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Revalorización del concepto ciceroniano de compromiso
y responsabilidad social en el discurso persuasivo
Porto de Farías, Norma N.
Departamento de Letras - Facultad de Humanidades - UNNE.
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ANTECEDENTES
La retórica como arte de argumentar y persuadir a través de la palabra ha tenido una importancia fundamental en la
historia del pensamiento del hombre occidental. Roland Bhartes sostiene que por su vastedad y duración ( dos milenios
y medio) el fenómeno retórico, cuyo código dio su lenguaje a nuestra cultura, es un imperio , uno de los más perennes.
Nuestra época va diseñando un nuevo humanismo cuyo sostén importante es el intercambio comunicativo. Causas
psicosociales, políticas y epistemológicas hacen de las ciencias de la comunicación, la información y la persuasión, el
centro de nuevas investigaciones.
En el plano científico en general, corrientes epistemológicas más recientes rompen con el esquema ahistórico de la
validación científica y ven a la ciencia como un tipo particular de actividad íntimamente relacionada con el grupo o la
comunidad que la produce siguiendo determinadas normas básicas (Thomas Khun). En el ámbito epistemológico se
habla del arte de persuadir como paso previo a la demostración.
En el plano de las ciencias del lenguaje, modernas teorías analizan el lenguaje en el marco de los procesos interactivos
de comunicación y hay un renovado interés en el estudio de la retórica. J. González Bedoya, apoyando la posición de
Ch. Perelman, opina que el arte de convencer debe recuperar la raíz filosófica que tuvo en la antigüedad grecolatina
incluyendo su sentido humanista y ético, a fin de dar respuestas a un mundo donde los medios de comunicación son
cada vez más poderosos y ejercen fuerte influencia en los comportamientos sociales con su propaganda política,
ideológica y comercial.
En el plano de la interacción social, la retórica amplía su campo tradicional y se perfila como una ciencia auxiliar en el
campo laboral de las relaciones humanas, la administración de empresas y la mediación.
La retórica tiene ahora la importancia que tuvo en la antigüedad grecolatina en el desarrollo social como formadora de
opinión.
El origen de todo el conocimiento retórico está en Grecia y Roma cuyos maestros (Platón, Aristóteles, Cicerón)
formularon los principios básicos que tienden a facilitar la interrelación comunicativa, y a través de ella, lograr la
realización plena del ser humano.
A partir de la segunda mitad del Siglo XX se produce un marcado interés en los estudios retóricos que rescatan el
corpus clásico grecolatino. Por una parte, la Nueva Retórica identificada con la escuela de Bruselas, cuyo principal
representante es Ch.Perelman, que estudia la retórica como teoría de la argumentación, el análisis de las técnicas
discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesión de un auditorio a las tesis presentadas para su asentimiento.
Por otra, la retórica de fundamentos estructuralistas, como la del Grupo µ; y por otra, una Retórica General Textual
presentada por Antonio García Berrio y Tomás Albaladejo, quienes con soporte lingüístico-semiótico, recuperan la
totalidad del fenómeno retórico de la antigüedad grecolatina.
MATERIALES Y METODOS
Esta investigación está orientada a volver a las fuentes, analizar los tratados retóricos de Cicerón y algunos discursos en
su idioma original, el latín, a fin de rastrear en ellos la raigambre filosófica de su planteo y el principio vector de la
oratoria de bases éticas y humanísticas: el discurso persuasivo como compromiso y responsabilidad social.
Para ello se ha seleccionado el corpus ciceroniano sobre el cual se trabajará:
a) Tratados retóricos:
Obra fundamental que se analizará: De oratore
Otros tratados: Brutus, Orator, Partitiones oratoriae, De inventione.
b) Discurso:
Pro A. Licinio Archia poeta
Se ha elegido este discurso porque en él Cicerón defiende en forma de acción sus principios teóricos orientados a la
concepción y defensa de la humanitas.
