Regulación de la densidad de tallos en el tiempo en cultivo de tomate bajo invernadero frío. Alumno: Ximena Alejandra Ibarra Leiva. Fecha: Mayo, 2003. 1. INTRODUCCIÓN. El tomate (Lycopersicon esculentum L.) es considerado, por superficie cultivada e importancia económica, una de las principales hortalizas del país. Este cultivo es uno de los que más tecnología utiliza en su proceso productivo, siendo también la hortaliza más estudiada a nivel mundial, con un constante desarrollo de técnicas para optimizar su producción (BRAVO y ALDUNATE, 1986). Dentro de estas técnicas se encuentra la conducción de la planta, labor generalizada y que se realiza de diversas formas según el criterio y experiencia del agricultor (SALINAS, RAMÍREZ y OSPINA, 1994). La conducción de las plantas de tomate en producciones bajo invernadero se realiza generalmente con el sistema de eje simple y disposición alterna de las plantas (GONZÁLEZ, 1994). Otros sistemas de conducción pueden implementarse aumentando el número de ejes en producción por planta. Un ejemplo de esto es la conducción a dos o tres ejes, los cuales son originados a partir de una yema axilar (DUIMOVIC, 1992). Una opción para obtener mayores producciones o provocar una reducción en los costos del cultivo es la implementación de un sistema de conducción que regule la densidad de tallos por unidad de superficie en el tiempo de acuerdo a la intensidad lumínica de la estación en que se desarrolla el cultivo. La implementación de este sistema se traduce en numerosos beneficios como el aumento de la producción de fruta comercializable, manteniendo los calibres preferidos por el mercado a lo largo del cultivo, el ahorro de plantines por hectárea y la menor incidencia de desórdenes de maduración provocados por un aumento en el área foliar de la planta (COCKSHULL, HO y FENLON, 2000; COCKSHULL y HO, 1995). En esta investigación se plantea un sistema de conducción en dos ejes, en el cual el segundo eje se forma una vez concluida la fase de crecimiento vegetativo exclusivo. Mediante este sistema de conducción se busca un aumento del rendimiento, sin la disminución de la calidad del fruto. 2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA. 2.1. Descripción de la especie: El tomate pertenece a la familia Solanaceae y recibe el nombre científico de Lycopersicon esculentum Mill. Es originario de la costa occidental de América del Sur, extendiéndose desde Ecuador al norte de Chile (KINET y PEET, 1997). Es una planta perenne que se cultiva casi universalmente como anual (KINET y PEET, 1997). Posee un sistema radicular amplio, constituido por una raíz principal que puede llegar hasta 1.50 m de profundidad y que está provista de un gran número de raíces secundarias. Desde la base del tallo surge gran cantidad de raíces adventicias (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). El tallo es anguloso, alcanza 4 cm de diámetro en su base y está recubierto por tricomas, en su mayoría de origen glandular, y que le otorgan el olor característico. En las primeras etapas es erguido, luego debido al peso, toma un hábito rastrero (MAROTO, 1994). Las hojas están dispuestas alternadamente sobre el tallo, son compuestas e imparipinnadas, generalmente tienen de siete a nueve foliolos lobulados o dentados y también están cubiertas de tricomas (MAROTO, 1994). La inflorescencia del tomate está formada en la parte terminal del brote, en forma de racimos simples o ramificados, pudiendo tener entre tres a diez flores (MAROTO, 1994; ATHERTON y HARRIS, 1986). 2.2. Crecimiento del tallo: La estructura de la planta corresponde a un conjunto de simpodios. El tallo principal forma de seis a doce hojas que crecen lateralmente, antes que la yema terminal se transforme en una inflorescencia. El crecimiento subsiguiente se produce de la yema axilar de la última hoja, la cual desarrolla un tallo secundario que crece como una prolongación del tallo primario y desplaza lateralmente a la inflorescencia. Los sucesivos segmentos del tallo se desarrollan de forma similar, produciendo una inflorescencia cada tres hojas. El aspecto es el de un tallo principal, que crece en forma continua con inflorescencias internodales laterales cada tres hojas (CHAMARRO, 1995). El desarrollo del tallo es variable y está dado de acuerdo al cultivar, según esto existen dos hábitos de crecimiento: i) de tipo determinado, en el cual el crecimiento del eje principal está detenido por la formación de una inflorescencia terminal, después de haber formado una cierta cantidad de inflorescencias (dos o tres), cada una o dos hojas, y desarrolla fuertes brotes axilares desde la base del tallo y ii) de tipo indeterminado, en el que alargamiento del eje principal es continuo y produce inflorescencias laterales frecuentemente cada tres hojas, durante gran parte de la vida de la planta (KINET y PEET, 1997). En la punta del tallo principal se encuentra el meristema apical, región de división celular activa, donde se inician nuevas hojas y estructuras florales. Tiene forma de domo y es protegido por hojas recientemente formadas (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). Las hojas están ordenadas alternadamente con filotaxia de 2/5. Incluso en ambientes fluctuantes ellas son producidas regularmente, por lo menos hasta florecer y crecen con el tallo encorvado. Generalmente sólo seis a doce hojas son producidas debajo de la primera inflorescencia (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). Es común la aparición de hojas sobre la inflorescencia, a menudo adyacentes a la primera flor. Además, brotes adventicios pueden potenciarse desde una variedad de partes vegetativas, particularmente desde el raquis de la hoja madura (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). La fase vegetativa es usualmente corta en el tomate. La transición floral ocurre, en la mayoría de los cultivares, cuando la tercera hoja está en expansión, lo que sucede dentro de las tres semanas de la expansión del cotiledón (HURD y COOPER, 1970). 2.3. Particionamiento de fotoasimilados: En la planta de tomate la distribución de los asimilados desde la hoja hacia órganos en crecimiento se modifica a medida que la planta se desarrolla. La relación sinksource de oferta y demanda de asimilados es compleja y dinámica (HO y HEWITT, 1986). En una planta indeterminada de tomate, el 80 % de la ganancia de peso fresco de la planta está dada por el crecimiento de los frutos. Como el fruto acumula más agua que otros órganos, la diferencia en ganancia de peso seco entre órganos es la más pequeña. Sin embargo, la acumulación diaria de materia seca del fruto es más alta que en las hojas y tallo (COCKSHULL, GRAVES y CAVE, 1992). Debido a que los órganos vegetativos son sinks mucho más débiles que los frutos, un cambio en el número de frutos es principalmente compensado por un cambio inverso en el tamaño del fruto, en vez de un cambio sustancial en la razón fruto/estructuras vegetativas (COCKSHULL, GRAVES y CAVE, 1992). 2.3.1. Relación sink–source: Se considera source a todo órgano capaz de exportar fotosintatos y sink a todo órgano que los importe. Los principales sources son las hojas que alcanzan un cuarto a un tercio de su tamaño final y los sinks son principalmente ápices de crecimiento, raíces, tallos, hojas jóvenes y frutos en desarrollo (GIFFORD y EVANS, 1981). Cada sink tiene una distinta capacidad para atraer asimilados (HO, 1988). La competencia entre los diferentes sinks se ve facilitada por la existencia de vías comunes de transporte de asimilados entre órganos sinks y sus hojas fuente compartidas (HO y HEWITT, 1986). En general, la distribución de asimilados entre sinks es principalmente regulado por los mismos sinks y el vigor de cada source es sólo de menor importancia (GIFFORD y EVANS, 1981; HO, 1988). Sin embargo, el vigor del source puede influenciar fuertemente la distribución de asimilados en tomate en el largo plazo, como el efecto del número de frutos en la planta (PAPADOPOULOS y ORMROD, 1990). Por lo tanto, un incremento en el vigor del source, resulta en un aumento del número de frutos en simultáneo crecimiento e indirectamente influencia la asignación de biomasa (HEUVELINK, 1995). 