COMPENSACIÓN Y BENEFICIOS La jubilación de la generación del baby boom ÁLVARO MONTEVERDE, Consultor senior de Watson Wyatt Entre 1957 y 1977 nacieron en España 14 millones de niños, el periodo en el que más nacimientos se han producido y previsiblemente se producirán en la Historia de España en las próximas décadas. Los que hemos nacido en los años centrales de ese periodo comprendemos, desde hace muchos años, lo que significa ser de la generación del baby boom. La primera consecuencia es que nos lo hemos pasado muy bien por el mero hecho de ser muchos; tuvimos la suerte de disfrutar de un gran ambiente allá donde fuéramos desde el inicio de la adolescencia, gracias también a una inaudita, hasta entonces, libertad que nos brindaba una joven Constitución. Pero a la vez pudimos constatar la crueldad de algunos de sus artículos causada por las limitaciones que imponía ser mucha demanda para tan poca oferta. Mientras leíamos que quedaban garantizados los derechos a la educación, a la vivienda, a un trabajo, tuvimos que sudar la gota gorda en selectividad para sacar la nota suficiente y poder estudiar la carrera que nos gustaba, bombardear muchas empresas con nuestro currículum vitae hasta que conseguimos el primer empleo y ahora estamos hipotecados hasta que nuestros hijos se emancipen. No nos podemos quejar de haber convivido con la ley del mercado, todo lo contrario, pero no es de extrañar que, pensando en nuestro futuro, al leer el artículo 50 de la Constitución, que dice “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y Capital Humano 126 periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad”, se nos genere, al menos, un profundo escepticismo. Escepticismo debido, en este caso, no tanto a que seamos muchos sino a que las generaciones posteriores, los que nos tienen que pagar las pensiones, son muchos menos. Si al final del periodo del baby boom las mujeres españolas tenían en promedio 2,8 hijos, en 1996 tenían 1,16 hijos. Se produjo una continua tendencia descendente en la tasa de fecundidad, que llevó consigo que nacieran 4,5 millones de niños menos en las dos décadas posteriores al periodo del baby boom. Eso sí, esa tendencia decreciente de fecundidad no ha continuado, cambió en 1998 llegando en el año 2002 a 1,25 hijos por mujer. Es decir el problema no es eterno, llegará un momento en que volverá a darse un equilibrio entre los pensionistas y los activos que tengan que financiar sus pensiones; momento que se sitúa más allá del año 2060, es decir, cuando a la generación del baby boom ya no nos afecte. Que se vayan arreglando los problemas una vez los hayamos sufrido es una maldición que nos persigue y que, desde luego, no nos suena a nuevo. El descenso de natalidad en las generaciones posteriores provoca, obviamente, que cada vez menos personas vayan a pagar las pensiones de los que están jubilados, es decir, cada vez será mayor la proporción de pensionistas entre activos. Un dato significativo es que si actualmente la proporción de jóvenes (menores de 15 años) y mayores (más de 64 años) entre los que están en edad de trabajar (entre 15 y 64 años) es del 45%, en el año 2040 será del 69%. Estos significan que si en el año 2040 todo el que esté en edad de trabajar lo hiciera, debería financiar el 69% de los gastos de un dependiente. ¿Es esto razonablemente viable? Parece que no, pensar que una generación va sacrificarse con unos niveles asfixiantes de impuestos para pagar las pensiones a sus mayores es simplemente absurdo. Nadie va a trabajar para que gran parte de su salario lo disfrute otro, antes se opta por el fraude o la emigración. Ahora vivimos unos años ilusorios de bonanza económica generada en un momento en que la estructura demográfica está siendo muy favorable: gran número de personas trabajando y pocas dependiendo de ellas (debido a la baja natalidad y el acceso a la jubilación de la generación que nació en la Llegará un momento en que volverá a darse un equilibrio entre los pensionistas y los activos que tengan que financiar sus pensiones; momento que se sitúa más allá del año 2060, es decir, cuando a la generación del baby boom ya no