Para el Certamen poético "Castillo de Rochafrida" Me duele algo tan simple como no tenerte Tengo el hábito de coleccionar palabras, aquellas que se confabulan en los flancos inabarcables de los inservibles sentimientos, al alcance de la eternidad y los convulsos silogismos que van quebrando el dolor en la rima de mis versos. Tú, que solo usaste la bohemia de mi abandono, quisiste ser la oscuridad y el veneno del silencio en el indefinible y sutil lenguaje infranqueable dejando la pasión suspendida en el olvido. Y ahora, con el recuerdo alcanzando los sueños, atrás queda el camino con la soledad gritando, un abismo incrustado en los pensamientos, y en las noches, un prosaico y céfiro desvelo fingiendo la ignorancia alocada de mis actos. ¿Piensas que reniego de mis certezas insufribles? No, prefiero sentirnos desnudos. Desnudos, como flores sin pétalos en la cuajada lluvia, un pedazo de mar levantando las esponjadas mareas, desnudos, donde el fuego no calienta y el frío se condensa y atrapa el reflejo en un espejo donde el amor se hace caricia. Algo así como una promesa mezclada entre almíbar, los besos abriendo los poros y alterando el juicio, y a lo lejos, los ciegos murciélagos macerando la sangre en las oscuras simas de nuestras pasiones infernales. Hemos vuelto a enredarnos en medio de una noche, sin luz, con la adolescencia saboreando nuestros cuerpos, encontrando la esperanza sumisa de vivir y el hábito de moldear los sentimientos en el jadeo de un instante. 1.- Te amé inconscientemente, con la intención de sentir la primavera revolotear por el contorno inabarcable de mi cuerpo, -como la caricia inadvertida del trémulo deseoacaso hacerme eterno en la memoria onírica del olvido y extirpar los lamentos de los márgenes del pensamiento. Y ahora, me queda pensarte en la emoción, ante el recuerdo del tacto y la sutil caricia, clavando la mirada en tu anatomía celestial y ruborizando los sueños entre noches oscuras; ¡ay deseo! pretendo gobernarte en el lascivo lenguaje, con esa misma bohemia capaz de llevar la lágrima al amargo recuerdo de un otoño sin ventana. ¿Por qué si la emoción se hace cadencia entre el olvido, vuelve la triste pena a cerrar el candado de los sueños? Y es que en el fondo, me duele algo tan simple como no tenerte. 2.-