Para señalar el legado clásico ciceroniano en un tratado actual, se ha escogido la obra de Ch.Perelman y L.OlbrechtsTyteca Tratado de la argumentación. La nueva retórica, porque en ella se rescatan los valores de la retórica
grecolatina. Se trabajó con la primera parte de esta obra: los límites de la argumentación, donde los autores exponen los
fundamentos. El análisis de las técnicas discursivas de la argumentación presentadas en los capítulos siguientes escapan
al objetivo de nuestro trabajo.
Método: hermenéutica del corpus del texto latino. Análisis textual intertextual y contextual de las obras elegidas.
Análisis comparativo.
DISCUSION DE RESULTADOS
Para la civilización grecorromana, la elocuencia (eloquentia), palabra que prefiere Cicerón al de retórica, es el arte de
hablar en público a fin de obtener la adhesión del auditorio a una tesis determinada en vista de preparar acciones
futuras. Está destinada a la vida práctica, a provocar una decisión, una elección en el auditorio. Era discurso hablado
frente a una muchedumbre o frente a un jurado. Entre el término eloquentia y rhetorica, existe una precisa diferencia:
la eloquentia es el arte mismo de persuadir con la palabra y la rhetorica, es un metalenguaje que tiene como objeto el
discurso oratorio. Y si bien el discurso oratorio debe estar construido conforme a la persuasión, no son las reglas
retóricas las que garantizan la elocuencia. La oratoria influía en el cuerpo social, en el comportamiento humano, era
formadora de opinión, por eso Cicerón discurre extensamente sobre el fin social de la elocuencia puesta al servicio del
bien común, la justicia, la libertad y la dignidad del hombre. Estas disquisiciones están presentes sobre todo en sus
tratados De oratore y Orator.
Principios básicos de la oratoria. Condiciones previas.
Cicerón era consciente de que la fuerza persuasiva del discurso podía utilizarse para bien o para mal: o bien en
beneficio de los propios intereses del orador o del grupo al que representaba, o bien en consecución de fines sociales.
Tenía bien en claro el poder que ejercía la manipulación sin escrúpulos de los discursos. Su obra de juventud, De
inventione, comienza con ese planteo:
Saepe et multum hoc meum cogitaui, bonine an male plus attulerit hominibus et ciuitatibus copia dicendi ac
summum eloquentiae studium. (Inv. I,1,1).
A menudo, y mucho, he reflexionado conmigo mismo esto: si la riqueza del decir y la suma dedicación a la
elocuencia han traído más bien o mal a los hombres y a las ciudades.
Sigue razonando sobre la necesidad de que la elocuencia se apoye en la sabiduría y enumera los beneficios públicos y
privados conseguidos por el don de la palabra que tiene como soporte rectissimis atque honestissimis studiis rationis et
officii , los rectísimos y honestísimos estudios de la razón y del deber (Inv. I,1,1). Concluyendo que para la constitución
de una sociedad más justa y para contrarrestar el efecto de aquellos inescrupulosos manipuladores:
Eloquentiae studendum est, etsi ea quidam et priuatim et publice abutuntur; sed eo quidem uehementius, ne
mali magno cum detrimento bonorum et communi omnium pernicie plurimum possint,(Inv. I,4,4)
Hay que estudiar la elocuencia, aunque algunos abusan de ella tanto en privado como en público; pero
ciertamente con más ahínco por esto: porque los malos no puedan muchísimo con gran detrimento de los
buenos y ruina común de todos
Y sobre todo porque es el único medio con que cuentan las sociedades democráticas para la construcción de un orden
más equitativo..
En su obra de madurez, De oratore, Diálogos del orador, el escritor latino fundamenta el fin social de la elocuencia.
