Acuerdo entre la Santa Sede y el Perú

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NOTA
Carlos Oviedo Cavada
Arzobispo de Antofagasta.
Acuerdo entre la Santa Sede
y el Perú
1. HA PASADO MUY DESAPERCllilDO el Acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú, suscrito en Lima el 19 de julio de 1980 y ratificado por las
Altas Partes el 26 de ese mismo mes y año (1).
2. Sin embargo, este cuerpo legal del derecho concordatario es importante no sólo para la Iglesia y el Perú sino que es de gran interés en ese campo
jurídico, a la vez que resulta útil su ilustración para las relaciones entre la Iglesia y el Estado en los países de arraigada tradición católica.
3. El Acuerdo comprende las siguientes materias:
En primer lugar trata de la situación jurídica de la Iglesia católica en Perú
(Arts. I Y II) Y de algunas de sus consecuencias (Arts. III y IV). En seguida
define que las circunscripciones eclesiásticas del Perú deben comprender sólo
ese territorio: ni pueden extenderse más allá de él, ni una sede en el extranjero
puede adentrarse en suelo peruano (Art. V).
La creación de nuevas jurisdicciones eclesiásticas ocupa el tercer lugar (Art.
VI), y en cuarto 'lugar está la forma de nombrar los Obispos (Art. VII).
El régimen civil de las Ordenes y Congregaciones religiosas y de los Institutos seculares está en quinto lugar (Art. IX), mientras los Arts. VIII y X se
refieren, en sexto lugar, al régimen financiero y tributario de la Iglesia.
En séptimo lugar está lo relativo al Vicariato Castrense ,.Arts. XI-XV~II) y
lo sigue la asistencia religiosa a los católicos internados en centros sanitarios y
establecimientos penitenciarios (Art. XVIII).
La libertad
nivel está en
la educación
comunidades
( 1)
de enseñanza de la 'Iglesia en centros educacionales de todo
noveno lugar (Art. XIX) Y lo complementa el régimen civil de
en los Seminarios diocesanos y en los centros de formación de las
religiosas (Art. XX).
A.A.S. 72 (1980) 807 - 812.
Este Acuerdo no ha sido mencionado por Juan Pablo II en su Alocución al Sacro Colegio Cardenalicio y a la Prelatura Romana de 22 de diciembre de ese año (ofr. "L'Osservatore Romano", edición española, 13 (1981) 1 - 4 Y 11 - 12) ni en su Discurso al
Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede (ofr. o.c. (37) Y (53) - (56).
Tampoco "La Civiltá Cattolica" -que siempre hace referencia a estos actos, por lo
menos en su sección Vita della Chiesa- no ha dado cabida ni a noticias ni comentarios
de este Acuerdo.
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CARLOS
OVIEDO
CAVADA
Undécimo lugar ocupa la forma de resolver las diferencias que surgieren
del Acuerdo (Art. XXI) y, en último lugar, se establece la entrada en vigencia
del mismo Acuerdo (Art. XXII).
4. Nos referiremos a algunas materias más relevantes de este tratado.
5. Preliminarmente se debe advertir en este documento un lenguaje fluido
y moderno en sus partes fundamentales,
desprendiéndose
de conceptos que
eran resabios regalistas.
Un buen ejemplo de este progreso en materia concordataria
lo ofrece el
Art. 1: "La Iglesia Católica en el Perú goza de plena independencia y autonomía". Aquí se establece una realidad que es propia del régimen jurídico de la
Iglesia y que le compete en cuanto tal. Antiguamente este hecho aparecía, pn
cierta medida, como una concesión del Estado (2).
El Acuerdo peruano expresa, en frase directa, un afortunado cambio ('n el
lenguaje concordatario.
6. En su Art. 1 el Acuerdo -como se ha dicho- verifica que la Iglesia en
el Perú "goza de plena independencia y autonomía". Pero el Estado no permanece ajeno a la Iglesia, sino que la considera en su real contexto histórico y de
allí nace una especial relación: " ... en reconocimiento a la importante función
ejercida en la formación histórica, cultural y moral del País, la misma Iglesia
recibe del Estado la colaboración conveniente para la mejor realización de su
servicio a la c'Omunidad nacional" (Art. 1).