2.3.2. Cambios de prioridad durante el desarrollo de la planta: Durante el desarrollo de la planta las prioridades de carbohidratos se modifican en forma dinámica. Cuando la primera inflorescencia está en floración, el tallo y las raíces son los principales sinks, en ese momento el tallo es alimentado por las hojas superiores, el ápice por las hojas basales y las raíces por las hojas medias. La inflorescencia atrae sólo una pequeña proporción de asimilados (HO, 1988). Una vez que los tres primeros racimos ya han cuajado y están creciendo rápidamente son los principales sinks y están siendo abastecidos por las hojas medias. Entonces el ápice es alimentado por las hojas superiores y las raíces por las hojas basales (HO, 1996). Posteriormente, los frutos se transforman en los principales sinks de asimilados, por sobre las hojas jóvenes, flores y raíces (HO y HEWITT, 1986). De acuerdo a HO (1996), al haber una disponibilidad limitada de fotoasimilados, los frutos en crecimiento se convierten en el sink primario. Ello produce un retraso en el desarrollo de las inflorescencias siguientes, una mayor demora en el crecimiento de tallos y raíces, la senescencia temprana de hojas y por último la muerte de las raíces. La capacidad sink de un fruto, la cual le permite importar asimilados desde las hojas, se ve definida por: el control físico, el tamaño y número de células, y por el control del metabolismo, almacenamiento y utilización de asimilados (HO, SJUT y HOAD, 1983; HELLMAN, BARKER y FROMEMER, 2000). HEUVELINK (1997) demostró que la fuerza generativa del sink es proporcional para el número de frutos en el rango de dos a siete frutos por racimo, y que la razón entre la fuerza media del sink de una unidad vegetativa (tres hojas y los entrenudos entre dos racimos), y la fuerza media del sink de un fruto tiene un valor constante de 2.96. Los factores que determinan el particionamiento de fotoasimilados se pueden dividir en factores endógenos y exógenos. Los factores endógenos se refieren principalmente al sistema vascular y a la relación sink-source. Dentro de los factores exógenos se encuentran la luz, la concentración de anhídrido carbónico, la temperatura, la nutrición, las condiciones hídricas, la poda y las restricciones en las raíces (HO, 1988; HO y HEWITT, 1986). 2.3.3. Efecto de la poda de tallos laterales sobre el particionamiento de asimilados: SALINAS, RAMÍREZ y OSPINA (1994) afirman que la poda afecta el equilibrio sink-source de la planta, puesto que, en una planta sin podar existe mayor competencia interna por el llenado de los frutos, pues debe suplir a un mayor número de éstos, lo que no sucede en una planta con uno o dos tallos. Un brote axilar joven, como cualquier órgano joven, es un depósito y usa los asimilados producidos por las hojas del tallo principal. Cuando se reduce la frecuencia de la poda de los brotes, cada uno de estos crece más largo y se vuelve un competidor más fuerte por asimilados para el tallo principal, las raíces y frutos. Finalmente, el brote axilar llega a ser una fuente de carbono. Sin embargo, la relación entre el estado del carbono de los brotes axilares y la frecuencia de desbrote no es conocida (NAVARRETE y JEANNEQUIN, 2000). En conclusión, en una planta a dos tallos, el equilibrio sink-source es más estable y se suple mejor el llenado de frutos, obteniéndose una mejor calidad de éstos (SALINAS, RAMÍREZ y OSPINA, 1994). HARTMANN (1977) citado por NAVARRETE y JEANNEQUIN (2000), encontró una correlación negativa entre el peso de los brotes axilares y la producción, lo que confirma que el crecimiento de los brotes axilares implica una competencia con el desarrollo de los frutos. 2.4. Regulación del crecimiento vegetativo: La variación de almidón y sacarosa en condiciones normales son pocas en la hoja. El transporte de sacarosa se realiza a través del floema y cada hoja suministra nutrientes a determinados órganos de la planta (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). El factor externo que más afecta al desarrollo vegetativo es la iluminación diaria total, mientras que la calidad de la luz y el fotoperiodo tienen un rol secundario (HO y HEWITT, 1986). El efecto de la radiación solar diaria en el alargamiento del tallo es complejo. A valores cercanos a 2MJ m-2d-1 la altura de las plantas de un mismo peso seco son constantes. Reduciendo la radiación solar diaria bajo estos niveles generalmente incrementa la razón de elongación del tallo a expensas de otras partes de la planta; el resultado es un tallo más frágil, delgado y alto (KINET, 1977). En cambio, con reducciones mayores, la elongación del tallo es muy reducida debido a la baja intensad de luz (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). Hay efectos en la elongación del tallo debidos a la edad de la planta. El sombreamiento antes de la fructificación reduce o no tiene efecto sobre la razón de elongación del tallo, mientras que el sombreamiento después de la fructificación, lo incrementa (COOPER, 1969). KINET (1977) comprobó que días largos aumentan el alargamiento del tallo e incrementan el peso fresco de éste. Además, la proporción de alargamiento del tallo generalmente aumenta con la temperatura, dando lugar a tallos más delgados, con mayor proporción de tejido parenquimático y agua (CALVERT, 1964). Según COOPER (1969) el largo del día óptimo para la elongación del tallo disminuye a medida que la temperatura aumenta o a medida que la planta crece. La temperatura también puede ser importante para el desarrollo vegetativo del tomate. Para determinadas condiciones de edad e iluminación, la temperatura diurna óptima para el desarrollo vegetativo es de 23ºC y la nocturna de 17ºC (MAROTO, 1994). Cuando las temperaturas diurnas son elevadas, un descenso en las temperaturas nocturnas puede traer beneficios, pero cuando las temperaturas diurnas no son óptimas, la elevación de temperaturas nocturnas favorece el desarrollo vegetativo (PICKEN, STEWART y KLAPWIJK, 1986). Según HUSSEY (1963) citado por KINET y PEET (1997), existe una fuerte competencia entre las hojas en desarrollo y el meristema apical. Una alta disponibilidad de asimilados bajo condiciones de alta radiación estimula la actividad del meristema y el crecimiento de la hoja, pero cuando las plantas están limitadas de fuentes (altas temperaturas o baja luz), el crecimiento de hojas jóvenes es favorecido a expensas del desarrollo apical. Los brotes axilares jóvenes compiten por asimilados con el tallo principal, raíces y frutos. Así, una completa defoliación de una planta joven favorece a los brotes laterales en detrimento del tallo principal. El desarrollo de los brotes axilares es promovido por bajas temperaturas o días cortos, pero depende de la respuesta del cultivar (AUNG, 1976). De acuerdo a VERKERK (1955) citado por KINET y PEET (1997), el crecimiento del sistema radicular es estimulado en relación con el crecimiento del brote en condiciones de alta irradiancia. Como resultado, las condiciones que inducen una proporción tallo/raíz elevada, son más detrimentales para el desarrollo reproductivo de la planta (CALVERT, 1964). 2.5. Densidad poblacional: Las densidades de tomate bajo invernadero en Chile varían, dependiendo del ciclo del cultivo, en un rango que fluctúa comúnmente de 15.000 a 40.000 plantas·ha-1 (GIACONI y ESCAFF, 1994). De acuerdo a la encuesta realizada por GONZÁLEZ (1995), en la provincia de Quillota se observa que en un invernadero tradicional con pies centrales, se alcanzan densidades de 2.3 plantas·m-2 con tres mesas de plantación y 18 cm entre plantas En España la densidad de plantación más frecuente es de 2.5 plantas·m-2, oscilando de 2.0 a 4.0 plantas·m-2 de acuerdo al vigor varietal, fertilidad del sustrato, salinidad del suelo y agua de riego. En invernaderos climatizados en Europa Occidental, las densidades más frecuentes son de 2.5 plantas·m-2 en ciclo largo de transplante precoz y de 3 a 3.25 plantas·m-2 en ciclo corto, aunque también se utilizan densidades menores de 2.0 plantas·m-2, que luego se incrementan con transplantes complementarios a mitad de ciclo (VAN DE VOOREN, WELLES y HAYMAN, 1986). En condiciones óptimas de fertilidad de suelo se recomiendan densidades de 1.0 a 1.3 plantas·m-2 en cultivares determinados, sin entutorar ni podar y de 1.8 a 2.1 plantas·m-2 en cultivos indeterminados, podados y entutorados (GEISEMBERG y STEWART, 1986). Con relación a las condiciones de precios del tomate en nuestro país, MENDOZA (1992) afirma que, debido a la alta estacionalidad, se justifica plenamente el uso de una alta densidad de plantas (35.000-40.000 plantas·ha-1) con una cosecha teórica de 245.000 a 280.000 racimos, en conducción a un eje y siete racimos por eje. La mayor densidad permite concentrar la producción, de tal forma que el mayor número de racimos cosechados se encuentre en los meses de mayor precio (agosto a noviembre) (MENDOZA, 1992). La densidad de plantas a utilizar en un invernadero depende del desarrollo vegetativo de éstas, el cual es característico de cada cultivar. También se debe considerar el hábito de crecimiento, época de cultivo, método de poda y entutorado, fertilización del suelo, tipo de riego, exposición a la luz, ventilación, arquitectura del invernadero y clima de la región (ESCAFF, 1993; CASTILLA, 1995). De acuerdo a FERY y JANICK (1970), los incrementos de producción obtenidos con altas densidades de población son principalmente una función del incremento del número de frutos producidos por unidad de área. En consecuencia, el aumento de la producción temprana es el resultado del incremento del número de primeras flores cuajadas del racimo por unidad de área y no a un aceleramiento en la