Inicia el diálogo propiamente entre Craso y Antonio, oradores a quienes elige como protagonistas de esta conversación
por considerarlos arquetipos en su género, haciendo un elogio de la elocuencia, que como hilo conductor se extiende a
lo largo de toda la obra. Tomaremos tres pasajes: I, 8,31; II, 9, 33; III,15,55.
Existen condiciones previas para el desarrollo de la oratoria: sólo es posible la interacción social por medio de la
palabra en un estado democrático. Es necesario una comunidad de hombres libres, con capacidad de discernimiento y
cierto grado de posibilidad de libre elección para que el contacto entre orador y auditorio se produzca. Cuando se pierde
la libertad y hay un poder omnipotente que se ejerce desde diversos ámbitos, político, social, militar, se diluye todo el
sentido del discurso persuasivo pues el convencimiento se opera con medios diferentes de la palabra. La elocuencia es
por lo tanto el arte que sólo es posible en un clima de libertad y de respeto por el otro con quien se interactúa en el
espacio social.
Haec una res in omni libero populo maximeque in pacatis tranquillisque ciuitatibus praecipue semper floruit
semperque dominata est. (De orat. I,8,31)
En todo pueblo libre y principalmente en las ciudades pacíficas y tranquilas ha florecido y dominado siempre
esta arte.
Chaim Perelman y Olbrechts Tyteca, señalan este aspecto como límites del proceso argumentativo. Parten del análisis
del contacto intelectual indispensable entre emisor y receptor para que se cumpla la adhesión del auditorio que todo
discurso persuasivo pretende:
Hay seres con los cuales todo contacto puede parecer superfluo o poco deseable. Hay seres a los que no nos
preocupamos para dirigirles la palabra. Hay seres con los que no queremos discutir, sino que nos
contentamos con ordenarles. ( Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Madrid, Gredos, 1994, p.50)
El orador admite que debe persuadir al interlocutor, pensar en los argumentos que pueden influir en él, preocuparse por
él, interesarse en su estado de ánimo. Los individuos de un auditorio deben ser considerados como miembros de una
sociedad más o menos igualitaria.
Más adelante estos autores advierten que:
No siempre es loable querer persuadir a alguien: en efecto, pueden parecer poco honorables las condiciones
en las cuales se efectúa el contacto intelectual. (op.cit.p.51).
Es éste el punto esencial del modelo humanista ciceroniano: la palabra persuasiva tiende a la acción y el orador no sólo
debe poseer las bases del conocimiento y la técnica, sino fundamentalmente las bases éticas para utilizar esta arte con
fines donde entre en juego el bien común. Por eso exige al orador probidad y prudencia:
Est enim eloquentia una quaedam de summis uirtutibus;... quae quo maior est uis, hoc est magis probitate
iugenda summaque prudentia; quarum uirtutum expertibus si dicendi copiam tradiderimus, non eos equidem
oratores effecerimus, sed furentibus quaedam arma dederimus. ( De orat. III, 15,55)
La elocuencia es una de las principales virtudes;... cuando mayor es su fuerza, más conviene que vaya unida
con una probidad y exquisita prudencia; si al que carece de estas virtudes le damos facilidad y abundancia en
el decir, no haremos de él un orador, sino que pondremos un arma en manos de un loco furioso.
A la elegancia del buen decir, debe unirse el conocimiento y la causa justa. El discurso oratorio, que busca la adhesión
del oyente, debe poseer elegancia, ornato, conocimiento profundo del asunto y, esencialmente obedecer a una causa
noble.
Perfil del orador
Uno de los polos del proceso persuasivo es el emisor. La figura de este emisor orador es entendida por Cicerón no sólo
como abogado sino esencialmente como estadista, formador de opinión en el entramado social, y es ampliamente
delineada como arquetipo humano digno de elogio.
El primer planteamiento es el de su formación a partir de un dilema: naturaleza o educación, el orador nace o se hace.