Esta relación con la Iglesia, que no fluye de un Estado confesional -porque el Acuerdo no reconoce a la Iglesia como religión del Estado peruano-,
asienta objetivamente los fundamentos históricos que sitúan a la Iglesia en un
plano peculiar dentro de la comunidad, en el contexto de otras confesiones religiosas, aunque no se las menciona.
La "colaboración conveniente para la mejor realización de su servicio (de
la Iglesia) a la comunidad nacional" encuentra expresiones concretas en el régimen jurídico de "carácter público" de la Iglesia y la capacidad de administrar
sus bienes (Arts. n, IlI, IV) Y en el "sistema de subvenciones para las personas, obras y servicios" (Art. VIII) Y en las "exoneraciones y beneficios tributarios y franquicias" para personas morales de la Iglesia (Art. XI).
(2)
Así puede leerse en el Modus vivendi entre la Santa Sede y Ecuador
(1937):
"El Gohierno ecuatoriano
garantiza a la Iglesia Católica en el Ecuador el libre ejercicio de las
actividades que, dentro de su esfera propia, le corresponden"
(Art. Primero).
Did. Mercati, Angelo, Raecolta di Concordati su materie ecclesiastiche tra la Santa Sede e le
Autoritá Civili. vol. n. Tipografia Poliglotta Vaticana, 19.54, 217.
En el Concordato español de 19.53 se l"epite varias veces: "El Estado espaüol reconoce
a la Iglesia Católica el carácter de sociedad perfecta ... ", "El Estado espafíol reconoce
~ pers~nalidad
jurídica a la plena capacidad de adquirir ... ", cte. (Arts. n, III, IV).
Vid. O.c. 272 - 273.
Lo mismo puede verse en el Concordato
con la República Dominicana
(1954), en sus
Arts. JI, nI, IV. vid. a.c. 298 - 297. Y ya más cerca de nosotros, y después del Vaticano
11, el Acuerda entre la Santa Sede y la República Argentina (1966): "El Estado Argentino reconoce y garantiza a la Iglesia Católica Apostólica Romana el libre y pleno ejercicio de su poder espiritual,
el lihre y público ejercicio de su culto, así como de su
jurisdicción, en el ámbito de su competencia,
para la realización de sus fines específicos".
(Art. 1). A.A.S. 69 (1967)
127.
ACUERDO
ENTRE
LA SANTA
SEDE
Y EL PER U
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7. El Concilio Vaticano n, en el Decreto sobre el oficio pastoral de los
Obispos en la Iglesia (n9 20), ha recordado que el "derecho de nombrar e
instituir a los Obispos es propio, peculiar y de suyo exclusivo de la competente
autoridad eclesiástica", por haber sido instituidos por Jesucristo y por la finalidad espiritual de su oficio. Consecuente con esta doctrina, el Vaticano 11 -en
aquel mismo texto- manifestó el propósito de que en adelante no se concediera
a las autoridades civiles ningún derecho o privilegio en esta materia, a la vez
que expresaba que "a las autoridades civiles. " humanísimamente se les ruega
que quieran renunciar espontáneamente, después de consultar la Sede Apostólica, a los derechos o privilegios susodichos de que por pacto o costumbre
gozan en el presente".
8. Este voto del Vaticano II ha encontrado plena acogida en este Acuerdo. "Nombrado un eclesiálstico rpor la Santa Sede para ocupar algún cargo de
Arzobispo u Obispo o Coadjutor con derecho a sucesión, Prelado o Vicario
Apostólico, o para regir alguna diócesis temporalmente, la Nunciatura Apostólica comunicará el nombre del mismo al Presidente de la Hepública antes de
su publicación; producida ésta el Gobierno le dará el correspondiente reconocimiento para los efectos civiles" (Art. VII).
