la sociedad dividida. estructuras de clases y desigualdades

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RECENSIONES
tales, a sus oportunidades o falta de oportunidades y a sus perspectivas futuras y, por lo
tanto, afectan a la lógica general de los sistemas productivos.
El libro forma parte de una trilogía que
analiza la democracia, el trabajo y la desigualdad desde la perspectiva crítica del impacto de la revolución tecnológica en la estructura social. El autor analiza las nuevas
manifestaciones de desigualdad social, la inquietud generalizada acerca del devenir social, así como las transformaciones durante
la etapa de transición tecnológica y percibe
con cierto pesimismo su reflejo en términos
de empleo, de disposición de tiempo libre, de
nivel de consumo, de formas de vida, etc. En
este sentido indica la tendencia hacia la precariedad laboral creciente y la polarización
social.
«LA SOCIEDAD DIVIDIDA.
ESTRUCTURAS DE CLASES Y
DESIGUALDADES EN LAS
SOCIEDADES TECNOLÓGICAS»
JOSÉ LUIS TEZANOS
Biblioteca Nueva
Madrid, 2001
Resultado de una investigación sobre las
tendencias sociales actuales del último quinquenio del siglo XX, el libro ha sido realizado
con el fin de analizar y elaborar un marco teórico sobre los elementos de desagregación
social de las sociedades tecnológicamente
avanzadas en sus primeras fases de desarrollo. El autor se centra en la realidad tecnológica y en lo que está sucediendo en las sociedades desarrolladas, que no se puede explicar
exclusivamente haciendo referencia al crecimiento del sector servicios o a la emergencia
de determinados grupos ocupacionales, sino
que conviene profundizar en las alteraciones
profundas, en procesos concretos que atañen
a numerosas personas, a sus trayectorias vi-
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Tezanos manifiesta la inquietud de la ciudadanía ante el futuro incierto respecto a las
oportunidades laborales a causa del desarrollo de los nuevos sistemas productivos, así
como las tendencias sociales de nuestro tiempo, desde una perspectiva empírica y un análisis pormenorizado de diversos fenómenos
sociales, y pretende proporcionar un marco
de interpretación teórica sobre los elementos
de desagregación social.
Los modelos emergentes perfilan unos
contornos de fronteras sociales con categorías, no sólo exclusivas de clase, sino étnicoculturales, de género o generacionales, que
se agregan y determinan las mayores o menores posibilidades de traspasar el umbral
de la exclusión social, para dar origen a nuevas formas de pobreza, exclusión y precariedad social que competirán con las viejas situaciones de marginación.
La categoría de extrema pobreza, pobreza
inútil en términos de clase la denomina «infraclase» y está actualmente muy vinculada
a las nuevas formas de desarrollo tecnológico y a las nuevas formas de estructurarse el
poder. Es por lo tanto un término más am-
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plio que el que pretende reducirlo al más
abstracto de «marginación social», porque
comprende no sólo a los usuarios de Servicios Sociales personales, sino también a las
situaciones de desigualdad en función del
género, etnia, generación y discapacidad.
Esta categoría considera además que el recurso a los Servicios de bienestar a la larga
alimentan la pasividad de los usuarios y
contribuyen a perpetuar su situación «asistencial» y la precaridad en el empleo se alimenta de mano de obra femenina o procedente de las minorías étnicas, lo que
favorece la perpetuidad de una situación incluso para que se involucren las organizaciones sindicales.
De ahí que el autor considere que hay que
profundizar en las causas que producen la
exclusión y no limitarse a interpretaciones limitativas, que carecen del suficiente rigor y
no hay una evidencia probatoria entre la
existencia de una relación automática entre
las desigualdades de nivel de vida, las diferenciaciones sociales y las segregaciones que
impliquen posiciones sociales diferenciadas
en unos u otros sectores de la economía. La
frontera que señala fundamentalmente las
diferencias es el sistema que limita el acceso
a la igualdad de oportunidades a amplios
sectores sociales, de quienes se puede prescindir sin grandes riesgos, más allá del contexto social de procedencia.