nos afecte Nº 195 • Enero • 2006 guerra civil). Pero en unos años la situación se dará la vuelta, el número de pensionistas aumentará, el de activos descenderá y la estructura demográfica no será propicia para un desarrollo económico. Ante este panorama el artículo 50 de la Constitución únicamente tendrá sentido si se entiende que la tercera edad, periodo en el que se garantiza la suficiencia económica, empieza no a los 65 años sino más allá de los 70 años. Dicho de otro modo, si nos queremos jubilar, dejar de trabajar, con un nivel de vida adecuado a los 65 años, deberemos poner los medios nosotros, en caso contrario la consecuencia es que trabajaremos hasta mucho más tarde de lo que lo hicieron nuestros padres (también ellos empezaron mucho antes, todo hay que decirlo). Poner medios adecuados no es otra cosa que ahorrar, diferir el gasto presente por el gasto futuro. Tener claro que es una carrera de fondo, que vivir ahora por encima de las posibilidades es simplemente vivir al día, sin tener en cuenta el futuro. Y a la hora de cuantificar el ahorro debemos tener presente tanto el nivel de vida deseado para pasar los últimos años de nuestra vida como el número de años que estaremos gastando sin ingresar nada más que los rendimientos generados por nuestros ahorros, que al estar invertidos de forma conservadora y al ser decrecientes, no serán muy elevados. Las estadísticas sobre los años que viviremos son cada vez más y más optimistas. Según datos de 2002, la esperanza de vida al nacer es de 75 años para los varones y de 83 años para las mujeres. La otra cara de la moneda, y en la que no se hace tanto hincapié, es que se dispara la probabilidad de que una vez se alcancen los 80 años se sufra una enfermedad por la que uno no pueda valerse por sí mismo. Al estimar el importe que debemos tener constituido para poder jubilarnos con el nivel de vida deseado debemos tener en cuenta no sólo que vivimos más años sino que no siempre vivimos esos últimos años de nuestra vida con calidad, hay enfermedades, como el alzheimer, que son caras al causar la dependencia de terceras personas para poder realizar las tareas básicas de la vida. La jubilación de esta generación es uno de los problemas más importante que España afrontará en los próximos años; el retraso en la edad de jubilación, la disminución de las pensiones de jubilación otorgadas por la Seguridad Social, el desarrollo de los sistemas privados de ahorro para la jubilación, son sólo una cuestión de tiempo. No es sólo un problema en España, problemas similares tienen en gran parte de Europa; ya no se discute si un mayor o menor número de habitantes genera riqueza o pobreza en un país, hecho este que ha traído de cabeza a muchos economistas desde que Malthus expusiera sus teorías. Ahora se analiza cómo la estructura Información elaborada por demográfica afectará al sistema productivo y las nuevas necesidades sociales que se generarán. No es extraño pensar que al envejecer la población, por ejemplo, disminuirán el número de coches que se vendan, se demandarán más medicinas o se ocuparán más plazas en las residencias para la tercera edad. Por la misma razón es lógico pensar que cuando empiece a ser más evidente la necesidad de ahorro para no tener que jubilarse después de haber cumplido los 70 años (evidente ya lo es, pero los mensajes de políticos y sindicatos en sentido contrario no ayudan a dar luz sobre el asunto), se demanden por parte de los empleados nuevos sistemas retributivos en el que cada vez tenga un mayor peso el diferimiento de parte del salario. Ya es habitual entre directivos sacrificar parte del salario para el futuro, ventajas fiscales y el hecho de que la pensión de Seguridad Social esté topada han sido factores claves. Pero en los próximos años cada vez será más habitual que se demanden esos nuevos sistemas de retribución para todos los empleados. Su diseño y gestión será un aspecto muy importante en un entorno en el que cada año ya se incorporan menos personas al mercado de trabajo y que la retención será un aspecto clave. NOTA Todos los datos demográficos que aparecen en el artículo provienen del INE.