, perpetuidad (que dura y permanece para siempre, sin padecer

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LA ETERNIDAD RELATIVA DEL CRISTIANO
Introducción:
El cristiano necesita saber que no es de este mundo, que su origen no fue esta
tierra, que es un peregrino y extranjero (Heb 11:13); su ciudadanía no está en
este mundo sino en la patria celestial. Nuestro Señor Jesucristo sabía de
dónde había venido y hacia dónde se dirigía (Jn 8:14) y también le dijo a sus
discípulos que ellos tampoco eran del mundo y que iría a preparar lugar para
nosotros y que vendría a traernos para llevarnos a ese lugar, para que
estuviéramos donde El está (Jn 17:14 y 24). Nuestro principio fue cuando el
Padre de los espíritus nos creó. Su propósito era que tuviéramos una
eternidad relativa, es decir que no muriéramos, pero lamentablemente todos
pecamos y fuimos destituidos de su gloria (Ro 3:23). Fuimos enviados a la
tierra. Salimos de la eternidad y entramos al tiempo, con el propósito de ser
purificados con la sangre de Jesucristo, ya que esa es la única forma de
alcanzar vida eterna y poder regresar a la casa del Padre de donde una vez
salimos (SaL 23:6 BLA). Nadie podrá regresar a su lugar de origen a menos
que se deje limpiar con la sangre preciosa del Cristo y esto solo se logra
creyendo en El como nuestro único y suficiente salvador y sometiéndonos a su
voluntad para ser rociados con su sangre (1 Ped 1:2).
Desarrollo:
La palabra Eternidad vine del gr. Olam que sig. Eternidad, perpetuidad (que
dura y permanece para siempre, sin padecer alteraciones) (Stg. 1:17), también
entendemos que eternidad es un lugar. La Biblia nos dice que nosotros fuimos
bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo
(Ef. 1:3­5), notemos que en este pasaje, el apóstol nos explica que Dios nos
escogió antes de la fundación del mundo para que fuéramos santos y sin
mancha y nos predestinó para adopción como hijos. En ese momento éramos
espíritus y estando en los lugares celestiales, fuimos bendecidos con
bendiciones espirituales, y una de estas bendiciones es la esperanza de la vida
eterna en Jesucristo, la cual se nos prometió desde la eternidad (Tit.1:1­2).
Para que nosotros podamos llegar a comprender de nuestra existencia en la
eternidad, es necesario saber que tenemos un Padre espiritual que es Dios
(Ef.4:6), y que El es Sempiterno = que no tiene principio ni fin (Dn.4:34, Is
40:28), y sabemos que si somos sus hijos porque ya creímos en su hijo
Jesucristo, nos hace participantes de su eternidad, por ello en (Ro 8:29), la
Biblia dice que a los que antes conoció los predestinó para ser hechos
conforme a la imagen de su Hijo (esto se dio en la preexistencia) y que a los que
predestinó, a estos también llamó (esto se dio en la tierra), y que a los que
llamó a estos también justificó y que a los que justificó, a estos también
glorificó.
En este estudio veremos a la luz de la palabra la existencia eterna relativa del
espíritu del hombre, ya que tuvimos un principio. Cuando nos referimos a
eterna usamos el término preexistencia que significa existir antes, y que el
hombre no puede llegar a comprender con su mente humana, la obra que Dios
ha hecho desde el principio de los siglos, ya que esto solamente se puede
entender con sabiduría que viene de Dios la cual fue predestinada desde antes
de los siglos (eternidad) para nosotros (1ª. Cor. 2: 6,7). A continuación veremos
ejemplos de la Biblia que demuestran lo que hemos explicado anteriormente.
Ø EL ESPÍRITU DESNUDO (EN LA PREEXISTENCIA):
Job nos dice que fue vestido de piel y carne, y tejido de huesos y nervios
(Job: 10:11), lo que nos deja entender que existía su espíritu, pero que aun
no tenía cuerpo, y en el verso 12 dice: “...y tu cuidado, guardó mi espíritu” y
la Biblia dice que Dios es el Padre de los espíritus (Heb 12:9). También
sabemos que estuvimos en la escuela del Padre donde escuchamos su
palabra, lo cual, el Apóstol Juan, nos dejó escrito (Jn 6:45, 1ª. Jn. 2:7,
24,25). También Moisés habla de Dios como su refugio (morada) desde
muchas generaciones (Sal.90:1,2) versión Aramea “...tú has sido nuestro
lugar de habitación por todas las generaciones”, y deja ver que él estuvo
con Dios antes que hiciese los montes, y formara la tierra y el mundo.