madurez. Por lo tanto, una alta densidad provoca una disminución en el número de frutos por planta y una disminución en el calibre. El menor número de frutos por planta se debe al menor desarrollo de racimos, menor número de flores por racimo y por un bajo porcentaje de frutos cuajados (GEORGE y PEIRCE, 1969). En general, a mayor densidad de plantas de tomate por unidad de área el rendimiento aumenta en forma asintótica, es decir, aumenta a una razón decreciente (FERY y JANICK, 1970). Según CASTILLA (1995), los efectos destacables de una alta densidad de población son el aumento de la producción temprana y el acortamiento del ciclo del cultivo, y los efectos adversos serían una menor calidad del fruto, al haber mayor porcentaje de calibres pequeños y el aumento del riesgo de enfermedades. Las condiciones climáticas de nuestro país, especialmente en invierno, hacen que una alta densidad de plantación provoque problemas como: falta de luz por un excesivo emboscamiento, alta incidencia de enfermedades fungosas, debidas a la mala ventilación y a las heridas provocadas por el deshoje y una mala cobertura de pesticidas por exceso de canopia (MENDOZA, 1992). La escasez y elevados costos de la mano de obra agrícola, son un importante factor al decidir la densidad poblacional, sobre todo al tener en cuenta que la mano de obra aumenta linealmente con la densidad (MAROTO, 1994). Según FERY y JANICK (1970) el aumento de la densidad, en un rango de 3.000 a 41.000 plantas por unidad de superficie, no provoca una competencia por asimilados que logre provocar un efecto de retraso sobre la inducción y desarrollo floral. Además, al aumentar la población la producción del primer racimo es mayor. HEUVELINK (1995) mostró que no hay ningún efecto directo en la asignación proporcional de asimilados dentro del rango de 1.6 hasta 3.1 plantas·m-2. De acuerdo a FAIGUENBAUM (1986), el rendimiento de una planta está fuertemente correlacionado con su área foliar (AF). Altas densidades generan un alto grado de competencia, provocando una disminución del AF por planta a través del desarrollo del cultivo. Por el contrario, si las plantas se encuentran más espaciadas el valor de su AF es más elevado, lo que se traduce en mayores rendimientos por planta. Sin embargo, esta mayor producción individual no alcanza a compensar, en la mayoría de los casos, la capacidad productiva de poblaciones mayores. 2.6. Distribución espacial de las plantas y ordenamiento de la canopia: Existen dos sistemas de plantación: a hilera simple y doble (GONZÁLEZ, 1994), es así como las plantas de tomate pueden estar distanciadas en camas a 1.7 m ó 1.9 m entre sí y sobre ellas dispuestas a dos hileras a 0.6 m sobre ella. Las plantas se localizan a 0.3-0.4 m en la hilera (ESCAFF, 1993). MENDOZA (1992) sugiere que es más conveniente distribuir las plantas en hileras simples distanciadas a 1.1-1.2 m, con distancias sobre la hilera de 20-25 cm. Una forma de manejar la distancia sobre la hilera es modificarla de acuerdo al largo del periodo de cosecha. En un periodo corto de cosecha y con cinco racimos, se usa una distancia de 0.25 m y cuando se cosechan seis o más racimos se transplanta a 0.3 m (ROJAS y ALFARO, 1995). El sistema convencional de disponer la canopia es colgar los tallos por medio de un hilo al alambre en forma vertical. El hilo tutor es sujetado a la base de la planta o se clava al suelo (ESCAFF, 1992). La disposición de los tallos puede hacerse no vertical sino ligeramente inclinada, alternando las plantas adyacentes, formando una V, a fin de conseguir la máxima intercepción de radiación solar por el cultivo (CASTILLA, 1995). Otra forma es permitir la mantención de la porción terminal del tallo junto al alambre, desplazando la planta a lo largo de la línea de cultivo y dejar la parte baja del tallo tumbado junto al suelo; esto se realiza preferentemente en cultivos de largo aliento (GONZÁLEZ, 1994). 2.7. Efecto de la competencia entre tallos frente a un aumento en la densidad: La luz, cuantificada como radiación fotosintéticamente activa (RFA), es el factor más importante que afecta la productividad del cultivo de tomate bajo invernadero. Las disminuciones en RFA y los cambios de duración del periodo de luz propia de cada estación, reducen la producción de frutos de tomate (PAPADOPOULUS y PARARAJASINGHAM, 1997). De acuerdo a COCKSHULL y HO (1995), el rendimiento se determina por la temperatura del aire del invernadero y tiene relación directa con la radiación solar a una tasa cercana a dos kilos de peso fresco de fruta por 100 MJ de radiación solar incidente sobre el cultivo. Por consiguiente, los cambios en el tamaño de la fruta son causados probablemente por un desequilibrio entre la cantidad de asimilados producidos en las diferentes estaciones del año y en el número de frutos disponibles para usar los asimilados en su crecimiento. RODRÍGUEZ y LAMBETH (1976) observaron que la intercepción de RFA incidente en la parte superior de la canopia es igual a 76.5%, mientras que alrededor del 20% se pierde a través de los pasillos e hileras. Además, estudios realizados por PAPADOUPULUS y ORMOND (1988) indican que la proporción de RFA disponible se incrementa con espaciamientos más cercanos, pero la penetración de RFA aumenta y la distribución vertical mejora con el aumento del espaciamiento entre plantas. Por ejemplo, en un cultivo de otoño plantado a una densidad de 2.5 plantas m-2, sólo el 30-40% del total de radiación solar fue interceptada por las plantas. Sin embargo, cuando las densidades fueron aumentadas en cultivos de primavera hasta 3.3 plantas·m-2, el 60-70% de la radiación solar disponible fue interceptada por el cultivo (HARPER et al., 1979). Los efectos del sombreamiento que afectan tanto a la producción fotosintética como a la de auxinas, permitirían explicar por qué las densidades altas están asociadas a un menor número de frutos por planta (FERY y JANICK, 1970). 2.8. Poda: La poda es la remoción de estructuras de una planta, ya sean vegetativas o reproductivas. Dentro de este concepto se incluyen el desbrote, deshoje, raleo de flores y frutos y despunte o decapitación de la planta (DUIMOVIC, 1992). El desbrote consiste en la eliminación de los brotes que nacen de las axilas de las hojas en el tallo principal, de manera de ir formando la planta para conducirla en altura con el sistema de entutorado seleccionado. Por lo tanto, la poda de brotes busca un equilibrio entre el volumen de material vegetal y de aire disponible, aunque sea con la disminución del rendimiento de cada planta, el cual se compensa porque se puede establecer un mayor número de individuos (NAVARRETE y JEANNEQUIN, 2000). El desbrote se debe realizar cuando éstos no han excedido los 5 cm, para así evitar ocasionar una herida grande y no afectar el crecimiento del tallo principal (DUIMOVIC, 1992). De acuerdo a NAVARRETE, JEANNEQUIN y SEBILLOTE (1997), la frecuencia de desbrote óptima es entre siete y catorce días, dependiendo del clima, estación y vigor del cultivar. La poda de brotes laterales es un factor que afecta la calidad de los frutos. Cuando la planta es podada hay un control en los calibres del fruto, mientras que una planta puesta a crecer libremente esta variable no es manejable, afectándose las calidades de mayor calibre, las cuales son de interés en el mercado especializado (SALINAS, RAMÍREZ y OSPINA, 1994). NAVARRETE y JEANNEQUIN (2000) evaluaron el desempeño de plantas de tomate con poda uno y dos ejes y observaron que las plantas podadas inician su producción más temprano que las plantas sin podar. En las plantas con poda se obtuvo el mayor porcentaje de frutos de primera calidad, pero con un menor rendimiento total por unidad de área. En consecuencia, mayores rendimientos se obtienen de las plantas no podadas, pero los frutos presentan un calibre menor. 2.9. Conducción: El tomate es una especie decumbente. Es por eso que en el cultivo del tomate en invernadero es necesario usar un sistema de conducción en altura de la planta, ya sea con tutores verticales sujetos en el suelo o bien en las estructuras del invernadero, con el objeto de guiar los tallos y brotes laterales de las plantas mediante amarras (GONZÁLEZ, 1994; KRARUP, 1992) ESCAFF (1993) indica que los objetivos de la conducción en altura son poder desprender del suelo los frutos, reduciendo los riesgos de daños físicos por plagas y enfermedades, mejorar la exposición a la luz, lo que permite una mejor coloración y más rápida maduración. También se busca soportar una mayor densidad de plantación, favoreciendo la aireación, minimizando los microambientes húmedos generados por los emboscamientos y facilitar todas las labores que se realizan, desde las aplicaciones de productos químicos a la cosecha. 