Fase oral secundaria Oral Secundaria- Sádica – canibalista Primacía de la zona erógena bucal (También llamado estadio bucal: encrucijada aerodigestiva: presión labial, dental, deglución, emisión de sonidos, etc.) Consiste fundamentalmente en la separación del objeto de la zona erógena. La coincidencia entre fuente y objeto se rompe. Sadismo dentario que requiere de un objeto exterior al propio cuerpo para alcanzar su meta. Cuando el niño se frustra en el chupeteo acompañado del alucinar, El trauma autoerótico exige la salida de él, pero ello no es posible si no ocurre un proceso de síntesis, consistente en la ligadura de las zonas erógenas y la correspondiente unificación de huellas mnémicas. El proceso psíquico que llamamos unificación corresponde a la constitución del yoplacer. Está asociada a la investidura creciente de la piel, que actúa como un conector entre las zonas erógenas. La unificación de zonas erógenas implica una articulación sobre la base de la simultaneidad. La unificación de zonas erógenas está asociada con el derrumbe de la concepción de un objeto generado por cada zona. Con este objeto proyectado fuera, el yo se reencuentra vía identificación (identificación primaria) La articulación de las distintas zonas erógenas procura moldes o patrones, una imagen proyectada de sí, basada en sensaciones olfatorias, cenestésicas, auditivas y visuales. Estos moldes erógenos devuelven al niño imágenes para la identificación del yo, el cual se reencuentra y encuentra también allí al objeto, investido como ideal, como modelo. Cada tipo de proyección, va seguido de una identificación por la cual el yo se constituye. En el objeto investido como modelo, el yo encuentra la satisfacción de sus necesidades y además un sentimiento de sí. La identificación primaria designa el desplazamiento de investiduras que reúnen en un todo al objeto con el yo, constituir al yo según lo puesto en el objeto como modelo-ideal. La identificación primaria reúne, antes de que surjan las diferencias, a la elección objetal anaclítica con la narcisista, y la investidura del objeto es la misma que la del yo; el amor hacia el objeto es indiscernible del amor al propio yo. En un momento previo fuente y objeto coincidían, Ahora la coincidencia se da entre yo y objeto placiente, por obra de la identificación. Este es el momento en que se establecen los nexos entre las primeras huellas mnémicas; es, por lo tanto, el momento inaugural de ese acto psíquico que llamamos narcisismo. Debemos además establecer algunas diferencias entre la identificación y otro proceso psíquico con el que tiene ciertas coincidencias: la introyección. la introyección en su intento de incorporar al objeto, no exige a la mente un cambio estructural. La identificación impone una modificación psíquica más profunda, una intensa labor de acomodación a las propiedades del objeto. El yo-placer se constituye sobre la base de una identificación con la madre puesta en el lugar de modelo. En 1921, Freud plantea cuatro lugares posibles en relación con el otro: modelo, ayudante, rival y objeto. El lugar de modelo es el primero en surgir e implica que su presencia garantiza la existencia del propio yo. En un vínculo de ser, no de tener, se desea ser "uno con el otro"; supone la fusión con el otro. Hacia este modelo se dirige un tipo de investidura que llamamos anhelo, añoranza o nostalgia. La representación del cuerpo del niño pasa a depender de la percepción de la presencia de la madre, garantía de su ser. La meta de la pulsión oral secundaria es la devoración en la que se imbrican pulsión de autoconservación y libido narcisista. Esta articulación es contradictoria, de carácter ambivalente, ya que la devoración del objeto hace desaparecer al modelo, garante del ser. De esta contradicción se deriva la inermidad del yo ante la pulsión de muerte que impone la desestructuración. El yo para sostenerse requiere de la asistencia y el amor del objeto e ideal. Esta inicial imbricación entre los dos componentes de las pulsiones de vida permite esbozar una primera oposición de Eros frente a la pulsión de muerte gracias al recurso de la agresividad. Se transforma así, en pulsión de destrucción, de apoderamiento, voluntad de poder. Con el surgimiento de la pulsión oral secundaria aparece un rudimento de agresividad; el ejercicio de la musculatura va a permitir defenderse de lo displacentero, proyectándolo fuera. En esta fase, la musculatura masticatoria asociada a la defensa sólo posibilita escupir o bien morder y devorar. De aquí deriva la pasividad motriz en esta fase, caracterizada por la dependencia de un otro, aquél que posibilita el registro de las diferencias en términos de placerdisplacer. la zona dominante en cuanto a la erogeneidad es la oral; podríamos decir que, para el niño, el universo sensible pasa por la boca, todo lo que ve, es aferrado y llevado a la boca. Conocer el mundo es chupado, morderlo y luego, tragado o escupido. una de las dos funciones del juicio consiste en atribuir una propiedad a una cosa. "La propiedad sobre la cual se debe decidir puede haber sido originalmente buena o mala, útil o dañina." Esta función del juicio, la atribución, corresponde al yo placer purificado. Este yo recibe su denominación debido a que (a través de los juicios de atribución) se apropia de lo bueno o placentero, que pasa a constituir el yo, mientras que lo displacentero es expulsado fuera. Estos juicios permiten al yo discriminar en qué percepciones se reencuentra y en cuáles no. Lo malo o perjudicial es proyectado mediante un acto desatributivo de la propiedad buena o útil, cuya atribución previa lo había admitido en el yo. Dicho movimiento desatributivo es fundamentalmente hostil; así como al yo real primitivo le correspondía un exterior indiferente, desinvestido, a este yo de placer le corresponde un no yo hostil. La desatribución implica una expulsión del ser, el objeto desatribuido se constituye en malo y es condenado a estar siempre disponible para la aniquilación.