9. Pío IX había concedido el derecho de Patronato al Presidente del Perú
por la Bula Praeclara inter bcneficia de 5 dc marzo de 1875, que tuvo el reconocimiento civil sólo el 27 de enero de 1880 por parte del Presidente Nicolás
de Piérola, durante la guerra con Chile (3). El derecho de patronato comprendía la facultad de "presentar a la Sede Apostólica, con ocasión de la vacancia
de la Silla Arquiepi~copal o de las Sillas Episcopales, Eclesiásticos dignos y
aptos, a fin de que según la.s reglas prescritas por la Iglesia se proceda a la
institución canónica ... " (4).
10. Como un acto previo a la finna del Acuerdo, el Gobierno del Perú había
procedido a derogar el derecho de Patronato (5).
(3)
Vid. Hernáez S.]., Francisci Javier. Colección de Bulas, Brel,es t¡ otros Documentos re.
lativos a la Iglesia de Améríca y Fílípínas. Bruselas, 1879. t. 11, 406 - 408.
Víd. Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Tratados, Convencíones y Acuerdos
vigentes entre el Perú y otros Estados. vol. 1, Lima, 1936. 439 - 440.
(4) Vid. Hernáez, a.c., 406.
(5)
El texto del Decreto Ley N'! 2.3147, de 16 de julio de 1980, es el siguiente:
" El Gobierno Revolucionario considerando:
" Que el sistema de Patronato Nacional que viene rigiendo las relaciones institucionales
" entre el Estado Peruano y la Iglesia Católica, no se adecua a la realidad socio-jurídica
" del momento actual ni traduce la verdadera independencia y autonomía de la Iglesia;
"Que la propia Iglesia, en el Concilio Vaticano 11, ha solicitado formalmente la desa".parición de los sistemas de Patronato;
"En uso de las facultades de que está investido; y COn el voto aprobatorio del Conse.. jo de Ministros; ha dado el Decreto Ley siguiente:
" Artículo ¡ro Derógase el Decreto Dictatorial de 27 de enero de 1880 sobre el Patro.. nato Nacional.
•. Artículo 29• El Gobierno suscribirá acuerdo con la Santa Sede para establecer un nue.. va sistema de relaciones institucionales entre el Estado Peruano y la Iglesia Católica".
"Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los dieciséis días del mes de julio de mil
" novecientos ochenta.
:: ~ne.ral de División E.P., Francisco ¡'.1orales Bermúdez Cerrutti, Presidente de la RepublIca.
(Siguen las firmas ue los ;',Iinistros de Estado).
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11. Ahora el Acuerdo contiene un régimen según los deseos del Vaticano
La Santa Sede es completamente libre para los nombramientos a que se
refiere el Art. VII; pues la comunicación al Presidente es sólo para alcanzar
efectos civiles de ese acto de la Sede Apostólica y no toca a la elección de la
persona para dichos cargos eclesiásticos. La única excepción está en el nombramiento del Vicario castrense, que -por razones obvias- "será nombrado por
la Santa Sede, de acuerdo con el Presidente de la República" (Art. XV). Esto
indica un gran progreso en la libertad de la Iglesia en algo tan importante
como es el nombramiento de los Obispos, y supera definitivamente los resabios
regalistas que aún se mantienen en otras partes (6).
12. Por esto, el Acuerdo con Perú aparece así como la entera liberación
de la Iglesia para designar a los Obispos, sin más limitación de que ellos deben
tener o haber adquirido la nacionalidad peruana, como se verá más adelante.
Este ha sido un gran paso adelante en el régimen de las relaciones de la Iglesia
y el Estado, y marcará un hito significativo para acuerdos semejantes en el
futuro. Este punto honra al Gobierno militar peruano que celebró este tratado.
13. Otra materia importantísima para la Iglesia es la libertad de enseñanza. Esta aparece consagrada en el Art. XIX: "La Iglesia tiene plena libertad
para establecer centros educacionales de todo nivel, de conformidad con la
n.