2.9.1. Sistemas de conducción: Entre los diferentes sistemas de conducción que existen destaca el “sistema holandés o de hilo vertical”, que consiste en un alambre grueso que pasa paralelamente a la línea de plantación a una altura de 2 m aproximadamente y del cual penden los hilos de material plástico a los cuales van atadas las plantas. El alambre es soportado por tutores colocados cada 5 m (GONZÁLEZ, 1994). Otro sistema es el inglés, que consiste en un entramado de alambre colocado en V y sobre el cual van recostadas las plantas. Es de un costo muy superior al anterior y no favorece mayormente el manejo de las plantas y su aireación (GONZÁLEZ, 1995). La conducción danesa, consiste en que, al llegar al cuarto racimo floral cosechado se deshoja la parte inferior de la planta, la cual se baja dejando el quinto racimo a 0.5 m del suelo y amarrando nuevamente la planta al alambre superior. Se utiliza para aumentar el lapso de cosecha (10 racimos o más) (ESCAFF, 1993). Los tipos más conocidos de conducción son dos: a un eje y a dos ejes. La conducción a un eje consiste en eliminar todos los brotes axilares del tallo principal, logrando así un crecimiento indefinido de éste, hasta su eventual despunte, el cual limita el ciclo y contribuye a mejorar el tamaño del fruto (CASTILLA, 1995). Este tipo de conducción es la más común de encontrar en la producción de tomates bajo invernadero en nuestro país. Una modificación del eje simple, utilizada actualmente en cultivos hidropónicos, es la llamada “cosecha del primer racimo”. Utiliza una variedad precoz, de hojas pequeñas y una buena cuaja de frutos, con lo cual durante el año se pueden llegar a realizar cuatro a cinco transplantes dejando un solo racimo (WATANABLE et al., 1999). De acuerdo con estos autores las ventajas obtenidas con este sistema serían la mayor posibilidad de ahorro en mano de obra, facilitar labores de cultivo y obtener una mejor calidad del fruto. El sistema que deja un brote lateral por planta, consiste en permitir el crecimiento de uno de los brotes axilares a partir de la segunda y tercera hoja tras la primera inflorescencia, pudiendo así disponer de dos tallos. Otra forma de realizarlo es a través del método “Hardy”, en el cual se despunta el eje principal dos o tres hojas arriba de la primera inflorescencia y se eligen los brotes laterales que salen de las hojas opuestas (CASTILLA, 1995). Una variante de estos métodos es dejar el brote sobre el primer racimo floral y cuando en este brote se ha formado la primera inflorescencia se elimina la porción terminal del tallo sobre la segunda hoja del brote. Esta modificación permite obtener una producción adicional entre el primer y segundo racimo del eje principal (ESCAFF, 1992) (Figura 1). Otro sistema de conducción a dos ejes es el utilizado en la región española de Murcia, en donde se despunta el eje principal después de formadas dos hojas verdaderas y se dejan crecer paralelamente los brotes axilares (ALLENDES, 2003)∗. GONZÁLEZ (1994) señala que con el sistema de conducción a dos tallos se disminuye el porcentaje de producción precoz, ya que lo habitual es que el primer racimo del eje secundario recién se forma cuando el eje principal ya está formando el tercer racimo. En cultivos hidropónicos conducidos a dos ejes se ha observado un similar nivel de productividad de fruta en comparación a un cultivo guiado a un solo eje, aunque el tiempo de cosecha fue más extenso y tardío (SAKAMOTO, WATANABLE y OKANO, 2000). SAKAMOTO, WATANABLE y OKANO (2000) coinciden en que la conducción a dos brotes laterales es conveniente en reemplazo a la de un eje, lo que permite reducir el número de plantines utilizados para establecer el cultivo. Esto se traduce en la compra de menos plantas por hectárea (COCKSHULL, HO y FENLON, 2001). WATANABLE et al. (1999) demuestran que los cultivares de verano-otoño son ideales para un cultivo de verano conducido a múltiples ejes, ya que presentan un mayor rendimiento de fruta que los cultivares de invierno-primavera. En un cultivo de invierno la tendencia es opuesta. Otra forma de conducir los brotes axilares es dejando tres ejes. HERNÁNDEZ (2000), utilizando plantas injertadas sobre el portainjerto He-man, demostró que plantas guiadas en tres ejes logran un 74 % de los frutos de calidad extra y primera, en comparación a un cultivo guiado a un solo eje en el que se obtiene sólo un 67 %. ∗ ALLENDES, H. Ing. Agr. 2003. Universidad Católica de Valparaíso, Facultad de Agronomía. Comunicación personal. a c b d e = Inflorescencia FIGURA 1: Representación esquemática de diferentes sistemas de conducción a múltiples ejes: a) Conducción a eje simple. b) Conducción a doble eje tradicional. c) Conducción a doble eje modificado. d) Método de conducción Hardy. e) Conducción a tres ejes. Sin embargo, el inicio de cosecha de un cultivo guiado a tres ejes se retrasa una semana y media con respecto al cultivo guiado a un eje. Al dejar más de cuatro brotes laterales se afecta el crecimiento vegetativo y el rendimiento del cultivo. También se disminuye el diámetro del tallo y su vigor, el número de frutos por metro cuadrado decae, la cosecha comienza más tarde y lleva a una significativa baja producción (NAVARRETE y JEANNEQUIN, 2000). Otros tipos de problemas que se presentan al dejar más brazos por planta son: el aumento de mano de obra para realizar las labores de deshoje y el aumento del volumen foliar y por consiguiente, la mayor incidencia de enfermedades (ESCAFF, 1993).Según GEINSENBERG y STEWART (1986) el aumento de ejes laterales reduce el tamaño del fruto y se ve limitado por el vigor de la planta. Por esto, la densidad poblacional debiera adecuarse al tipo de conducción previsto, aumentando el marco de plantación si se conduce a más de dos ejes por planta. 2.9.2. Aumento del número de ejes durante el desarrollo del cultivo: COCKSHULL y HO (1995) utilizaron densidades iniciales de 3.06 plantas·m-2 y a través de la toma de un brote lateral en el tiempo llegaron a 4.07 tallos·m-2 en sistemas hidropónicos. Dicho manejo indujo una disminución significativa del promedio del peso del fruto y una reducción en los calibres de primera calidad, mientras se incrementa la cantidad de frutos por unidad de superficie. Una uniformidad del tamaño del fruto y un aumento del número de frutos cosechados por unidad de superficie se logra plantando el cultivo a una baja densidad inicial (2.04 plantas·m-2) y aumentando la densidad de plantas (3.06 plantas·m-2) a través de la toma de un brote lateral (COCKSHULL, HO y FENLON, 2001; COCKSHULL y HO, 1995). Sin embargo, estos frutos adicionales no pueden ser cosechados hasta por lo menos 80 días después que los brotes laterales han sido formados (COCKSHULL y HO, 1995). Cuando los brotes laterales son formados tempranamente, alrededor de la tercera semana del cultivo, una alta proporción de fruta comercializable fue de primera calidad en todos los periodos de cosecha (COCKSHULL, HO y FENLON, 2001). El número de frutos por unidad de superficie en un cultivo que se le toma un brote lateral en el tiempo, aumenta en forma paralela con el incremento de radiación solar de la estación. Además, en estos beneficios interviene el incremento del área foliar, que contribuye a un aumento del índice de área foliar (IAF) produciendo más asimilados por unidad de superficie. Esto último puede proteger a la fruta de la radiación solar directa y por lo tanto, reducir desórdenes de madurez y permitir altas producciones de fruta comercializable a lo largo del cultivo (COCKSHULL, HO y FENLON, 2001). 2.10. Componentes de la calidad del fruto: La calidad del fruto en función de la densidad de plantación y de tallos está principalmente relacionada con su tamaño y peso. Otros factores que influyen la calidad son: color, forma, ausencia de defectos, firmeza y sabor (CASTILLA, 1995). En cultivos de tomate en alta densidad se ha observado que el diámetro y peso del fruto son menores que en baja densidad (COCKSHULL, HO y FENOL, 2000) Un método alternativo de cultivo es establecer la plantación en baja densidad y posteriormente incrementar la densidad a través de la toma de un brote lateral en el tiempo. Esto produce uniformidad en el peso y tamaño del fruto, disminuyendo significativamente la cantidad de frutos de baja calidad (COCKSHULL y HO, 1995). Es importante mencionar que la calidad organoléptica del fruto no se ha evaluado en los ensayos llevados a múltiples ejes. El color externo es el resultado de la pigmentación de la pulpa y la piel. El color preferido por los consumidores es el rojo profundo y de tonalidad uniforme; a su vez, la apreciación del estado de maduración se suele basar en el color (GRIERSON y KADER, 1986). El deshojado en el periodo de maduración del fruto contribuye a uniformar el color, induciendo precocidad en la recolección (CASTILLA, 1995). Existen métodos subjetivos desarrollados para clasificar los estados de madurez del tomate, tales como las escalas de clasificación y cartas de color, pero de muy difícil aplicación (GRIERSON y KADER, 1986). KADER et al., (1978) señalan que los métodos objetivos para evaluar el color de los frutos incluyen técnicas de medición de tramitancia y reflexión de la luz. La firmeza es muy variable entre cultivares, siendo más blandos los multiloculares que los biloculares. Obviamente esta característica se ve influenciada por el estado de madurez y por las condiciones del cultivo (CASTILLA, 1995). El contenido de azúcares, ácidos y sus interacciones determinan el sabor del tomate. Los principales azúcares son glucosa y fructosa que constituyen el 65 % de los sólidos solubles (NUEZ, 1995). Dentro de los ácidos, los principales son el cítrico y el málico. En conjunto representan entre un 80 a 90 % de la acidez total, ésta suele oscilar entre 0.35 y 0.4 g/100 cc de jugo (DINAR y STEVENS, 1981). Altos niveles de azúcares y relativamente altos niveles de ácidos se requieren para un buen sabor. Altos contenido de ácidos y bajos de azúcares producen un tomate acre, mientras que una situación inversa produce tomates de muy suave sabor. Cuando los azúcares y ácidos son bajos, el resultado es un tomate insípido (GRIERSON y KADER, 1986). Valores de pH inferiores a 4.4 y contenidos de azúcares superiores al 4-4.5 % son necesarios para un buen sabor (DINAR y STEVENS, 1981). 