió a otras trece regiones. Así, mientras se elaboraba la Constitución de 1978 se formó un mapa con catorce preautonomías que coincidió casi con el actual, con las excepciones de La Rioja y Cantabria, que estaban integradas en Castilla y León, y de Madrid, que tenía la opción de incorporarse a Castilla la Mancha o formar una comunidad en solitario. Las preautonomías contaban con organismos representativos que recibieron ciertas competencias, pero carecían de capacidad legislativa. El período autonómico se inició tras la promulgación de la Constitución de 1978. Esta establece la indisoluble unidad de la nación española y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, así como la solidaridad entre todas ellas. ∙ La Constitución no creó un mapa de las comunidades autónomas, sino que dejó a las preautonomías el derecho a constituirse en comunidades autónomas, indicando solo las condiciones y el proceso que se debía seguir: ̴ Las condiciones permitían constituirse en comunidad autónoma a las provincias limítrofes con características históricas, culturales o económicas comunes; a los territorios insulares, y a las provincias con entidad regional histórica. ̴ El proceso para el acceso a la autonomía incluyó dos vías. La vía del artículo 151 permitía adquirir de forma inmediata el mayor techo de competencias. La vía del artículo 143 solo traspasaba de forma inmediata ciertas competencias y exigía un período de cinco anos para poder ampliarlas progresivamente: o Cataluña, el País Vasco y Galicia accedieron a la autonomía por la vía del artículo 151, pero se acogieron a la disposición transitoria segunda establecida por la Constitución. Esta permitía a las regiones que en el pasado hubieran plebiscitado afirmativamente estatutos de autonomía y que tuviesen en el momento de aprobarse la Constitución un régimen provisional de autonomía, acceder a la autonomía solamente mediante el acuerdo por mayoría absoluta de sus órganos preautonómicos. o Andalucía accedió por la vía normal del artículo 151. Exigía que la iniciativa autonómica partiera del acuerdo de todas las diputaciones provinciales u órganos interinsulares interesados y de las tres cuartas partes de los ayuntamientos representativos al menos del 50% de la población. Además, el acuerdo debía ratificarse en referéndum. o Navarra optó por el «Amejoramiento del Fuero», por el que añadía a las atribuciones únicas que ya poseía las competencias concedidas por la vía del artículo 151. o El resto de las comunidades accedieron a la autonomía por la vía del artículo 143. Exigía que la iniciativa autonómica partiera del acuerdo de todas las Diputaciones provinciales u órganos interinsulares interesados y de los dos tercios de los ayuntamientos representativos al menos del 50% de la población, sin necesidad de referéndum. Algunas se acogieron a la disposición primera de la Constitución, que permitía sustituir la iniciativa de las Diputaciones por el acuerdo por mayoría absoluta de sus órganos preautonómicos. o Ceuta y Melilla recibieron el rango de municipios autónomos y, a diferencia de las comunidades, carecen de capacidad legislativa. b. Rasgos de la organización del Estado autonómico: Cada comunidad autónoma se halla regida por su Estatuto de autonomía, aprobado por las Cortes. Contiene la denominación de la comunidad; su delimitación territorial; los nombres, organización y sede de sus organismos autónomos; las competencias asumidas y las bases para el traspaso de otras. Las comunidades pueden asumir competencias o funciones en diversas materias establecidas en la Constitución (artículo 148). Estas competencias son traspasadas a la comunidad por el Estado y pueden ejercerse de forma exclusiva (la comunidad legisla y aplica la legislación) o compartida con el Estado (el Estado realiza la legislación y la comunidad la aplica; o el Estado realiza la legislación básica y la comunidad la desarrolla y la aplica). Sin embargo, ciertas competencias son exclusivas del Estado (artículo 149) y no transferibles, por considerarse esenciales para la nación (por ejemplo, relaciones internacionales, defensa, emigración e inmigración, comercio exterior, deuda pública, correos y telégrafos). Las competencias que pueden asumir las comunidades son muy amplias: políticas (organizar sus instituciones de autogobierno), económicas (agricultura, ganadería, montes, bosques, pesca, caza, ferias interiores, artesanía, fomento del desarrollo), infraestructuras y transportes (obras públicas, carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos de ámbito autonómico), ordenación del territorio (urbanismo, medio ambiente y vivienda), sociales y sanitarias (asistencia social, sanidad, higiene, protección de edificios e instalaciones) y culturales, deportivas y de ocio (museos, bibliotecas, conservatorios y fomento de la cultura, la investigación, la lengua propia, el turismo, el ocio, el deporte, etc.). Las instituciones de una comunidad autónoma son las siguientes: ∙ La Asamblea Legislativa o Parlamento autonómico elabora la legislación en las materias de competencia autonómica, aprueba el presupuesto, y controla al ejecutivo regional. Sus miembros se eligen por sufragio universal cada cuatro años entre los habitantes de la comunidad autónoma. ∙ El Consejo de Gobierno o Gobierno autonómico ejerce el poder ejecutivo. Está integrado por el Presidente de la comunidad, elegido por el Parlamento autonómico y nombrado por el rey y por consejeros, elegidos por el Presidente. Estos se encargan de las diferentes áreas de gobierno, denominadas consejerías, que son los equivalentes regionales de los ministerios nacionales. ∙ El Tribunal Superior de Justicia es la máxima representación del poder judicial de una comunidad autónoma. Sus sentencias solo pueden recurrirse ante los tribunales Supremo y Constitucional. ∙ Además, en cada comunidad autónoma existe un Delegado del Gobierno, encargado de dirigir la administración general del Estado en la comunidad y de coordinarse con ella. La financiación de las comunidades autónomas responde a dos modelos: el régimen común y el régimen foral para el País Vasco y Navarra. Además, las más desfavorecidas reciben ingresos de los Fondos de Compensación Interterritorial: ∙ Las comunidades de régimen común se financian con ingresos propios (sus propios impuestos y las tasas de los servicios traspasados), y con tributos cedidos por el Estado (33% del IRPF o Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas; el 35% del NA; el 40% de impuestos especiales como los de alcohol, tabaco e hidrocarburos, y el 100% de la electricidad). Para compensar la diferencia entre las necesidades de financiación de cada comunidad y los ingresos percibidos, existe el Fondo de Suficiencia, que aporta dinero a las comunidades con necesidades superiores a los ingresos y se lo cobra en caso contrario. A su vez, dentro del régimen común, en Canarias rige un régimen económico y fiscal especial por razones históricas y geográficas, y Ceuta y Melilla no aplican el IVA, sino el IPSI (Impuesto sobre la Producción, los Servicios y la Importación). ∙ El régimen foral afecta al País Vasco y Navarra, donde cada uno de sus territorios históricos se financia con los ingresos tributarios recaudados por su propia administración fiscal. La comunidad autónoma pacta con el Estado la cantidad a pagar a la Administración General del Estado mediante conciertos o convenios. ∙ Los Fondos de Compensación Interterritorial (FFCI) pretenden evitar los desequilibrios territoriales aportando ingresos a las comunidades más desfavorecidas. Tras varias reformas, en la actualidad aportan fondos solo a las comunidades con renta per cápita inferior a la media nacional. El Estado de las autonomías se basa en la igualdad territorial y en la solidaridad. Este hecho implica que los estatutos de las comunidades no pueden contener privilegios o discriminaciones en cuestiones fiscales, salariales o de seguridad social, y que no pueden ahondarse los desequilibrios entre comunidades.