También David habló de las misericordias eternas de Dios y de sus
bondades (Salm.25:6), este verso nos hace ver que David disfrutó de esas
misericordias antes de las que experimento acá en la tierra (1ª. Cr. 21:13). Y
El que santifica y los santificados todos son de un mismo origen (Heb.2:11).
El libro de Jeremías (Jer.1:4­5), nos habla de que el profeta, antes de ser
formado en el vientre (cuerpo), fue conocido (su espíritu) por Dios, y
consagrado como profeta a las naciones; esto nos sucede también a
nosotros antes de ser engendrados en el vientre de nuestra madre.
Ø EL ESPIRITU VESTIDO CON CUERPO (AL VENIR A LA TIERRA):
La Biblia dice que por cuanto los hijos participamos de carne y sangre
(Heb.2:14, Jn.1:14), Cristo también participó de carne y sangre. El espíritu
preexistencial se viste de cuerpo en el vientre de nuestra madre (Ecl 11:5,
Sal 139:13).
Por lo tanto si el enemigo ha sembrado engaño en nuestra identidad, hoy
sabemos que tenemos un Padre en el cielo, y que hemos venido con
propósitos definidos a este mundo (1ª. Ped. 1:2), y que no somos fruto de
una casualidad sino del plan perfecto de Dios.
Ø EL CUERPO REVESTIDO (AL REGRESAR A LA CASA DEL PADRE):
(1 Cor 15:52­53) El Apóstol Pablo explicó que en el arrebatamiento se dará
un revestimiento al cuerpo de las primicias, su cuerpo será revestido de
inmortalidad a los que estén vivos y de incorrupción a los que ya hayan
muerto. También dice en (2 Cor 5:1­2) que gemimos por ser revestidos de
nuestra morada celeste, en otras palabras, alcanzar el premio de los que no
verán muerte sino que serán transformados en el aire cuando sea el
arrebatamiento.
Como ya hemos entendido que salimos de la casa del Padre, entonces es
más fácil comprender que tenemos que regresar de donde salimos (Ap.
3:12, Isa. 51:11, Sal. 23:6, versión Las Américas), es por eso que acá en la
tierra somos peregrinos y extranjeros (Heb11:13, Jn.17:14), y nuestra
ciudadanía está en el cielo (Fil.3:20). Pero para eso es necesario ser
hallados irreprensibles (1ª Tes 5:23), para que este cuerpo pueda llegar a
ser semejante al cuerpo de la gloria de nuestro Señor Jesucristo (Fil..3:21),
por eso el Apóstol Pablo decía: “Puesto que tenemos tales promesas,
limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando
la santidad en el temor de Dios (2ª Co 7:1), y David decía que no estaría
satisfecho hasta despertar a la semejanza del Señor (Sal 17:15) y éste debe
de ser el anhelo de cada uno de nosotros, y creer que el que comenzó la
buena obra, la perfeccionará (Fil 1:6).
Conclusión:
Al saber que estuvimos en la eternidad pasada, que venimos de la casa del
Padre y que aceptamos a Cristo, nos deja bien claro que tenemos una
identidad, que somos hijos de Dios. Que también tenemos una morada no
hecha de manos y que es eterna a la cual regresaremos (2ª. Cor. 5:1).
La Biblia dice que a la novia se le ha concedido que se vista de lino fino (Ap
19:8), que es el revestimiento del cuerpo celestial. Por lo tanto debemos
esforzarnos por ser hallados irreprensibles en espíritu, alma y cuerpo ( 1 Tes
5:23).
GRAFICA DE RESUMEN
PREEXISTENCIA
CASA DEL PADRE
DESNUDOS
(Ef 1:3­5)
(Jn 6:45, 1 Ped 1:2)
REVESTIDOS
(2 Co 5:1­4, Sal
23:6)
(Ap 3:12 y 19:8)
TIERRA
VESTIDOS
(Job 10:11)
(Heb 2:14)
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