Disyuntiva que se resuelve a favor del esfuerzo y la firme voluntad de perfeccionamiento individual, pero señalando
que a la suma excelencia se llega sólo cuando al ingenii, talento o disposición natural, se une a la exercitatio, práctica y
a la ratio, teoría o ciencia (De orat.II, 57,232- III, 20,11- Pro Archia, I,1).
¿Cuál es la ratio a la que debe acceder? No son precisamente los preceptos retóricos. Estos si bien pueden auxiliar al
orador, no fundamentan su discurso. La oratoria requiere una preparación intelectual vasta que incluye el estudios de las
artes liberales (gramática, filología, semántica, poesía historia, filosofía, retórica), los secretos de la naturaleza, la
comprensión del alma humana, vida y costumbres de la sociedad, el derecho civil.
Toda educación del orador está asentada en la noción de vir bonus, hombre bueno, dueño de las virtudes del decoro, la
mesura, la sabiduría y la benevolencia como paradigma humano.
La cultura general, la sabiduría de base filosófica nutre el espíritu del hombre que debe educarse primero como ser
humano, formación que precede a toda especialización y que en el caso del orador, alimenta intelectual y moralmente su
accionar de hombre público y privado, ya que la mejor forma de persuadir es con el ejemplo de toda una vida.
El homo humanus
El orador se erige así como modelo de homo humanus y su educación, que tiende a la formación del hombre como tal,
desde el punto de vista de perfectibilidad individual y social, es el arquetipo de educación de todo hombre.
En De oratore, Cicerón diseña a través de todo el tratado su concepto de humanitas, noción presente en sus otras obras
de carácter político, filosófico, retórico y en su discurso Pro Archia poeta, En defensa del poeta Arquias.
El ideal ciceroniano tiene su raíz en la paideia griega unida al concepto de philantropia a las que el espíritu romano dio
una extensión universalista. La humanitas es la realización plena de la persona humana, la afirmación de su dignidad,
aquello que hace que el hombre sea hombre. El hombre culto desarrolla sus cualidades tanto intelectuales como morales
para aplicarlas no sólo en la actividad privada, sino, fundamentalmente, en la actividad social. La cultura general hace
que no se pierda la visión del todo y oficia de reguladora de la conducta, además evita que la especialización ahogue al
hombre. Responsabilidad de los intellegentes que deben cultivarse para la acción sin desatender sus obligaciones
sociales, para harmonizar conocimiento y vida en honradez activa privada y cívica (Camarero, Antonio: Estudio
introductorio a Defensa del poeta Arquias. Bahía Blanca, 1965.
No se trata simplemente de enciclopedismo egoísta, sino de perfección para lograr sentimientos de amor y solidaridad
social.
Perelman y el rescate de los valores del discurso persuasivo ciceroniano
A partir de la segunda mitad del S.XX se produce una revalorización de la retórica tal como la entendían los antiguos
grecorromanos. Ch.Perelman es un representante fundamental en este resurgimiento. En su Tratado de la
Argumentación. La nueva retórica (1958), en colaboración con L.Olbrechts-Tyteca estudia los medios discursivos que
sirven para obtener la adhesión de auditorio que toda argumentación pretende realizar a fin de predisponer a la acción.
Por una parte, limita su estudio a las técnicas que emplea el lenguaje para persuadir en asuntos controvertidos, y por
otra, amplía la noción de auditorio y discurso oratorio de la rhetorica recepta a los discursos escritos de periodistas,
abogados (alegatos y sentencias), políticos, tratados filosóficos, ensayos.
Lo que a nosotros nos interesa subrayar son los fundamentos y principios sustentados por los autores que revalorizan el
concepto ciceroniano de compromiso y responsabilidad social en el discurso persuasivo.
Resumimos estos puntos:
1.
2.
3.
4.
5.
El valor social de todo discurso que pretenda provocar una acción o predisposición a la acción que resulte de una
elección deliberada.