(6)
Vid. Relaciones institucionales vigentes entre la Iglesia Católica y la República del P~1'!í.
Julio, 1980. 7 - 8. (Sin indicar tlmprenta).
El Acuerdo similar de la Santa Sede y Argentina de 1966 conserva todavía algo de
aquello: "El nombramiento de los Arzobispos es de competencia de la Santa Sede. Antes
de proclamar el nombramiento de Arzobispos y Obispos residenciales, de Prelados o de'
Coadjutores con derecho a sucesión, la Santa S-ede comunicará al Gobierno Argentino el
nombre de la persona elegida para conocer si existen objeciones de carácter político
general en contra de la misma. El Gobierno Argentino dará su contestación dentro de
los treinta días. Transcurrido dicho término el silencio del Gobierno se interpretará en el
sentido de que no tiene objeciones que oponer al nombramiento" (Art. 1U). !/id. A.A.S.
69 (1967) 127.
Aquí se encuentra la llamada "pronotificación oficiosa", por la que se deía abierta la
posibilidad de una interveneión negativa de parte de ese Gobierno, en el sentido d'~
poder vetar dicho nombramiento. De todos modos, e! régimen del Acuerdo argentin,)
fue también un notable progreso. En efecto, por la Constitución de 1853 el Presidente
de la República gozaba de un derceho de Patronato que nunca le fue otorgado ni reconocido por la Santa Sede. Después la Constitución de 1949 mantuvo e! mismo estatuto jurídico. La separación de la Iglesia y e! Estado aprobada por el Parlamento en 1953,
durante el Tégimen peTonista, no alcanzó a tener eficacia legaI.PosteTimmente
se fue
abriendo paso un espíTitu rectificadora a partir de 195-8 con la administración Fronclizi.
y que, en algún punto concreto, modificó el Presidente Illia, hasta que se llegó al
Acuerdo en la Presidencia de! Tte. General Juan Carlos Onganía.
En la misma línea del Acuerdo argentíno,pero
en términos mucho más favorables a la
Iglesia, encontmmos lo establecido en el Acuerdo entre la Santa Sede y el Estado Espa:
ñol de 1976: "1) El nombramiento de Arzobispos y Obispos es de exclusiva competencia de la Santa Sede. 2) Antes de proceder al nombramiento de Anobispos y Obispos Tesidenciales y de Coadjutores con derecho a sucesión, la Santa Sede notificará el
nombre del designado al Gobierno español, por si Tespecto a él ex!istiesen ,posibles objeciones concretas de índole política general, cuya valoración conesponderá a la prudente
consideración de la Santa S-ede. Se entendeTá que no existen objeciones si el Gobierno
no las manifiesta en e! ténnino de quince días" (Art. 1). "'L'OsseTVatoTeRomano", edición española. 7 (1976) (372).
La comparación entTC los textos argentino y español haee ver en éste un avance en h
libertad de la Iglesia.
ACUERDO
ENTRE
LA SANTA
SEDE
Y EL PERU
17.3
legislación nacional, en el ámbito de la educación particular". En la educación
pública los "eclesiásticos que prestan servicio ... tienen. " los mismos derechos
que los demás maestros", y quienes son "profesores de Religión Católica de los
centros educacionales públicos, en los que continuará impartiéndose,
como
materia ordinaria, la enseñanza religiosa" requieren "presentación del Obispo
respectivo"; y podrán enseñar mientras gocen de S11 aprobación. Este artículo
pondrá fin a la preocupación de los Obispos en esta materia. Hay que recordar
la Carta Pastoral del Episcopado peruano de 1961, que denunciaba serios peligros de un monopolio estatal excluyente de la educación particular.
14. Es también muy importante para el régimen interno de la Iglesia la
situación de los estudios en los Seminarios y casas de formación de los religiosos.
El Acuerdo hace un reconocimiento de ellos, de acuerdo a ciertas formalidades.