3. MATERIALES Y MÉTODOS 3.1. Ubicación del ensayo: El ensayo se realizó en la parcela 36 perteneciente a la Sociedad Agrícola Los Rosales de Santa Julia, ubicada en la localidad de San Isidro 32º 50` latitud Sur, 71º 13` longitud Oeste, Provincia de Quillota, Quinta Región de Valparaíso, durante el periodo comprendido entre el 3 de septiembre del 2002 y el 31 de enero del 2003. 3.2. Características de clima y suelo: El clima de la zona de Quillota está clasificado como Mediterráneo Marino, agroclima Quillota. La temperatura media anual es de 15.3 ºC, presentando una máxima media del mes más cálido (enero) de 27°C y una mínima media del mes más frío (julio) de 5.5 °C. El período libre de heladas aprovechable corresponde a nueve meses, desde septiembre a mayo. La suma anual de temperaturas, base 5°C es de 3.700 grados días y 10°C, 1900 grados días. Las horas fríos de marzo a noviembre llegan a 500. La temperatura media mensual se mantiene sobre los 10°C. El régimen hídrico se caracteriza por una precipitación anual de 437 mm, siendo el mes de junio el más lluvioso con 125 mm. La estación seca tiene un promedio de ocho meses (NOVOA et al., 1989). El suelo del lugar donde se desarrolló el ensayo pertenece a la serie San Isidro. Corresponde a suelos de origen lacustrino, profundos; de textura franco arcillosa, de color grisáceo muy oscuro en la superficie y textura arcillosa, de color pardo grisáceo oscuro y negro en el tono 10 YR en profundidad. Suelo de topografía plana y deprimida, de permeabilidad lenta a muy lenta y de drenaje imperfecto. Presenta reacción violenta al HCl en todo el perfil (CIREN-CORFO, 1985). 3.3. Material vegetal: Se utilizaron plantas de tomate de un cultivo comercial de la variedad ASTONA perteneciente a la empresa Sunseeds Chile, híbrido de tipo indeterminado, larga vida, vigoroso, de maduración media para invernadero o campo abierto. Sus frutos son lisos, ligeramente achatados, con peso medio de 180-220 g y de un buen color rojo. Es resistente a Verticillium 1, Fusarium 1 y 2, Virus del Mosaico del Tabaco (TMV) y nemátodos (SUNSEEDS, 2003). Las plantas se establecieron bajo las condiciones de un invernadero frío, a través del sistema almácigo-transplante con un volumen de contenedor de 10 cm3. El transplante se realizó el día 3 de septiembre del 2002. Las plantas se dispusieron en V, la distancia sobre la hilera en la mesa de plantación fue de 0.23 m y la distancia entre mesas de1.40 m. Los invernaderos usados son de madera y están cubiertos con un polietileno de 200 micras, de dos temporadas. Corresponden al tipo dos aguas, de 4.6 m de alto, 30 m de largo y 7.0 m de ancho. Los manejos culturales se realizaron de acuerdo a las técnicas actuales que se utilizan para la producción forzada de tomates bajo plástico en la región (MENDOZA, 1992). La poda de brotes laterales se realizó de forma manual y cuando estos alcanzaban entre los 3 y 6 cm aproximados de longitud. El despunte de las plantas fue de acuerdo al tipo de tratamiento a que fueron sometidas. La fertirrigación, a través de dos cintas de riego por mesa se realizó de acuerdo a la solución nutritiva modificada de Steiner. Es importante señalar que el suelo de los invernaderos fue fumigado por última vez con Bromuro de Metilo a inicios de la temporada 2001, lo que significa que para este ensayo el suelo no ha sido fumigado. 3.4. Tratamientos: El manejo de conducción consistió en dejar dos ejes por planta, a través de la toma de un brote lateral desde la axila de la hoja dispuesta inmediatamente debajo de la primera inflorescencia de la planta. Los brotes laterales no fueron podados hasta la confirmación de la existencia de un brote lateral fuerte debajo de la primera inflorescencia, para así asegurar su formación. El despunte del primer eje se realizó sobre el quinto racimo floral y el despunte del segundo eje sobre el segundo racimo floral. El primer eje se deshojó de acuerdo al sistema utilizado en el predio, el que consistió en la eliminación de la segunda hoja después de cada inflorescencia. Al segundo eje se le realizó una poda de hojas que consistió en arrancar todas aquéllas que se encontraban debajo de la primera hoja dispuesta bajo el primer racimo floral. Este manejo se realizó cuando los frutos del segundo racimo del segundo eje tenían un diámetro ecuatorial promedio de 3.5 cm. Las plantas conducidas a un solo eje fueron despuntadas sobre el séptimo racimo floral y los brotes laterales fueron eliminados con los mismos criterios usados en las plantas conducidas a dos ejes. Los dos tratamientos a que fueron sometidas las plantas, consistieron en conducir las plantas a dos ejes para aumentar la densidad poblacional por unidad de superficie y un tratamiento testigo conducido a un solo eje. Los tratamientos experimentados fueron los siguientes: T0: Testigo, plantas conducidas a un eje (2.5 ejes·m-2). T1: Plantas conducidas a dos ejes intercaladas con plantas a un solo eje (3.8 ejes·m-2). T2: Plantas conducidas a dos ejes (5.0 ejes·m-2). 3.5. Unidad experimental: La unidad experimental fue representada por parcelas rectangulares de 29.9 m2 (4.6 m de ancho y 6.5 m de largo), compuesta por dos mesas de plantación. En cada extremo de las mesas se dejaron 2 m de borde. La unidad de muestreo consistió en una sección comprendida por 14 plantas, distribuidas en la parte central de las dos mesas (siete plantas en cada mesa) (Anexo 1). 3.6. Diseño experimental: El diseño estadístico consistió en un Diseño Completamente al Azar, compuesto por tres tratamientos y cuatro repeticiones. 3.7. Análisis de los resultados: Se realizó un análisis de varianza, a través de una tabla ANDEVA. Cuando el valor P asociado al estadístico de prueba fue ≤ 0.05 se utilizó el Test de Tukey, con un α = 0.05. Los datos se analizaron con el software Minitab (Minitab Inc., Pennsylvania, EE.UU.). 3.8. Mediciones: 3.8.1. Rendimiento y calibre de los frutos: La frecuencia de cosecha de los frutos de tomate fue de dos ó tres veces por semana, desde los 92 días hasta los 144 días después del transplante. El índice de cosecha correspondió a tomate rosado, lo que equivale a una presencia del 30 % a 60 % de la superficie del fruto con una coloración anaranjada o roja. Internamente el fruto es naranja o rojo y la matriz placental se hace acuosa (KRARUP, 2002). Los frutos fueron pesados individualmente. La clasificación de calibres fue de acuerdo a los siguientes criterios: Extra: Fruto con un peso mayor a 250 g. Primera: Fruto con un peso entre 150 y 250 g. Segunda: Fruto con un peso entre 100 y 150 g. Tercera: Fruto con un peso entre 80 y 100 g. Rosca: Fruto no comercial con los lóculos marcados. 