El análisis de la argumentación como un sustituto de la fuerza material que, por coacción, obtenga el mismo
resultado. La argumentación reemplaza a la violencia y sólo es posible en un clima e libertad y en una sociedad
más o menos igualitaria:
Se puede, en efecto, intentar obtener el mismo resultado ya sea mediante la violencia, ya sea por el discurso que
tiende a la adhesión de los espíritus. En función de esta alternativa, se concibe con más claridad la oposición entre
libertad espiritual y coacción. El uso de la argumentación implica que se ha renunciado a recurrir únicamente a la
fuerza, que se le atribuye algún valor a la adhesión del interlocutor, conseguida con una persuasión
razonada...que se apela a su libertad de pensamiento . (op.cit. p.106)
La persuasión como compromiso.
Necesidad de estudiar estas técnicas discursivas como instrumento de contrarrestar los efectos nocivos de la
publicidad y la propaganda que se sirven de medios persuasivos para la manipulación sin escrúpulos. Del mismo
modo Cicerón postulaba desenmascarar al orador sin principios.
Dignificación de la persona y constitución de un orden social más justo y pacífico:
Sólo la existencia de una argumentación, que no sea no apremiante ni arbitraria, le da un sentido a la libertad
humana, la posibilidad de realizar una elección razonable..Gracias a la posibilidad de una argumentación es
posible escapar al dilema: adhesión a una verdad objetiva y universalmente válida o recurso a la sugerencia y a
la violencia para conseguir que se admitan sus opiniones y decisiones.(op.cit.773)
CONCLUSION
Cicerón en sus tratados retóricos realiza una fundamentación ético-filosófica del arte de convencer que muestra el grado
de compromiso y responsabilidad social de la elocuencia que está orientada, como formadora de opinión, a lograr el
ejercicio efectivo del bien común
Una sociedad democrática es la condición previa a la operatividad del discurso oratorio, pero a su vez, la praxis racional
del discurso actúa devolviendo a esa misma sociedad la garantía de un orden más justo, igualitario y pacífico.
Exige al orador un saber total, de profunda raigambre filosófica, contra toda especialización. La verdadera formación
del orador, ese hombre educado para influir a través del discurso en las opiniones y acciones del cuerpo social,
demanda condiciones que le otorgan la amplitud de sus estudios filosóficos, literarios, jurídicos, políticos, de
costumbres y tradiciones de su pueblo, del auditorio y de la naturaleza humana que enriquecen su espíritu con
principios, ejemplos y puntos de vista.
En la actualidad surge un renovado interés por la retórica que analiza el lenguaje en el marco de los procesos
interactivos de comunicación y como método de obtener la adhesión. El desenvolvimiento de técnicas argumentativas
que guíen razonablemente una decisión o elección permiten aceptar el pluralismo tanto en los valores morales como en
las decisiones. Ch.Perelman encuadra su estudio de la retórica en la corriente filosófica, rescata los valores de la retórica
clásica, y reclama para ella la raíz filosófica que tenía en el mundo grecolatino. J.González Bedoya en su Tratado
histórico de retórica filosófica (1988) opina: La rehabilitación de la retórica no debe olvidarse de la conexión entre
retórica y ética planteada por Platón. Conexión de vital importancia en un mundo de medios de comunicación cada vez
más potentes y una propaganda política, ideológica, comercial cada vez más omnipresentes.
En este sentido puede decirnos mucho una relectura de la obra ciceroniana. Cicerón, al formular los principios retóricos
no como un saber enciclopédico, sino como una acción esencialmente ética, fundamenta la importancia del discurso
persuasivo en el desarrollo socio-cultural e individual del hombre y proporciona modelos vigentes para orientar la
responsabilidad social y moral en el arte de convencer.
BIBLIOGRAFIA
Para los textos latinos de Cicerón, se trabajó con las versiones críticas con texto establecido, editadas por Les Belles
Lettres:
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Perelman, Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Madrid, Gredos, 1989.
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