252 Reseñas María Teresa Johansson Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión Beatriz Sarlo, 2005. Buenos Aires: Siglo XXI María Teresa Johansson Después de la aparición de Tiempo presente (2001), Beatriz Sarlo irrumpe en la escena crítica latinoamericana con el libro Tiempo pasado. A través de una escritura ensayística y exploratoria, la autora realiza un estudio que indaga y piensa el estatuto de la memoria en el campo intelectual contemporáneo a la vez que analiza las modalidades retóricas de la producción testimonial de Argentina tras veinte años del término de la dictadura. Con este objeto, acomete un ejercicio de definiciones conceptuales sobre el problema del pasado, la historia y la memoria, profundizando en la intrincada relación entre narración y subjetividad en la escritura testimonial. Instalada su reflexión en el lugar de los estudios culturales, Sarlo construye una trama discursiva amplia, abierta a las discusiones teóricas del campo historiográfico, la teoría de la literatura, los estudios filosóficos, el cine documental y las ciencias sociales. El libro va articulándose así entre aspectos teóricos del campo en estudio y artefactos culturales leídos de manera aguda y acuciosa que obligan a ahondar la reflexión y a proponer nuevas categorías. En consonancia con el título, Sarlo inscribe el debate intelectual en torno a la memoria en una reflexión sobre el pasado, dilucidando el vínculo entre memoria e historia. En su planteamiento, el actual protagonismo de las escrituras de la memoria ha sido provocado por un cambio en el objeto de la historia que, tras la tensión entre historia crítica y monumental y el surgimiento del neohistoricismo, se ha desplazado hacia los márgenes variando sus fuentes hacia al historia oral. Este acontecimiento se condice con los fenómenos de giro lingüístico y de giro subjetivo en el ámbito cultural —académico y de mercado— imperante en las últimas décadas: las escrituras de la memoria evidencian la convergencia entre ambos ‘giros’ y la nueva hegemonía de los discurso de identidades subjetivas. Dentro de este campo, Tiempo pasado dedica parte del escrito a las narraciones de la memoria del horror tanto de campos de concentración europeos como de las dictaduras latinoamericanas. Sarlo subraya las funciones políticas y judiciales del testimonio, su categoría de verdad y su cualidad ética. En este sentido, sostiene que sus prerrogativas en la esfera pública se afirman en la relación entre sujeto y experiencia, por tanto, es taxativa a la hora de sostener que el testimonio no debe competir con la historia, justamente porque PERSONA Y SOCIEDAD / Universidad Alberto Hurtado 253 Vol. XX / Nº 2 / 2006 / 252-254 el primero, a diferencia del segundo, tiene una pretensión de credibilidad sin prueba y posee un derecho particular radicado en el sufrimiento padecido por quien habla que lo exime de la crítica y lo protege del escepticismo. Por tanto, si bien el testimonio funda comunidad al entregar una escena para el duelo, su territorio difiere del de la historia, ya que un pasado imaginado en la inmediatez identitaria no permite construir el sentido de la historia. Para entender el testimonio como discurso de la memoria, narración de la experiencia unida al cuerpo, a la voz y a una presencia real del sujeto en la escena del pasado rememorada y reordenada, Sarlo se detiene en las nociones de experiencia, lenguaje y subjetividad. Desde Benjamin, anota las aporías y dificultades de la narración de la memoria sin dejar de sostener que el testimonio de los sobrevivientes revierte el argumento del fin de la narración y la mudez producto de los acontecimientos de violencia extrema en la modernidad. De cara a la tesis sobre la imposibilidad de la autobiografía según Paul de Man —el punto más álgido del deconstruccionismo literario— Sarlo despliega el problema sobre el fundamento extratextual en el que descansa la verdad testimonial. En contexto de la escritura sobre Auschwitz, remarca las dificultades propias de esta narración originadas en la ausencia de la totalidad de la experiencia y el carácter vicario del testimonio, remarcado por Agamben a partir de la obra de Primo Levi. Tiempo pasado está atravesado por el interés de llevar esta problemática al contexto argentino, analizando distintas retóricas de la memoria en la producción cultural de este país. Beatriz Sarlo concibe la retórica testimonial, el más gravitante y hegemónico de los géneros de la memoria, como un modo narrativo de carácter realista romántico que pretende dar visibilidad a la experiencia e inquiere sobre cuánto de las ideas de una época fuertemente ideológica, como lo fueron los años 60 y 70, en que la figura de letrado era central en el imaginario político revolucionario, queda en estos relatos testimoniales. Al respecto afirma que “una utopía revolucionaria cargada de ideas recibe un trato injusto si se la presenta sólo o fundamentalmente como drama postmoderno de los afectos”. A partir de estas consideraciones, aboca sus preocupaciones a otras formas discursivas que plantean representaciones distintas, entre ellas, la modalidad argumentativa que busca un principio explicativo más allá de la experiencia subjetiva y expone procedimientos de distancia basados en operaciones intelectuales que permiten discutir hipótesis interpretativas. Una certera lectura de Poder y desaparición de Pilar Calveiro y de “La bemba” de Emilio de Ípola, guía el estudio de una escritura testimonial soterrada en el discurso intelectual. Por otra parte, Sarlo se aboca a discutir la actual y difundida noción de posmemoria propuesta por Hirsh, entendida como la operación de configuración y representación del pasado que realiza la generación de los hijos de las víctimas. Tras una revisión de sus rasgos definitorios: carácter mediado, memoria de la generación siguiente, fragmentariedad, entre otros, se detiene tanto en el carácter lacunar como en el vacuum inherente a la escritura de la memoria y discute las especificidades del concepto de posmemoria y sus lindes con la teoría de la autobiografía. La autora analiza la memoria 254 Reseñas María Teresa Johansson de la generación siguiente o los hijos de detenidos desaparecidos a partir del documental cinematográfico Los rubios, proyecto que intenta la reconstrucción de una identidad y que expone su propio fracaso. Finalmente, Beatriz Sarlo cierra el escrito con una incursión en el género de la escritura de la memoria, inscribiendo a modo de apéndice, su propia experiencia subjetiva para anotar que las imágenes más atroces del período de la dictadura las ha encontrado del lado de la literatura argentina. En esta operación, devuelve la literatura a un lugar testimonial, pero desde la distancia que la hace objeto de crítica. En Tiempo pasado, con la claridad de la escritura que acompaña su producción intelectual, Sarlo lleva a cabo uno de los esfuerzos más significativos por pensar desde América Latina y específicamente desde Argentina el problema de la escritura de la memoria. Tras veinte años desde el fin de la dictadura, se confirma una distancia que otorga libertad a un pensamiento que está lejos de situarse en un discurso resuelto o de hacer el frecuente traslado acrítico de las categorías de la memoria del Holocausto al contexto latinoamericano. Por estas páginas transitan referencias breves, nunca ligeras, a Ricoeur, Rancière, Agamben, Lukács; al mismo tiempo, Beatriz Sarlo se detiene en Benjamin, Hirsh, Levi. Su lectura crítica y acuciosa llama a escena a Chefjec, Kohan, Calviero, Ipola, Zucker, entre otros. Así, tras la disposición argumental y el descubrimiento de tramas entre distintas escrituras, quedan radicados la subjetividad autorial y el imperativo de recordar para que no se repita.