3.8.2. Parámetros vegetativos: Altura de las plantas: Esta medición se realizó una vez por semana a cuatro plantas por parcela, desde 19 días hasta 97 días después del transplante, a todos los tratamientos. Se midió la altura de ambos ejes: desde el cuello del tallo principal hasta su ápice y desde la bifurcación del eje secundario hasta el ápice. Las mediciones se realizaron hasta los 20 días después de la fecha del despunte (24 de noviembre 2002). Diámetro del tallo: La medición se realizó bajo la primera inflorescencia de cada eje, semanalmente, a una muestra de cuatro plantas por parcela. La medición se hizo desde 19 días hasta 125 días después del transplante. Área foliar (A): Las mediciones se realizaron tres veces en la temporada, a un número de cuatro plantas por parcela, basándose en el ancho de la hoja. Se midió la expansión de la hoja del medio de cada simpodio, estimándose el área a través de la siguiente fórmula, definida por SCHWARTZ y KLÄRING (2001): Área foliar (A) = 0,203Lw1,674 Donde: Lw: Ancho de la hoja. 3.8.3. Parámetros de calidad: La medición de estos parámetros se obtuvo de una muestra promedio de siete frutos por racimo, elegidos completamente al azar al momento de la cosecha y fueron analizados en el Laboratorio de Post-Cosecha de la Escuela de Agronomía, Universidad Católica de Valparaíso. Diámetro de frutos: Se realizó una medición del diámetro polar y ecuatorial de los frutos. Color: La medición se realizó en el exterior del fruto y en su pulpa, la cual fue obtenida procesando los frutos en una juguera. Los datos se obtuvieron de tres puntos equidistantes y tres repeticiones en el ecuador del fruto y en la pulpa. El instrumento utilizado fue un colorímetro por reflexión MINOLTA modelo CR-200, el que arroja valores L*, a*, b*, los cuales están basados en la tabla de colores de Hunter. Estos valores indican: rango de luminosidad (L) que va desde el negro al blanco, el rango desde el color verde hasta el rojo (a) y el rango del azul hasta el amarillo (b) (McGUIRE, 1992). Una vez obtenidos los valores promedio se calculó Croma que equivale a la saturación y el Ángulo de Matiz al tono, a través de las siguientes fórmulas (McGUIRE, 1992): Croma (C ) = a 2 + b 2 Ángulo de matiz (hº) = arctg (b / a ) El ángulo de matiz tiene valores que van de 0º (rojo-púrpura), 90º (amarillo), 180º (verde azuloso). Los sistemas computacionales arrojan los resultados en radianes, así que para su correcta interpretación se debe ajustar la fórmula anterior a la siguiente (McGUIRE, 1992): ⎛ ⎛b⎞⎞ ⎜ arctg ⎜ ⎟ ⎟ ⎝ a ⎠ ⎟ * 360 Ángulo de matiz (hº) = ⎜ ⎜ ⎟ 2π ⎜ ⎟ ⎝ ⎠ pH: Las mediciones se realizaron al jugo obtenido por decantación de la pulpa de los frutos, por medio de un pH-metro SCHOTT modelo Handylab 1. Sólidos solubles: La medición se le realizó al jugo decantado de los frutos, a través de un refractómetro manual de 10° Brix, marca ATAGO modelo ATC-1. Acidez titulable: Este parámetro fue obtenido midiendo el gasto de NaOH hasta alcanzar un valor de pH 8,2 en una muestra de 20 ml de jugo decantado y 80ml de agua destilada. Se utilizó la siguiente fórmula (ASSOCIATION OF OFFICIAL ANALITYCAL CHEMISTS, 1990): % Ac.Cítrico = gasto de NaOH * concentración NaOH (N) * 6.41 ml solución 4. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS 4.1. Rendimiento: El rendimiento de frutos es el factor clave que determina el éxito económico del cultivo. El uso en cultivos de tomate bajo invernadero de tecnologías apropiadas ha permitido incrementar los rendimientos en forma importante en nuestro país. Es así que cultivos protegidos pueden alcanzar rendimientos que oscilan entre las 100 a 180 ton·ha-1 de acuerdo a su nivel de eficiencia, manejos culturales, condiciones climáticas, sanitarias, entre muchas otras (URRUTIA, 2000). Por otro lado, el rendimiento está directamente relacionado con el calibre y el número de frutos. A medida que el calibre de los frutos es mayor el número de frutos va disminuyendo (KRARUP, 1992). En el presente ensayo al evaluar el rendimiento total de los diferentes tratamientos no se encontró diferencias significativas entre ellos (Cuadro 1). Esta situación indica que la producción de las plantas no varió al ser conducidas con uno o dos ejes. La tendencia podría ser diferente si el número de racimos dejados en el primer o segundo eje de los tratamientos hubiera sido mayor, es decir, aumentar el largo del cultivo. En el ensayo realizado por MARCOTTI (1998) en la localidad de San Isidro, se observa que el rendimiento de frutos, en plantas conducidas a eje simple y doble manteniendo la densidad de plantas en 29.200 plantas·ha-1, se ve reducido en el tratamiento conducido a eje doble. En cambio, a una densidad de plantas menor (21.900 plantas·ha-1), la conducción a dos ejes presenta un mejor comportamiento en el rendimiento total de frutos. Esto se explica por un aumento de la eficiencia fotosintética de cada planta, el equilibrio sink-source de la planta es más estable que en la conducción a un eje y de esta forma se suple mejor el llenado de los frutos (SALINAS, RAMÍREZ y OSPINA, 1994). De acuerdo a COCKSHULL y HO (1995), la toma de un brote lateral llega a contribuir a una producción total adicional, pero el efecto no es significativo. Los ensayos consistieron en la toma de un brote lateral en un cultivo de baja densidad (2.04 plantas.m-2) hasta alcanzar una densidad de 3.06 ejes.m-2 y la toma de un brote lateral a una alta densidad de 3.06 plantas.m-2 hasta alcanzar 4.07 ejes.m-2. La adición de brotes laterales fue contrastada con densidades fijas de 2.04 plantas.m-2 y 3.06 plantas.m-2. Similares resultados se obtuvieron en los ensayos realizados por COCKSHULL, HO y FENLON (2000), en los cuales se evaluaron diferentes fechas para la toma de un brote lateral en cultivos de largo aliento y fueron comparados con tratamientos testigos de densidades bajas fijas (2.04 plantas.m-2) y densidades altas fijas (3.06 plantas.m-2) en el tiempo. Los resultados obtenidos mostraron un patrón de producción consistente con los tratamientos testigos, pero la tendencia obtenida de una mayor producción total de frutos comercializables no fue estadísticamente significativa. Para los ensayos realizados por HERNÁNDEZ (2000), en plantas injertadas y conducidas a dos y tres ejes, pero manteniendo las densidades de ejes por unidad de área entre los tratamientos hasta el final del cultivo, los rendimientos totales de frutos sí disminuyeron significativamente. CUADRO 1. Rendimiento total para cada uno de los tratamientos. Tratamiento T0(Testigo): 2.5 ejes.m-2 Rendimientos (ton.ha-1) 106NS T1: 3.8 ejes.m-2 118 T2: 5.0 ejes.m-2 122 NS: No significativo (P > 0.05) 4.2. Distribución de calibres: La clasificación de los diferentes calibres se realizó de acuerdo al peso de los frutos. En la Figura 1 se representan las diferentes categorías medidas, de las cuales sólo se tuvo diferencia estadística (P < 0.05) en los tomates roscas (no comerciales). En cambio, en las categorías extra, primera, segunda y tercera las diferencias no fueron significativas, lo que indica que al utilizar una densidad mayor de ejes por unidad de superficie se conserva el comportamiento de los diferentes calibres. En todos los tratamientos, incluyendo al testigo, la cosecha de frutos de calibre primera corresponden al 82%, los de segunda 10%, los de tercera 1.5% y el calibre extra 6.0%. De lo anterior se puede afirmar que es posible usar una mayor densidad de ejes, sin afectar el rendimiento total ni el de los frutos de primera calidad, lo que resulta tanto de interés económico como productivo. Al separar las medias por el test de Tukey, el tratamiento que fue conducido a dos ejes (5.0 ejes·m-2) presentó un rendimiento de tomate rosca menor al testigo (2.5 ejes·m-2), condición que es favorable al momento de la comercialización. Rendimiento (Ton·ha-1) 100 90 T0 (Control): 2,5 ejes·m⎯² 80 T1: 3,8 ejes·m⎯² T2: 5,0 ejes·m⎯² 70 60 50 40 30 20 10 b bc ac 0 Extra 1ª 2ª 3ª Rosca Categorías de tamaño Letras distintas indican diferencia estadística (Tukey, α=0.05). FIGURA 1. Distribución del rendimiento total de frutos en categorías de tamaño cosechados entre los meses de diciembre 2002 y enero 2003 en plantas de tomate de la variedad Astona conducidas en un eje, dos ejes y dos ejes en forma intercalada con un eje, en la localidad de San Isidro. La toma de brotes laterales tuvo efectos beneficiosos sobre la reducción del desorden fisiológico llamado rosca, que se caracteriza por frutos de un tamaño mayor al normal, presentan hendiduras y protuberancias a lo largo del fruto. Es atribuido a una baja temperatura (menor o igual a 10ºC) durante la formación de la flor, lo que induce a una mala diferenciación de los carpelos, los que se unen en algunos sectores (OYANEDEL, 2002). Por lo tanto, se sugiere que el aumento de la densidad de ejes por metro cuadrado producida por el tratamiento 2, puede haber causado una mayor estabilidad térmica dentro de la canopia y haber aumentado la temperatura mínima media, produciendo así la disminución de este desorden en los periodos de mayor susceptibilidad. Por otro lado, el mayor vigor expresado por el tratamiento de conducción a un eje, bajo las mismas condiciones de baja temperatura que el resto de los tratamientos, pudo haber influido en este resultado. De acuerdo a los ensayos realizados por MARCOTTI (1998), no se detectaron diferencias en el rendimiento de los calibres de primera (63%), segunda (35%) y tercera (2%) categoría entre plantas conducidas a un eje y doble eje, en densidades de plantación altas y bajas. Sin embargo, en ensayos realizados con plantas injertadas conducidas a uno, dos y tres ejes producen un 67%, 71% y 74%, respectivamente, de frutos de categoría extra y primera; a su vez las plantas sin injertar producen un 64% de estas categorías (HERNÁNDEZ, 2000). COCKSHULL y HO (1995) observaron que la producción de frutos de primera disminuyó, principalmente porque la presencia de brotes laterales aumentó la producción de frutos de segunda. En los estudios realizados por COCKSHULL, HO y FENLON (2000), se encontró una disminución de los calibres de primera en los tratamientos con toma de brotes laterales, pero se produjo una uniformidad del tamaño de los frutos en todos los periodos de cosecha. En estudios realizados por SALINAS, RAMÍREZ y OSPINA (1994) se observa una respuesta favorable de las plantas conducidas a diferentes tratamientos de conducción de ejes frente a la distribución de calibres. En plantas conducidas a uno y dos ejes se aprecia el mayor porcentaje de calibres de primera calidad, en comparación a plantas que no presentan ningún tipo de conducción al no haber sido podadas. La relación entre el porcentaje de primera decrece a medida que el porcentaje de tercera aumenta, para los tratamientos sin poda. En cambio, en plantas conducidas a uno y dos ejes el porcentaje de primera se mantiene alto en relación con los porcentajes de segunda y tercera. 