annuit, ut tauri respergas sanguine dextram, 230 tum uero facito ut memori tibi condita corde haec uigeant mandata nec ulla oblitteret aetas, ut simulac nostros inuisent lumina collis, funestam antennae deponant undique uestem candidaque intorti sustollant uela rudentes, 235 quam primum cernens ut laeta gaudia mente agnoscam, cum te reducem aetas prospera sistet.' haec mandata prius constanti mente tenentem Thesea ceu pulsae uentorum flamine nubes aerium niuei montis liquere cacumen. 240 at pater, ut summa prospectum ex arce petebat anxia in assiduos absumens lumina fletus, cum primum inflati conspexit lintea ueli, praecipitem sese scopulorum e uertice iecit amissum credens immiti Thesea fato. 245 sic funesta domus ingressus tecta paterna morte ferox Theseus, qualem Minoidi luctum obtulerat mente immemori, talem ipse recepit. quae tum prospectans cedentem maesta carinam multiplices animo uoluebat saucia curas. 250 At parte ex alia florens uolitabat Iacchus cum thiaso Satyrorum et Nysigenis Silenis te quaerens, Ariadna, tuoque incensus amore. quae tum alacres passim lymphata mente furebant, euhoe, bacchantes, euhoe, capita inflectentes. 255 harum pars tecta quatiebant cuspide thyrsos, pars e diuolso iactabant membra iuuenco, pars sese tortis serpentibus incingebant, pars obscura cauis celebrabant orgia cistis, orgia, quae frustra cupiunt audire profani; 260 plangebant aliae proceris tympana palmis aut tereti tenuis tinnitus aere ciebant, multis raucisonos efflabant cornua bombos barbaraque horribili stridebat tibia cantu. Talibus amplifice uestis decorata figuris 265 puluinar complexa suo uelabat amictu. quae postquam cupide spectando Thessala pubes expleta est, sanctis coepit decedere diuis. hic, qualis flatu placidum mare matutino horrificans Zephyrus procliuas incitat undas 270 Aurora exoriente uagi sub limina Solis, quae tarde primum clementi flamine pulsae procedunt leuiterque sonant plangore cachinni, post uento crescente magis magis increbescunt purpureaque procul nantes ab luce refulgent: 275 sic tum uestibuli linquentes regia tecta ad se quisque uago passim pede discedebant. Quorum post abitum princeps e uertice Pelei aduenit Chiron portans siluestria dona: nam quoscumque ferunt campi, quos Thessala magnis 280 montibus ora creat, quos propter fluminis undas aura parit flores tepidi fecunda Fauoni, hos indistinctis plexos tulit ipse corollis, quo permulsa domus iocundo risit odore. confestim Penios adest, uiridantia Tempe, 285 Tempe, quae siluae cingunt super impendentes, +Minosim linquens doris celebranda choreis, +non acuos: namque ille tulit radicitus altas fagos ac recto proceras stipite laurus non sine nutanti platano lentaque sorore 290 flammati Phaethontis et aeria cupressu. mi cuerpo agotado antes de que, por haber sido traicionada, reclame de los dioses un castigo justo y ruegue en mi último momento el compromiso de los seres celestiales. "Por eso, vosotras que castigáis las acciones de los varones con vengador castigo, Euménides(229), cuyas frentes coronadas con cabellos de serpientes muestran las iras que escapan de vuestro pecho, aquí, venid aquí, oíd mis quejas, que yo, ¡ay desdichada!, me veo obligada a echar de lo más profundo de mis entrañas, impotente, abrasada, ciega por una loca pasión. Como ellas nacen verdaderas de lo más profundo de mi corazón, vosotras no dejéis que se pierda en vano mi llanto, sino, con el propósito con que a mí me dejó sola Teseo, con ése, diosas, lleve a la perdición a sí mismo y a los suyos." Después que profirió de su abatido corazón estos gritos, reclamando, ansiosa, castigo para las acciones crueles, el que rige a los dioses asintió con inquebrantable movimiento de cabeza. Con este movimiento la tierra y las erizadas superficies del mar se estremecieron y el firmamento hizo estremecerse a las brillantes estrellas. Y el propio Teseo, sembrada su alma de sombrías tinieblas, dejó escapar de su distraído pensamiento todas las órdenes que mantenía antes con recuerdo firme, y no mostró que llegaba sano y salvo al puerto de Erecteo izando las señales queridas para su afligido padre. Pues cuentan que antaño, cuando Egeo confiara a los vientos a su hijo, que abandonaba con su flota las murallas de la diosa(230), abrazándolo, le dio al joven estas órdenes: "Único hijo mío, que me alegras mucho más que la vida, hijo, me veo obligado a enviarte a peligrosos destinos a ti, que me has sido devuelto hace nada en el límite último de mi vejez, precisamente cuando mi suerte y tu ardiente valía te me arrancan sin quererlo yo, que todavía no tengo saciados mis abatidos ojos con la querida presencia de un hijo(231); no te enviaré yo, gozoso, con el ánimo alegre, ni te dejaré llevar señales de fortuna próspera, sino que, primero, sacaré de mi alma mis muchas cuitas manchando mis canas con tierra y derramando polvo encima; luego colgaré del errante mástil lienzos teñidos para que el oscuro lino ibero señale con su color de púrpura mi luto y el fuego de mi alma. Por eso, si la habitante del sagrado Itono(232), que consiente en proteger nuestra estirpe y el palacio de Erecteo, te concediere bañar tu diestra con la sangre del toro, entonces en verdad has de procurar que estas órdenes estén vivas bien guardadas en la memoria de tu corazón y que el tiempo no borre ninguna, de modo que, en cuanto tus ojos avisten nuestras colinas, las antenas dejen caer completamente su vestidura funesta y las torcidas escotas icen velas blancas, para que, nada más yo verlas, me permita gozar con espíritu alegre cuando un día feliz te traiga de regreso." Estas órdenes abandonaron a Teseo, que antes las retenía con recuerdo constante, como las nubes empujadas