Mientras el avance tecnológico afecta casi
exclusivamente al bloque de países más ricos
y desarrollados, en esta primera fase de
transición, su influencia se está dejando sentir ya también en el resto del mundo con una
fuerza disgregadora cada vez mayor.
Lo específico de los sistemas de desigualdad emergentes, es la existencia de una línea
de demarcación de posiciones sociales y oportunidades bastante diferenciadas para todos
los que se sitúan fuera del mercado del trabajo entendido éste como trabajo normal o
regularizado. No significa, sin embargo, que
los sistemas sociales emergentes se estén
simplificando, más bien lo contrario, pues se
procede hacia nuevas formas más complejas
de estructuración social en las que los elementos duales presentan manifestaciones
variadas y heterogéneas: desde los conflictos
clásicos de raíz económica, hasta las contraposiciones de carácter laboral, pasando por
los nuevos focos de contradicción de raíz generacional, por las diferencias de género, de
etnia y cultura, teniendo presente la particularidad del ámbito rural en contraste con el
espacio urbano y metropolitano.
El pensamiento occidental trató de poner
en práctica el humanismo y la democracia;
luego ha buscado superar las desigualdades
básicas de condición y de poder, avanzando
paulatinamente desde la noción de dignidad
personal y de igualdad ante la ley hacia la
democracia política parlamentaria, evolucionó posteriormente hacia la democracia social. Actualmente nos hallamos en el punto
de asentamiento de las conquistas alcanzadas y vamos progresando en términos de
equidad social, participación y corresponsabilidad democrática.
Este es el sentido del progreso histórico
que, desde que se extendió la educación a
amplios sectores de la población, ha llevado
al desarrollo tecnológico y científico y ha permitido que se pueda empezar a hablar, por lo
menos en algunos países, de avance práctico
de los ideales de solidaridad y democracia, a
partir de los ideales que movieron en el pasado a algunos grupos en favor del progreso,
anhelo de desarrollo social y del avance democrático. La crisis teórica actual revela no
sólo la crisis interna del paradigma socialista, sino la falta de oportunidades porque no
se ha prestado la suficiente atención a las referencias y posibilidades subyacentes de dinamismo social; porque subraya de forma
convincente mucho más los fracasos que los
logros alcanzados y por tanto el paradigma
neoliberal ha podido argumentarse con cierta fuerza el paradigma neoliberal del valor
de la seguridad y la estabilidad que proporciona el «orden conocido», frente a cualquier
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otra posible experiencia novedosa o revolucionaria, que engendra violencia y desgarro
humano.
Sin embargo las posibilidades de continuar el avance del pensamiento social derivan de potenciar las políticas de libertad,
igualdad y equilibrio medioambiental, facilitando respuestas plausibles a demandas y
necesidades específicas y a problemas reales.
Es necesaria una redefinición no sólo del progreso sino del modo como se ha de volver a
plantear. Se trata de hacer operativos valores y criterios que no generen desigualdades,
dominaciones, dependencias, alienaciones,
exclusiones o carencias que chocan con el nivel de exigencias personales y con la propia
moral alcanzada.
El triunfo de un sistema social y económico complejo no se mide por la mayor habilidad de neutralizar a los competidores,
sino por la capacidad de hallar soluciones
para los problemas reales de convivencia y
dignidad humana. Los retos que hay que
afrontar son la creación de un orden social
estable con una cierto grado de armonía social; resolver las necesidades de seguridad
de la existencia humana digna, así como la
creación de empleo que sea capaz de generar recursos; teniendo presente la necesidad de salvaguardar el medioambiente. Si
se consigue una redistribución de los recursos de todo tipo, se reducirá la pobreza y la
exclusión social, además de que se propiciará la participación y la integración ciudadana.
El autor contribuye a impulsar la reflexión sobre el progreso futuro facilitando sugerencias alentadoras de manera didáctica y
de lectura estimulante, a las que acompañan
unas tablas y cuadros sinópticos que facilitan su comprensión y facilita una bibliografia exhaustiva y de referencias relativamente recientes.
TERESA GARCÍA GIRÁLDEZ
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