4.3. Distribución de la producción en el tiempo: El periodo de cosecha de frutos se extendió durante nueve semanas, comenzando los primeros días de diciembre y culminado a fines del mes de enero. En las primeras cuatro semanas de cosecha (diciembre) se cosechó el 40 % de los frutos, en las dos semanas siguientes un 43 % y en las restantes el 17 %. El resultado del análisis estadístico indica que en los primeros 15 días de cosecha no existen diferencias significativas entre los tratamientos, en cambio en los tres periodos siguientes las diferencias sí lo son (Figura 2). En el periodo de 108 a 123 días después del transplante el tratamiento 2 es mayor que el tratamiento 1 y el testigo. En los días 124 a 139 después del transplante se observa que los dos tratamientos de conducción a múltiples ejes son mayores al testigo. Sin embargo, en el periodo final de cosecha (140-155 días después del transplante), el rendimiento del testigo fue mayor que los tratamientos de conducción. Por lo tanto, se consiguió concentrar la cosecha en un periodo de tiempo menor. En experimentos realizados en cultivos de largo aliento se ha observado que la toma de brotes laterales baja la producción temprana de fruta comercializable, mientras que incrementa el número de frutos producidos por unidad de superficie y aumenta la producción final (COCKSHULL y HO, 1995). La pérdida de precocidad se ve reflejada en la cosecha de frutos de los brotes laterales, la que se produce sólo después de 80 días después de la formación del eje (COCKSHULL, HO y FENLON, 2001). De acuerdo a HERNÁNDEZ (2000) en plantas injertadas conducidas a uno y dos ejes se aprecia una leve diferencia sólo en la tercera y cuarta semana de cosecha, la que se debe al retraso de maduración de los frutos de los primeros racimos del segundo eje. 4.4. Crecimiento vegetativo: El crecimiento vegetativo es una interacción de las condiciones fisiológicas de la planta y su respuesta a las condiciones medioambientales. El desarrollo vegetativo de una planta depende de una serie de interacciones de factores, entre los que se pueden mencionar la variedad, la radiación solar, la temperatura, la nutrición, el suministro de agua, la concentración de CO2 y el estado sanitario de la planta (NAVARRETE y JEANNEQUIN, 2000). En este ensayo no se observaron diferencias estadísticas (P > 0.05) en los parámetros de altura de la planta y diámetro del tallo, tanto para el primer eje como para el segundo. En ambos caso se realizó un análisis de varianza para las medias de las tasas de crecimiento relativo (TCR) en todas las fechas en que fueron medidas (Figuras 3 y 4). Esto apunta a que la alta densidad de ejes por metro cuadrado no afecta el crecimiento vegetativo de las plantas de los tratamientos. La tasa relativa de crecimiento de la altura y el diámetro del tallo disminuyen en el tiempo. Esto se ve explicado porque a medida que los frutos cuajan, pasan a ser un sink más fuerte de fotoasimilados que el tallo, el ápice o las raíces. Por lo tanto, una 60 % total de cosecha 50 T0 (Control): 2,5 ejes·m⎯² T1: 3,8 ejes·m⎯² T2: 5,0 ejes·m⎯² a a 40 b a bc 30 c a 20 b c 10 0 92-107 108-123 124-139 140-155 Días después del transplante Letras distintas para cada rango de fechas indican diferencia estadística (Tukey, α=0.05) FIGURA 2. Porcentaje de frutos cosechados entre los meses de diciembre 2002 y enero 2003 en plantas de tomate de la variedad Astona conducidas en un eje, dos ejes y dos ejes en forma intercalada con un eje, en la localidad de San Isidro. vez que los frutos comienzan a crecer la tasa de crecimiento vegetativo de la planta llega a su valor mínimo (HO y HEWITT, 1986). 4.5. Área foliar: Los valores obtenidos indican que el área foliar de los tratamientos en el día 50 después del transplante no presentan diferencias significativas con el testigo. En cambio, en los días 104 y 135 después del transplante el tratamiento 1 presenta un área foliar mayor al tratamiento 2 y al testigo (Figura 5). La toma de brotes laterales en los tratamientos produjo un área foliar adicional en el tratamiento 1, debido al tipo de conducción de la planta, la cual debe haber provocado una competencia por radiación solar con las hojas del eje principal y además, en estados tempranos de crecimiento de los brotes debe haber provocado una competencia por asimilados entre el brote lateral y los frutos del tallo principal (HO, 1996). De la investigación realizada por COCKSHULL y HO (1995) se desprende que el incremento del índice de área foliar, como resultado de la adhesión de brotes laterales, fue probablemente la principal causa del incremento del número de frutos producidos. De acuerdo a COCKSHULL, HO y FENLON (2000), uno de los beneficios del incremento del área foliar es la mayor producción potencial de asimilados por unidad de área y la protección de los frutos de la radiación solar directa para poder reducir la incidencia de desórdenes de maduración. 4.6. Calidad del fruto: La preferencia del consumidor por ciertos tipos de tomate se debe a percepciones de apariencia, gusto, textura y valor nutricional, tanto como por el costo del producto (HO, 2000). 1,40 1,20 1,20 1,00 1,00 0,80 0,80 0,60 0,60 0,40 0,40 0,20 0,20 0,00 -1 1,40 1,60 -1 -1 T1 (eje 2º): 3,8 ejes·m⎯² T2 (eje 2º): 5,0 ejes·m⎯² 1,80 -1 1,60 eje primario (cm·cm ·d ) Tasa relativa de crecimiento de altura del 1,80 2,00 secundario (cm·cm ·d ) T0 (Control): 2,5 ejes·m⎯² T1: 3,8 ejes·m⎯² T2: 5,0 ejes·m⎯² Tasa rlativa de crecimiento de altura del eje 2,00 0,00 27 34 41 48 55 62 69 76 83* Días después del transplante FIGURA 3. Tasa relativa de crecimiento de la altura, medida entre los meses de octubre y noviembre 2002, en plantas de tomate de la variedad Astona conducidas en un eje, dos ejes y dos ejes en forma intercalada con un eje, en la localidad de San Isidro. * El despunte se realizó a los 83 días después del transplante. 1,40 T0 (Control): 2,5 ejes·m⎯² T1: 3,8 ejes·m⎯² T2: 5,0 ejes·m⎯² T1 (eje 2º): 3,8 ejes·m⎯² T2 (eje 2º): 5,0 ejes·m⎯² 1,20 1,00 1,20 1,00 0,80 0,80 0,60 0,60 0,40 0,40 0,20 0,20 0,00 0,00 27 34 41 48 55 62 69 76 83 Tasa relativa de crecimiento del eje -1 -1 secundario (cm·cm ·d ) Tasa relativa de crecimiento del eje -1 -1 primario (cm·cm ·d ) 1,40 97 104 111 118 Días después del transplante FIGURA 4. Tasa relativa de crecimiento de diámetro de tallo, medida entre los meses de septiembre 2002 y enero 2003 en plantas de tomate de la variedad Astona conducidas en un eje, dos ejes y dos ejes en forma intercalada con un eje, en la localidad de San Isidro. 1100 1000 900 2 900 a 2 Área foliar eje primario (cm ) 1000 T0 (Control): 2,5 ejes·m⎯² T1: 3,8 ejes·m⎯² T2: 5,0 ejes·m⎯² Área foliar eje secundario (cm ) 1100 800 700 600 a b b b 700 600 b 500 800 500 400 400 300 300 200 200 NS 100 100 0 0 50 104 135 Días después del transplante NS: No significativo (P > 0.05). Letras distintas indican diferencia estadística (Tukey, α=0.05). FIGURA 5. Área foliar promedio (cm2), medida entre los meses de octubre 2002 y enero 2003 en la localidad de San Isidro, en plantas de tomate de la variedad Astona conducidas en un eje, dos ejes y dos ejes en forma intercalada con un eje. 4.6.1 Peso promedio, diámetro polar y ecuatorial de los frutos: En el parámetro de peso del fruto no se presentó diferencias estadísticas entre los tratamientos (Cuadro 2), siendo el promedio de los frutos del ensayo de 179.76 g, el cual se encuentra en el límite del rango esperado dado por la variedad utilizada, ASTONA, la que fluctúa entre 180 a 220 g (SUNSEEDS, 2003). Debido a esto, no se presentan signos de que el peso del fruto haya sido afectado por los tratamientos. Esto no concuerda con lo expuesto por GEISEMBERG y STEWART (1986), los que plantean que al aumentar el número de ejes por planta disminuye el peso del fruto. CUADRO 2. Peso (gr) promedio del fruto para cada uno de los tratamientos. Tratamiento T0(Testigo): 2.5 ejes.m-2 Peso de frutos (g) 182.38NS T1: 3.8 ejes.m-2 181.42 T2: 5.0 ejes.m-2 175.48 NS: No significativo (P > 0.05). Según COCKSHULL y HO (2000), la toma de brotes laterales disminuyó el promedio del peso del fruto, redujo la variación mes a mes en el promedio del peso y promovió un tamaño más uniforme durante el año. HERNÁNDEZ (2000) observó la disminución del peso del fruto en plantas injertadas conducidas a dos y tres ejes con respecto a plantas injertadas a un solo eje, pero el valor fue mayor que para plantas sin injertar. No se presentaron diferencias estadísticas entre los tratamientos con respecto a los parámetros de diámetro polar y ecuatorial (Cuadro 3). El promedio del diámetro polar de los frutos fue de 5.76 cm y el del diámetro ecuatorial de 7.5 cm. CUADRO 3. Diámetro (cm) polar y ecuatorial promedio de los frutos para cada tratamiento. Tratamiento Diámetro polar (cm) T0(Testigo): 2.5 ejes.m-2 Diámetro ecuatorial (cm) 5.8NS 7.6NS T1: 3.8 ejes.m-2 5.8 7.5 T2: 5.0 ejes.m-2 5.7 7.4 NS: No significativo (P > 0.05). 