"Los Seminarios diocesanos y los Centros de formación de las Comunidades
Religiosas serán reconocidos como Centros Educativos del segundo ciclo de la
Educación Superior, de conformidad con el artículo N° 154 del Decreto Ley
N9 19326 (Ley General de Educación) mediante una certificación de reconocimiento expedida por la Conferencia Episcopal Peruana. Dichas entidades, de
conformidad con el Art. 163 de la citada Ley General de Educación, otorgarán
los títulos propios a nombre de la Nación" (Art. XX).
15. Por último, queremos referirnos al Vicariato castrense, que cuenta
con siete de los veintidós artículos del Acuerdo. La novedad de ellos reside en
el nuevo régimen de sus capellanes.
"El presente Vicario Castrense, así como todos los Capellanes actualmente
en servicio, o en situación de retiro, conservan sus grados y prerrogativas" (Art.
XII). Pero esto cambiará en adelante. "En el futuro, ni el Vicario Castrense,
ni los Capellanes dependientes de él, tendrán asimilación a grado militar ni a la
Jerarquía Policial. Al Vicario Castrense le serán reconocidas las prerrogativas
propias de un General de Brigada, y a los Capellanes las de un Capitán o su
equivalente, según el Instituto Armado o Policial en que él sirviera" (Art. XIII).
"Los Capellanes Castrenses tendrán derecho a promociones similares a que tienen los empleados civiles de los Institutos Armados o Policiales" (Art. XIV).
Este cambio será de gran utilidad pastoral para los Capellanes y para el
ambiente interno de la Iglesia, a la vez que permanece un servicio religioso tan
importante para aquel ambiente especial de las Fuerzas Armadas y de Policía.
16. La nacionalidad se encuentra mencionada varias veces en el Acuerdo.
En América latina hay un gran número de sacerdotes que provienen de otros
países y este documento es consciente de ello. Se exige nacionalidad peruana
-sin necesidad de haber nacido en Perú- a los "Arzobispos y Obispos residenciales" (Art. VII). "El Vicario Castrense, por las peculiares circunstancias en
que deberá ejercer su servicio, será peruano de nacimiento .. ," (Art. XV). Sin
embargo, no se exige dicha nacionalidad para ser capellán en centros sanitarios
y en establecimientos penitenciarios (Art. XVIII) ni para los eclesiásticos que
prestan servicios en la educación pública (Art. XIX).
17. En conclusión, el Acuerdo que comentamos revela un ejemplar progreso en el derecho concordatario y consagra una verdadera armonía en el régimen
jurídico de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en Perú. Con este documen-
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CA VADA
to -es posible decirlo- comienza una etapa nueva en el régimen concordatario
en América latina.
18. Es cierto también que este Acuerdo no ha agotado la, materias de
c'Omún interés para la Iglesia y Estado en Perú. En marzo último se han presentado algunas dificultades por una disposición legal que decretaba el traslado
de los días feriados, incluidas las fIestas religiosas, al día lunes siguiente. Un
comunicado de la Conferencia episcopal peruana ha rechazado lo relativo a las
festividades religiosas. Aquí debe entrar a operar precisamente el Art. XXI del
Acuerdo: "Las eventuales diferencia, que pudieran presentarse acerca del contenido del presente acuerdo u otros puntos que pudiesen darse se resolverán ami~tosamente entre las Partes". Es de esperar que el buen espíritu que ha animado
las negociaciones para llegar a este Acuerdo siga animando siempre a ambas
Partes y cualquiera dificultad que pudiera surgir, de verdad, sea arreglada amistosamente.
19. Para nosotros es importante observar que en Chile, desde la Constitución de 1925, y en la actual de 1980, la Iglesia goza, en sus aspectos fundamentales, la misma libertad que ahora consagra este Acuerdo. Es interesante, por otra
parte, tomar nota de lo relativo a la educación en los Seminarios y comunidades
religiosas, en cuanto al reconocimiento estatal de esos estudios (Art. XX) Y de
las innovaciones introducidas en el Vicariato Castrense (Arts. XII - XIV).
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