El Carbonífero (360-290 millones de años) Agarocrinus americanus, crinoide, Carbonífero, Indiana (EEUU) Este interesante período geológico perteneciente a la Era Primaria o Paleozoico se desarrolló entre 360 y 286 millones de años antes de nuestros días. El término Carbonífero es de origen inglés y hace referencia a los abundantes depósitos de carbón de hulla que se originaron a lo largo de dicho período geológico. El clima en el Carbonífero Al comienzo del Carbonífero, las tierras emergidas de nuestro planeta disfrutaron de un clima tropical y una gran pluviosidad a lo largo de todo el año, y las diferencias climatológicas entre estaciones eran prácticamente nulas. Gran parte de Europa y Norteamérica se encontraban situadas en el Ecuador. Debido a ello, la estructura y las condiciones de vida de las formas vegetales carboníferas fueron muy similares a las de las plantas de las zonas húmedas y tropicales que hoy en día conocemos. Esta uniformidad climática fue el resultado de la gran expansión oceánica que ocupaba una gran parte del planeta, a excepción de una extensa porción continental, denominada Pangea. Este gran continente fue conformándose a partir del ensamblaje de distintas placas continentales y quedo configurado al finalizar la Era Primaria o Paleozoica. Mares de escasa profundidad rodeaban el supercontinente Pangea. En sus aguas se desarrollaban abundantes y variadas formas de vida, como braquiópodos, briozoos, artrópodos, equinodermos y moluscos. También en ellas comenzaron a evolucionar los primeros peces acorazados, los tiburones y otros tipos de faunas más modernas y conocidas entre nosotros. Período de grandes movimientos: la Orogenia Hercínica Al iniciarse el período Carbonífero, Gondwana (placa continental constituida por las actuales África y Sudamérica) contacta con Laurasia (formada por Europa y Norteamérica), y se inicia uno de los procesos orogénicos conocidos más activos: la Orogenia Hercínica o Varisca. Hace unos 300 millones de años, enormes fuerzas geológicas provocaron el plegamiento de amplias zonas de la superficie terrestre y de regiones ocupadas por las aguas marinas, dando lugar a la emersión de nuevas tierras y a la formación de extensas cadenas montañosas a lo largo y ancho del megacontinente Pangea. Dichos movimientos fueron los causantes de la denominada Orogenia Hercínica, que dio lugar a las primeras tierras continentales de Euskal Herria y a los macizos ibéricos. Asimismo, se formaron extensas cadenas montañosas en distintos puntos de Pangea. La colisión de Laurasia y Gondwana acarreó la elevación de cadenas montañosas como los Apalaches en Norteamérica o los montes Urales, fruto de la colisión de Siberia con Europa. Repercusiones climáticas y biológicas en los ecosistemas carboníferos Los movimientos orogénicos del periodo Carbonífero modificaron los relieves y el paisaje existente hasta el momento, provocando diversas adaptaciones en la flora, fauna y los ecosistemas anteriores. Así, a lo largo del Carbonífero, la vida marina experimentó un fuerte declive a consecuencia de las fluctuaciones del nivel de las aguas. Extensas masas de hielo localizadas en el polo Sur ampliaron sus dominios, al transformarse el agua en hielo. Debido a ello, el nivel de los mares descendió notablemente, lo cual provocó la extinción de gran parte de la fauna que habitaba en las someras aguas costeras. Estos fenómenos se invirtieron cuando las glaciaciones cesaron y el agua liberada provocó un nuevo calentamiento y el consiguiente aumento del nivel de los mares. Nuevas zonas costeras quedaron inundadas, y se formaron marismas y lagunas a lo largo de las mismas. Estas fluctuaciones trajeron consigo la formación de series sedimentarias con intercalaciones de arenas, gravas, limos y capas de carbón, indicativas de ciclos periódicos de inundación y retroceso marino bajo un clima de tipo tropical. La constante erosión de las zonas emergidas y sus montañas dio lugar a la creación de amplias zonas costeras pantanosas y deltaicas, que favorecieron el desarrollo de grandes bosques integrados por equisetos, helechos arborescentes y licopodios. La acumulación de aquellos restos vegetales en un ambiente rico en oxígeno y con escasos agentes naturales que ocasionaran la destrucción de la materia orgánica, posibilitó la creación de los abundantes depósitos de carbón que hoy en día yacen en distintos lugares de nuestro planeta. Los primeros bosques de Euskal Herria En el Carbonífero superior, hace unos 300 millones de años, se produjeron una serie de plegamientos de la corteza terrestre que afectaron a nuestra geografía. Estos movimientos orogénicos constituyeron la denominada Orogenia Hercínica y fueron los causantes de la elevación de algunos fondos marinos que pasaron a constituir las primeras áreas continentales de Euskal Herria. Como consecuencia de ello, emergieron una serie de islotes coincidentes con los macizos paleozoicos de Aiako Harria-Bianditz, Bortziri (Cinco Villas) y Aldude-Kinto Real. Todas esas formaciones constituyen los denominados Macizos Paleozoicos Vascos y sobre esas áreas emergidas proliferaron diferentes formas de vida vegetal y animal. El clima cálido y húmedo dio paso a los primeros bosques conocidos en Euskal Herria, formados por enormes