4.6.2. pH y acidez titulable: Los valores de pH no presentan diferencias significativas entre los dos tratamientos de conducción y el testigo. Los valores obtenidos se encuentran dentro del rango (menor a 4.4) necesario para un buen sabor (CASTILLA, 1995). En cuanto a la acidez titulable, el tratamiento de 5.0 ejes.m-2 resulta ser significativamente superior al tratamiento de 3.8 ejes.m-2 (Cuadro 4). La acidez es un factor importante en el sabor del tomate. El tratamiento 2 presenta una acidez titulable significativamente mayor al tratamiento 1, aunque las diferencias entre estos valores se consideran insuficientes como para incidir en la calidad del producto. 4.6.3. Sólidos solubles: El típico sabor dulce está determinado principalmente por las concentraciones de azúcares del fruto (sólidos solubles). La composición de azúcar del fruto depende del cultivar y las concentraciones de luz y temperatura durante su crecimiento (HO, 2002). Los resultados promedios obtenidos de sólidos solubles presentan diferencias estadísticas (CUADRO 5) entre el testigo y el tratamiento 1. CUADRO 4. Valores promedios de pH y acidez titulable para cada uno de los tratamientos. Tratamiento T0(Testigo): 2.5 ejes.m-2 pH Acidez Titulable (% Ác. cítrico) 0.22 a b 4.38NS T1: 3.8 ejes.m-2 4.36 0.21 b T2: 5.0 ejes.m-2 4.35 0.23 a NS: No significativo (P > 0.05). Letras distintas indican diferencia estadística (Tukey, α=0.05). CUADRO 5. Sólidos solubles (grados Brix) promedio de los frutos, para cada uno de los tratamientos. Tratamiento Sólidos solubles (ºBrix) T0(Testigo): 2.5 ejes.m-2 3.4 a c T1: 3.8 ejes.m-2 3.1 b T2: 5.0 ejes.m-2 3.3 b c Letras distintas indican diferencia estadística (Tukey, α=0.05). Por consiguiente, la disminución significativa en los valores de sólidos solubles sufridos por el tratamiento 1 se relacionan con una menor acumulación de materia seca del fruto, la cual es debida al mayor sombreamiento producido por las altas densidades de tallos provocada por el tratamiento y que disminuyen la capacidad de fotosíntesis de la canopia a lo largo de la temporada. Por otra parte, resulta interesante la similitud estadística entre el tratamiento con mayor densidad de ejes y el testigo, fenómeno debido probablemente a una mayor estabilidad térmica producida por la distribución de la canopia en el tratamiento 2, lo que catalizaría reacciones enzimáticas relacionadas con la fijación del carbono compensando así la diferencia de captación de luz con el testigo. 4.6.4. Color: La apariencia del fruto, donde el color es uno de los principales parámetros, tiene el efecto más inmediato y profundo sobre la elección del consumidor (HO, 2000). El color del fruto del tomate está definido básicamente por dos pigmentos, ambos carotenoides, el que representa mayor importancia es el licopeno y en menor medida el β-caroteno, los cuales son producto de la degradación de la clorofila (CHAMARRO, 1995). El Cuadro 6 indica los resultados respecto a las mediciones del color externo e interno efectuadas a cada tratamiento. El color externo no presentó diferencias significativas entre los tratamientos. Con respecto al color interno, la luminosidad (L) de los frutos del tratamiento 1 fue significativamente mayor al control (color más claro). Esto representa una disminución de la calidad del fruto, lo que se traduce en una pérdida de la preferencia por parte de los consumidores. CUADRO 6. Análisis del color externo y color interno de los frutos de tomate en cada tratamiento. Tratamiento T0: 2,5 ejes.m-2 T1: 3,8 ejes.m-2 T2: 5,0 ejes.m-2 Color externo L C hº NS NS 208.7 49.5 30.5NS 39.9 48.2 22.9 38.3 47.8 53.4 NS: No significativo (P > 0.05). Letras distintas indican diferencia estadística (Tukey, α=0.05). Color interno L C hº NS 59.4 a c 47.4 37.7NS 63.3 b 46.5 38.1 60.7 b c 47.5 36.9 5. CONCLUSIONES Al emplear dos sistemas de conducción a doble eje (3.8 y 5.0 ejes·m-2), se mantiene el rendimiento total de los frutos con respecto a un cultivo de conducción simple (2.5 ejes·m-2) realizado bajo las condiciones edafo-climáticas de la localidad de San Isidro. La distribución de las diferentes categorías de tamaño de los frutos no es influenciada por el aumento de la densidad de ejes. Los tratamientos con 3.8 y 5.0 ejes·m-2 produjeron una concentración de la cosecha, con una mayor proporción de fruta cosechada en las semanas 5-6 que el testigo. El crecimiento vegetativo, cuantificado como diámetro del tallo y altura de la planta, no se ve afectado por el aumento de la densidad. Por el contrario, el área foliar es mayor en plantas conducidas a doble eje, lo que sugiere una mayor producción de asimilados por unidad superficie y la protección de los frutos de la radiación solar directa. La mayor parte de los parámetros de calidad del fruto (peso promedio, diámetro polar y ecuatorial, pH y color externo) no son afectados por la toma de un brote lateral en el tiempo. Por otro lado, la acidez titulable aumenta favorablemente al incrementar la densidad a 5.0 ejes·m-2, mientras que los sólidos solubles y la luminosidad del color interno del fruto disminuyen con densidades de 3.8 ejes·m-2, afectando detrimentalmente la calidad del fruto. 6. RESUMEN El ensayo se realizó en la localidad de San Isidro, provincia de Quillota, región de Valparaíso. El objetivo de este experimento fue evaluar el desempeño del cultivo de tomate de la variedad ASTONA frente a un sistema de conducción a dos ejes, en el cual el segundo eje es formado a partir de una yema axilar, una vez concluida la fase de crecimiento vegetativo exclusivo. Se evaluó el rendimiento, el crecimiento vegetativo de la planta (diámetro del tallo, altura de la planta y área foliar) y la calidad del fruto, que incluye factores como el pH, sólidos solubles, acidez titulable, color y calibre de los frutos. Los tratamientos a que fueron sometidas las plantas consistieron en dos tratamientos de conducción a doble eje. En el primero las plantas fueron conducidas a dos ejes intercaladas con plantas a un solo eje (3.8 ejes·m-2) y en el segundo todas las plantas fueron conducidas a dos ejes (5.0 ejes·m-2). Estos se contrastaron con un tratamiento control donde las plantas fueron conducidas a un solo eje (2.5 ejes·m-2). La toma del eje lateral, para aumentar la densidad poblacional por unidad de superficie, se realizó desde la axila de la hoja dispuesta inmediatamente debajo de la primera inflorescencia de la planta. El despunte del primer eje se realizó sobre el quinto racimo floral y el despunte del segundo eje sobre el segundo racimo floral. Las plantas conducidas a un solo eje fueron despuntadas sobre el séptimo racimo floral. Los resultados obtenidos por los tratamientos de conducción (3.8 y 5.0 ejes·m-2) no presentan un aumento del rendimiento total, pero sí producen una concentración de la cosecha en las dos primeras semanas de enero, lo que es económicamente favorable para el productor. La distribución de las diferentes categorías de tamaño de los frutos no fue influenciada por el aumento de la densidad de ejes. Con respecto al crecimiento vegetativo se observó que el área foliar final de las plantas de ambos tratamientos es mayor, lo que sugiere una mayor producción de asimilados por unidad superficie y la protección de los frutos de la radiación solar directa. El diámetro del tallo y la altura de la planta no se vieron afectados. Con respecto a la calidad del fruto, los factores peso promedio, diámetro polar y ecuatorial, pH y color externo no presentan diferencias. En cambio, la acidez titulable es mayor para el tratamiento de 5.0 ejes·m-2, mientras que los sólidos solubles y la luminosidad interna del fruto disminuyen en el tratamiento de 3.8 ejes·m-2. Por consiguiente, es factible el establecimiento de un cultivo de tomate conducido a doble eje para concentrar la cosecha, sin disminuir los rendimientos ni afectar la calidad organoléptica de los frutos. 7. LITERATURA CITADA. ATHERTON, J. and HARRIS, G. 1986. Flowering. In: Atherton, J and Rudich, J. eds. The Tomato Crop. 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