Primera Parte 139 mantuviera el mismo, como sucede en las acciones públicas actualmente, por ejemplo en las acciones electorales. En cuanto a las acciones privadas, para poder ejercer esa coadyuvancia, era necesario demostrar un interés directo en las pretensiones formuladas, el cual se podía demostrar en cualquier estado del proceso, según la reforma de 1928 con la Ley 25 de dicho año161. Presentadas las alegaciones, el tribunal dictaba el fallo, el cual era comunicado al Ministerio de Gobierno y al Gobernador del Departamento, fallo que era apelable ante el Consejo de Estado por el demandante o por el Ministerio Público. Aquí no se habla que los coadyuvantes o que la entidad que expidió el acto pudieran apelar la decisión, recurso que se concedía en el efecto devolutivo. Si la sentencia no era apelada, se debía consultar ante el Consejo de Estado, pero la decisión se cumplía entre tanto se tomaba la decisión definitiva; es de anotar, que la Ley 80 de 1935 en su artículo 10, derogó el artículo 66 de la Ley 130 de 1913, en cuanto a la posibilidad de consultar las sentencias y la obligación de cumplir la misma mientras la consulta se surtía162. La primera instancia culminaba con la sentencia o fallo dictado por el tribunal administrativo seccional, el cual perdía competencia en virtud de la apelación presentada por el demandante o por el Ministerio Público, ya que la misma se radicaba desde ese momento en el Consejo de Estado. La segunda instancia se surtía ante el Consejo de Estado a través del siguiente trámite: Recibido el expediente por el Consejo de Estado se dictaba un auto, donde el magistrado sustanciador anunciaba lo que se denominaba la llegada del proceso y señalaba fecha y hora para la celebración de la audiencia pública, la cual necesariamente tenía que ser para alegaciones. Aunque la ley no lo dice expresamente, sí contempla que eran aplicables en la segunda instancia los artículos 62 a 64 y por tal, las alegaciones se podían presentar por escrito dentro de los tres días siguientes a la audiencia por el demandante, por el Ministerio Público o por cualquier ciudadano; es decir, que en segunda instancia también se permitía la coadyuvancia. El fallo de segunda instancia era igualmente comunicado al Ministerio de Gobierno y al Gobernador del Departamento. La segunda instancia pretendía ser un trámite rápido y sumario, más aun, si se tiene en cuenta que no se contempló la posibilidad de práctica de pruebas Ley 25, op. cit. Ley 80 de 1935. En: El boyacense, Año LXXI N°. 1609 de diciembre 21 de 1935. 161 162