licopodios, equisetos, cordaitales y helechos arborescentes, de varios metros de altura, que poblaron las zonas bajas y pantanosas creadas tras la Orogenia Hercínica. En ellas se depositaron gran cantidad de restos vegetales que dieron lugar a la formación de niveles de carbón de hulla, como los explotados a lo largo del pasado siglo siglo en Bera, Etxalar, Ibantelli y Sara. Flora carbonífera de Aiako Harria: los fósiles vegetales más antiguos de Gipuzkoa y de la Comunidad Autónoma Vasca Los restos paleobotánicos más antiguos de Gipuzkoa y de la C.A.V. han sido descubiertos en territorio del Parque Natural de Aiako Harria. Tienen una antigüedad de 300 millones de años y corresponden a fragmentos de troncos de helechos arborescentes que alcanzaron más de 10 metros de altura y equisetos (colas de caballo), similares a la que hoy en día podemos contemplar junto algunos arroyos y que también llegaron a alcanzar grandes proporciones. Las últimas investigaciones realizadas en el Parque Natural de Aiako Harria han permitido descubrir los restos fósiles de algunos frondes de helechos que determinan exactamente la edad de las rocas donde se encuentran estos importantes restos paleobotánicos. Los fósiles descubiertos corresponden a las primeras formas de vida vegetal conocida en territorio guipuzcoano y constituyen unos de los testimonios más interesantes sobre la aparición de los primeros bosques conocidos, tanto en el Parque Natural de Aiako Harria como en el conjunto de la C.A.V. Esos restos nos trasportan hasta el Carbonífero superior, más concretamente hasta el Estefaniense, hace unos 300 millones de años. A lo largo de 2009, reconocidos paleobotánicos como Roberto Wagner (director del Museo Paleobotánico de Cordoba) y otros expertos investigadores que estudian activamente la evolución de la flora europea y mundial, han recorrido de la mano de los coordinadores del Centro de Interpretación Geológica de Oiartzun, Luberri, diferentes yacimientos carboníferos estudiados en Gipuzkoa, Navarra y Lapurdi, descubriendo nuevas especies para la ciencia. Algunas de estas especies, como Eusphenopteris nummularia (primer helecho conocido en la C.A.V.) forman ya parte de las colecciones permanentes del museo. Estos restos pueden ser contemplados en la vitrina nº 1 de la Exposición . Flora del período Carbonífero La abundancia de plantas existentes a lo largo del período Carbonífero y la acumulación de sus restos fosilizados, en forma de carbón y rocas repletas de sus improntas, dieron lugar a la denominación de dicho período. En ningún otro intervalo geológico se tiene constancia de la existencia de una enorme biomasa, formada por restos de troncos y plantas enterradas, en zonas bajas y pantanosas. La óptima conservación de estos restos se debe a la celulosa y a la lignina que forma parte de los restos carbonosos. La escasez de bacterias, hongos, o animales vegetarianos que acabaran con la materia viva es otra de las claves de su óptima conservación hasta nuestros días. Carbonífero inferior A comienzos del Carbonífero existieron pocas especies capaces de generar carbón y grandes masas arbóreas. En la vitrina 1 podemos observar algunas de las plantas más primitivas conocidas en territorio vasco. Pertenecen a restos palustres, leñosos y algunas hojas pertenecientes a primitivos helechos y equisetos que poblaron las primeras tierras emergidas de nuestro entorno, durante el Namuriense (hace 320 millones de años). Proceden del Macizo Paleozoico de Quinto Real (Navarra). Carbonífero superior A lo largo del Carbonífero superior, diversas clases de plantas alcanzaron un gran éxito evolutivo. Lycopsida (licopodios) Los géneros más importantes fueron Lepidodendron, Lepidophloios y Sigillaria. Se trata de grandes formas adaptadas a la vida en zonas pantanosas. Lepidodendron fue el género con más éxito y algunas de sus especies llegaron a alcanzar los 40 metros de altura. Sphenopsida (equisetos) Similares a las actuales “cola de caballo”, habitaron lugares húmedos y están representadas por especies que llegaron a alcanzar dos metros de altura. Pteropsida (helechos) Su origen se remonta a los 370 millones de años. Durante el Carbonífero, constituyeron uno de los grupos más importantes en los ambientes húmedos y en las zonas bajas. Se reproducían a través de isósporas. Pteridospermopsida (helechos con semillas) Las tierras bajas eran muy tupidas y estaban cubiertas por una gran variedad de helechos y helechos con semillas. Existían grandes formas de helechos arborescentes y también poblaron tierras más elevadas de la llanura aluvial. Progymnospermopsida Tienen su origen en el período Devónico. Esta clase está representada por árboles de estructura leñosa y mucha madera, al estilo de las coníferas. Presentan una heterosporia, condición necesaria para el desarrollo de las gimnospermas. Cordaitales Conformaron un grupo de árboles robustos, de estructura leñosa y alturas de hasta 30 metros. Están relacionados con las gimnospermas y formaron grandes bosques parecidos a los actuales. Las floras características del Carbonífero continuaron su dominio y extensión hasta el periodo Pérmico para declinar finalmente debido, fundamentalmente, a nuevos cambios climáticos, paleogeográficos y evolutivos hacia nuevas formas vegetales.